LECTURA DEL SANTO EVANGELIO SEGÚN SAN LUCAS 6, 39 - 45
domingo, 27 de febrero de 2022
DOMINGO OCTAVO DEL TIEMPO ORDINARIO
domingo, 20 de febrero de 2022
DOMINGO SEPTIMO DEL TIEMPO ORDINARIO
LECTURA DEL SANTO EVANGELIO SEGÚN SAN LUCAS 6, 27 - 38
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:
«A vosotros los que me escucháis os digo: amad a
vuestros enemigos, haced el bien a los que os odian, bendecid a los que os
maldicen, orad por los que os calumnian.
Al que te pegue en una mejilla, preséntale la
otra; al que te quite la capa, no le impidas que tome también la túnica. A
quien te pide, dale; al que se lleve lo tuyo, no se lo reclames.
Tratad a los demás como queréis que ellos os
traten. Pues, si amáis sólo a los que os aman, ¿qué mérito tenéis? También los
pecadores aman a los que los aman. Y si hacéis bien sólo a los que os hacen
bien, ¿qué mérito tenéis? También los pecadores hacen lo mismo.
Y si prestáis a aquellos de los que esperáis cobrar,
¿qué mérito tenéis? También los pecadores prestan a otros pecadores, con
intención de cobrárselo.
Por el contrario, amad a vuestros enemigos, haced
el bien y prestad sin esperar nada; será grande vuestra recompensa y seréis
hijos del Altísimo, porque él es bueno con los malvados y desagradecidos.
Sed misericordiosos como vuestro Padre es
misericordioso; no juzguéis, y no seréis juzgados; no condenéis, y no seréis
condenados; perdonad, y seréis perdonados; dad, y se os dará: os verterán una
medida generosa, colmada, remecida, rebosante, pues con la medida que midiereis
se os medirá a vosotros».
HOMILÍA
Quizá uno de los textos del Evangelio que son más exigentes
es el que hoy nos presenta Jesús. Si nos paramos a pensar tranquilamente
ninguno de nosotros cumple lo que Jesús nos pide, y aunque sabemos que ese es
el camino para cumplir el Evangelio, si lo hacemos en medio de nuestro mundo,
si somos radicales, lo primero que se nos viene a la mente es que nos tomarán
por tontos y se aprovecharán de nosotros.
Pero Jesús sabía perfectamente por qué nos pide tales
exigencias, por qué el único camino para la felicidad es el amor sin límites,
la entrega total.
Se dice que hace tiempo, en un pequeño y lejano pueblo, había
una casa abandonada.
Cierto día, un perrito, buscando refugio del sol, logró
meterse por un agujero de una de las puertas de dicha casa.
El perrito subió lentamente las viejas escaleras de madera.
Al terminar de subir las escaleras se topó con una puerta semiabierta;
lentamente se adentró en el cuarto.
Para su sorpresa, se dio cuenta que dentro de ese cuarto
había 1000 perritos mas, observándolo tan fijamente como él los observaba a
ellos.
El perrito comenzó a mover la cola y a levantar sus orejas
poco a poco. Los 1000 perritos hicieron lo mismo. Posteriormente sonrió y le
ladró alegremente a uno de ellos. El perrito se quedó sorprendido al ver que
los 1000 perritos también le sonreían y ladraban alegremente con él ..
Cuando salió del cuarto, se quedó pensando para sí mismo:
- "¡Qué lugar tan agradable! Voy a venir más seguido a
visitarlo."
Tiempo después, otro perrito callejero entro al mismo sitio y
se encontró entrando al mismo cuarto. Pero a diferencia del primero, al ver a
los otros 1000 perritos del cuarto se sintió amenazado, ya que lo estaban viendo
de una manera agresiva.
Posteriormente empezó a gruñir; obviamente vio como los 1000
perritos le gruñían a él. Comenzó a ladrarles ferozmente y los otros 1000
perritos le ladraron también a él. Cuando salió del cuarto pensó:
- "¡Qué lugar tan horrible es este !¡Nunca más volveré a
entrar"
En el frente de dicha casa, se encontraba un viejo letrero
que decía:
"La casa de los 1000 espejos".
