domingo, 30 de diciembre de 2018

DOMINGO DE LA SAGRADA FAMILIA


LECTURA DEL SANTO EVANGELIO SEGÚN SAN LUCAS 2, 41- 52
Los padres de Jesús solían ir cada año a Jerusalén por las fiestas de Pascua. Cuando Jesús cumplió doce años, subieron a la fiesta según la costumbre, y cuando terminó, se volvieron; pero el niño Jesús se quedó en Jerusalén, sin que lo supieran sus padres. Éstos, creyendo que estaba en la caravana, hicieron una jornada y se pusieron a buscarlo entre los parientes y los conocidos; al no encontrarlo, se volvieron a Jerusalén en su busca. A los tres días, lo encontraron en el templo, sentado en medio de los maestros, escuchándolos y haciéndoles preguntas: todos los que le oían, quedaban asombrados de su talento y de las respuestas que daba. Al verlo, se quedaron atónitos, y le dijo su madre:
-- Hijo, ¿por qué nos has tratado así? Mira que tu padre y yo te buscábamos angustiados.
Él les contestó:
-- ¿Por qué me buscabais? ¿No sabíais que yo debía estar en la casa de mi Padre?
Pero ellos no comprendieron lo que quería decir. Él bajó con ellos a Nazaret y siguió bajo su autoridad. Su madre conservaba todo esto en su corazón. Y Jesús iba creciendo en sabiduría, en estatura y en gracia ante Dios y los hombres.

HOMILÍA
Cuentan que un ángel llegó un día y se arrodilló a los pies de Dios y le dijo:  - Señor, visité toda tu creación, estuve en todos los lugares, vi que eres  parte de todas las cosas. Y por eso vine a ti para entender. ¿Por qué cada  una de las personas sobre la tierra tiene apenas un ala?. Los ángeles  tenemos dos y podemos ir hasta el Amor que Tú representas siempre que  lo deseemos y volar hacia la libertad siempre que queramos. Pero los  humanos con su única ala no pueden volar. Dios respondió: -Sí, ya sé que  hice a los humanos con una sola ala. El ángel volvió a preguntar: Pero, ¿por  qué diste a los humanos una sola ala si son necesarias las dos para volar?.  Sonriendo y sin prisa, Dios contestó: - Mi querido ángel, ellos sí pueden  volar. Di a los humanos una sola ala para que ellos  pudiesen volar más y  mejor que nuestros arcángeles. Porque para volar, tú precisas de tus dos  alas, y aunque libre, tú estás solo. Pero los humanos, con su única ala,  precisarán siempre de alguien para poder tener dos alas. Cada uno tendrá  que buscar a otro para tener una segunda ala y así poder volar. Así,  tendrán que ayudarse y aprenderán a no quebrar la única ala de la otra  persona, que podría acabar con su oportunidad de poder volar. De este  modo aprenderán que sólo amando se puede volar y que tocando el  corazón de la otra persona, ellos podrán encontrar el ala que les falta. Y el  ángel, admirado de la respuesta, comprendió que Dios hace bien todas las  cosas.
Celebramos hoy el día de la Sagrada Familia, y lo hacemos en el tiempo de Navidad, para recordarnos que lo que mantiene unida a la familia no es la tradición, ni el respeto, ni el dinero, sino el auténtico amor.
El día de la boda, se recuerda a todos los matrimonios que su amor debe ser reflejo del amor de Dios por los hombres, y ese amor es el que tienen que transmitir a sus hijos. Por eso hoy rezamos por todas las familias, para que el amor siga siendo el nexo de unión entre todos sus miembros, y así al verlos a ellos nos muestren el amor que Dios nos tiene al hacer que su Hijo nazca entre nosotros pequeño y pobre.
FELIZ DOMINGO Y QUE DIOS BENDIGA A TODAS LAS FAMILIAS.

