domingo, 25 de octubre de 2020

DOMINGO XXX DEL TIEMPO ORDINARIO

 

LECTURA DEL SANTO EVANGELIO SEGÚN SAN MATEO 22, 34-40

En aquel tiempo, los fariseos, al oír que Jesús había hecho callar a los saduceos, se reunieron en un lugar y uno de ellos, un doctor de la Ley, le preguntó para ponerlo a prueba:

«Maestro, ¿cuál es el mandamiento principal de la Ley?».

Él le dijo:

«"Amarás al Señor, tu Dios, con todo tu corazón, con toda tu alma, con toda tu mente".

Este mandamiento es el principal y primero. El segundo es semejante a él:

"Amarás a tu prójimo como a ti mismo."

En estos dos mandamientos sostienen toda la Ley y los Profetas».

HOMILÍA

Cuentan que un sacerdote se aproximó a un herido en medio del fragor de la batalla y le preguntó:

- ¿Quieres que te hable de Dios?

- Primero dame agua que tengo sed -  dijo el herido.

El sacerdote le entregó el último trago de su cantimplora, aunque sabía que no había más agua en kilómetros a la redonda.

- ¿Ahora puedo?, preguntó de nuevo.

- Primero, dame de comer - suplicó el herido. 

El sacerdote le dio el último mendrugo de pan que atesoraba en su mochila

- Tengo frío – fue el siguiente clamor y el hombre de Dios se despojó de su abrigo pese al frío y cubrió al lesionado.

- Ahora sí – le dijo al sacerdote – ahora puedes hablarme de ese Dios que te hizo darme tu última agua, tu último pedazo de pan y tu único abrigo. Ahora sí quiero conocer a tu Dios.

Está claro que para nosotros los cristianos los mandamientos son amar a Dios y al prójimo, pero debemos saber que para pode amar a Dios necesitamos amar primero al prójimo, sino nuestra fe se queda en una mera espiritualidad vacía de contenido.

Para poder llegar a Dios el camino que nos marcó y que cada día nos marca, pasa por la persona que tenemos al lado, porque sólo podremos expresar nuestro amor por Dios en el que tenemos más cerca.

Por eso empeñémonos en amar al prójimo, porque amando al hijo, amamos también al Padre.

FELIZ DOMINGO Y QUE DIOS OS BENDIGA.

domingo, 18 de octubre de 2020

DOMINGO XXIX DEL TIEMPO ORDINARIO

 

LECTURA DEL SANTO EVANGELIO SEGÚN SAN MATEO 22, 15-21

En aquel tiempo, se retiraron los fariseos y llegaron a un acuerdo para comprometer a Jesús con una pregunta. Le enviaron unos discípulos, con unos partidarios de Herodes, y le dijeron:

-- Maestro, sabemos que eres sincero y que enseñas el camino de Dios conforme a la verdad; sin que te importe nadie, porque no miras lo que la gente sea. Dinos, pues, qué opinas: ¿es lícito pagar impuesto al César o no?

Comprendiendo su mala voluntad, les dijo Jesús:

-- Hipócritas, ¿por qué me tentáis? Enseñadme la moneda del impuesto.

Le presentaron un denario. Él les preguntó:

-- ¿De quién son esta cara y esta inscripción?

Le respondieron:

-- Del César.

Entonces les replicó:

-- Pues pagadle al César lo que es del César y a Dios lo que es de Dios.

 

HOMILÍA

Al igual que el agua y el aceite no se pueden mezclar, la política y el dinero tampoco hay que mezclarlo con la Iglesia. Eso es precisamente lo que Jesús nos quiere decir hoy en el evangelio, aunque podemos dar un paso más.

Un periodista visitó un día a la madre Teresa de Calcuta mientras ella estaba ocupada en curar a un enfermo en un estado verdaderamente repugnante. "Yo no haría esto" - dijo el periodista a la madre Teresa - ni por un millón de dólares" "Por un millón de dólares tampoco yo lo haría", respondió la madre y siguió en su tarea tan repugnante para el periodista pero lo más natural para ella que veía en el enfermo el mismo rostro de Jesús..

Al igual que en la moneda vieron al César, nuestra moneda no es otro que el prójimo, el más necesitado. Eso es darle a Dios lo que es de Dios, darle dignidad en aquel que la ha perdido, darle amor a aquel que está falto de cariño, darle compañía al que se siente solo, darle alegría al que se siente triste.

Dios no quiere de nosotros nada para él, porque no necesita nada, pero clama cada día por aquello que tenemos nosotros y que tantos necesitan.

Seamos capaces de separar, dinero e Iglesia, pero nunca separemos Dios y prójimo.