“La medida que uséis la usarán con vosotros” termina diciendo
el Señor, y es que este mundo refleja lo que nosotros somos, lo que nosotros
hacemos, y el pedirnos que amemos no es solo cuestión de cumplir preceptos, es
cuestión de transformar nuestro mundo, nuestra realidad, y así poder ver el
mundo con los ojos del amor.
Que nunca nos falten las ganas de amar con Jesús nos amó,
porque sólo así miraremos el mundo con los ojos con los que Dios nos ira a
nosotros, y así se presenta un mundo más bonito ante nosotros.
FELIZ DOMINGO Y QUE DIOS OS BENDIGA.
domingo, 13 de febrero de 2022
DOMINGO SEXTO DEL TIEMPO ORDINARIO
LECTURA DEL SANTO EVANGELIO SEGÚN SAN LUCAS 6, 17. 20-26
En aquel tiempo, Jesús bajó del monte con los
Doce, se paró en una llanura con un grupo grande de discípulos y una gran
muchedumbre del pueblo, procedente de toda Judea, de Jerusalén y de la costa de
Tiro y de Sidón.
Él, levantando los ojos hacia sus discípulos, les
decía:
«Bienaventurados los pobres, porque vuestro es el
reino de Dios.
Bienaventurados los que ahora tenéis hambre,
porque quedaréis saciados.
Bienaventurados los que ahora lloráis, porque
reiréis.
Bienaventurados vosotros cuando os odien los
hombres, y os excluyan, y os insulten, y proscriban vuestro nombre como infame,
por causa del Hijo del hombre. Alegraos ese día y saltad de gozo, porque
vuestra recompensa será grande en el cielo. Eso es lo que hacían vuestros
padres con los profetas.
Pero ¡ay de vosotros, los ricos!, porque ya
habéis recibido vuestro consuelo.
¡Ay de vosotros, los que estáis saciados!, porque
tendréis hambre! ¡Ay de los que ahora reís, porque haréis duelo y lloraréis!
¡Ay si todo el mundo habla bien de vosotros! Eso
es lo que vuestros padres hacían con los falsos profetas».
HOMILÍA
El camino de la bienaventuranzas que propone Jesús, siempre
se ha tomado como una formas de separar a los buenos de los malos en el mundo,
pero esa no era la intención de Jesús.
Él no vino a este mundo a juzgar a las personas, sino a
enseñarnos un camino por el cual lleguemos preparados al juicio del final de
los tiempos.
Después de haber llevado una vida sencilla y tranquila, una
mujer murió. Se encontró dentro de una larga y ordenada procesión de personas
que avanzaban lentamente hacia el Juez Supremo. A medida que se iban acercando
a la meta, escuchaba cada vez con mayor claridad las palabras del Señor. Oyó
así que el Señor decía a uno:
- Tú me socorriste cuando estaba accidentado en la autopista
y me llevaste al hospital, entra en mi Paraíso.
Luego a otro:
- Tú hiciste un préstamo sin exigirle los intereses a una
mujer viuda, ven a recibir el premio eterno.
Y luego a un médico:
-Tú hiciste gratuitamente operaciones quirúrgicas muy
difíciles a gente pobre que no las podía pagar, ayudándome a devolver la
esperanza a muchos, entra en mi Reino.
Y así sucesivamente.
La pobre mujer se iba asustando cada vez más, puesto que, por
mucho que se esforzaba, no recordaba haber hecho en su vida nada
extraordinario. Intentó apartarse de la fila para tener tiempo de reflexionar,
pero no se lo permitieron: un ángel, sonriente pero decidido, no le dejó
abandonar la larga fila.
Con el corazón latiéndole como un tambor y llena de miedo,
llegó junto al Señor. Enseguida se sintió inundada por una sonrisa…y escuchó de
los labios del Juez Supremo:
- Tú has planchado, durante largos años y con mucho amor,
todas mis camisas…Entra conmigo a la felicidad.
Las bienaventuranzas no tratan de decirnos si somos malos o
buenos, sino de mostrarnos que cada paso que demos en la vida lo debemos hacer
desde el amor, desde la entrega. Mirar un poquito más por los demás y un
poquito menos por nosotros mismos, abrir nuestro corazón a aquellos que nos
rodean.
