domingo, 25 de diciembre de 2022

LA NATIVIDAD DEL SEÑOR

 LECTURA DEL SANTO EVANGELIO SEGÚN SAN LUCAS 2, 1- 14

En aquel tiempo salió un decreto del emperador Augusto, ordenando hacer un censo del mundo entero. Este fue el primer censo que se hizo siendo Cirino gobernador de Siria. Y todos iban a inscribirse, cada cual a su ciudad. También José, que era de la casa y familia de David, subió desde la ciudad de Nazaret en Galilea a la ciudad de David, que se llama Belén para inscribirse con su esposa María, que estaba encinta. Y mientras estaban allí le llegó el tiempo del parto y dio a luz a su hijo primogénito, lo envolvió en pañales y lo acostó en un pesebre, porque no tenían sitio en la posada. En aquella región había unos pastores que pasaban la noche al aire libre, velando por turno su rebaño.

Y un ángel del Señor se les presentó: la gloria del Señor los envolvió de claridad y se llenaron de gran temor. El ángel les dijo:

--No temáis, os traigo la buena noticia, la gran alegría para todo el pueblo: hoy, en la ciudad de David, os ha nacido un Salvador: el Mesías, el Señor. Y aquí tenéis la señal encontraréis un niño envuelto en pañales y acostado en un pesebre.

De pronto, en torno al ángel, apareció una legión del ejército celestial, que alababa a Dios, diciendo:

--Gloria a Dios en el cielo y en la tierra paz a los hombres que Dios ama.

HOMILÍA

Siempre está viva la fe en el corazón de los hombres... Dijo el sacerdote al ver la iglesia llena. Eran obreros del barrio más pobre de Río de Janeiro, reunidos esa noche con un solo objetivo común: la misa de Navidad. Se sintió muy confortado. Con paso digno, llegó al centro del altar.

—a, b, c, d,...

Era, al parecer, un niño el que perturbaba la solemnidad del oficio. Los asistentes se volvieron hacia atrás, algo molestos.

—a, b, c, d,...

—¡Para!— dijo el cura.

El niño pareció despertarse de un trance. Lanzó una mirada temerosa a su alrededor y su rostro enrojeció de vergüenza.

—¿Qué haces? ¿No ves que perturbas nuestras oraciones?— El niño bajo la cabeza y unas lagrimas se deslizaron por sus mejillas...

—¿Dónde está tu madre?— insistió el cura. —¿No te ha enseñado a seguir la misa?

Con la cabeza baja el niño respondió:

—Perdóname padre, pero yo no he aprendido a rezar. He crecido en la calle, sin padre ni madre. Hoy como es navidad, tenía la necesidad de conversar con Dios. Pero no se cual es la lengua que Él comprende, por eso digo solo las letras que yo sé. He pensado que, allá arriba, Él podría tomar esas letras y formar las palabras y las frases que le gusten.

El niño se levantó.

—Me voy— dijo—. No quiero molestar a las personas que saben tan bien como comunicarse con Dios.

—Ven conmigo— le respondió el sacerdote. Tomo al niño por la mano y lo condujo al altar. Después se dirigió a los fieles.

—Esta noche, antes de la misa, vamos a rezar una plegaria especial. Vamos a dejar a Dios que escriba lo Él desea oír. Cada letra corresponderá a un momento del año, en el que lograremos hacer una acción, luchar con coraje para realizar un sueño o decir una oración sin palabras. Y le pediremos que ponga en orden las letras de nuestra vida. Vamos a pedir en nuestro corazón que esas letras le permitan crear las palabras
y las frases que a Él le agraden—. Con los ojos cerrados, el cura se puso a recitar el alfabeto. Y, a su vez, toda la iglesia repitió:

—a, b, c, d,...

Cada Navidad Dios nace en un pequeño pesebre, para que entendamos que nuestra fe parte de la sencillez, de la humildad, y que es así como debemos vivirla.

Mirar a las personas con la mirada de un niño, con los sentimientos de un niño. Por esa razón hoy Dios se hace niño, para que nosotros seamos capaces de hacernos niños los 365 días del año.

No dejemos pasar la oportunidad de encontrarnos con el niño recién nacido, pero sobre todo que él encuentre en nosotros el corazón de un niño, deseando ser amado, deseando amar.

Y si no sabéis como hacerlo, saber que él siempre escucha nuestras oraciones, así que a, b, c, d,….

FELIZ NAVIDAD A TODOS Y QUE DIOS BENDIGA CADA CORAZÓN.

domingo, 18 de diciembre de 2022

DOMINGO IV DE ADVIENTO

 LECTURA DEL SANTO EVANGELIO SEGÚN SAN MATEO 1, 18- 24

El nacimiento de Jesucristo fue de esta manera:

María, su madre, estaba desposada con José y, antes de vivir juntos, resultó que ella esperaba un hijo por obra del Espíritu Santo.

José, su esposo, que era justo y no quería denunciarla, decidió repudiarla en secreto. Pero, apenas había tomado esta resolución, se le apareció en sueños un ángel del Señor que le dijo:

-- José, hijo de David, no tengas reparo en llevarte a María, tu mujer, porque la criatura que hay en ella viene del Espíritu Santo. Dará a luz un hijo, y tú le pondrás por nombre Jesús, porque él salvará a su pueblo de los pecados.

Todo esto sucedió para que se cumpliese lo que había dicho el Señor por el Profeta: «Mirad: la Virgen concebirá y dará a luz un hijo y le pondrá por nombre Emmanuel, (que significa "Dios-con-nosotros").» Cuando José se despertó, hizo lo que le había mandado el ángel del Señor y se llevó a casa a su mujer.

HOMILÍA

Érase una vez en la cumbre de una montaña, tres pequeños árboles juntos y pensando sobre lo que querían llegar a ser cuando fueran grandes.

El primer arbolito miro hacia las estrellas y dijo: "Yo quiero guardar tesoros, quiero estar repleto de oro y ser llenado de piedras preciosas. Yo seré el baúl de tesoros más hermoso del mundo".

El segundo arbolito miró un pequeño arroyo realizando su camino hacia el océano y dijo: "Yo quiero viajar a través de aguas temibles y llevar poderosos reyes sobre mí. Yo seré el barco más imponente del mundo".
El tercer arbolito miro hacia el valle que estaba bajo la montaña y vio hombres y mujeres trabajando en un pueblo trabajador, y dijo: "Yo no quiero irme de la cima de la montaña nunca. Yo quiero crecer tan alto que cuando la gente del pueblo se pare a mirarme, ellos levantaran su mirada al cielo y pensaran en Dios. Yo seré el árbol más alto del mundo."
Los años pasaron. . Llovió, brilló el sol, y los pequeños árboles crecieron alto.
Un día, tres leñadores subieron a la cumbre de la montaña.
El primer leñador miró el primer árbol y dijo: "¡Qué árbol tan hermoso es este!", y con la arremetida de su hacha brillante, el primer árbol cayó. "Ahora me van a convertir en un baúl hermoso, contendré tesoros maravillosos" dijo el primer árbol.
El segundo leñador miró al segundo árbol y dijo: "¡Este árbol es muy fuerte, es perfecto para mí!" y con la arremetida de su hacha brillante el segundo árbol cayó.
"Ahora deberé navegar por aguas temibles, deberé ser un barco imponente para reyes temidos y poderosos", pensó el segundo árbol.
El tercer árbol sintió su corazón sufrir cuando el último leñador lo miro. El árbol se paro derecho y alto y apuntando ferozmente al cielo.
Pero el leñador siquiera miro hacia arriba y dijo: "¡Cualquier árbol es bueno para mí!" y con la arremetida de su hacha brillante, el tercer árbol cayó.

El primer árbol se emociono cuando el leñador lo llevó a una carpintería. Pero el carpintero lo convirtió en una caja de alimentos para animales de granja.
Aquel árbol hermoso no fue cubierto con oro, ni llenado de tesoros, sino que fue cubierto con polvo de la cortadora y llenado con alimento para animales de granja.

El segundo árbol sonrió cuando el leñador lo llevó cerca de un embarcadero, pero ningún barco imponente fue construido ese día.  En lugar de eso, aquel árbol fue cortado y convertido en un simple bote de pesca, era demasiado chico y débil para navegar en océano, ni siquiera un río, y fue llevado a un pequeño lago.

El tercer árbol estaba confundido cuando el leñador lo corto para hacer tablas fuertes y lo abandono en un almacén de madera. "¿Que estará pasando?", fue lo que se preguntó el árbol, "Yo todo lo que quería era quedarme en la cumbre de la montaña y apuntar a Dios".

Muchísimos días y noches pasaron. A los tres árboles ya casi se les habían olvidado sus sueños. Pero una noche, una luz de estrella dorada alumbró el primer árbol cuando una joven mujer puso a su hijo recién nacido en la caja de alimento. "Yo quisiera haberle podido hacer una cuna al bebe" Dijo su esposo a la mujer, la madre le apretó la mano a su esposo y sonrió mientras la luz de la estrella dorada alumbraba la madera suave y fuerte de la cuna. Y la mujer dijo: "Este pesebre es hermoso".   Y de repente el primer árbol supo que contenía el tesoro más grande el mundo.

Una tarde, un viajero cansado y sus amigos se subieron al viejo bote de pesca.
El viajero se quedó dormido mientras el segundo árbol navegaba tranquilamente hacia adentro del lago. De repente, una impresionante y aterradora tormenta llegó al lago, el pequeño árbol se llenó de temor, él sabía que no tenía la fuerza de llevar a todos esos pasajeros a la orilla a salvo con ese viento y lluvia. El hombre cansado se levanto y alzando su mano dijo: "Calma", la tormenta cesó tan rápido como comenzó.
Y de repente el segundo árbol supo que el llevaba navegando al Rey del Cielo y de la Tierra.

Un viernes en la mañana, el tercer árbol se extrañó cuando sus tablas fueron tomadas de aquel almacén de madera olvidado. Se asusto al ser llevado a través de una impresionante multitud de personas enojadas. Se lleno de temor cuando unos soldados clavaron las manos de un hombre en su madera. Se sintió feo, áspero y cruel. Pero un domingo en la mañana, cuando el sol brilló y la tierra tembló con júbilo debajo de su madera, el tercer árbol supo que "EL AMOR DE DIOS HABIA CAMBIADO TODO".
Esto hizo que el árbol se sintiera fuerte, y cada vez que la gente pensara en el tercer árbol, ellos pensarían en Dios. Eso era mucho mejor que ser el árbol más alto del mundo.