martes, 25 de diciembre de 2018

NATIVIDAD DEL SEÑOR


LECTURA DEL SANTO EVANGELIO SEGÚN SAN LUCAS 2, 1- 14
En aquel tiempo salió un decreto del emperador Augusto, ordenando hacer un censo del mundo entero. Este fue el primer censo que se hizo siendo Cirino gobernador de Siria. Y todos iban a inscribirse, cada cual a su ciudad. También José, que era de la casa y familia de David, subió desde la ciudad de Nazaret en Galilea a la ciudad de David, que se llama Belén para inscribirse con su esposa María, que estaba encinta. Y mientras estaban allí le llegó el tiempo del parto y dio a luz a su hijo primogénito, lo envolvió en pañales y lo acostó en un pesebre, porque no tenían sitio en la posada. En aquella región había unos pastores que pasaban la noche al aire libre, velando por turno su rebaño.
Y un ángel del Señor se les presentó: la gloria del Señor los envolvió de claridad y se llenaron de gran temor. El ángel les dijo:
--No temáis, os traigo la buena noticia, la gran alegría para todo el pueblo: hoy, en la ciudad de David, os ha nacido un Salvador: el Mesías, el Señor. Y aquí tenéis la señal encontraréis un niño envuelto en pañales y acostado en un pesebre.
De pronto, en torno al ángel, apareció una legión del ejército celestial, que alababa a Dios, diciendo:
--Gloria a Dios en el cielo y en la tierra paz a los hombres que Dios ama.

HOMILÍA
Llega este gran día en el que todo un Dios se hace pequeño y pobre por amor a nosotros. Un día en el que todos los hombres y mujeres del mundo nos hacemos iguales en ese pequeño niño nacido en Belén. Un día en el que la solidaridad, el amor y los buenos deseos se desean a todos los que conocemos. Pero ¿de verdad lo hacemos realidad? ¿de verdad todos esos buenos deseos los llevamos a la práctica, o se quedan en palabras bonitas?. Dios no se quedó en palabras, lo hizo realidad en su Hijo. Permitidme una historia:
Era el día de Nochebuena y un niño de 10 años estaba parado frente a una tienda de zapatos, descalzo, viendo a través de la ventana y temblando de frío.
Una señora se acercó al niño y le dijo:
“Mi pequeño amigo, ¿Qué estás mirando con tanto interés en esa ventana?”.
“Le estaba pidiendo a Dios que me diera un par de zapatos”. Fue la respuesta del niño.
La señora lo tomó de la mano y entraron a la tienda. Le pidió al empleado media docena de pares de calcetines para el niño.
Preguntó si podía darle un recipiente con agua y una toalla. El empleado le trajo lo que pidió. Ella llevó al niño a la parte trasera de la tienda y se los secó.
Para entonces el empleado llegó con los calcetines.
La señora le puso un par al niño y le compró un par de zapatos. Juntó el resto de los calcetines y se los dio al niño. Le acarició la cabeza y le dijo:
“¡No hay duda mi pequeño amigo que te sientes más cómodo ahora!”.
Cuando ella daba la vuelta para irse, el niño le agarró la mano y mirándola con lágrimas en los ojos, le preguntó:
“¿Es usted la mujer de Dios?”.
El tiempo de la Navidad nos debe servir para hacernos más parecidos a Dios, para convertirnos en sus mensajeros, y no en simples seguidores con muy buenas intenciones pero pocos hechos.
Que esta Navidad la gente que se acerque a nosotros se sorprenda, porque vean a Dios un poquito más cerca de ellos.
FELIZ NAVIDAD A TODOS Y QUE ESE PEQUEÑO NIÑO QUE NACE EN BELÉN OS BENDIGA SIEMPRE.

domingo, 23 de diciembre de 2018

DOMINGO IV DE ADVIENTO


LECTURA DEL SANTO EVANGELIO SEGÚN SAN LUCAS 1, 39- 45
En aquellos días, María se puso de camino y fue aprisa a la montaña, a un pueblo de Judá; entró en casa de Zacarías y saludó a Isabel. En cuanto Isabel escuchó el saludo de María, saltó la criatura en su vientre. Se llenó Isabel del Espíritu Santo, y dijo voz en grito:
--¡Bendita tú eres entre todas las mujeres y bendito el fruto de tu vientre! ¿Quién soy yo para que me visite la madre de mi Señor? En cuanto tu saludo llegó a mis oídos, la criatura saltó de alegría en mi vientre. ¡Dichosa tú que has creído!, porque lo que te ha dicho el Señor se cumplirá.

