LECTURA DEL SANTO EVANGELIO SEGÚN SAN MARCOS 9, 2, 10
En aquel tiempo, Jesús se llevó a Pedro, a Santiago y a
Juan, subió con ellos solos a una montaña alta, y se transfiguró delante de
ellos. Sus vestidos se volvieron de un blanco deslumbrador, como no puede
dejarlos ningún batanero del mundo.
Se les apreció Elías y Moisés conversando con Jesús.
Entonces Pedro tomó la palabra y le dijo a Jesús:
-- Maestro. ¡Qué bien se está aquí! Vamos a hacer tres
chozas, una para ti, otra para Moisés y otra para Elías.
Estaban asustados y no sabía lo que decía. Se formó una nube
que los cubrió y salió una voz de la nube:
-- Este es mi Hijo amado; escuchadlo.
De pronto, al mirar alrededor, no vieron a nadie más que a
Jesús, solo con ellos. Cuando bajaban de la montaña, Jesús los mandó:
-- No contéis a nadie lo que habéis visto hasta que el Hijo
del Hombre resucite de entre los muertos.
Esto se les quedó grabado y discutían que querría decir
aquello de resucitar de entre los muertos.
HOMILÍA
UNA CARTA DE DIOS PARA TI
“Cuando te levantabas esta mañana, te observaba y esperaba que me hablaras, aunque sólo fueran unas cuantas palabras preguntando mi opinión o agradeciéndome por algo bueno que te haya sucedido ayer. Pero noté que estabas muy ocupado buscando la ropa adecuada para ponerte e ir al trabajo. Seguí esperando de nuevo.
Mientras corrías por la casa arreglándote, supe que habría unos cuantos minutos para que te detuvieras y me dijeras: “¡Hola!”, pero estabas demasiado ocupado. Por eso encendí el cielo, lo llené de colores y dulces cantos de pájaros, por si me oías. Pero ni siquiera te diste cuenta de esto.
Te observé mientras ibas rumbo al trabajo y esperé pacientemente todo el día. Con todas tus actividades supongo que estabas demasiado ocupado para decirme algo. De regreso vi tu cansancio y quise rociarte un poco para que el agua se llevara tu estrés; pensé agradarte para que así pensaras en mí, pero enfurecido ofendiste mi nombre. Deseaba tanto que me hablaras.
Después, al llegar a tu casa, encendiste el televisor, esperé pacientemente mientras lo veías y cenabas, pero nuevamente olvidaste hablar conmigo. Te noté cansado y entendí tu silencio, así que apagué el resplandor del cielo, pero no te dejé a oscuras, dejé prendida una estrella. En verdad fue hermoso, pero no estuviste interesado en verla.
A la hora de dormir, creo que ya estabas agotado. Después de decirle buenas noches a tu familia, caíste en la cama y casi de inmediato te dormiste. Acompañé con música tu sueño y mandé a mis ángeles nocturnos que te protegieran. No te diste cuenta, pero yo, despierto, pasé toda la noche junto a ti, velando con amor tu sueño.
Ya ves que tengo más paciencia de la que te imaginas. También quisiera enseñarte cómo tener paciencia y amor por los demás.
YO TE AMO TANTO que espero todos los días por una oración y el paisaje que pinto cada día es para ti. Pero bueno, te estás levantando de nuevo y otra vez, un día más, esperaré, sin nada más que mi amor por ti. ¡Que tengas un buen día, hijo mío!!”.
Tu Padre y Amigo: DIOS.
“Cuando te levantabas esta mañana, te observaba y esperaba que me hablaras, aunque sólo fueran unas cuantas palabras preguntando mi opinión o agradeciéndome por algo bueno que te haya sucedido ayer. Pero noté que estabas muy ocupado buscando la ropa adecuada para ponerte e ir al trabajo. Seguí esperando de nuevo.
Mientras corrías por la casa arreglándote, supe que habría unos cuantos minutos para que te detuvieras y me dijeras: “¡Hola!”, pero estabas demasiado ocupado. Por eso encendí el cielo, lo llené de colores y dulces cantos de pájaros, por si me oías. Pero ni siquiera te diste cuenta de esto.
Te observé mientras ibas rumbo al trabajo y esperé pacientemente todo el día. Con todas tus actividades supongo que estabas demasiado ocupado para decirme algo. De regreso vi tu cansancio y quise rociarte un poco para que el agua se llevara tu estrés; pensé agradarte para que así pensaras en mí, pero enfurecido ofendiste mi nombre. Deseaba tanto que me hablaras.
Después, al llegar a tu casa, encendiste el televisor, esperé pacientemente mientras lo veías y cenabas, pero nuevamente olvidaste hablar conmigo. Te noté cansado y entendí tu silencio, así que apagué el resplandor del cielo, pero no te dejé a oscuras, dejé prendida una estrella. En verdad fue hermoso, pero no estuviste interesado en verla.
A la hora de dormir, creo que ya estabas agotado. Después de decirle buenas noches a tu familia, caíste en la cama y casi de inmediato te dormiste. Acompañé con música tu sueño y mandé a mis ángeles nocturnos que te protegieran. No te diste cuenta, pero yo, despierto, pasé toda la noche junto a ti, velando con amor tu sueño.
Ya ves que tengo más paciencia de la que te imaginas. También quisiera enseñarte cómo tener paciencia y amor por los demás.
YO TE AMO TANTO que espero todos los días por una oración y el paisaje que pinto cada día es para ti. Pero bueno, te estás levantando de nuevo y otra vez, un día más, esperaré, sin nada más que mi amor por ti. ¡Que tengas un buen día, hijo mío!!”.
Tu Padre y Amigo: DIOS.
Descubrir en medio de este mundo a ese Dios que nos ama, que
entregó a su Hijo por nosotros, que está siempre esperando, es el verdadero
sentido de la transfiguración. Dios cada día nos muestra su gloria en las miles
de cosas y personas que nos rodean, solamente hace falta unos ojos dispuestos
para verlo y descubrirlo.
Nuestra vida esté llena de la presencia de Dios, pero
andamos tan ocupados en nuestros problemas y en nuestros asuntos, que pasamos
la mayoría del tiempo con los ojos cerrados para Dios.
Que cada día sintamos la experiencia del monte Tabor, como
los discípulos, para reconocer a ese Dios que se ha hecho hombre solo por amor
a nosotros, y que quiere entregarnos un mundo lleno de Él.
FELIZ DOMINGO Y QUE DIOS OS BENDIGA.
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