domingo, 25 de febrero de 2018

DOMINGO II DE CUARESMA


LECTURA DEL SANTO EVANGELIO SEGÚN SAN MARCOS 9, 2, 10

En aquel tiempo, Jesús se llevó a Pedro, a Santiago y a Juan, subió con ellos solos a una montaña alta, y se transfiguró delante de ellos. Sus vestidos se volvieron de un blanco deslumbrador, como no puede dejarlos ningún batanero del mundo.

Se les apreció Elías y Moisés conversando con Jesús. Entonces Pedro tomó la palabra y le dijo a Jesús:

-- Maestro. ¡Qué bien se está aquí! Vamos a hacer tres chozas, una para ti, otra para Moisés y otra para Elías.

Estaban asustados y no sabía lo que decía. Se formó una nube que los cubrió y salió una voz de la nube:

-- Este es mi Hijo amado; escuchadlo.

De pronto, al mirar alrededor, no vieron a nadie más que a Jesús, solo con ellos. Cuando bajaban de la montaña, Jesús los mandó:

-- No contéis a nadie lo que habéis visto hasta que el Hijo del Hombre resucite de entre los muertos.

Esto se les quedó grabado y discutían que querría decir aquello de resucitar de entre los muertos.

HOMILÍA

UNA CARTA DE DIOS PARA TI

“Cuando te levantabas esta mañana, te observaba y esperaba que me hablaras, aunque sólo fueran unas cuantas palabras preguntando mi opinión o agradeciéndome por algo bueno que te haya sucedido ayer. Pero noté que estabas muy ocupado buscando la ropa adecuada para ponerte e ir al trabajo. Seguí esperando de nuevo.

Mientras corrías por la casa arreglándote, supe que habría unos cuantos minutos para que te detuvieras y me dijeras: “¡Hola!”, pero estabas demasiado ocupado. Por eso encendí el cielo, lo llené de colores y dulces cantos de pájaros, por si me oías. Pero ni siquiera te diste cuenta de esto.

Te observé mientras ibas rumbo al trabajo y esperé pacientemente todo el día. Con todas tus actividades supongo que estabas demasiado ocupado para decirme algo. De regreso vi tu cansancio y quise rociarte un poco para que el agua se llevara tu estrés; pensé agradarte para que así pensaras en mí, pero enfurecido ofendiste mi nombre. Deseaba tanto que me hablaras.

Después, al llegar a tu casa, encendiste el televisor, esperé pacientemente mientras lo veías y cenabas, pero nuevamente olvidaste hablar conmigo. Te noté cansado y entendí tu silencio, así que apagué el resplandor del cielo, pero no te dejé a oscuras, dejé prendida una estrella. En verdad fue hermoso, pero no estuviste interesado en verla.

A la hora de dormir, creo que ya estabas agotado. Después de decirle buenas noches a tu familia, caíste en la cama y casi de inmediato te dormiste. Acompañé con música tu sueño y mandé a mis ángeles nocturnos que te protegieran. No te diste cuenta, pero yo, despierto, pasé toda la noche junto a ti, velando con amor tu sueño.

Ya ves que tengo más paciencia de la que te imaginas. También quisiera enseñarte cómo tener paciencia y amor por los demás.

YO TE AMO TANTO que espero todos los días por una oración y el paisaje que pinto cada día es para ti. Pero bueno, te estás levantando de nuevo y otra vez, un día más, esperaré, sin nada más que mi amor por ti. ¡Que tengas un buen día, hijo mío!!”.

Tu Padre y Amigo: DIOS.

Descubrir en medio de este mundo a ese Dios que nos ama, que entregó a su Hijo por nosotros, que está siempre esperando, es el verdadero sentido de la transfiguración. Dios cada día nos muestra su gloria en las miles de cosas y personas que nos rodean, solamente hace falta unos ojos dispuestos para verlo y descubrirlo.

Nuestra vida esté llena de la presencia de Dios, pero andamos tan ocupados en nuestros problemas y en nuestros asuntos, que pasamos la mayoría del tiempo con los ojos cerrados para Dios.

Que cada día sintamos la experiencia del monte Tabor, como los discípulos, para reconocer a ese Dios que se ha hecho hombre solo por amor a nosotros, y que quiere entregarnos un mundo lleno de Él.

FELIZ DOMINGO Y QUE DIOS OS BENDIGA.

domingo, 18 de febrero de 2018

DOMINGO I DE CUARESMA


LECTURA DEL SANTO EVANGELIO SEGÚN SAN MARCOS 1, 12- 15

En aquel tiempo el Espíritu empujó a Jesús al desierto. Se quedó en el desierto cuarenta días, dejándose tentar por Satanás, vivía entre alimañas y los ángeles le servían. Cuando arrestaron a Juan, Jesús se marchó a Galilea a proclamar el Evangelio de Dios. Decía:

-- Se ha cumplido el plazo, está cerca el reino de Dios: convertíos y creer en el Evangelio.