HOMILÍA
Sabéis que me encantan los cuentos, pero el que os pongo a continuación es algo especial para mi, ya que lo leí de pequeño y se me quedó grabado.
La estatua del príncipe feliz dominaba la ciudad. Toda ella estaba revestida de  láminas de oro, por ojos tenía dos diamantes y un gran rubí resplandecía en  la empuñadura de su espada.  Una noche llegó a la ciudad una golondrina.  Sus compañeras se habían marchado al sur seis semanas antes. Ella se había  retrasado y debía volar antes de que llegase el frío. Vio la estatua encima de  una columna y decidió pasar la noche allí. Se posó a sus pies, protegió la  cabeza debajo de las alas y se durmió hasta que sintió que le caía una gota  de agua.  ¿Estará lloviendo? - se preguntó la golondrina, y le cayó otra gota.  Segura de que llovía decidió buscar mejor sitio para dormir.  Pero antes de  que pudiese abrir sus alas, la golondrina vio algo asombroso: a la estatua del  príncipe feliz le brotaban lágrimas de los ojos. Eran las gotas que la habían  mojado. ¿Por qué lloras? - le preguntó la golondrina intrigada.  -Lloro porque,  cuando estaba vivo, tenía un corazón como el tuyo y me pasaba las horas  jugando en los jardines de mi palacio. Todo me alegraba y por eso me  llamaban príncipe feliz. Pero, desde que me han puesto en este lugar tan  alto, puedo contemplar a todas las personas tristes del pueblo y, aunque  ahora tengo un corazón de plomo, la tristeza de los demás me hace llorar.  Mira, no lejos de aquí vive la señora más pobre de este pueblo. Su hijo está  enfermo y tiene mucha sed. El niño le pide naranjas a su madre, pero ella no  tiene con qué comprarlas y sólo puede darle agua del río. Toma uno de mis  ojos de diamante y llévaselo.  Aunque la golondrina sabía que debía huir de  aquel frío mortal, hizo lo que le pidió el príncipe feliz. Cogió en su pico uno de  los ojos de diamante y lo llevó a la madre. Cuando la golondrina regresó a la  plaza donde estaba la estatua, dijo al príncipe.  -¡Qué extraño! Con todo el  frío que hace, siento un calorcillo que me crece en el pecho. -Te sientes así -  comentó el príncipe - porque has obrado bien. Toma ahora mi otro ojo y  entrégaselo a aquella niña que busca pan para la familia y no lo encuentra.  - Pero no podrás ver - dijo la golondrina -  -No me importa. Lo que más deseo  es que esa niña y su familia puedan tener la comida que necesitan.  Otra vez  hizo la golondrina lo que el  príncipe le pedía. Cuando regresó, comenzó a  nevar nuevamente.  -Vete a reunirte con tus compañeras - le aconsejó el  príncipe -, que el frío se acerca.  -No - respondió la golondrina - ahora que no  puedes ver, me quedaré contigo y te acompañaré siempre. Aunque tenga  mucho frío, te contaré lo que vea.  -Dime qué cosas tristes ves en el pueblo.   -Veo a muchos niños con hambre recorriendo las calles.  - Toma el oro que  cubre mi cuerpo - pidió el príncipe y repártelo entre esos niños.  Nevaba y  nevaba y, aunque la golondrina sentía mucho frío, nada la detenía y repartió  las piezas de oro a los niños que gritaban: ¡al fin podremos comer!. Pero la  golondrina sufría cada vez más por el frió hasta que finalmente enfermó. Para  espantar el frío, no dejaba de mover las alas, mientras contaba al príncipe  todo lo que veían sus ojos. No le quedaban muchas fuerzas y comprendió que  no podría resistir ya mucho más.  -Adiós mi querido príncipe feliz - dijo la  golondrina.  Le dio un beso y cayó a sus pies. En el mismo instante, el  corazón de plomo de la estatua se rompió en pedazos.  Y el día en que Dios  dijo a uno de sus ángeles "tráeme las dos cosas más hermosas de ese  pueblo", el ángel llevó ante él a la buena golondrina y el corazón de plomo de  la estatua del príncipe feliz, que habían sido tirados por la gente importante  de la ciudad. Desde ese día la golondrina canta a Dios y el príncipe feliz les  habla de los pobres que todavía quedan en el mundo.
Es la mejor explicación de lo que hoy quiere Dios decirnos, hay más alegría en dar que en recibir. María es el modelo, ella trasmitió a su prima la alegría del nacimiento de Jesús y es tarea nuestra trasmitirla también a los demás, y la mejor forma de hacerlo es entregar lo que tenemos, sin reservarnos nada. Porque cuando somos capaces de vaciarnos de todo, es cuando verdaderamente tendremos un corazón lleno.
FELIZ DOMINGO Y QUE DIOS OS BENDIGA.