Seguro que muchas veces no estamos contentos con lo que pasa en nuestra vida, o con las circunstancias que nos rodean. Seguramente, San José, no entendería en un primer momento todo lo que estaba sucediendo, y sin embargo, fiándose de Dios se convirtió en la persona a la que Dios le pidió cuidar a las dos personas más importantes para él, a su Hijo y a María.

Ya está cerca la Navidad, hagamos que ese niño que nace nos muestre el camino y nos ayude a descubrir la maravillosa obra a la que Dios nos ha llamado.

FELIZ DOMINGO Y QUE DIOS OS BENDIGA.

domingo, 11 de diciembre de 2022

DOMINGO III DE ADVIENTO

 LECTURA DEL SANTO EVANGELIO SEGÚN SAN MATEO 11, 2- 11

En aquel tiempo, Juan, que había oído en la cárcel las obras del Mesías, le mandó a preguntar por medio de sus discípulos:

-- ¿Eres tú el que ha de venir o tenemos que esperar a otro?

Jesús les respondió:

-- Id a anunciar a Juan lo que estáis viendo y oyendo: los ciegos ven, y los inválidos andan; los leprosos quedan limpios, y los sordos oyen; los muertos resucitan, y a los pobres se les anuncia el Evangelio. ¡Y dichoso el que no se sienta defraudado por mí!

Al irse ellos, Jesús se puso a hablar a la gente sobre Juan:

-- ¿Qué salisteis a contemplar en el desierto, una caña sacudida por el viento? ¿O qué fuisteis a ver, un hombre vestido con lujo? Los que visten con lujo habitan en los palacios. Entonces, ¿a qué salisteis?, ¿a ver a un profeta? Sí, os digo, y más que profeta; él es de quien está escrito: "Yo envío mi mensajero delante de ti, para que prepare el camino ante ti”. Os aseguro que no ha nacido de mujer uno más grande que Juan, el Bautista; aunque el más pequeño en el reino de los cielos es más grande que él.

HOMILÍA

Un hombre edificó su casa. Y la embelleció con un jardín interno. En el centro plantó un roble. Y el roble creció lentamente. Día a día  echaba raíces y fortalecía su tallo, para convertirlo en tronco, capaz de resistir los vientos y las tormentas.
Junto a la pared de su casa plantó una hiedra y la hiedra comenzó a levantarse velozmente. Todos los días extendía sus tentáculos llenos de ventosas, y se iba alzando adherida a la pared.

Al cabo de un tiempo la hiedra caminaba sobre los tejados. El roble crecía silenciosa y lentamente.

- "¿Cómo estás, amigo roble?", preguntó una mañana la hiedra.

-" Bien, mi amiga" contestó el roble.

-" Eso dices porque nunca llegaste hasta esta altura ", agregó la hiedra con mucha ironía. "Desde aquí se ve todo tan distinto. A veces me da pena verte siempre allá en el fondo del patio".

-" No te burles, amiga", respondió muy humilde el roble. " Recuerda que lo importante no es crecer deprisa, sino con firmeza ".

Entonces la hiedra lanzó una carcajada burlona.

Y el tiempo siguió su marcha.
El roble creció con su ritmo firme y lento.
Las paredes de la casa envejecieron.
Una fuerte tormenta sacudió con un ciclón la casa y su jardín. Fue una noche terrible.
El roble se aferró con sus raíces para mantenerse erguido. La hiedra se aferró con sus ventosas al viejo muro para no ser derribada. La lucha fue dura y prolongada.

Al amanecer, el dueño de la casa recorrió su jardín, y vio que la hiedra había sido desprendida de la pared, y estaba enredada sobre sí misma, en el suelo, al pie del roble. Y el hombre arrancó la hiedra, y la quemó.

Mientras tanto el roble reflexionaba:

" Es mejor crecer sobre raíces propias y crear un tronco fuerte, que ganar altura con rapidez, colgados de la seguridad de otros. "

 

Continuamos en el tiempo de Adviento, y hoy el Evangelio nos propone la figura de Juan el Bautista, un hombre cuya misión era anunciar al Señor, pero sobre todo, era alguien que mostraba con su forma de vivir que el Señor está cerca y que nuestra forma de actuar debe ser distinta si está con nosotros el Señor.

Nuestras raíces no pueden ser simplemente el creer por costumbre, o el cumplir una serie de preceptos, Jesús quiere entrar en nuestra vida, quiere transformarla, quiere convertirnos en personas capaces de afrontar las tempestades que asolan nuestro camino, quiere que salgamos al mundo a anunciar que él está en medio de nosotros.

Vivamos nuestra fe desde la seguridad que nos da el saber que Dios está siempre a nuestro lado, y mostrémosle a todos con nuestras obras esa realidad y a ese Dios que ya viene, que ya ha venido, que ya está en nosotros.

FELIZ DOMINGO Y QUE DIOS OS BENDIGA.

jueves, 8 de diciembre de 2022

SOLEMNIDAD DE LA INMACULADA CONCEPCIÓN DE MARÍA

 

LECTURA DEL SANTO EVANGELIO SEGÚN SAN LUCAS 1, 26- 38

En aquel tiempo, el ángel Gabriel fue enviado por Dios a una ciudad de galilea llamada Nazaret, a una virgen desposada con un hombre llamado José, de la estirpe de David; la virgen se llamaba María. El ángel, entrando en su presencia, dijo:

-- Alégrate, llena de gracias, el Señor esta contigo.

Ella se turbó ante estas palabras y se preguntaba qué saludo era aquel. El ángel le dijo:

-- No temas, María, porque has encontrado gracia ante Dios. Concebirás en tu vientre y darás a luz un hijo, y le pondrás por nombre Jesús. Será grande, se llamará Hijo del Altísimo, el Señor Dios le dará el trono de David, su padre, reinará sobre la casa de Jacob para siempre, y su reino no tendrá fin.

Y María dijo al ángel:

-- ¿Cómo será eso, pues no conozco a varón?

El ángel le contestó:

-- El Espíritu Santo vendrá sobre ti, y la fuerza del Altísimo te cubrirá con su sombra; por eso el Santo que va a nacer se llamará Hijo de Dios. Ahí tienes a tu pariente Isabel, que, a pesar de su vejez, ha concebido un hijo, y ya está de seis meses la que llamaban estéril, porque para Dios nada hay imposible.

María contestó:

-- Aquí está la esclava del Señor; hágase en mí según tu palabra.

Y la dejó el ángel.

HOMILÍA

Vengo maestro, porque me siento tan poca cosa que no tengo fuerzas para hacer nada. Me dicen que no hago nada bien, que soy torpe, nadie me quiere. ¿Cómo puedo mejorar?, ¿qué puedo hacer para que me valoren más?

El maestro le dijo: -Cuánto lo siento muchacho, no puedo ayudarte, debo resolver primero mi propio problema. Quizá después... -Y haciendo una pausa agregó: -Si quisieras ayudarme tú a mí, yo podría resolver este tema con más rapidez y tal vez después pueda ayudar.

-E... encantado maestro -titubeó el joven, pero sintió que otra vez era desvalorizado y sus necesidades postergadas.

-Bien -asintió el maestro. Se quitó un anillo que llevaba puesto en el dedo pequeño de la mano izquierda y se lo dió al muchacho, agregó: -Toma el caballo que está ahí afuera y cabalga hasta el mercado. Debo vender este anillo porque tengo que pagar una deuda. Es necesario que obtengas por él la mayor suma posible, pero no aceptes menos de una moneda de oro. Vete y regresa lo más rápido que puedas.

El joven tomó el anillo y partió. Apenas llegó, empezó a ofrecer el anillo a los mercaderes. Estos lo miraban con algún interés, hasta que el joven decía lo que pretendía por el anillo. Cuando el joven mencionaba la moneda de oro, algunos reían, otros le daban vuelta la cara, hasta que un viejito se tomó la molestia de explicarle que una moneda de oro era muy valiosa para entregarla a cambio de un anillo.

Después de ofrecer su joya a todo el que se cruzaba en su camino, y abatido por su fracaso, montó su caballo y regresó. Entró a la habitación, donde estaba el maestro, y le dijo:

-Maestro, lo siento pero no es posible conseguir lo que me pediste. Quizá pudiera conseguir dos o tres monedas de plata, pero no creo que pueda engañar a nadie respecto al verdadero valor del anillo.

-Qué importante lo que dijiste, joven amigo -contestó sonriente el maestro -Debemos primero saber el verdadero valor del anillo. Vuelve a montar y vete al joyero. Quién mejor que él para saberlo. Dile que quisieras vender el anillo y pregúntale cuánto te da por él. No importa lo que ofrezca, no se lo vendas. Vuelve aquí con mi anillo.

Llegó a la joyería, el joyero examinó el anillo a la luz del candil, lo miró con su lupa, lo pesó, y luego dijo: -Dile al maestro, muchacho, que si lo quiere vender ya, no puedo darle más que 58 monedas de oro por su anillo.

-58 monedas?! - exclamó el joven.

-Sí -replicó el joyero -Yo sé que con tiempo podríamos obtener por él cerca de 70 monedas, pero no sé... Si la venta es urgente...

El joven corrió emocionado a casa del maestro a contarle lo sucedido.

-Siéntate -dijo el maestro después de escucharlo. -Tú eres como este anillo: una joya, valiosa y única. Y como tal, sólo puede evaluarte verdaderamente un experto. ¿Qué haces por la vida pretendiendo que cualquiera descubra tu verdadero valor? Y diciendo esto, volvió a ponerse el anillo en el dedo pequeño de su mano izquierda.

Sólo un experto podía ver en una pequeña niña de Nazaret toda la grandeza y el valor que había en María. Ella fue la más grande porque se hizo la esclava del Señor. Ella fue la Bendita entre todas las mujeres, porque se fió de Dios y puso su vida en las manos de Dios.

Ella es la que nos pide que nos fijemos en ella, porque sólo siendo como ella podremos nosotros ser los más grandes a los ojos de Dios.

Esos es lo que celebramos en este día de la Inmaculada, que Dios hizo a María perfecta porque la hizo servidora de todos los hombres, y nos pide a nosotros fijarnos en ella para poder también ser de gran valor a sus ojos, aunque la sociedad y el mundo no acaben de entender ese gran valor nuestro.

FELIZ DÍA DE LA INMACULADA Y QUE LA VIRGEN OS BENDIGA A TODOS.

domingo, 4 de diciembre de 2022

DOMINGO SEGUNDO DE ADVIENTO

 

LECTURA DEL SANTO EVANGELIO SEGÚN SAN MATEO 3, 1-12

Por aquel tiempo, Juan Bautista se presenta en el desierto de Judea predicando:

“Convertíos, porque está cerca el Reino de los cielos”. Este es el que anunció el Profeta Isaías diciendo: "Voz del que grita en el desierto: preparad el camino del Señor, allanad sus senderos".