FELIZ DOMINGO Y QUE DIOS OS BENDIGA.

domingo, 11 de octubre de 2020

DOMINGO XXVIII DEL TIEMPO ORDINARIO

 

LECTURA DEL SANTO EVANGELIO SEGÚN SAN MATEO 22, 1-14

En aquel tiempo, de nuevo tomó Jesús la palabra y habló en parábolas a los sumos sacerdotes y a los ancianos del pueblo:

--El reino de los cielos se parece a un rey que celebraba la boda de su hijo. Mandó criados para que avisaran a los convidados a la boda, pero no quisieron ir. Volvió a mandar criados, encargándoles que les dijeran: "Tengo preparado el banquete, he matado terneros y reses cebadas, y todo está a punto. Venid a la boda". Los convidados no hicieron caso; uno se marchó a sus tierras, otro a sus negocios; los demás les echaron mano a los criados y los maltrataron hasta matarlos. El rey montó en cólera, envió sus tropas, que acabaron con aquellos asesinos y prendieron fuego a la ciudad. Luego dijo a sus criados: "La boda está preparada, pero los convidados no se la merecían. Id ahora a los cruces de los caminos, y a todos los que encontréis, convidadlos a la boda." Los criados salieron a los caminos y reunieron a todos los que encontraron, malos y buenos. La sala del banquete se llenó de comensales. Cuando el rey entró a saludar a los comensales, reparó en uno que no llevaba traje de fiesta y le dijo: "Amigo, ¿cómo has entrado aquí sin vestirte de fiesta?" El otro no abrió la boca. Entonces el rey dijo a los camareros: "Atadlo de pies y manos y arrojadlo fuera, a las tinieblas. Allí será el llanto y el rechinar de dientes." Porque muchos son los llamados y pocos los escogidos.

HOMILÍA

Cada Domingo Dios nos vuelve a demostrar cuánto nos ama, cada Domingo el Señor vuelve a salir a los caminos de nuestra vida a buscar invitados a su fiesta, y cada Domingo nosotros buscamos mil y una excusas para no acudir a Él.

Parece una rutina en nuestra vidas, porque ya no sólo es el hecho de ir o no ir a misa, si no el hecho de que esa invitación que Dios nos hace es para celebrar con Él la gran fiesta de vivir, de amar, de perdonar, y es a esa fiesta a la que nos negamos a ir. No nos cansamos de buscar razones para convencernos de que lo que hacemos, es en verdad lo que debemos hacer.

Hace tiempo me encontré con un texto que me abrió los ojos ante las excusas que le ponemos a Dios:

-          ¿No te parece extraño cómo un billete de 10€ "parece" tan grande cuando lo das a Cáritas, pero tan pequeño cuando lo llevas a las tiendas?

-           ¿No te parece extraño cuán larga parece una hora cuando estamos en la iglesia, pero muy corta cuando juega al fútbol nuestro equipo favorito o cuando vemos una película?

-          ¿No te parece extraño que no puedas pensar en algo que decir cuando rezas, pero no tienes ninguna dificultad en pensar cosas de que hablar con un amigo?

-           ¿No te parece extraño lo difícil que nos parece leer un capítulo de la Biblia, y lo fácil que es leer una revista del corazón?

-           ¿No te parece extraño cómo siempre buscamos los asientos de adelante en cualquier espectáculo o concierto, y siempre buscamos los asientos de atrás en la iglesia?

-           ¿No te parece extraño que necesitemos 2 ó 3 semanas de aviso para incluir una cita de la iglesia en nuestra agenda, pero podemos ajustar nuestra agenda para otros eventos en el último momento?

-          ¿No te parece extraño lo difícil que es compartir con otros una verdad simple del evangelio, y lo fácil que es compartir un chisme?

-          ¿No te parece extraño que creamos lo que dicen los periódicos, pero cuestionamos lo que dice la Biblia?

Menos mal que tenemos a un Dios que es paciente y que a pesar de nuestras excusas nunca se cansa de invitarnos a vivir nuestra vida vestidos con trajes de gala, con el traje de amor y de la entrega incondicional. Sólo tenemos que responder a su invitación, dejarnos de excusas y vivir como Cristo vivió. Por que “un Dios que te hizo sin ti, no pude salvarte sin ti”.