HOMILÍA

Tres ranas cayeron en un balde lleno de leche.

La primera, pesimista, pensó enseguida que no había nada que hacer. Desanimada permaneció quieta y poco a poco se fue hundiendo hasta que se ahogó.

La segunda, lúcida razonadora, pensó que podría salir de apuros dando un gran salto. Con la idea fija en la mente calculó los valores algebraicos de la trayectoria, halló ecuaciones parabólicas y dinámicas, después dio un salto. Pero, enfrascada como estaba en sus elucubraciones, no había notado que el balde tenía un mango.  Y contra el mango fue a destrozarse.

La tercera rana tenía un gran deseo de vivir. No reflexionó mucho, pero quería salir de aquel apuro. No supo hacer otra cosa que expresar tal deseo: se movió, se agitó, se rebeló contra su suerte… Y tanto se movió y luchó que la leche se volvió mantequilla, sacudida por tanto movimiento. Y esta tercera rana fue quien se salvó.

Comenzamos el tiempo de Cuaresma, tiempo de preparación para la Semana Santa. 40 días en los que como dice Jesús, convertirnos, cambiar de vida. Pero como siempre que llegan estos días necesitamos de una actitud para que nos sirvan, y hay varias actitudes. Yo las resumiría en las tres de las ranas del cuento:

Por un lado podemos caer en el pesimismo, en el decir que ya no podemos cambiar, que somos lo que somos, y entonces la Cuaresma pasará por nuestras vidas sin servirnos para nada.

Podemos también pensar que este tiempo es para preparar muchas cosas, para organizar procesiones, para preparar las celebraciones litúrgicas, la reunión familiar, y así la Cuaresma se marcha como llega, sin tocar el corazón ni nuestra vida.

Pero podemos darnos cuenta de que nuestra vida necesita un cambio, que hay actitudes que podemos y queremos cambiar, y luchamos con todas nuestras fuerzas en hacerlo, aunque sabemos que es difícil. Y es entonces cuando estos días cobran sentido y se empieza a notar en nosotros el espíritu de la Cuaresma, y llegamos a la Pascua con un corazón que aunque no hay conseguido quitar todo lo que le estorba, está trabajado en dejarse amar por Dios e intentar amar a los hermanos.

No dejemos que la Cuaresma se nos escape sin luchar por convertirnos un poquito al Señor.

FELIZ DOMINGO Y QUE DIOS OS BENDIGA.

domingo, 11 de febrero de 2018

DOMINGO VI DEL TIEMPO ORDINARIO


LECTURA DEL SANTO EVANGELIO SEGÚN SAN MARCOS 1, 40-45
En aquel tiempo se acercó a Jesús un leproso, suplicándole de rodillas:
-- Si quieres, puedes limpiarme.
Sintiendo lástima, extendió la mano y lo tocó diciendo:
-- Quiero: queda limpio
La lepra se le quitó inmediatamente y quedó limpio. Él le despidió encargándole severamente:
-- No se lo digas a nadie; pero para que conste, ve a presentarte al sacerdote y ofrece por tu purificación lo que mandó Moisés.
Pero cuando se fue, empezó a divulgar el hecho con grandes ponderaciones, de modo que Jesús ya no podía entrar abiertamente en ningún pueblo; se quedaba fuera, en descampado; y aún así acudían a él de todas partes.
HOMILÍA
Cierto día un muchacho llegó a un castillo impresionante, del que había oído hablar maravillas, ya que en él se albergaba una gran colección de obras de arte.
Cuando llegó a la puerta lo estaba esperando un anciano, que era el guarda del castillo. Se acercó y le preguntó: ¿Cuánto cuesta entra?.
La entrada es gratuita, dijo el anciano, sólo con una condición, tendrás que llevar esta cuchara llena de aceite durante todo el recorrido, y podrás derramar ni una sola gota. Si derramas algo del aceite, tendrás que pagar 100€.
El muchacho aceptó, y comenzó la visita, con su cuchara en la mano. Después de dos horas recorriendo el castillo, volvió a donde estaba el anciano. Traía la cuchara llena de aceite.
¿Has visto el maravilloso techo que hay en el salón principal?, le dijo el anciano.
No me he fijado. De hecho, no he visto ninguna de las obras de arte que dicen que hay en este castillo. Estaba más preocupado de no derramar el aceite, dijo en tono enfadado el joven.
El anciano lo miró con cariño y le dijo: anda vuelve a hacer el recorrido sin la cuchara, y fíjate en todas las maravillas que tiene el castillo.
El muchacho agradecido comenzó de nuevo la visita, y al terminarla volvió entusiasmado con la belleza que albergaba aquel lugar.
Que maravilla, dijo el joven al anciano con una gran sonrisa en su cara. ¿Qué sentido tiene que haya realizado la primera visita con la cuchara llena de aceite? Así me habría perdido ver esta maravilla.
El anciano contestó: Una gran obra de arte, no sólo sirve para contemplarla, debe servir para la vida, porque así lo quiso el artista. Que todo el que la mire, termine transformado. Tu primera visita, se centró sólo en no derramar el aceite, y olvidaste lo que te rodeaba. Te centraste en ti mismo, y no eras capaz de ver más allá de ti. En la segunda visita, te abriste al mudo que te rodeaba, te olvidaste de lo que llevabas en ti y pudiste contemplar lo que había a tu alrededor, y tu corazón se sintió transformado.
En la vida ocurre lo mismo. Cuando dejamos de mirar hacia nosotros, cuando abrimos los ojos al mundo que nos rodea, es cuando descubrimos la belleza que Dios ha creado para nosotros Una belleza que se plasma en el hombre que vemos cada día, en la persona que se cruza en nuestra vida, y que sólo acercándonos a ella, podremos descubrirla, podremos amarla, podremos acogerla.
Jesucristo sabía que era importante mostrarle a la gente de su tiempo, y a nosotros, que sólo saliendo de nosotros mismos y acercándolos a los demás podríamos llegar a ver más allá de las apariencias. El descubre al hombre detrás de la lepra, nosotros debemos descubrir a la persona detrás de tantas máscaras que nos lo ocultan a los ojos, y la única forma es acercándonos y tocándolos. Saliendo de nuestras preocupaciones y mirando con ojos nuevos.
FELIZ DOMINGO Y QUE DIOS OS BENDIGA.