Juan llevaba un vestido de piel de camello, con una correa de cuero a la cintura, y se alimentaba de saltamontes y miel silvestre. Y acudía a él toda la gente de Jerusalén, de Judea y de la comarca del Jordán; confesaban sus pecados y él los bautizaba en el Jordán.

Al ver que muchos fariseos y saduceos venían a que los bautizara, les dijo:

“Raza de víboras, ¿quién os enseñado a escapar del castigo inminente? Dad el fruto que pide la conversión. Y no os hagáis ilusiones pensando: "Tenemos por padre a Abrahán", pues os digo que Dios es capaz de sacar hijos de Abrahán de estas piedras. Ya toca el hacha la raíz de los árboles, y todo árbol que no dé buen fruto será talado y echado al fuego. Yo os bautizo con agua para que os convirtáis; pero el que viene detrás de mí es más fuerte que yo, y no merezco ni llevarle las sandalias. Él os bautizará con Espíritu Santo y fuego. Él tiene el bieldo en la mano: aventará su parva, reunirá su trigo en el granero y quemará la paja en una hoguera que no se apaga”.

HOMILÍA

Como cada año, en este tiempo de Adviento, San Juan Bautista grita: “Preparad el camino del Señor”. Cuantos años preparando el camino y sin embargo la sociedad, nuestro mundo, no parece un lugar mejor, un sitio donde Dios se encontrara a gusto. ¿En que fallamos?. Esa misma pregunta la hice yo a un sacerdote mayor y el me contó esta historia:

 "Era un sujeto que vivió amorosamente toda su vida.

Cuando murió, todo el mundo dijo que se iría al cielo.

Un hombre bondadoso como él solamente podría ir al Paraíso.

Ir al cielo no era tan importante para aquel hombre, pero igual el fue para allá. En esa época, el cielo todavía no había tenido un programa de calidad total. La recepción no funcionaba muy bien.

La chica que lo recibió dio una mirada rápida a las fichas que tenía sobre el mostrador, y como no vio el nombre de él en la lista, lo orientó para ir al Infierno.

En el Infierno, tu sabes cómo es. Nadie exige credencial o invitación, cualquiera que llega es invitado a entrar. 

El sujeto entró allí y se fue quedando.

Algunos días después, Lucifer llegó furioso a las puertas del Paraíso para pedirle explicaciones a San Pedro:


- Esto es sabotaje! Nunca imaginé que fueses capaz de una bajeza semejante. 

Lo que estás haciendo es puro terrorismo!

Sin saber el motivo de tanta furia, San Pedro preguntó, sorprendido, de qué se trataba.

Lucifer, trastornado, gritó: 

- Has mandado a ese sujeto al Infierno y él está haciendo un verdadero desastre allí.

El llegó escuchando a las personas, mirándolas a los ojos, conversando con ellas.

Ahora, está todo el mundo dialogando, abrazándose, besándose. El Infierno está insoportable, ¡parece el Paraíso!

Y entonces le hizo una petición:

- Pedro, por favor, agarra a ese sujeto y tráetelo para acá!"

Cuando el sacerdote terminó de contar esta historia me miró y dijo:

- Vive con tanto amor en el corazón, que si por error, fueses a parar el Infierno, el propio demonio te lleve de vuelta al Paraíso.

 De eso se trata preparar el camino del Señor, no tanto de lo que ocurre fuera de nosotros, sino de vivir de tal manera, que aunque no podamos hacer del infierno un paraíso, si podamos hacerlo un poquito más bello. Quizá no está en nuestras manos el cambiar el mundo, pero cada día, derramando un poquito del amor que Dios nos da a nosotros, podemos hacer que mejore aunque sea solamente un poco.

Que nunca nos cansemos de preparar el camino al Señor, que nunca nos cansemos de hacer de este mundo un lugar un poquito más bello.

FELIZ DOMINGO Y QUE DIOS OS BENDIGA.

domingo, 27 de noviembre de 2022

DOMINGO PRIMERO DE ADVIENTO

 

LECTURA DEL SANTO EVANGELIO SEGÚN SAN MATEO 24, 37-44

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:

-- Cuando venga el Hijo del hombre, pasará como en tiempo de Noé. Antes del diluvio, la gente comía y bebía y se casaba, hasta el día en que Noé entró en el arca; y cuando menos lo esperaban llegó el diluvio y se los llevó a todos; lo mismo sucederá cuando venga el Hijo del Hombre: Dos hombres estarán en el campo: a uno se lo llevarán y a otro lo dejarán; dos mujeres estarán moliendo: a una se la llevarán y a otra la dejarán. Por tanto estad en vela, porque no sabéis qué día vendrá vuestro Señor. Comprended que si supiera el dueño de casa a qué hora de la noche viene el ladrón, estaría en vela y no dejaría abrir un boquete en su casa. Por eso estad también vosotros preparados, porque a la hora que menos penséis viene el Hijo del Hombre.

HOMILÍA

Ruth fue a su buzón de correo y solo había una carta. Ella la tomó y la miró antes de abrirla, y noto que no tenía nombre y dirección.

Ella leyó Querida Ruth: "Voy a estar en tu barrio el sábado en la tarde y quisiera verte. Te quiere siempre, Jesús". Sus manos temblaban mientras colocaba la carta en la mesa. Porque Dios querrá visitarme si no soy nadie especial? También recordó que no tenia nada que ofrecerle, pensando en eso, ella recordó su alacena vacía. "Oh, no tengo nada que ofrecerle. Tengo que ir al supermercado y comprar algo para la cena". Ella tomo su cartera que contenía 5.00 €. 

"Bueno, puedo comprar pan y embutidos por lo menos". Se puso el abrigo y corrió a la puerta. Compro una barra de pan, un cuarto de jamón de pavo y un cartón de leche lo que le dejo con tan solo doce céntimos hasta el lunes. Se sentía bien a medida que se acercaba a su casa con su humilde compra bajo el brazo. 

"Señorita, por favor, puede ayudarnos?" Ruth había estado tan sumergida en sus planes para la cena que no había notado dos figuras acurrucadas en la acera. Un hombre y una mujer, ambos vestidos de andrajos . "Mire señorita, no tengo trabajo y mi esposa y yo hemos estado viviendo en las calles, nos estamos congelando y tenemos mucha hambre y si usted nos pudiera ayudar se lo agradeceríamos mucho". 

Ruth los miro. Ellos estaban sucios y mal olientes y pensó que si ellos en verdad quisieran trabajar ya habrían conseguido algo. "Señor, me gustaría ayudarlos, pero soy pobre también. Todo lo que tengo es un poco de pan y jamón, y tendré un invitado especial a cenar esta noche y pensaba darle esto de comer." 

"Esta bien, comprendo. Gracias de todas maneras. El hombre puso su brazo sobre los hombros de la mujer y se fueron rumbo al callejón. 

Ella los miraba alejarse y sintió mucho dolor en su corazón". "Señor espere". La pareja se detuvo, mientras ellas corría hasta ellos. "¿Por qué no toman esta comida?, puedo servirle otra cosa a mi invitado", dijo ella mientras le entregada la bolsa del supermercado 

"Gracias. Muchas gracias señorita "Si, Gracias" Le dijo la mujer y Ruth pudo ver que estaba temblando de frío. "Sabe, tengo otro abrigo en casa, tome este", le dijo mientras se lo ponía sobre los hombros. Ella regreso a casa sonriendo y sin su abrigo ni comida que ofrecer a su invitado. Se estaba desanimando a medida que se acercaba a la puerta de su casa, pensando que no tenía nada que ofrecer al Señor. 

Cuando metió la llave en la cerradura notó otro sobre en su buzón. "Qué raro. Usualmente, el cartero no viene dos veces el mismo día". 

Ella tomo el sobre y lo abrió: Querida Ruth: Fue muy agradable verte de nuevo. Gracias por la comida y gracias también por el hermoso abrigo. Te quiere siempre, Jesús.

Estad vigilantes porque no sabéis el día ni la hora. Ese es el mandato de Jesús, y no lo dice porque no sabemos cuándo vamos a morir, sino porque no sabemos cuándo nos vamos a encontrar con él.

Cada día el Señor sale a nuestro paso y a nuestro encuentro en cada persona, en cada acontecimiento, y nosotros debemos estar preparados para acogerle, para aceptarle, con las distintas formas con las que Él se quiere presentar.

No dejemos que nuestras prisas nos impidan ver a ese Cristo que se acerca a nosotros y que necesita de nuestra ayuda, de nuestro cariño, de nuestro amor.

Que este tiempo de adviento nos sirva para estar más atentos, porque el día que menos pensemos, Dios viene a nuestras vidas y lo tenemos que acoger.

FELIZ DOMINGO, FELIZ ADVIENTO. QUE DIOS OS BENDIGA.

domingo, 20 de noviembre de 2022

DOMINGO DE CRISTO REY DEL UNIVERSO

 

LECTURA DEL SANTO EVANGELIO SEGÚN SAN LUCAS 23, 35-43

En aquel tiempo, las autoridades hacían muecas a Jesús, diciendo:

-- A otros ha salvado; que se salve a sí mismo, si él es el Mesías de Dios, el

Elegido.

Se burlaban de él también los soldados, ofreciéndole vinagre y diciendo:

-- Si eres tú el rey de los judíos, sálvate a ti mismo.

Había encima un letrero en escritura griega, latina y hebrea: "Éste es el rey de los judíos".

Uno de los malhechores crucificados lo insultaba, diciendo:

--¿No eres tú el Mesías? Sálvate a ti mismo y a nosotros.

Pero el otro lo increpaba:

-- ¿Ni siquiera temes tú a Dios, estando en el mismo suplicio? Y lo nuestro es justo, porque recibimos el pago de lo que hicimos; en cambio, éste no ha faltado en nada.

Y decía:

-- Jesús, acuérdate de mí cuando llegues a tu reino.

Jesús le respondió:

-- Te lo aseguro: hoy estarás conmigo en el paraíso.

HOMILIA

El hombre caminaba paseando por aquellas pequeñas callecitas de la ciudad provinciana. Como tenía tiempo, se detenía algunos instantes en cada vidriera, en cada negocio, en cada plaza. Al dar vuelta una esquina se encontró de pronto frente a un modesto local cuya marquesina estaba en blanco. Intrigado, se acercó y arrimó la cara al cristal para poder mirar dentro del oscuro escaparate… pero en el interior sólo vio un atril que sostenía un cartel escrito a mano. El anuncio era curioso: Tienda de la verdad.

