domingo, 24 de noviembre de 2019

DOMINGO DE CRISTO REY DEL UNIVERSO

LECTURA DEL SANTO EVANGELIO SEGÚN SAN LUCAS 23, 35-43
En aquel tiempo, las autoridades hacían muecas a Jesús, diciendo:
-- A otros ha salvado; que se salve a sí mismo, si él es el Mesías de Dios, el 
Elegido.
Se burlaban de él también los soldados, ofreciéndole vinagre y diciendo:
-- Si eres tú el rey de los judíos, sálvate a ti mismo.
Había encima un letrero en escritura griega, latina y hebrea: "Éste es el rey de los judíos".
Uno de los malhechores crucificados lo insultaba, diciendo:
--¿No eres tú el Mesías? Sálvate a ti mismo y a nosotros.
Pero el otro lo increpaba:
-- ¿Ni siquiera temes tú a Dios, estando en el mismo suplicio? Y lo nuestro es justo, porque 
recibimos el pago de lo que hicimos; en cambio, éste no ha faltado en nada.
Y decía:
-- Jesús, acuérdate de mí cuando llegues a tu reino.
Jesús le respondió:
-- Te lo aseguro: hoy estarás conmigo en el paraíso.
HOMILIA
El mayor se llamaba Frank y tenía veinte años. Y el pequeño era Ted y tenía dieciocho. Estaban siempre juntos y eran muy amigos desde los primeros años del Colegio. Juntos decidieron enrolarse como voluntarios en el ejército. Y al marchar prometieron ante sus padres que se cuidarían y apoyarían el uno al otro. Tuvieron suerte y los dos fueron destinados al mismo cuartel y al mismo batallón. Aquel batallón fue destinado a la guerra. Una guerra terrible entre las arenas ardientes del desierto. Al principio y durante unas semanas Frank y Ted se quedaron acampados en la retaguardia y protegidos de los bombardeos. Pero una tarde llegó la orden de avanzar en el territorio enemigo. Los soldados avanzaron durante toda la noche, amenazados por un fuego infernal. Al amanecer el batallón se replegó en una aldea. Pero Ted no estaba. 
Frank lo buscó por todas partes, entre los heridos, entre los muertos. Al final encontró su 
nombre entre los desaparecidos. Se presentó al comandante: - Vengo a solicitarle permiso 
para ir a buscar a mi amigo-, le dijo. – Es demasiado peligroso-, respondió el comandante. 
Hemos perdido ya a tu amigo. Te perderíamos también a ti. Afuera siguen disparando. Frank, sin embargo, partió. Tras una hora de búsqueda angustiosa, encontró a Ted herido 
mortalmente. Agonizaba. Lo cargó sobre sus hombros. Pero un cascote de metralla lo alcanzó. 
Siguió arrastrándose hasta el campamento. – ¿Crees que valía la pena arriesgarse a morir para salvar a un muerto?-, le gritó el comandante. – Sí-, murmuró,- porque antes de morir Ted me dijo: “Frank, sabía que vendrías”.
Una fe que espera contra toda esperanza, que cree aún en medio del dolor y la desesperación. 
Esa es la fe cristiana, la fe que tiene por rey a un hombre colgado en la cruz.
Celebramos hoy el día de Cristo Rey y clausuramos el año de la fe, dos motivos preciosos para salir a la calle y gritar, con nuestras obras calladas que somos cristianos, que nuestro rey es Cristo y que nuestra ley es la ley del servicio, de la entrega, del amor.
FELIZ DOMINGO Y QUE DIOS OS BENDIGA