domingo, 16 de diciembre de 2018

DOMINGO III DE ADVIENTO


LECTURA DEL SANTO EVANGELIO SEGÚN SAN LUCAS 3, 10-18
 En aquel tiempo, la gente preguntó a Juan:
-- ¿Entonces, qué hacemos?
Él contestó:
-- El que tenga dos túnicas, que se las reparta con el que no tiene; y el que tenga comida, haga lo mismo.
Vinieron también a bautizarse unos publicanos, y le preguntaron:
-- Maestro, ¿qué hacemos nosotros?
Él les contestó:
-- No exijáis más de lo establecido.
Unos militares le preguntaron:
-- ¿Qué hacemos nosotros?
Él les contestó:
-- No hagáis extorsión a nadie, ni os aprovechéis con denuncias, sino contentaos con la paga.
El pueblo estaba en expectación y todos se preguntaban si no sería Juan el Mesías; él tomó la palabra y dijo a todos:
-- Yo os bautizo con agua; pero viene el que puede más que yo, y no merezco desatarle la correa de sus sandalias. El os bautizará con Espíritu Santo y fuego: tiene en la mano la horca para aventar la parva y reunir el trigo en el granero y quemar la paja en una hoguera que no se apaga.
Añadiendo otras muchas cosas exhortaba al pueblo y les anunciaba la Buena Noticia.
HOMILÍA
Allí estaba... sentado en una banqueta, con los pies descalzos sobre las baldosas rotas de la vereda; gorra marrón, manos arrugadas sosteniendo un viejo bastón de madera; pantalones que arremangados dejaban libres sus pantorrillas y una camisa blanca, gastada, con un chaleco de lana tejido a mano. El anciano miraba a la nada…

Y el viejo lloró, y en su única lágrima expresó tanto, que me fue muy difícil acercarme a preguntarle, o siquiera consolarlo. Por el frente de su casa pasé mirándolo, al voltear su mirada la fijó en mi, le sonreí, lo saludé con un gesto, aunque no crucé la calle... no me animé, no lo conocía, y si bien entendí que en la mirada de aquella lágrima se mostraba una gran necesidad, seguí mi camino, sin convencerme de estar haciendo lo correcto.

En mi camino guardé la imagen, la de su mirada encontrándose con la mía.

Traté de olvidarme. Caminé rápido como escapándome. Compré un libro y, ni bien llegué a mi casa, comencé a leerlo, esperando que el tiempo borrara esa presencia.... pero esa lágrima no se borraba...

Los viejos no lloran así por nada, me dije.

Esa noche me costó dormir, la conciencia no entiende de horarios, y decidí que a la mañana volvería a su casa y conversaría con él, tal como entendí que me lo había pedido. Luego de vencer mi pena, logré dormir.

Recuerdo haber preparado un poco de café, compré galletas, y muy deprisa fui a su casa convencido de tener mucho por conversar.

Llamé a la puerta, cedieron las rechinantes bisagras y salió otro hombre.

- “¿Qué desea?”, preguntó, mirándome con un gesto adusto.

- “Busco al anciano que vive en esta casa.”

- “Mi padre murió ayer por la tarde”, dijo entre lágrimas.

- “¿Murió?”, dije decepcionado. Las piernas se me aflojaron, la mente se me nubló y los ojos se me humedecieron.

- “¿Y usted quien es?”, volvió a preguntar.

- “En realidad, nadie”, contesté. Y agregué: “ayer pasé por la puerta de su casa, y estaba su padre sentado, vi que lloraba y, a pesar de que lo saludé, no me detuve a preguntarle qué le sucedía… hoy volví para hablar con él, pero veo que es tarde.”

- “No me lo va a creer pero usted es la persona de quien hablaba en su diario.”

Extrañado por lo que me decía, lo miré pidiéndole más explicación.

- “Por favor, pase”, me dijo aún sin contestarme.