El hombre, sorprendido, pensó que era un nombre de fantasía, pero no pudo imaginar qué vendían. Entonces entró y, acercándose a la señorita que estaba en el primer mostrador, preguntó:

–Perdón, ¿ésta es la tienda de la verdad?

–Sí, señor, ¿Qué tipo de verdad anda buscando: verdad parcial, verdad relativa, verdad estadística, verdad completa…?

Pues sí, allí vendían verdad. Nunca él se había imaginado que esto fuera posible: llegar a un lugar y llevarse la verdad. Era maravilloso.

–Verdad completa – contestó sin dudarlo.“Estoy tan cansado de mentiras y falsificaciones”, pensó, “no quiero más generalizaciones ni justificaciones, engaños ni defraudaciones”.

–¡Verdad plena! –ratificó.

–Perdón, ¿el señor ya sabe el precio?

–No, ¿cuál es? –contestó rutinariamente, aunque en realidad él sabía que estaba dispuesto a pagar lo que fuera por toda la verdad.

–Mire, que si usted se la lleva –dijo la vendedora – posiblemente durante un largo tiempo no pueda dormir del todo tranquilo.

Un frío corrió por la espalda del hombre, que pensó durante unos minutos. Nunca se había imaginado que el precio fuera tan alto.

–Gracias y disculpe… –balbuceó finalmente, antes de salir del negocio mirando el piso. Se sintió un poco triste al darse cuenta de que todavía no estaba preparado para la verdad absoluta, de que todavía necesitaba algunas mentiras donde encontrar descanso, algunos mitos e idealizaciones en los cuales refugiarse, algunas justificaciones para no tener que enfrentarse consigo mismo. “Quizá más adelante…”, pensó.

Celebramos en este último domingo del tiempo ordinario la festividad de Cristo Rey. Reconocemos a Cristo como soberano de nuestra vida, como el que rige nuestros corazones.

Domingo que también podríamos llamar el del mundo al revés. Un mundo distinto, un mundo nuevo, un mundo regido con los esquemas de Dios y no con los de los hombres. Porque todos los atributos que nosotros le damos a un rey, Cristo los tomó y les dio un sentido nuevo.

La riqueza, la cambió por humildad y pobreza. El poder, lo cambió por amor, por perdón y por misericordia. El trono, lo cambió por una cruz donde hasta un ladrón lo reconoció como rey. Los súbditos, los cambió por hermanos.

Esa es nuestra verdad absoluta. Ese es nuestro rey, ese es el legado que nos ha dejado, y lo único que nos pide es que hagamos nosotros lo mismo. Que no busquemos riquezas ni poder más que desde la humildad, el amor, el perdón…

Mostrémosle al mundo esta gran verdad, que se puede ser grande desde la pequeñez, que se puede ser rico compartiendo, que se puede tener poder amando mucho, que merece la pena un nuevo orden social en el que el más grande sea el servidor de todos. Porque si nosotros empezamos a hacerlo en nuestro pueblo, con nuestros vecinos, seguro que Cristo será realmente el rey que rija los corazones de todos los que nos llamamos cristianos.

FELIZ DOMINGO Y QUE CRISTO REY OS BENDIGA.

domingo, 13 de noviembre de 2022

DOMINGO TREINTA Y TRES DEL TIEMPO ORDINARIO

 

LECTURA DEL SANTO EVANGELIO SEGÚN SAN LUCAS 21, 5-19

En aquel tiempo, algunos ponderaban la belleza del templo, por la calidad de la piedra y los exvotos. Jesús les dijo:

--Esto que contempláis, llegará un día en que no quedará piedra sobre piedra: todo será destruido.

Ellos le preguntaron:

--Maestro, ¿Cuándo va a ser eso?, ¿y cuál será la señal de que todo eso está para suceder?

Él contestó:

--Cuidado con que nadie os engañe. Porque muchos vendrán usurpando mi nombre, diciendo: "Yo soy", o bien: "el momento está cerca"; no vayáis tras ellos. Cuando oigáis noticias de guerras y de revoluciones, no tengáis pánico. Porque eso tiene que ocurrir primero, pero el final no vendrá en seguida.

Luego les dijo:

--Se alzará pueblo contra pueblo y reino contra reino, habrá grandes terremotos, y en diversos países epidemias y hambre. Habrá también espantos y grandes signos en el cielo. Pero antes de todo eso os echarán mano, os perseguirán, entregándoos a los tribunales y a la cárcel, y os harán comparecer ante reyes y gobernadores, por causa de mi nombre: así tendréis ocasión de dar testimonio. Haced propósito de no preparar vuestra defensa, porque yo os daré palabras y sabiduría a las que no podrá hacer frente ni contradecir ningún adversario vuestro. Y hasta vuestros padres, y parientes, y hermanos, y amigos os traicionarán, y matarán a algunos de vosotros, y todos os odiarán por causa de mi nombre. Pero ni un cabello de vuestra cabeza perecerá; con vuestra perseverancia salvaréis vuestras almas.

HOMILIA

Un hombre decidió pasar algunas semanas en un monasterio de Nepal. Cierta tarde entró en uno de los numerosos templos de la región y encontró a un monje sentado en el altar, sonriendo. Le preguntó por qué sonreía.

- "Porque entiendo el significado de los plátanos", fue su respuesta.

Dicho esto, abrió la bolsa que llevaba, extrayendo de ella un plátano podrido.

- "Esta es la vida que pasó y no fue aprovechada en el momento adecuado; ahora es demasiado tarde."

Seguidamente, sacó de la bolsa un plátano aún verde, lo mostró y volvió a guardarlo.

- "Esta es la vida que aún no sucedió, es necesario esperar el momento adecuado."

Finalmente tomó un plátano maduro, lo peló y lo compartió con él.

"Esta es la vida en el momento presente. Aliméntate con ella y vívela sin miedos y sin culpas”.

Cuando el Señor habla de ese final de los tiempos, cuando les dice a todos que todo lo que ven un día va a desaparecer, no lo dice para meterles miedo ni para meternos miedo a nosotros, sino, todo lo contrario, para espabilarnos, para que no nos durmamos en nuestro día a día.

Cada día se nos presentan miles de oportunidades para dar testimonio de nuestra fe, de lo que somos, y sin embargo, nos hemos acomodado a vivir nuestra fe de una manera rutinaria, e incluso de manera anónima. Estamos en un mundo que cada vez nos pisotea más, critican a la Iglesia y a los cristianos, y seguimos impasibles.

Por eso el Señor nos dice que es ahora cuando debemos dar testimonio, cuan debemos perseverar de una manera firme, cuando debemos mostrarles a todos que nuestra fe no es cosa del pasado, o de costumbres, sino que sigue viva.

Vivamos el presente aprovechando cada momento para amar, para perdonar, para dar testimonio de Aquel que camina a nuestro lado. Sólo así daremos testimonio de lo que somos y de lo que creemos.

FELIZ DOMINGO Y QUE DIOS OS BENDIGA.

domingo, 6 de noviembre de 2022

DOMINGO TREINTA Y DOS DEL TIEMPO ORDINARIO

 

LECTURA DEL SANTO EVANGELIO SEGÚN SAN LUCAS 20, 27-38

En aquel tiempo, se acercaron a Jesús unos saduceos, que niegan la resurrección, y le preguntaron:

-- Maestro, Moisés nos dejó escrito: Si a uno se le muere su hermano, dejando mujer, pero sin hijos, cásese con la viuda y dé descendencia a su hermano. Pues bien, había siete hermanos: el primero se casó y murió sin hijos. Y el segundo y el tercero se casaron con ella, y así los siete murieron sin dejar hijos. Por último murió la mujer. Cuando llegue la resurrección, ¿de cuál de ellos será la mujer? Porque los siete han estado casados con ella.

Jesús les contestó:

-- En esta vida, hombres y mujeres se casan; pero los que sean juzgados dignos de la vida futura y de la resurrección de entre los muertos no se casarán. Pues ya no pueden morir, son como ángeles; son hijos de Dios, porque participan en la resurrección. Y que resucitan los muertos, el mismo Moisés lo indica en el episodio de la zarza, cuando llama al Señor "Dios de Abrahán, Dios de Isaac, Dios de Jacob". No es Dios de muertos, sino de vivos; porque para él todos están vivos.

HOMILIA

Uno de los pilares en los que se apoya nuestra fe cristiana es creer en la resurrección de los muertos, en la vida eterna. Jesús lo dijo muchas veces y de todas las formas posibles. Que Dios nos tiene preparada una nueva vida en la que disfrutaremos para siempre de su compañía, de su amor.

El cómo sucederá eso, nadie lo sabe, pero lo que si sabemos y creemos es que toda nuestra vida debe estar dirigida a esa nueva vida que brota del amor de Dios.

Una vida que cree en la resurrección, debe ser una vida llena de luz, llena de esperanza y sobre todo debe llenar de vida a todos los que los rodean.

Un hombre, su caballo y su perro iban por una carretera. Cuando pasaban cerca de un árbol enorme cayó un rayo y los tres murieron fulminados. Pero el hombre no se dio cuenta de que ya había abandonado este mundo, y prosiguió su camino con sus dos animales (a veces los muertos andan un cierto tiempo antes de ser conscientes de su nueva condición...).

La carretera era muy larga y colina arriba. El sol era muy intenso, y ellos estaban sudados y sedientos. En una curva del camino vieron un magnífico portal de mármol, que conducía a una plaza pavimentada con adoquines de oro. El caminante se dirigió al hombre que custodiaba la entrada y entabló, con él, el siguiente diálogo:

- “Buenos días.”

- “Buenos días”, respondió el guardián.

- “¿Cómo se llama este lugar tan bonito?”

- “Esto es el Cielo.”

- “¡Qué bien que hayamos llegado al Cielo, porque estamos sedientos!”

- “Usted puede entrar y beber tanta agua como quiera. Y el guardián señaló la fuente.”

- “Pero mi caballo y mi perro también tienen sed...”

- “Lo siento mucho”, dijo el guardián, “pero aquí no se permite la entrada a los animales.”

El hombre se levantó con gran disgusto, puesto que tenía muchísima sed, pero no pensaba beber solo. Dio las gracias al guardián y siguió adelante.

Después de caminar un buen rato cuesta arriba, ya exhaustos los tres, llegaron a otro sitio, cuya entrada estaba marcada por una puerta vieja que daba a un camino de tierra rodeado de árboles. A la sombra de uno de los árboles había un hombre echado, con la cabeza cubierta por un sombrero. Posiblemente dormía.

- “Buenos días”, dijo el caminante.