domingo, 17 de noviembre de 2019

DOMINGO XXXIII DEL TIEMPO ORDINARIO


LECTURA DEL SANTO EVANGELIO SEGÚN SAN LUCAS 21, 5-19
En aquel tiempo, algunos ponderaban la belleza del templo, por la calidad de la piedra y los exvotos. Jesús les dijo:
--Esto que contempláis, llegará un día en que no quedará piedra sobre piedra: todo será destruido.
Ellos le preguntaron:
--Maestro, ¿Cuándo va a ser eso?, ¿y cuál será la señal de que todo eso está para suceder?
Él contestó:
--Cuidado con que nadie os engañe. Porque muchos vendrán usurpando mi nombre, diciendo: "Yo soy", o bien: "el momento está cerca"; no vayáis tras ellos. Cuando oigáis noticias de guerras y de revoluciones, no tengáis pánico. Porque eso tiene que ocurrir primero, pero el final no vendrá en seguida.
Luego les dijo:
--Se alzará pueblo contra pueblo y reino contra reino, habrá grandes terremotos, y en diversos países epidemias y hambre. Habrá también espantos y grandes signos en el cielo. Pero antes de todo eso os echarán mano, os perseguirán, entregándoos a los tribunales y a la cárcel, y os harán comparecer ante reyes y gobernadores, por causa de mi nombre: así tendréis ocasión de dar testimonio. Haced propósito de no preparar vuestra defensa, porque yo os daré palabras y sabiduría a las que no podrá hacer frente ni contradecir ningún adversario vuestro. Y hasta vuestros padres, y parientes, y hermanos, y amigos os traicionarán, y matarán a algunos de vosotros, y todos os odiarán por causa de mi nombre. Pero ni un cabello de vuestra cabeza perecerá; con vuestra perseverancia salvaréis vuestras almas.

HOMILIA
Un hombre decidió pasar algunas semanas en un monasterio de Nepal. Cierta tarde entró en uno de los numerosos templos de la región y encontró a un monje sentado en el altar, sonriendo. Le preguntó por qué sonreía.
- "Porque entiendo el significado de los plátanos", fue su respuesta.
Dicho esto, abrió la bolsa que llevaba, extrayendo de ella un plátano podrido.
- "Esta es la vida que pasó y no fue aprovechada en el momento adecuado; ahora es demasiado tarde."
Seguidamente, sacó de la bolsa un plátano aún verde, lo mostró y volvió a guardarlo.
- "Esta es la vida que aún no sucedió, es necesario esperar el momento adecuado."
Finalmente tomó un plátano maduro, lo peló y lo compartió con él.
"Esta es la vida en el momento presente. Aliméntate con ella y vívela sin miedos y sin culpas”.
Cuando el Señor habla de ese final de los tiempos, cuando les dice a todos que todo lo que ven un día va a desaparecer, no lo dice para meterles miedo ni para meternos miedo a nosotros, sino, todo lo contrario, para espabilarnos, para que no nos durmamos en nuestro día a día.
Cada día se nos presentan miles de oportunidades para dar testimonio de nuestra fe, de lo que somos, y sin embargo, nos hemos acomodado a vivir nuestra fe de una manera rutinaria, e incluso de manera anónima. Estamos en un mundo que cada vez nos pisotea más, critican a la Iglesia y a los cristianos, y seguimos impasibles.
Por eso el Señor no dice que es ahora cuando debemos dar testimonio, cuan debemos perseverar de una manera firme, cuando debemos mostrarles a todos que nuestra fe no es cosa del pasado, o de costumbres, sino que sigue viva.
Vivamos el presente aprovechando cada momento para amar, para perdonar, para dar testimonio de Aquel que camina a nuestro lado. Sólo así daremos testimonio de lo que somos y de lo que creemos.
FELIZ DOMINGO Y QUE DIOS OS BENDIGA.