domingo, 4 de febrero de 2018

DOMINGO V DEL TIEMPO ORDINARIO

LECTURA DEL SANTO EVANGELIO SEGÚN SAN MARCOS 1, 29-39
En aquel tiempo, al salir Jesús de la Sinagoga, fue con Santiago y Juan a casa de Simón y Andrés. La suegra de Simón estaba en cama con fiebre, y se lo dijeron. Jesús se acercó, la cogió de la mano y la levantó. Se le pasó la fiebre y se puso a servirles.
Al anochecer, cuando se puso el sol, le llevaron todos los enfermos y poseídos. La población entera se agolpaba a la puerta. Curó a muchos enfermos de diversos males y expulsó a muchos demonios; y como los demonios lo conocían no les permitía hablar.
Se levantó de madrugada, se marcho al descampado y allí se puso a orar. Simón y sus compañeros fueron y, al encontrarlo, le dijeron:
--Todo el mundo te busca.
Él les respondió:
-- Vámonos a otra parte, a las aldeas cercanas, para predicar también allí; que para eso he venido.
Así recorrió toda Galilea, predicando en las sinagogas y expulsando demonios.

HOMILÍA

Cuentan que un sacerdote se aproximó a un herido en medio de una dura batalla de una lejana guerra, y le preguntó: ¿quieres que te lea la Biblia?  - Primero dame agua, que tengo sed- le respondió el herido. Y el sacerdote le entregó el último trago de su cantimplora, aunque sabía que no había más agua en muchos kilómetros a la redonda. – Y ahora, ¿quieres que te lea la Biblia?- volvió a insistir el sacerdote. – Primero dame de comer- suplicó el herido. Y el sacerdote le dio el último mendrugo de pan que guardaba en su mochila. – Tengo frío- fue el siguiente lamento del herido, y el sacerdote se despojó de su abrigo, a pesar del frío que calaba hasta los huesos, y cubrió al lesionado. – Ahora sí, le dijo el herido al sacerdote, ahora puedes hablarme de ese Dios que te hizo darme tu última agua, tu último mendrugo y tu único abrigo. Ahora quiero conocer a tu Dios
Esta es la forma de evangelizar de Jesús, primero se acerca al hombre, lo ama, lo acoge, y después le muestra su mensaje. Primero cura a los enfermos, les muestra que para él lo más importante son ellos, y después los evangeliza.
Nosotros queremos empezar la casa por el tejado. ¿Cómo vamos nosotros a dar a conocer a un Dios que es Amor, si nosotros no amamos primero?. ¿Cómo vamos a dar a conocer a un Dios que es Perdón, si nosotros no perdonamos primero?. Nuestra tarea de evangelizar, al igual que la de Jesús, comienza por hacer que la persona descubra su dignidad, descubra que se merece que la amen, que la acojan, y después podremos hablarle de ese Dios que ha transformado nuestra vida, y que ha hecho de nosotros sus mensajeros, llevando su mensaje de amor.
Que el Señor nos ayude a ser buenos evangelizadores, porque así nos acercaremos a las personas para amarlos, como Dios nos ama a nosotros, y a través de ese amor, le daremos a conocer nuestra fe.

FELIZ DOMINGO Y QUE DIOS OS BENDIGA.