El hombre respondió con un gesto de la cabeza.

- “Tenemos mucha sed, mi caballo, mi perro y yo.”

- “Hay una fuente entre aquellas rocas”, dijo el hombre, indicando el lugar. “Podéis beber tanta agua como queráis.”

El hombre, el caballo y el perro fueron a la fuente y calmaron su sed. El caminante volvió atrás para dar las gracias al hombre.

- “Podéis volver siempre que queráis”, le respondió éste.

- “A propósito ¿cómo se llama este lugar?”, preguntó el hombre.

- “El Cielo.”

- “¿El Cielo? ¡Pero si el guardián del portal de mármol me ha dicho que aquello era el Cielo!”

- “Aquello no era el Cielo. Era el Infierno”, contestó el guardián.

El caminante quedó perplejo.

- “¡Deberíais prohibir que utilicen vuestro nombre! ¡Esta información falsa debe provocar grandes confusiones!”, advirtió el caminante.

- “¡De ninguna manera!”, increpó el hombre. “En realidad, nos hacen un gran favor, porque allí se quedan todos los que son capaces de abandonar a sus mejores amigos.”

Nuestra fe en la resurrección, nos debe mover a hacer vivir ya en este mundo a los demás un anticipo de esa nueva vida, a probar ya en la tierra lo que un día se nos ha prometido para el cielo. No podemos vivir en una espera pasiva, sino en una espera activa en la que construyamos ya entre nosotros esa nueva vida.

Creer en la resurrección, es también creer, que nosotros somos los responsables de hacer que en este mundo se acaben todos los mecanismos de muerte que hay a nuestro lado. Ser capaces de levantar a los que están caídos, porque no encuentran sentido a su vida. De dar ejemplo de que merece la pena vivir esta vida en plenitud, desde el amor y la entrega a los demás.

Creer en la resurrección es ser defensores de la vida en todas las circunstancias que se nos presentan. Es ser en nuestro ambiente constructores de vida, y una vida plena.

Vivamos nuestra vida desde la alegría de la resurrección y contagiemos esa alegría a todos los que nos rodean, seguro que así nosotros viviremos más felices, y haremos que los demás también.

FELIZ DOMINGO Y QUE DIOS OS BENDIGA.

martes, 1 de noviembre de 2022

SOLEMNIDAD DE TODOS LOS SANTOS

 LECTURA DEL SANTO EVANGELIO SEGÚN SAN MATEO 5, 1-12a

Viendo la muchedumbre, subió al monte, se sentó, y sus discípulos se le acercaron. Y tomando la palabra, les enseñaba diciendo: «Bienaventurados los pobres de espíritu, porque de ellos es el Reino de los Cielos. Bienaventurados los mansos, porque ellos poseerán en herencia la tierra. Bienaventurados los que lloran, porque ellos serán consolados. Bienaventurados los que tienen hambre y sed de justicia, porque ellos serán saciados. Bienaventurados los misericordiosos, porque ellos alcanzarán misericordia. Bienaventurados los limpios de corazón, porque ellos verán a Dios. Bienaventurados los que trabajan por la paz, porque ellos serán llamados hijos de Dios. Bienaventurados los perseguidos por causa de la justicia, porque de ellos es el Reino de los Cielos. Bienaventurados seréis cuando os injurien, y os persigan y digan con mentira toda clase de mal contra vosotros por mi causa. Alegraos y regocijaos, porque vuestra recompensa será grande en los cielos; pues de la misma manera persiguieron a los profetas anteriores a vosotros.»

HOMILÍA

Cierto día el discípulo le dijo a su maestro:

- “Lo que más me deprime es la absoluta vulgaridad de mi existencia. Jamás en la vida he hecho nada tan importante como para merecer la atención del mundo”.

- “Te equivocas si piensas que es la atención del mundo lo que hace que una acción sea importante”, dijo el Maestro.

Siguió una larga pausa.

- “Bueno, pero es que tampoco he hecho nada que haya influido en alguien, ni para bien ni para mal...”

- “Te equivocas si piensas que es el influir en los demás lo que hace que una acción sea importante”, volvió a decir el Maestro.

- “Pero, entonces, ¿qué es lo que hace que una acción sea importante?”

- “El realizarla por sí misma y poniendo en ello todo el propio ser. Entonces resulta ser una acción desinteresada, semejante a la actividad de Dios”.

Hoy la Iglesia celebra la festividad de todos los Santos, recordamos a todas aquellas personas que han pasado por la vida realizando acciones desinteresadas, mostrando a los que tenían a su alrededor que en la vida se pueden llevar a cabo los mandatos del Señor, de amar sin esperar nada a cambio.

Todos conocemos este tipo de personas, personas que han dejado huella en nuestras vidas, no porque fueran los más inteligentes, ni los más poderosos, sino porque su estilo de vida nos ha enseñado a ser generosos, a ser bondadosos, a tener compasión, etc…

Disfrutemos de este día recordando a todos nuestros santos, pero sobre todo hagámoslo como a ellos les hubiera gustado, imitando su vida, imitando su forma de ser cristianos.

QUE DIOS OS BENDIGA Y FELIZ DÍA DE TODOS LOS SANTOS.

domingo, 30 de octubre de 2022

DOMINGO TREINTA Y UNO DEL TIEMPO ORDINARIO

 

LECTURA DEL SANTO EVANGELIO SEGÚN SAN LUCAS 19, 1-10

En aquel tiempo, entró Jesús en Jericó y atravesaba la ciudad. Un hombre llamado Zaqueo, jefe de publicanos y rico, trataba de distinguir quien era Jesús, pero la gente se lo impedía porque era de bajo de estatura. Corrió más adelante y se subió a una higuera para verlo, porque tenía que pasar por allí. Jesús, al llegar a aquel sitio, levantó los ojos y dijo:

--Zaqueo, baja en seguida, porque hoy tengo que alojarme en tu casa.

Él bajó en seguida, y lo recibió muy contento. Al ver esto, todos murmuraban

diciendo:

--Ha entrado a hospedarse en casa de un pecador.

Pero Zaqueo se puso en pie, y dijo al Señor.

--Mira, la mitad de mis bienes, Señor, se la doy a los pobres; y si de alguno me he aprovechado, le restituiré cuatro veces más.

Jesús contestó:

--Hoy ha sido la salvación de esta casa; también éste es hijo de Abrahán. Porque el Hijo del Hombre ha venido a buscar y a salvar lo que estaba perdido.

HOMILIA

Un científico, que vivía preocupado con los problemas del mundo, estaba resuelto a encontrar los medios para aminorarlos. Pasaba sus días en su laboratorio en busca de respuesta para sus dudas.

Cierto día, su hijo de seis años invadió su santuario, decidido a ayudarlo a trabajar. El científico, nervioso por la interrupción, le pidió al niño que fuese a jugar a otro lado. Viendo que era imposible sacarlo, el padre pensó en algo que pudiera entretenerlo. De repente se encontró con una revista, en donde había un mapa con el mundo, justo lo que precisaba. Con unas tijeras, recortó el mapa en varios pedazos y junto con un rollo de cinta, se lo entregó a su hijo diciendo:

- “Como te gustan los rompecabezas, te voy a dar el mundo todo roto para que lo repares sin la ayuda de nadie.”

Entonces calculó que al pequeño le llevaría 10 días componer el mapa, pero no fue así. Pasadas algunas horas, escuchó la voz del niño que lo llamaba calmadamente:

- "Papá, papá, ya hice todo, conseguí terminarlo".

Al principio el padre no creyó en el niño. Pensó que sería imposible que, a su edad, hubiera conseguido componer un mapa que jamás había visto antes. Desconfiado, el científico levantó la vista de sus anotaciones, con la certeza de que vería el trabajo digno de un niño. Para su sorpresa, el mapa estaba completo. Todos los pedazos habían sido colocados en sus debidos lugares. ¿Cómo era posible?¿Cómo el niño había sido capaz?

– “Hijito, tu no sabías cómo era el mundo, cómo lo lograste?”

– “Papá, yo no sabía cómo era el mundo, pero cuando sacaste el mapa de la revista para recortarlo, vi que del otro lado estaba la figura del hombre. Así, que di vuelta a los recortes, y comencé a recomponer al hombre, que sí sabía cómo era.”

- “Cuando conseguí arreglar al hombre, di vuelta a la hoja y vi que había arreglado al mundo.”

Jesucristo, vino a este mundo para cambiarlo, para enseñarnos un modelo nuevo de humanidad, pero para llevarla a cabo debía comenzar por cambiar al hombre concreto, por rehacer aquello que el mundo había roto, y así poco a poco poder ir cambiando a la humanidad completa.

Eso es lo que hizo con Zaqueo, un hombre deseoso de encontrar una vida nueva, algo distinto en lo que creer, y que le llenase de alegría. Y eso lo consiguió Jesús amándolo y acogiéndolo.

Es así como nosotros debemos vivir nuestra vida de cristianos. A cada uno el Señor nos ha amado, se ha entregado por nosotros y ahora nos dice, “haz tu lo mismo”. No te desentiendas de este mundo, cámbialo, pero hazlo al estilo de Jesús, amando al hombre concreto, a esa persona que te encuentras cada día, a ese que te ha hecho daño, a ese que no hace las cosas como a ti te gusta. Ámalo, acércate a él, porque tu amor puede transfórmalo a él y a este mundo.

FELIZ DOMINGO Y QUE DIOS OS BENDIGA.

domingo, 23 de octubre de 2022

DOMINGO TREINTA DEL TIEMPO ORDINARIO

 

LECTURA DEL SANTO EVANGELIO SEGÚN SAN LUCAS 18, 9-14

En aquel tiempo, dijo Jesús esta parábola a algunos que, teniéndose por justos, se sentían seguros de sí mismos y despreciaban a los demás:

-- Dos hombres subieron al templo a orar. Uno era fariseo; el otro, un publicano. El fariseo, erguido, oraba así en su interior: "¡Oh Dios!, te doy gracias, porque no soy como los demás: ladrones, injustos, adúlteros; ni como ese publicano. Ayuno dos veces por semana y pago el diezmo de todo lo que tengo." El publicano, en cambio, se quedó atrás y no se atrevía ni a levantar los ojos al cielo; sólo se golpeaba el pecho, diciendo: "¡Oh Dios!, ten compasión de este pecador." Os digo que éste bajó a su casa justificado, y aquél no. Porque todo el que se enaltece será humillado, y el que se humilla será enaltecido.

HOMILIA

El dueño de una tienda estaba colocando un anuncio en la puerta que decía:

"Cachorritos en venta".