domingo, 10 de noviembre de 2019

DOMINGO XXXII DEL TIEMPO ORDINARIO


LECTURA DEL SANTO EVANGELIO SEGÚN SAN LUCAS 20, 27-38
En aquel tiempo, se acercaron a Jesús unos saduceos, que niegan la resurrección, y le preguntaron:
-- Maestro, Moisés nos dejó escrito: Si a uno se le muere su hermano, dejando mujer, pero sin hijos, cásese con la viuda y dé descendencia a su hermano. Pues bien, había siete hermanos: el primero se casó y murió sin hijos. Y el segundo y el tercero se casaron con ella, y así los siete murieron sin dejar hijos. Por último murió la mujer. Cuando llegue la resurrección, ¿de cuál de ellos será la mujer? Porque los siete han estado casados con ella.
Jesús les contestó:
-- En esta vida, hombres y mujeres se casan; pero los que sean juzgados dignos de la vida futura y de la resurrección de entre los muertos no se casarán. Pues ya no pueden morir, son como ángeles; son hijos de Dios, porque participan en la resurrección. Y que resucitan los muertos, el mismo Moisés lo indica en el episodio de la zarza, cuando llama al Señor "Dios de Abrahán, Dios de Isaac, Dios de Jacob". No es Dios de muertos, sino de vivos; porque para él todos están vivos.
HOMILIA
Uno de los pilares en los que se apoya nuestra fe cristiana es creer en la resurrección de los muertos, en la vida eterna. Jesús lo dijo muchas veces y de todas las formas posibles. Que Dios nos tiene preparada una nueva vida en la que disfrutaremos para siempre de su compañía, de su amor.
El cómo sucederá eso, nadie lo sabe, pero lo que si sabemos y creemos es que toda nuestra vida debe estar dirigida a esa nueva vida que brota del amor de Dios.
Una vida que cree en la resurrección, debe ser una vida llena de luz, llena de esperanza y sobre todo debe llenar de vida a todos los que los rodean.
Un hombre, su caballo y su perro iban por una carretera. Cuando pasaban cerca de un árbol enorme cayó un rayo y los tres murieron fulminados. Pero el hombre no se dio cuenta de que ya había abandonado este mundo, y prosiguió su camino con sus dos animales (a veces los muertos andan un cierto tiempo antes de ser conscientes de su nueva condición...).

La carretera era muy larga y colina arriba. El sol era muy intenso, y ellos estaban sudados y sedientos. En una curva del camino vieron un magnífico portal de mármol, que conducía a una plaza pavimentada con adoquines de oro. El caminante se dirigió al hombre que custodiaba la entrada y entabló, con él, el siguiente diálogo:

- “Buenos días.”

- “Buenos días”, respondió el guardián.

- “¿Cómo se llama este lugar tan bonito?”

- “Esto es el Cielo.”

- “¡Qué bien que hayamos llegado al Cielo, porque estamos sedientos!”

- “Usted puede entrar y beber tanta agua como quiera. Y el guardián señaló la fuente.”

- “Pero mi caballo y mi perro también tienen sed...”

- “Lo siento mucho”, dijo el guardián, “pero aquí no se permite la entrada a los animales.”

El hombre se levantó con gran disgusto, puesto que tenía muchísima sed, pero no pensaba beber solo. Dio las gracias al guardián y siguió adelante.

Después de caminar un buen rato cuesta arriba, ya exhaustos los tres, llegaron a otro sitio, cuya entrada estaba marcada por una puerta vieja que daba a un camino de tierra rodeado de árboles. A la sombra de uno de los árboles había un hombre echado, con la cabeza cubierta por un sombrero. Posiblemente dormía.

- “Buenos días”, dijo el caminante.

El hombre respondió con un gesto de la cabeza.

- “Tenemos mucha sed, mi caballo, mi perro y yo.”

- “Hay una fuente entre aquellas rocas”, dijo el hombre, indicando el lugar. “Podéis beber tanta agua como queráis.”

El hombre, el caballo y el perro fueron a la fuente y calmaron su sed. El caminante volvió atrás para dar las gracias al hombre.

- “Podéis volver siempre que queráis”, le respondió éste.

- “A propósito ¿cómo se llama este lugar?”, preguntó el hombre.

- “El Cielo.”

- “¿El Cielo? ¡Pero si el guardián del portal de mármol me ha dicho que aquello era el Cielo!”

- “Aquello no era el Cielo. Era el Infierno”, contestó el guardián.

El caminante quedó perplejo.

- “¡Deberíais prohibir que utilicen vuestro nombre! ¡Esta información falsa debe provocar grandes confusiones!”, advirtió el caminante.