FELIZ DOMINGO Y QUE DIOS OS BENDIGA

domingo, 4 de octubre de 2020

DOMINGO XXVII DEL TIEMPO ORDINARIO

 

LECTURA DEL SANTO EVANGELIO SEGÚN SAN MATEO 21, 33-43

En aquel tiempo, dijo Jesús a los sumos sacerdotes y a los ancianos del pueblo:

-- Escuchad otra parábola: Había un propietario que plantó una viña, la rodeó con una cerca, cavó en ella un lagar, construyó la casa del guarda, la arrendó a unos labradores y se marchó de viaje. Llegado el tiempo de la vendimia, envió sus criados a los labradores, para percibir los frutos que le correspondían. Pero los labradores, agarrando a los criados, apalearon a uno, mataron a otro, y a otro lo apedrearon. Envió de nuevo otros criados, más que la primera vez, e hicieron con ellos lo mismo. Por último les mandó a su hijo, diciéndose: "Tendrán respeto a mi hijo." Pero los labradores, al ver al hijo, se dijeron: "Éste es el heredero: venid, lo matamos y nos quedamos con su herencia." Y, agarrándolo, lo empujaron fuera de la viña y lo mataron. Y ahora, cuando vuelva el dueño de la viña, ¿qué hará con aquellos labradores?

Le contestaron:

-- Hará morir de mala muerte a esos malvados y arrendará la viña a otros labradores, que le entreguen los frutos a sus tiempos.»

Y Jesús les dice:

-- ¿No habéis leído nunca en la Escritura?: "La piedra que desecharon los arquitectos es ahora la piedra angular. Es el Señor quien lo ha hecho, ha sido un milagro patente" Por eso os digo que se os quitará a vosotros el reino de Dios y se dará a un pueblo que produzca sus frutos.

HOMILIA

Está claro que la parábola de hoy va dirigida al pueblo de Israel. Ellos eran la viña del Señor, pero no reconocieron a Jesucristo como su Mesías y se le quitó para dársela a un pueblo que diera sus frutos a su tiempo, se nos dio a nosotros los cristianos. Y aquí es donde viene la pregunta del millón. ¿Qué frutos estamos dando nosotros con la viña que el Señor nos ha dado?

Y ya no estoy hablando de nuestra familia, de nuestro9 pueblo, de nuestra vida, sino que miramos nuestro mundo, esa gran viña que el Señor nos ha dado, y ¿qué frutos estamos dando?

Algunos datos para que veamos los frutos que estamos dando:

El 10% de la población mundial posee el 86% de los recursos del planeta, mientras que el 70% más pobre (más de 3.000 millones de adultos) sólo cuenta con el 3%.

La riqueza mundial está dividida en dos sectores: la mitad está en manos del 1% más rico de la población, y la otra mitad se reparte entre el 99% restante.

El 40% de la población mundial vive con menos de 2 dólares/día; la esperanza de vida en África Subsahariana es de 31 años menos que en los países desarrollados, y cada año siguen muriendo 10,7 millones de niños y niñas por causa de la pobreza.

Os cuento una historia: El único sobreviviente de la inundación de un barco a causa de una terrible tormenta, fue llevado por las olas a una isla completamente deshabitada. El hombre, desesperado y sin saber qué hacer, rezaba continuamente a Dios pidiendo por su rescate. Todos los días miraba hacia al horizonte en busca de algún barco, pero nunca veía nada. Ni siquiera el indicio de una pequeña señal. Con el paso del tiempo perdió toda esperanza. Ya cansado decidió construir una pequeña choza con ramas secas para protegerse del viento y la lluvia, y además, guardar las pocas pertenencias que conservaba.

Pero un día, mientras escarbaba en el suelo en busca de algo de comida, vio sorprendido que su pequeña choza ardía en llamas: estaba siendo consumida por el fuego con todo lo que había dentro. La desesperación fue total. Ya no podía pasarle nada peor. Todo estaba perdido. El hombre estaba derrumbado: “¡Dios mío, cómo pudiste hacerme esto!”, exclamaba mientras lloraba amargamente. 

Al día siguiente, muy temprano, por la mañana, al hombre le despertó el sonido de un barco que se aproximaba a la isla.  ¡Venían a rescatarlo!

“¿Cómo supieron que estaba aquí?”, preguntó a los hombres que lo rescataron. “Tuviste suerte, - le contestaron – Vimos tus señales de humo”.

En la viña del Señor también hay muchas señales de humo, son todos esos datos que nos muestran que hay mucho trabajo por hacer y que de nosotros depende que vayamos a rescatarlos. Esos son los verdaderos frutos que se nos piden y ante esas señales no podemos cerrar los ojos o volver la cabeza, porque esta viña es responsabilidad de todos, y luego deberemos dar cuenta de nuestras obras.

Por eso pidamos hoy al Señor que esta viña que él ha puesto en nuestras manos seamos capaces de cuidarla y que todas las señales de humo que hay en ella aviven en nosotros el deseo de salir a rescatar a todas las personas que sufren y que en muchas ocasiones está en nuestra mano hacer algo por ellas.

FELIZ DOMINGO Y QUE DIOS OS BENDIGA.