Esa clase de anuncios siempre atraen a los niños, y pronto un niñito apareció en la tienda preguntando:

"¿Cuál es el precio de los perritos?"

El dueño contestó: "Entre $30 y $50". El niñito metió la mano en su bolsillo y sacó unas monedas:

"Sólo tengo $2.37... ¿puedo verlos?". El hombre sonrió y silbó.

De la trastienda salió su perra corriendo seguida por cinco perritos. Uno de los perritos estaba quedándose considerablemente atrás. El niñito inmediatamente señaló al perrito rezagado que cojeaba. "¿Qué le pasa a ese perrito?", preguntó. El hombre le explicó que cuando el perrito nació, el veterinario le dijo que tenía una cadera defectuosa y que cojearía por el resto de su vida.  El niñito se emocionó mucho y exclamó: "¡Ese es el perrito que yo quiero comprar!".

Y el hombre replicó:

"No, tú no vas a comprar ese cachorro. Si tú realmente lo quieres, yo te lo regalo". Y el niñito se disgustó  y mirando directo a los ojos del hombre le dijo:

"Yo no quiero que usted me lo regale. Él vale tanto como los otros perritos y yo le pagaré el precio completo. De hecho, le voy a dar mis $2.37 ahora y 50 centavos cada mes hasta que lo haya pagado completo".

El hombre contestó: "Tú en verdad no querrás comprar ese perrito, hijo. El nunca será capaz de correr, saltar y jugar como los otros perritos".

El niñito se agachó y se levantó la pierna de su pantalón para mostrar su pierna izquierda, cruelmente retorcida e inutilizada, soportada por un gran aparato de metal. Miró de nuevo al hombre y le dijo:

"Bueno, yo no puedo correr muy bien tampoco, y el perrito necesitará a alguien que lo entienda".

Cada uno de nosotros, gracias a Dios, somos distintos. Tenemos unas cualidades y una forma de pensar y de actuar que nos hace diferentes a los demás, pero eso no nos hace ni mejores ni peores.

El Señor nos conoce, por eso no sólo no se fija en lo que hacemos, ni siquiera en las faltas que cometemos. Sólo se fija en aquello que llevamos en nuestro corazón, en nuestra debilidad, en lo que realmente nos hace ser hijos de Dios.

Aquel publicano era un pecador, y seguramente después de aquella oración siguió cayendo en muchos fallos, pero Dios se quiso hacer uno con él para comprenderle, para entenderle y para acompañarle, sólo porque lo necesitaba. El fariseo no necesitaba a Dios, se bastaba consigo mismo.

Seamos capaces de dejar a Dios acompañarnos en nuestro camino de la vida, abriéndole nuestro corazón, y dejándonos amar por él, tal y como nosotros somos.

FELIZ DOMINGO Y QUE DIOS OS BENDIGA.

domingo, 16 de octubre de 2022

DOMINGO VEINTINUEVE DEL TIEMPO ORDINARIO

 LECTURA DEL SANTO EVANGELIO SEGÚN SAN LUCAS 18, 1-8

En aquel tiempo, Jesús, para explicar a sus discípulos cómo tenían que orar siempre sin desanimarse, les propuso esta parábola:

-- Había un juez en una ciudad que ni temía a Dios ni le importaban los hombres. En la misma ciudad había una viuda que solía ir a decirle: "Hazme justicia frente a mi adversario"; por algún tiempo se negó, pero después se dijo: "Aunque ni temo a Dios ni me importan los hombres, como esa viuda me está fastidiando, le haré justicia, no vaya a acabar pegándome en la cara."

Y el Señor respondió:

-- Fijaos en lo que dice el juez injusto; pues Dios, ¿no hará justicia a sus elegidos que le gritan día y noche?; ¿o les dará largas? Os digo que les hará justicia sin tardar. Pero, cuando venga el Hijo del hombre, ¿encontrará esta fe en la tierra?

HOMILÍA

Una noche tuve un sueño: Soñé que con el Señor caminaba por la playa, y a través del cielo, escenas de mi vida pasaban. Por cada escena que pasaba percibí que quedaron dos pares de pisadas en la arena. Unas eran las mías y las otras las del Señor. Cuando la última escena pasó delante nuestro, miré hacia atrás, hacia las pisadas en la arena, y noté que muchas veces en el camino de mi vida había sólo una par de pisadas en la arena. Noté también que esto sucedió en los momentos más difíciles de mi vida. Esto me perturbó y, entonces, pregunté al Señor: “Señor, tú me dijiste, cuando yo resolví seguirte, que andarías conmigo a lo largo de todo el camino, pero he notado que durante los peores momentos de mi vida se divisan en la arena sólo un par de pisadas. No comprendo por qué me dejaste en las horas que más te necesitaba”. Entonces El, clavando en mí su mirada infinita de amor, me contestó: “Mi hijo querido, yo siempre te he amado y jamás te dejaría en los momentos más difíciles. Cuando viste en la arena un solo par de pisadas, fue justamente allí donde yo te cargué en mis brazos”.

 

Confianza y perseverancia son las palabras que hoy definen el Evangelio. Confianza en Dios, en su presencia, en su cuidado. Y perseverancia cuando las cosas no salen como a nosotros nos gustaría, porque a pesar de que muchas veces no vemos a ese Dios a nuestro lado, Él siempre camina con nosotros.

Hoy el Señor, nos pide que perseveremos, que sigamos adelante, y que sobre todo aunque las cosas no salgan como nosotros queremos sigamos sintiendo en nuestras vidas a ese Dios que nos ama, y que murió por nosotros, sólo para salvarnos.

Nunca nos cansemos de caminar, nunca perdamos la esperanza, ya que Dios camina a nuestro lado y nos sostiene en sus brazos cuando más lo necesitamos.

FELIZ DOMINGO Y QUE DIOS OS BENDIGA.

domingo, 9 de octubre de 2022

DOMINGO VEINTIOCHO DEL TIEMPO ORDINARIO

 LECTURA DEL SANTO EVANGELIO SEGÚN SAN LUCAS 17, 11-19

Yendo Jesús camino de Jerusalén, pasaba entre Samaria y Galilea. Cuando iba a entrar en un pueblo, vinieron a su encuentro diez leprosos, que se pararon a lo lejos y a gritos le decían:

-- Jesús, maestro, ten compasión de nosotros.

Al verlos, les dijo:

-- Id a presentaros a los sacerdotes.

Y, mientras iban de camino, quedaron limpios. Uno de ellos, viendo que estaba curado, se volvió alabando a Dios a grandes gritos y se echó por tierra a los pies de Jesús, dándole gracias. Éste era un samaritano. Jesús tomó la palabra y dijo:

-- ¿No han quedado limpios los diez?; los otros nueve, ¿dónde están? ¿No ha vuelto más que este extranjero para dar gloria a Dios?

Y le dijo:

-- Levántate, vete; tu fe te ha salvado

HOMILÍA

Era un matrimonio pobre. Ella hilaba a la puerta de su choza, pensando en su marido. Todo el que pasaba se quedaba prendado de la belleza de su cabello, negro, largo, como hebras brillantes salidas de su rueca. Él iba cada día al mercado a vender algunas frutas. A la sombra de un árbol se sentaba a esperar, sujetando entre los dientes una pipa vacía. No llegaba el dinero para comprar un pellizco de tabaco.

Se acercaba el día del aniversario de la boda y ella no cesaba de preguntarse qué podía regalar a su marido. Y además ¿con que dinero?

Una idea cruzó su mente. Sintió un escalofrío al pensarlo, pero al decidirse todo su cuerpo se estremeció de gozo: vendería su pelo para comprarle tabaco.

Ya imaginaba a su hombre en la plaza, sentado ante sus frutas, dando largas bocanadas a su pipa: aromas de incienso y de jazmín darían al dueño del puestecillo la solemnidad y prestigio de un verdadero comerciante.

Sólo obtuvo por su pelo unas monedas, pero eligió con cuidado el más fino estuche de tabaco. El perfume de las hojas arrugadas compensaba largamente el sacrificio de su pelo.

Al llegar la tarde regresó el marido. Venía cantando por el camino. Traía en su mano un pequeño envoltorio: eran unos peines para su mujer, que acababa de comprar, tras vender la pipa.

La escena que hoy nos cuenta el Evangelio nos habla del agradecimiento, pero sobre todo nos quiere hacer caer en la cuenta de lo que verdaderamente valoramos en nuestra vida.

Todos los leprosos, cuando estaban curados, debía ir a presentarse en el templo para poder ser restaurados como ciudadanos y para poder volver a tener una vida normal. Los nueve que no volvieron a dar las gracias a Jesús, estaban más preocupados de volver a tener una vida normal que de aquel que les había sanado.

El samaritano por el contrario solamente quería devolver un poco del amor y de la gracia que había recibido. Renuncia a ser considerado un ciudadano normal por algo que para él tiene mucha más importancia.

En nuestras vidas nos ocurre muchas veces eso. Dios está continuamente actuando en ella, pero andamos tan preocupados por las cosas de nuestro mundo y por nuestra propia vida, que se nos olvida reconocerlo presente en nosotros y agradecerle todo lo que hace cada día por nosotros. Y ese agradecimiento, sólo se puede hacer, renunciando a nuestros propios gustos y poniéndonos a su servicio.

Que nunca se nos olvide, que lo verdaderamente importante es Dios, y que por Él podemos renunciar a muchas cosas, que al final no nos darán la felicidad.

FELIZ DOMINGO Y QUE DIOS OS BENDIGA.

domingo, 2 de octubre de 2022

DOMINGO VEINTISIETE DEL TIEMPO ORDINARIO

 LECTURA DEL SANTO EVANGELIO SEGÚN SAN LUCAS 17, 5-10

En aquel tiempo, los apóstoles le pidieron al Señor:

-- Auméntanos la fe.

El Señor contestó:

-- Si tuvierais fe como un granito de mostaza, diríais a esa montaña: "Arráncate de raíz y plántate en el mar," y os obedecería. Suponed que un criado vuestro trabaja como labrador o como pastor; cuando vuelve del campo, ¿quién de vosotros le dice: "En seguida, ven y ponte a la mesa? ¿No le diréis: "Prepárame de cenar, cíñete y sírveme mientras como y bebo, y después comerás y beberás tú"? ¿Tenéis que estar agradecidos al criado porque ha hecho lo mandado? Lo mismo vosotros: Cuando hayáis hecho todo lo mandado, decid: "Somos unos pobres siervos, hemos hecho lo que teníamos que hacer."