Luego de servir un poco de café, me llevó hasta donde estaba su diario, y la ultima hoja rezaba:

- "Hoy me regalaron una sonrisa plena y un saludo amable... hoy es un día bello".

Estamos en el tercer domingo de Adviento, domingo de la alegría, ya se acerca la Navidad.
Cada Adviento, mientras esperamos la venida del Señor, la Iglesia nos presenta este domingo para recordarnos que los cristianos tenemos todo lo necesario para vivir desde la Alegría, para hacer sentir a los demás la Alegría.
Desde el día de nuestro bautismo, el Señor vino a nuestras vidas, nos regaló su amor incondicional, y nos lo sigue regalando en cada momento. Para poder disfrutarlo plenamente sólo hay que seguir los consejos de Juan Bautista: compartir, dar lo mejor de nosotros, darnos por completo a los demás.
No dejemos pasar las oportunidades que la vida nos presenta para transmitir la alegría de ser cristiano, aunque sea con un gesto que parece inútil, aunque sea de la forma más imperceptible.
El Señor viene en cada persona que nos encontramos, y es responsabilidad nuestra darle la alegría que de Él hemos recibido. No hacen faltan grandes gestos, sino realizar los gestos cotidianos con la alegría propia de los que nos sentimos amados por Dios.
FELIZ DOMINGO Y QUE DIOS OS BENDIGA.


domingo, 9 de diciembre de 2018

DOMINGO II DE ADVIENTO


LECTURA DEL SANTO EVANGELIO SEGÚN SAN LUCAS 3, 1-6
En el año quince del reinado del emperador Tiberio, siendo Poncio Pilato gobernador de Judea, y Herodes virrey de Galilea, y su hermano Felipe virrey de Iturea y Traconítide, y Lisanio virrey de Abilene, bajo el sumo sacerdocio de Anás y Caifás, vino la Palabra de Dios sobre Juan, hijo de Zacarías, en el desierto.
Y recorrió toda la comarca del Jordán, predicando un bautismo de conversión para perdón de los pecados, como está escrito en el libro de los oráculos del Profeta Isaías.
-- Una voz grita en el desierto: preparad el camino del Señor, allanad sus senderos; elévense los valles, desciendan los montes y colinas; que lo torcido se enderece, lo escabroso se iguale. Y todos verán la salvación de Dios.
HOMILÍA
Un día un maestro que vio a un niño dando excusas de una explosión de ira, lo llevó a la clase y, entregándole una hoja de papel, le dijo:

- “¡Estrújalo!”

Asombrado obedeció e hizo una bolita....

- “Ahora déjalo como estaba antes”

Por supuesto que no pudo dejarlo como estaba.... por más que lo intentó, el papel quedó lleno de pliegues y arrugas.

- “El corazón de las personas”, dijo, “es como ese papel… la impresión que en ellos dejas será tan difícil de borrar como esas arrugas y esos pliegues”
“Preparad el camino del Señor, allanad sus senderos; elévense los valles, desciendan los montes y colinas; que lo torcido se enderece, lo escabroso se iguale.” Así anunciaba Juan el Bautista al Señor que venía, pero como el cuento nos dice, es difícil dejarlo todo perfectamente después de haberlo roto, o de haberlo arrugado.
¿No sería mejor no tener que allanarlo? ¿no tener que alisarlo?. Preparar el camino del Señor no es tanto arreglar aquello que hemos hecho mal, sino no hacerlo mal. No es reconocer nuestros errores, sino quitarlos de nuestra vida.
Sé que suena a utopía, pero creo que merece la pena intentarlo, porque nos jugamos no sólo nuestra felicidad, sino la felicidad de aquellos que sufren nuestras imperfecciones, y que por más que luego intentemos arreglarlo, el dolor, “las arrugas”, son permanentes.
Preparemos un camino nuevo al Señor, preparemos una vida limpia, una vida que piense en los demás más que en uno mismo, no arreglemos los caminos, construyamos unos nuevos basados solamente en el amor.
Sigamos caminando en este adviento con la ilusión de que algo nuevo puede brotar en nuestra vida: el amor de cristo.
FELIZ DOMINGO Y QUE DIOS OS BENDIGA.