Porque la verdadera riqueza consiste en darse a los demás. La
verdadera paz es saber que amamos con todo el corazón. La verdadera alegría es
saber reconocer en el rostro del otro a un hermano, al mismo Cristo.
No dejemos pasar la oportunidad de ser felices ya en este
mundo, porque sólo así llegaremos preparados al encuentro con aquel que nos ama
y nos espera con los brazos abiertos para hacernos plenamente felices.
domingo, 6 de febrero de 2022
DOMINGO QUINTO DEL TIEMPO ORDINARIO
LECTURA DEL
SANTO EVANGELIO SEGÚN SAN LUCAS(5,1-11):
En aquel tiempo, la gente se agolpaba alrededor de Jesús para oír la
palabra de Dios, estando él a orillas del lago de Genesaret. Vio dos barcas que
estaban junto a la orilla; los pescadores habían desembarcado y estaban lavando
las redes. Subió a una de las barcas, la de Simón, y le pidió que la apartara
un poco de tierra. Desde la barca, sentado, enseñaba a la gente.
Cuando acabó de hablar, dijo a Simón: «Rema mar adentro, y echad las
redes para pescar.»
Simón contestó: «Maestro, nos hemos pasado la noche bregando y no hemos
cogido nada; pero, por tu palabra, echaré las redes.»
Y, puestos a la obra, hicieron una redada de peces tan grande que
reventaba la red. Hicieron señas a los socios de la otra barca, para que
vinieran a echarles una mano. Se acercaron ellos y llenaron las dos barcas, que
casi se hundían.
Al ver esto, Simón Pedro se arrojó a los pies de Jesús diciendo:
«Apártate de mí, Señor, que soy un pecador.» Y es que el asombro se había
apoderado de él y de los que estaban con él, al ver la redada de peces que
habían cogido; y lo mismo les pasaba a Santiago y Juan, hijos de Zebedeo, que
eran compañeros de Simón.
Jesús dijo a Simón: «No temas; desde ahora serás pescador de hombres.»
Ellos sacaron las barcas a tierra y, dejándolo todo, lo siguieron.
HOMILÍA
Un hombre iba caminando con dificultad por la orilla de un
río. Observó que la orilla opuesta era mucho más transitable, pero no podía
alcanzarla a nado porque la corriente era muy fuerte. Así que paró, reunió
algunas cañas y los materiales necesarios y construyó una balsa. Subido en ella
cruzó el río sin problemas.
Una vez llegado a la otra orilla, sintió tristeza al pensar en abandonar su
embarcación. Consideraba todo un logro personal haberla construido y le gustaba
contemplarla. De modo que decidió cargarla sobre sus espaldas y reanudó su
marcha.
Pero, conforme iba pasando el tiempo, sus pasos se hacían cada vez más torpes y
lentos. A pesar de que el camino era más fácil, se iba quedando sin fuerzas, y
empezó a preguntarse si había valido la pena cambiar de orilla. Tardó tiempo en
darse cuenta del desgaste que le estaba suponiendo llevar la balsa a sus
espaldas mientras escalaba hacia las cumbres de la montaña.
Finalmente decidió abandonar su carga y se sintió más ligero y más equilibrado.
“Y ellos dejándolo todo le siguieron”. Así termina el
Evangelio de hoy, así comenzaron su andadura los discípulos que Jesús quiso
llamar, y así es como quiere el Señor que lo sigamos. Pero ese dejarlo todo no
es una imposición, no es una obligación que el Señor nos impone, es una
decisión libre, y sobre todo es una decisión que nos favorece a nosotros
enormemente.
Cada día cargamos sobre nosotros los problemas, los agobios
y tantas y tantas cosas que lo único que nos hacen es cansarnos, y no nos damos
cuenta que lo único importante para seguir a Jesús es dejarse amar por él.
El no nos pide que renunciemos a nada. Jesús lo único que
quiere es que seamos felices y sobre todo libres de todas aquellas ataduras que
nos impiden dar un paso adelante en nuestra vida. Por eso él nos vuelve hoy a
repetir: déjalo todo, sígueme, y te haré de verdad feliz.
FELIZ DOMINGO Y QUE DIOS OS BENDIGA.