HOMILIA

Una tarde, un pequeño se acercó a su madre que preparaba la cena en la cocina, entregándole una hoja de papel en la que había escrito algo. Después de secarse las manos y quitarse el delantal, ella leyó lo que decía la nota:


- Cortar el césped del jardín… 15.00
- Limpiar mi cuarto esta semana… 5.00
- Cuidar de mi hermano… 5.00
- Ir a la panadería… 0.50
- Sacar la basura toda la semana… 2.50
- Libreta con buenas calificaciones 50.00
- Limpiar el patio… 5.00
- TOTAL ADEUDADO… 83.00

 

La madre lo miró con fijeza mientras él aguardaba expectante. La madre tomó un lápiz y en el reverso de la misma hoja anotó:

 

- Por llevarte 9 meses en mi vientre y darte la vida… NADA
- Por tantas noches de desvelos, curarte y rezar por ti … NADA
- Por la alegría y el amor de nuestra familia… NADA
- Por temor y preocupaciones cuando enfermabas … NADA
- Por comida, ropa y educación… NADA
- Por tomar tu mano y darte apoyo… NADA

Cuando el niño terminó de leer lo que había escrito su madre, tenía los ojos llenos de lágrimas. La miró a los ojos y le dijo:

”Te quiero mamá…” ; luego tomó el lápiz y escribió con letra muy grande: “TOTALMENTE PAGADO”. 

Así somos los cristianos, como niños, queriendo recompensa por las buenas acciones que hacemos. Tenemos una relación con Dios de compra y venta. Yo hago esto, pero tu me tienes que dar salud, trabajo, etc…

Pero las cosas con Dios no funcionan así, las cosas de Dios parten de la fe, y sobre todo del amor que él nos tiene, y que nosotros debemos de tener a él y a los demás. Y una vez que hayamos amado, sólo nos queda decir, pobres siervos somos, hemos hecho lo que teníamos que hacer.

Por eso, pidamos hoy a Dios que aumente nuestra fe, para poder vivir según el mensaje del evangelio, y nunca esperar de Dios más que amor.

FELIZ DOMINGO Y QUE DIOS OS BENDIGA.

domingo, 25 de septiembre de 2022

DOMINGO VEINTISEIS DEL TIEMPO ORDINARIO

 LECTURA DEL SANTO EVANGELIO SEGÚN SAN LUCAS 16, 19-31

En aquel tiempo, dijo Jesús a los fariseos:

-- Había un hombre rico que se vestía de púrpura y de lino y banqueteaba espléndidamente cada día. Y un mendigo llamado Lázaro estaba echado en su portal, cubierto de llagas, y con ganas de saciarse de lo que tiraban de la mesa del rico. Y hasta los perros se le acercaban a lamerle las llagas. Sucedió que se murió el mendigo, y los ángeles lo llevaron al seno de Abraham. Se murió también el rico, y lo enterraron. Y, estando en el infierno, en medio de los tormentos, levantando los ojos, vio de lejos a Abraham, y a Lázaro en su seno, y gritó: "Padre Abraham, ten piedad de mí y manda a Lázaro que moje en agua la punta del dedo y me refresque la lengua, porque me torturan estas llamas."

Pero Abraham le contestó: "Hijo, recuerda que recibiste tus bienes en vida, y Lázaro, a su vez, males: por eso encuentra aquí consuelo, mientras que tú padeces. Y además, entre nosotros y vosotros se abre un abismo inmenso, para que no puedan cruzar, aunque quieran, desde aquí hacia vosotros, ni puedan pasar de ahí hasta nosotros." El rico insistió: "Te ruego, entonces, padre, que mandes a Lázaro a casa de mi padre, porque tengo cinco hermanos, para que, con su testimonio, evites que vengan también ellos a este lugar de tormento." Abraham le dice: "Tienen a Moisés y a los profetas; que los escuchen." El rico contestó: "No, padre Abraham. Pero si un muerto va a verlos, se arrepentirán." Abraham le dijo: "Si no escuchan a Moisés y a los profetas, no harán caso ni aunque resucite un muerto."

HOMILIA

Cuentan que un sacerdote se aproximó a un herido en medio de una dura batalla de una lejana guerra, y le preguntó: ¿quieres que te lea la Biblia?  - Primero dame agua, que tengo sed- le respondió el herido. Y el sacerdote le entregó el último trago de su cantimplora, aunque sabía que no había más agua en muchos kilómetros a la redonda. – Y ahora, ¿quieres que te lea la Biblia?- volvió a insistir el sacerdote. – Primero dame de comer- suplicó el herido. Y el sacerdote le dio el último mendrugo de pan que guardaba en su mochila. – Tengo frío- fue el siguiente lamento del herido, y el sacerdote se despojó de su abrigo, a pesar del frío que calaba hasta los huesos, y cubrió al lesionado. – Ahora sí, le dijo el herido al sacerdote, ahora puedes hablarme de ese Dios que te hizo darme tu última agua, tu último mendrugo y tu único abrigo. Ahora quiero conocer a tu Dios.

La razón por la que el rico de la parábola de hoy fue condenado, no fue por hacer las cosas mal con Lázaro, por tratarlo mal o echarlo de su puerta, sino únicamente por no verlo, por pasar delante de él y no ayudarlo.

Por desgracia eso mismo pasa hoy en día entre nosotros los cristianos. Pasamos por esta vida ciegos, sin mirar a los lados del camino, o a las puertas de nuestra casa, para encontrar a aquellas personas que nos necesitan. Ya no hablo sólo de dinero, sino de cariño, de perdón, de pasar tiempo con ellos.

Hoy el Señor nos recuerda que para ser cristianos no basta con darnos muchos golpes de pecho y decir lo mucho que creemos en Dios, sino que debemos estar atentos a todos aquellos que por una razón u otra viven postrados al borde del camino y acercarnos a ellos para ayudarlos, para amarlos, para, en definitiva, tratarlos como a nuestros hermanos.

FELIZ DOMINGO Y QUE DIOS OS BENDIGA

domingo, 18 de septiembre de 2022

DOMINGO VEINTICINCO DEL TIEMPO ORDINARIO

 LECTURA DEL SANTO EVANGELIO SEGÚN SAN LUCAS 16, 1-13

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:

-- Un hombre rico tenía un administrador, y le llegó la denuncia de que derrochaba sus bienes. Entonces lo llamó y le dijo: "¿Qué es eso que me cuentan de ti? Entrégame el balance de tu gestión, porque quedas despedido. El administrador se puso a echar sus cálculos: ¿Qué voy a hacer ahora que mi amo me quita el empleo? Para cavar no tengo fuerzas; mendigar me da vergüenza. Ya sé lo que voy a hacer para que, cuando me echen de la administración, encuentre quien me reciba en su casa. Fue llamando uno a uno a los deudores de su amo y dijo al primero: ¿Cuánto debes a mi amo? Éste respondió: Cien barriles de aceite. Él le dijo: Aquí está tu recibo; aprisa, siéntate y escribe cincuenta. Luego dijo a otro: Y tú, ¿cuánto debes" Él contestó: Cien fanegas de trigo. Le dijo: Aquí está tu recibo, escribe ochenta. Y el amo felicitó al administrador injusto, por la astucia con que había procedido. Ciertamente, los hijos de este mundo son más astutos con su gente que los hijos de la luz.

-- Y yo os digo: ganaos amigos con el dinero injusto, para que, cuando os falte, os reciban en las moradas eternas. El que es de fiar en lo menudo también en lo importante es de fiar; el que no es honrado en lo menudo tampoco en lo importante es honrado. Si no fuisteis de fiar en el vil dinero, ¿quién os confiará lo que vale de veras? Si no fuisteis de fiar en lo ajeno, ¿lo vuestro, quién os lo dará? Ningún siervo puede servir a dos amos, porque, o bien aborrecerá a uno y amará al otro, o bien se dedicará al primero y no hará caso del segundo. No podéis servir a Dios y al dinero.

HOMILIA

La estatua del Cristo de barro alcanzaba casi tres metros de altura. Durante generaciones había sido considerada sagrada por los habitantes del lugar. Un día, debido al crecimiento de la ciudad, decidieron trasladarla a un sitio más apropiado. Esta delicada tarea le fue encomendada a un reconocido monje, quien, después de planificar detenidamente, comenzó su misión. Fue tan mala su fortuna que, al mover la estatua, ésta se deslizó y cayó, agrietándose en varias partes.

Compungidos, el monje y su equipo decidieron pasar la noche meditando sobre las alternativas. Fueron unas horas largas, oscuras y lluviosas. El monje, en vez de desesperarse, se enfocó en encontrar una salida. De repente, al observar la escultura resquebrajada, cayó en cuenta que la luz de su vela se reflejaba a través de las grietas de la estatua. Pensó que eran las gotas de lluvia. Se acercó a la grieta y observó que detrás del barro había algo, pero no estaba seguro qué. Lo consultó con sus colegas y decidió tomar un riesgo que parecía una locura.

Pidió un martillo y comenzó a romper el barro, descubriendo que debajo se escondía un Cristo de oro sólido de casi tres metros de altura. Durante siglos este hermoso tesoro había sido cubierto por el ordinario barro. Los historiadores hallaron pruebas que demostraban que, en una época, el pueblo iba a ser atacado por bandidos.

Los pobladores, para proteger su tesoro, lo cubrieron con barro para que pareciera común y ordinario. El pueblo fue atacado y saqueado, pero el Cristo fue ignorado por los bandidos. Después, los sobrevivientes pensaron que era mejor seguir ocultándolo detrás del barro. Con el tiempo, la gente comenzó a pensar que el Cristo de Oro era una leyenda o un invento de los viejos. Hasta que, finalmente, todos olvidaron el verdadero tesoro porque pensaron que algo tan hermoso no podía ser cierto.

Cuando Jesús insiste tanto en que el dinero no puede ser nuestra razón de vivir, en que no se puede servir a Dios y al dinero, no lo hace por puro gusto, sino porque sabe, que viviendo por el dinero, no podremos nunca ver a ese Dios que queda tapado por tantas capas de barro.

El verdadero tesoro lo tenemos en aprovechar lo que tenemos, y servirnos del dinero para hacer nuestra vida y la de los demás más sencilla y más feliz, y así a través de esa felicidad poder ir descubriendo nosotros a ese Dios y sobre todo, y más importante, ir descubriéndoselo a los demás.

Rompamos ya nuestra capa de barro, y descubramos a ese Dios maravilloso, a ese tesoro escondido, para poder regalárselo a los demás.

FELIZ DOMINGO Y QUE DIOS OS BENDIGA.

domingo, 11 de septiembre de 2022

DOMINGO VEINTICUATRO DEL TIEMPO ORDINARIO

 LECTURA DEL SANTO EVANGELIO SEGÚN SAN LUCAS 15, 1-32

En aquel tiempo, solían acercarse a Jesús los publicanos y los pecadores a escucharle. Y los fariseos y los escribas murmuraban entre ellos:

-- Ése acoge a los pecadores y come con ellos.