sábado, 8 de diciembre de 2018

SOLEMNIDAD DE LA INMACULADA CONCEPCIÓN DE MARÍA


LECTURA DEL SANTO EVANGELIO SEGÚN SAN LUCAS 1, 26- 38
En aquel tiempo, el ángel Gabriel fue enviado por Dios a una ciudad de galilea llamada Nazaret, a una virgen desposada con un hombre llamado José, de la estirpe de David; la virgen se llamaba María. El ángel, entrando en su presencia, dijo:
-- Alégrate, llena de gracias, el Señor esta contigo.
Ella se turbó ante estas palabras y se preguntaba qué saludo era aquel. El ángel le dijo:
-- No temas, María, porque has encontrado gracia ante Dios. Concebirás en tu vientre y darás a luz un hijo, y le pondrás por nombre Jesús. Será grande, se llamará Hijo del Altísimo, el Señor Dios le dará el trono de David, su padre, reinará sobre la casa de Jacob para siempre, y su reino no tendrá fin.
Y María dijo al ángel:
-- ¿Cómo será eso, pues no conozco a varón?
El ángel le contestó:
-- El Espíritu Santo vendrá sobre ti, y la fuerza del Altísimo te cubrirá con su sombra; por eso el Santo que va a nacer se llamará Hijo de Dios. Ahí tienes a tu pariente Isabel, que, a pesar de su vejez, ha concebido un hijo, y ya está de seis meses la que llamaban estéril, porque para Dios nada hay imposible.
María contestó:
-- Aquí está la esclava del Señor; hágase en mí según tu palabra.
Y la dejó el ángel.

HOMILÍA
Alejandra caminaba con su padre cuando éste, de repente, se detuvo en una curva del camino. Después de un breve silencio le preguntó:

- “Además del cantar de los pájaros, ¿qué oyes Alejandra?”

La niña paró, aguzando sus oídos. Después de unos segundos respondió:

- “Papá, estoy oyendo el ruido de una carreta que se acerca.”

- “Muy bien - respondió su padre -. Tienes razón, se está acercando una carreta vacía.”

Alejandra, asombrada, preguntó a su padre:

- “¿Cómo sabes que es una carreta vacía si aún no la has visto?”

Entonces el padre respondió:

- “Es muy fácil saber cuándo una carreta está vacía, por el ruido que hace. Cuanto más vacía está la carreta, mayor ruido hace.”

Alejandra se convirtió en adulta y, siempre que veía una persona interrumpiendo una conversación y hablando demasiado de sí misma, de forma inoportuna o violenta, o presumiendo de lo que poseía, tenía la impresión de oír la voz de su padre diciendo:

- "Cuanto más vacía está la carreta, mayor es el ruido que hace."
Celebramos hoy la Inmaculada Concepción de María. Dios se escogió a María para que fuese su madre y la hizo perfecta, porque Él podía hacerlo, pero fue perfecta no sólo porque la hizo Inmaculada, sino porque en su vida, en su quehacer diario fue la mujer del silencio.
Ella que podía haber presumido, que podía haber sobresalido, simplemente fue la mujer que estuvo al lado de Jesús desde que nació hasta que murió.
Ella, sin hacer ruido porque estaba llena de Dios, fue la bendita entre todas las mujeres.
En mitad de este tiempo de Adviento, la iglesia nos muestra a María para que nosotros sigamos su ejemplo. Para que nos llenemos de Dios y así vivamos nuestra fe sin hacer ruido, a la manera de María.
FELIZ DÍA DE LA INMACULADA Y QUE MARÍA OS BENDIGA A TODOS.