- “¡De ninguna manera!”, increpó el hombre. “En realidad, nos hacen un gran favor, porque allí se quedan todos los que son capaces de abandonar a sus mejores amigos.”
Nuestra fe en la resurrección, nos debe mover a hacer vivir ya en este mundo a los demás un anticipo de esa nueva vida, a probar ya en la tierra lo que un día se nos ha prometido para el cielo. No podemos vivir en una espera pasiva, sino en una espera activa en la que construyamos ya entre nosotros esa nueva vida.
Creer en la resurrección, es también creer, que nosotros somos los responsables de hacer que en este mundo se acaben todos los mecanismos de muerte que hay a nuestro lado. Ser capaces de levantar a los que están caídos, porque no encuentran sentido a su vida. De dar ejemplo de que merece la pena vivir esta vida en plenitud, desde el amor y la entrega a los demás.
Creer en la resurrección es ser defensores de la vida en todas las circunstancias que se nos presentan. Es ser en nuestro ambiente constructores de vida, y una vida plena.
Vivamos nuestra vida desde la alegría de la resurrección y contagiemos esa alegría a todos los que nos rodean, seguro que así nosotros viviremos más felices, y haremos que los demás también.
FELIZ DOMINGO Y QUE DIOS OS BENDIGA.

domingo, 3 de noviembre de 2019

DOMINGO XXXI DEL TIEMPO ORDINARIO


LECTURA DEL SANTO EVANGELIO SEGÚN SAN LUCAS 19, 1-10
En aquel tiempo, entró Jesús en Jericó y atravesaba la ciudad. Un hombre llamado Zaqueo, jefe de publicanos y rico, trataba de distinguir quien era Jesús, pero la gente se lo impedía porque era de bajo de estatura. Corrió más adelante y se subió a una higuera para verlo, porque tenía que pasar por allí. Jesús, al llegar a aquel sitio, levantó los ojos y dijo:
--Zaqueo, baja en seguida, porque hoy tengo que alojarme en tu casa.
Él bajó en seguida, y lo recibió muy contento. Al ver esto, todos murmuraban
diciendo:
--Ha entrado a hospedarse en casa de un pecador.
Pero Zaqueo se puso en pie, y dijo al Señor.
--Mira, la mitad de mis bienes, Señor, se la doy a los pobres; y si de alguno me he aprovechado, le restituiré cuatro veces más.
Jesús contestó:
--Hoy ha sido la salvación de esta casa; también éste es hijo de Abrahán. Porque el Hijo del Hombre ha venido a buscar y a salvar lo que estaba perdido.
HOMILIA
Un científico, que vivía preocupado con los problemas del mundo, estaba resuelto a encontrar los medios para aminorarlos. Pasaba sus días en su laboratorio en busca de respuesta para sus dudas.

Cierto día, su hijo de seis años invadió su santuario, decidido a ayudarlo a trabajar. El científico, nervioso por la interrupción, le pidió al niño que fuese a jugar a otro lado. Viendo que era imposible sacarlo, el padre pensó en algo que pudiera entretenerlo. De repente se encontró con una revista, en donde había un mapa con el mundo, justo lo que precisaba. Con unas tijeras, recortó el mapa en varios pedazos y junto con un rollo de cinta, se lo entregó a su hijo diciendo:

- “Como te gustan los rompecabezas, te voy a dar el mundo todo roto para que lo repares sin la ayuda de nadie.”

Entonces calculó que al pequeño le llevaría 10 días componer el mapa, pero no fue así. Pasadas algunas horas, escuchó la voz del niño que lo llamaba calmadamente:

- "Papá, papá, ya hice todo, conseguí terminarlo".

Al principio el padre no creyó en el niño. Pensó que sería imposible que, a su edad, hubiera conseguido componer un mapa que jamás había visto antes. Desconfiado, el científico levantó la vista de sus anotaciones, con la certeza de que vería el trabajo digno de un niño. Para su sorpresa, el mapa estaba completo. Todos los pedazos habían sido colocados en sus debidos lugares. ¿Cómo era posible?¿Cómo el niño había sido capaz?

– “Hijito, tu no sabías cómo era el mundo, cómo lo lograste?”

– “Papá, yo no sabía cómo era el mundo, pero cuando sacaste el mapa de la revista para recortarlo, vi que del otro lado estaba la figura del hombre. Así, que di vuelta a los recortes, y comencé a recomponer al hombre, que sí sabía cómo era.”