Jesús les dijo esta parábola:

-- Si uno de vosotros tiene cien ovejas y se le pierde una, ¿no deja las noventa y nueve en el campo y va tras la descarriada, hasta que la encuentra? Y, cuando la encuentra, se la carga sobre los hombros, muy contento; y, al llegar a casa, reúne a los amigos y a los vecinos para decirles: "¡Felicitadme!, he encontrado la oveja que se me había perdido" Os digo que así también habrá más alegría en el cielo por un solo pecador que se convierta que por noventa y nueve justos que no necesitan convertirse. Y si una mujer tiene diez monedas y se le pierde una, ¿no enciende una lámpara y barre la casa y busca con cuidado, hasta que la encuentra? Y, cuando la encuentra, reúne a las amigas y a las vecinas para decirles: "¡Felicitadme!, he encontrado la moneda que se me había perdido." Os digo que la misma alegría habrá entre los ángeles de Dios por un solo pecador que se convierta.

También les dijo:

-- Un hombre tenía dos hijos; el menor de ellos dijo a su padre: "Padre, dame la parte que me toca de la fortuna." El padre les repartió los bienes. No muchos días después, el hijo menor, juntando todo lo suyo, emigró a un país lejano, y allí derrochó su fortuna viviendo perdidamente. Cuando lo había gastado todo, vino por aquella tierra un hambre terrible, y empezó él a pasar necesidad. Fue entonces y tanto le insistió a un habitante de aquel país que lo mandó a sus campos a guardar cerdos. Le entraban ganas de llenarse el estómago de las algarrobas que comían los cerdos; y nadie le daba de comer. Recapacitando entonces, se dijo: "Cuántos jornaleros de mi padre tienen abundancia de pan, mientras yo aquí me muero de hambre. Me pondré en camino adonde está mi padre, y le diré: Padre, he pecado contra el cielo y contra ti; ya no merezco llamarme hijo tuyo: trátame como a uno de tus jornaleros." Se puso en camino adonde estaba su padre; cuando todavía estaba lejos, su padre lo vio y se conmovió; y, echando a correr, se le echó al cuello y se puso a besarlo. Su hijo le dijo: "Padre, he pecado contra el cielo y contra ti; ya no merezco llamarme hijo tuyo." Pero el padre dijo a sus criados: "Sacad en seguida el mejor traje y vestido; ponedle un anillo en la mano y sandalias en los pies; traed el ternero cebado y matadlo; celebremos un banquete, porque este hijo mío estaba muerto y ha revivido; estaba perdido, y lo hemos encontrado." Y empezaron el banquete. Su hijo mayor estaba en el campo. Cuando al volver se acercaba a la casa, oyó la música y el baile, y llamando a uno de los mozos, le preguntó qué pasaba. Éste le contestó: "Ha vuelto tu hermano; y tu padre ha matado el ternero cebado, porque lo ha recobrado con salud." Él se indignó y se negaba a entrar; pero su padre salió e intentaba persuadirlo. Y él replicó a su padre: "Mira: en tantos años como te sirvo, sin desobedecer nunca una orden tuya, a mí nunca me has dado un cabrito para tener un banquete con mis amigos; y cuando ha venido ese hijo tuyo que se ha comido tus bienes con malas mujeres, le matas el ternero cebado." El padre le dijo: "Hijo, tú estás siempre conmigo, y todo lo mío es tuyo: deberías alegrarte, porque este hermano tuyo estaba muerto y ha revivido; estaba perdido, y lo hemos encontrado."

HOMILIA

Existía un monasterio que estaba ubicado en lo alto de la montaña. Sus monjes eran pobres, pero conservaban en una vitrina tres manuscritos antiguos muy piadosos. Vivían de su esforzado trabajo rural y fundamentalmente de las limosnas que les dejaban los fieles curiosos que se acercaba a conocer los tres rollos, únicos en el mundo. Eran viejos papiros con fama universal de importantes y profundos pensamientos. En cierta oportunidad, un ladrón robó dos rollos y se fugó por la ladera. Los monjes avisaron con rapidez al abad. El superior, como un rayo, buscó la parte que había quedado y con todas sus fuerzas corrió tras el agresor y lo alcanzó: "¿Qué has hecho? Me has dejado con un sólo rollo. No me sirve. Nadie va a venir a leer un mensaje que está incompleto. Tampoco tiene valor lo que me robaste. Me das lo que es del templo o te llevas también este texto. Así tienes la obra completa."

"Padre, estoy desesperado, necesito urgente hacer dinero con estos escritos santos".

El abad le dijo : "Bueno, toma el tercer rollo, si no, se va a perder en el mundo algo muy valioso. Véndelo bien. Estamos en paz”. 

Los monjes no llegaron a comprender la actitud del abad. Estimaron que se había comportado débil con el ladrón, y que era el monasterio el que había perdido. Pero guardaron silencio, y todos dieron por terminado el episodio.

Cuenta la historia que después de una semana, el ladrón regresó. Pidió hablar con el Padre Superior: " Aquí están los tres rollos, no son míos. Los devuelvo. Te pido, en cambio que me permitas ingresar como un monje. Cuando me alcanzaste, todo me esperaba, menos que tuvieras la generosidad como para darme el tercer rollo y la confianza en mí como para creer el valor de mi necesidad, y que todavía dijeras que estábamos en paz, perdonándome con mucha sinceridad. Eso me ha hecho cambiar. Mi vida se ha transformado". Nunca ese hombre había sentido la grandeza del perdón, la presencia de tanta generosidad. El abad recuperó los tres manuscritos para beneficio del monasterio, ahora mucho más concurrido por la leyenda del robo y del resarcimiento. Y además consiguió un monje trabajador y de una honestidad a toda prueba.

Continuamente se nos llena la boca a los cristianos de decir que creemos en un Dios que es Amor, en un Dios misericordioso, que nos perdona, que siempre nos acoge. Pero es precisamente eso lo que cuesta tanto hacerlo creíble, hacerlo palpable.

Hablar de Dios es fácil, sin embargo, hacerlo presente es lo más difícil, y es lo que Jesús intentó hacer a lo largo de toda su vida. Y es precisamente eso lo que nos pide a nosotros, que dejemos ya de hablar de Dios y se lo mostremos a aquellos que nos rodean.

Que nunca nos cansemos de hacer presente a Dios en la vida de los demás, porque eso será señal de que amamos como Él, acogemos como Él y perdonamos como Él.

FELIZ DOMINGO Y QUE DIOS OS BENDIGA.

domingo, 4 de septiembre de 2022

DOMINGO VEINTITRES DEL TIEMPO ORDINARIO

 LECTURA DEL SANTO EVANGELIO SEGÚN SAN LUCAS 14, 25-33

En aquel tiempo, mucha gente acompañaba a Jesús; Él se volvió y les dijo:

--Si alguno se viene conmigo y no pospone a su padre y a su madre, y a su mujer y a sus hijos, y a sus hermanos y a sus hermanas, e incluso a sí mismo, no puede ser discípulo mío. Quien no lleve su cruz detrás de mi no puede ser discípulo mío. Así, ¿quién de vosotros, si quiere construir una torre, no se sienta primero a calcular los gastos, a ver si tiene para terminarla? No sea que, si echa los cimientos y no puede acabarla, se pongan a burlarse de él los que miran, diciendo: "Este hombre empezó a construir y no ha sido capaz de acabar." ¿O qué rey, si va a dar la batalla a otro rey, no se sienta primero a deliberar si con diez mil hombres podrá salir al paso del que le ataca con veinte mil? Y si no, cuando el otro está todavía lejos, envía legados para pedir condiciones de paz. Lo mismo vosotros: el que no renuncia a todos sus bienes no puede ser discípulo mío.

HOMILIA

Si el Señor se hubiera dedicado a la política, habría perdido todas las elecciones a las que se hubiera presentado. Porque su programa político no va de promesas absurdas ni de quedar bien con la gente.

Para muestra el Evangelio de hoy. Con tales exigencias, quién iba a querer seguirlo.

Pero ¿de verdad el Señor quiere que nos olvidemos de nuestros seres queridos para seguirlo?. Yo creo que no. De hecho el hacerlo iría en contra del mandamiento principal que Él mismo nos dejó: “amaos unos a otros como yo os he amado”. ¿Entonces en qué quedamos?.

Un poderoso sultán viajaba por el desierto seguido de una larga comitiva que transportaba su tesoro favorito de oro y piedras preciosas.

A mitad del camino, un camello de la caravana, agotado por el ardiente reverbero de la arena se desplomó agonizante y no se volvió a levantar. El cofre que transportaba rodó por la falda de la duna, reventó y derramó todo su contenido de perlas y piedras preciosas entre la arena.

El sultán no quería aflojar la marcha; tampoco tenía otros cofres de repuesto y los camellos iban con más carga de la que podían soportar. Con un gesto, entre molesto y generoso, invitó a sus pajes y escuderos a recoger las piedras preciosas que pudieran y a quedarse con ellas.

Mientras lo jóvenes se lanzaban con avaricia sobre el rico botín y escarbaban afanosamente en la arena, el sultán continuó su viaje por el desierto. Se dio cuenta de que alguien seguía caminando detrás de él. Se volvió y vio que era uno de sus pajes que lo seguía, sudoroso y jadeante.

- ¿Y tú – le preguntó el sultán – no te has detenido como los demás a recoger el tesoro?

El joven respondió con dignidad y orgullo:

- No, ¡yo sigo a mi Rey!

Muchas veces nos creemos que ser cristianos es ir los domingos a misa, es rezar de vez en cuando, y acordarte del Señor cuando lo necesitas. Y nada más lejos de la realidad. Ser cristiano, es algo nada fácil de conseguir, es superar muchas dificultades, y sobre todo es anteponer el bien del otro antes que el mío, es anteponer a Dios a todo.

Por eso el Señor nos recuerda que si hemos decidido seguirlo debemos aceptar no sólo las cosas buenas que tiene ser cristiano, ni sólo lo que nos conviene. Debemos aceptar el mensaje completo, aunque nos cueste, aunque no sea fácil, aunque debamos renunciar a mucho por seguirlo.

Que el Señor nos ayude a optar por completo por seguirle, porque, y en eso radica la grandeza de ser cristiano, esa es la única forma de sentirnos plenamente realizados y plenamente felices.

FELIZ DOMINGO Y QUE DIOS OS BENDIGA.