domingo, 2 de diciembre de 2018

DOMINGO I DE ADVIENTO

LECTURA DEL SANTO EVANGELIO SEGÚN SAN LUCAS 21, 25-38.34-36

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:
«Habrá signos en el sol y la luna y las estrellas, y en la tierra angustia de las gentes, perplejas por el estruendo del mar y el oleaje, desfalleciendo los hombres por el miedo y la ansiedad ante lo que se le viene encima al mundo, pues las potencias del cielo serán sacudidas.
Entonces verán al Hijo del hombre venir en una nube, con gran poder y gloria.
Cuando empiece a suceder esto, levantaos, alzad la cabeza; se acerca vuestra liberación.
Tened cuidado de vosotros, no sea que se emboten vuestros corazones con juergas, borracheras y las inquietudes de la vida, y se os eche encima de repente aquel día; porque caerá como un lazo sobre todos los habitantes de la tierra.
Estad, pues, despiertos en todo tiempo, pidiendo que podáis escapar de todo lo que está por suceder y manteneros en pie ante el Hijo del hombre».
.
HOMILIA 
Comenzamos el tiempo de adviento, tiempo de preparar la venida de nuestro Señor, ese 
momento en que cielo y tierra se unieron para que Dios se hiciera uno de los nuestros. Jesús 
nos anima un domingo más a estar a la espera, ͞levantaos alzad la cabeza͟. 
Ruth fue a su buzón de correo y sólo había una carta. Ella la tomó y la miró antes de abrirla, y 
notó que no tenía nombre y dirección. Ella leyó: ͞Querida Ruth: Voy a estar en tu barrio el sá
bado en la tarde y quisiera verte. Te quiere siempre, Jesús" Sus manos temblaban mientras 
colocaba la carta en la mesa. -¿Por qué Dios querrá visitarme si no soy nadie especial?. Tambié
n recordó que no tenía nada que ofrecerle. Pensando en eso, ella recordó su bodega vacía. -
"Oh, no tengo nada que ofrecerle. Tengo que ir al supermercado y comprar algo para la cena". 
Ella tomó su cartera que contenía 7 euros. -"Bueno, puedo comprar pan y embutidos por lo 
menos". Se puso el abrigo y corrió a la puerta. Compró un poco del mejor pan, 300 gramos de 
jamón de pavo y una caja de leche, lo que la dejó con tan solo cincuenta céntimos hasta el 
lunes. Se sentía bien a medida que se acercaba a su casa con su humilde compra bajo el brazo. 
-"Señorita, por favor, ¿puede ayudarnos?͟. Ruth había estado tan sumergida en sus planes 
para la cena que no había notado dos figuras acurrucadas en la vereda. Un hombre y una 
mujer, ambos vestidos de andrajos. -"Mire señorita, no tengo trabajo y mi esposa y yo hemos 
estado viviendo en las calles, nos estamos congelando y tenemos mucha hambre y si usted nos 
pudiera ayudar se lo agradeceríamos mucho". Ruth los miró. Ellos estaban sucios y malolientes 
y pensó que si ellos en verdad quisieran trabajar ya habrían conseguido algo. -"Señor, me 
gustaría ayudarlos, pero soy pobre también. Todo lo que tengo es un poco de pan y jamón, y 
tendré un invitado especial a cenar esta noche y pensaba darle esto de comer."."Está bien, 
comprendo. Gracias de todas maneras͟. El hombre puso su brazo sobre los hombros de la 
mujer y se fueron rumbo al callejón. Ella los miraba alejarse y sintió mucho dolor en su corazó
n. "Señor, espere". La pareja se detuvo, mientras ella corría hasta ellos. "¿Por qué no toman 
esta comida?, puedo servirle otra cosa a mi invitado" dijo ella mientras les entregaba la bolsa 
del supermercado. - "Gracias. Muchas gracias señorita͟. - "Sí, gracias", le dijo la mujer y Ruth 
pudo ver que estaba temblando de frío. "Sabe, tengo otro abrigo en casa, tome éste", le dijo 
mientras se lo ponía sobre los hombros. Ella regresó a casa sonriendo y sin su abrigo ni comida 
que ofrecer a su invitado. Se estaba desanimando a medida que se acercaba a la puerta de su 
casa, pensando que no tenia nada que ofrecer al Señor. Cuando metió la llave en la cerradura 
vio otro sobre en su buzón. "Qué raro. Usualmente, el cartero no viene dos veces el mismo dí
a". Ella cogió el sobre y lo abrió: ͞ Querida Ruth: fue muy agradable verte de nuevo. Gracias por la comida y gracias también por el hermoso abrigo. Te quiere siempre, Jesús͟. 
Levantaos, alzad la cabeza y mirad a la gente que os rodea, es allí donde el Señor quiere venir 
un año más, un día más.
Levantaos, salid de vuestras casas y mirad que en medio de vosotros estoy yo, esperando una 
sonrisa, un abrazo, un gesto de cariño.
Levantaos y preparad cada la venida de aquel que nos ama y quiere que nosotros hagamos lo 
mismo. 
FELIZ DOMINGO Y FELIZ ADVIENTO. QUE DIOS OS BENDIGA.