- “Cuando conseguí arreglar al hombre, di vuelta a la hoja y vi que había arreglado al mundo.”
Jesucristo, vino a este mundo para cambiarlo, para enseñarnos un modelo nuevo de humanidad, pero para llevarla a cabo debía comenzar por cambiar al hombre concreto, por rehacer aquello que el mundo había roto, y así poco a poco poder ir cambiando a la humanidad completa.
Eso es lo que hizo con Zaqueo, un hombre deseoso de encontrar una vida nueva, algo distinto en lo que creer, y que le llenase de alegría. Y eso lo consiguió Jesús amándolo y acogiéndolo.
Es así como nosotros debemos vivir nuestra vida de cristianos. A cada uno el Señor nos ha amado, se ha entregado por nosotros y ahora nos dice, “haz tu lo mismo”. No te desentiendas de este mundo, cámbialo, pero hazlo al estilo de Jesús, amando al hombre concreto, a esa persona que te encuentras cada día, a ese que te ha hecho daño, a ese que no hace las cosas como a ti te gusta. Ámalo, acércate a él, porque tu amor puede transfórmalo a él y a este mundo.
FELIZ DOMINGO Y QUE DIOS OS BENDIGA.

viernes, 1 de noviembre de 2019

SOLEMNIDAD DE TODOS LOS SANTOS


LECTURA DEL SANTO EVANGELIO SEGÚN SAN MATEO 5, 1-12a
En aquel tiempo, al ver Jesús el gentío, subió a la montaña, se sentó y se acercaron los discípulos; y él se puso a hablar, enseñándolos:
-- Dichosos los pobres de espíritu, porque de ellos es el reino de los cielos. Dichosos lo que lloran, porque ellos serán consolados. Dichosos los sufridos, porque ellos heredarán la tierra. Dichosos los que tienen hambre y sed de justicia, porque ellos quedarán saciados. Dichosos los misericordiosos, porque ellos alcanzarán la misericordia. Dichosos los limpios de corazón, porque ellos verán a Dios. Dichosos los que trabajan por la paz, porque ellos se llamarán los Hijos de Dios. Dichosos los perseguidos por causa de la justicia, porque de ellos es el reino de los cielos. Dichosos vosotros cuando os insulten y os persigan y os calumnien de cualquier modo por mi causa. Estad alegres y contentos, porque vuestra recompensa será grande en el cielo.

HOMILÍA
Hu-Song, filosofo de Oriente, contó a sus discípulos la siguiente historia:

- "Varios hombres habían quedado encerrados por error en una oscura caverna donde no podían ver casi nada. Pasó algún tiempo, y uno de ellos logró encender una pequeña tea. Pero la luz que daba era tan escasa que aún así no se podía ver nada. Al hombre, sin embargo, se le ocurrió que con su luz podía ayudar a que cada uno de los demás prendieran su propia tea y así, compartiendo la llama con todos, la caverna se iluminó".

Uno de los discípulos pregunto a Hu-Song:

- "¿Qué nos enseña, maestro, este relato?"

Y Hu-Song contestó:

- "Nos enseña que nuestra luz sigue siendo oscuridad si no la compartimos con el prójimo. Y también nos dice que el compartir nuestra luz no la desvanece, sino que por el contrario, la hace crecer."
Esa es precisamente la fiesta que celebramos hoy, al recordar a todos los Santos, no sólo recordamos a las buenas personas que ya están gozando de la vida eterna, sino que nos fijamos en ellas para imitar su vida, sus acciones.
Todos nosotros conocemos personas que a lo largo de su vida han sabido compartir esa luz de la fe y del amor con aquellos que los rodeaban. Esos son los Santos y por ello celebramos este día, para poder fijarnos en ellos y hacer nosotros lo mismo.
Nosotros, como cristianos, debemos siempre de intentar ser santos, de vivir el Evangelio en cada momento de nuestra vida, y de compartir nuestra luz con aquellos que nos rodean para poder así iluminar nuestro mundo con la claridad del amor.
Que nunca nos cansemos de intentar ser Santos, y que todos aquellos que ya están gozando de la Luz de Dios nos ayuden a serlo cada día más.
QUE DIOS OS BENDIGA Y FELIZ DÍA DE TODOS LOS SANTOS.