domingo, 28 de junio de 2020

DOMINGO XIII DEL TIEMPO ORDINARIO

LECTURA DEL SANTO EVANGELIO SEGÚN SAN MATEO 10,37-42

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus apóstoles:

«El que quiere a su padre o a su madre más que a mí, no es digno de mí; el que quiere a su hijo o a su hija más que a mí no es digno de mí; y el que no carga con su cruz y me sigue no es digno de mí.

El que encuentre su vida la perderá, y el que pierda su vida por mí la encontrará. El que os recibe a vosotros me recibe a mí, y el que me recibe, recibe al que me ha enviado; el que recibe a un profeta porque es profeta, tendrá recompensa de profeta; y el que recibe a un justo porque es justo, tendrá recompensa de justo.

El que dé a beber, aunque no sea más que un vaso de agua fresca, a uno de estos pequeños, solo porque es mi discípulo, en verdad os digo que no perderá su recompensa».

 

HOMILIA

Un profesor, delante de sus alumnos de la clase de filosofía, sin decir ni una palabra, cogió un bote grande de vidrio y procedió a llenarlo con piedras del tamaño de pelotas de golf.

   Después preguntó a los estudiantes si el bote estaba lleno. Los estudiantes estuvieron de acuerdo en decir que sí.

   El profesor cogió una caja llena de piedras del tamaño de perdigones y lo vació dentro del bote. Estas llenaron los espacios vacíos que quedaban entre las piedras más grandes.

   El profesor volvió a preguntar de nuevo a los estudiantes si el bote estaba lleno, y ellos volvieron a contestar que sí.

   Después el profesor cogió una caja con arena y la vació dentro del bote. Por supuesto que la arena llenó todos los espacios vacíos y el profesor volvió a preguntar de nuevo si el bote estaba lleno. En esta ocasión los estudiantes le respondieron con un sí unánime.

   El profesor, rápidamente añadió dos cafés al contenido del bote y efectivamente, el líquido llenó todos los espacios vacíos entre la arena. Los estudiantes reían. Cuando la risa se fue apagando, el profesor les dijo:

– Quiero que os fijéis que este bote representa la vida. Si primero pusiéramos la arena en el bote, no habría espacio para las piedras pequeñas ni para las grandes. Lo mismo sucede con la vida. Si utilizáramos todo el nuestro tiempo y energía en las cosas pequeñas, no tendríamos nunca lugar para las cosas realmente importantes.

Hoy el Evangelio parece que nos propone elegir entre amar a Dios o amar a las personas cercanas, y todo lo contrario es lo que quiere expresar. Hoy Jesús nos habla del amor con mayúscula, y nos dice que si llenamos el corazón de personas y de cosas, luego no hay lugar para Dios, pero al contrario, si llenamos el corazón de Dios, todas las demás cosas entrarán en él sin ningún problema.

No es cuestión de elegir, si amar a Dios o al mundo, sino que sólo amando a Dios, podremos amar a todo el mundo y no sólo a los más cercanos. Porque el amor cristiano no se centra sólo en unos cuantos, sino que se centra en Dios parar poder llegar a todos.

Que Dios sea nuestra piedra principal en  nuestro corazón, para que así nuestra familia, nuestros amigos e incluso nuestros enemigos tengan cabida en nuestro corazón, como en el corazón de Dios todos tenemos cabida.

FELIZ DOMINO Y QUE DIOS OS BENDIGA.


domingo, 21 de junio de 2020

DOMINGO XII DEL TIEMPO ORDINARIO

LECTURA DEL SANTO EVANGELIO SEGÚN SAN MATEO 10, 26-33

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:

«No tengáis miedo a los hombres, porque nada hay encubierto, que no llegue a descubrirse; ni nada hay escondido, que no llegue a saberse.

Lo que os digo en la oscuridad, decidlo a la luz, y lo que os digo al oído pregonadlo desde la azotea.

No tengáis miedo a los que matan el cuerpo, pero no pueden matar el alma. No; temed al que puede llevar a la perdición alma y cuerpo en la “gehenna”. ¿No se venden un par de gorriones por uno céntimo? Y, sin embargo, ni uno solo cae al suelo sin que lo disponga vuestro Padre. Pues vosotros hasta los cabellos de la cabeza tenéis contados. Por eso, no tengáis miedo; valéis más vosotros que muchos gorriones.

A quien se declare por mí ante los hombres, yo también me declararé por él ante mi Padre que está en los cielos. Y si uno me niega ante los hombres, yo también lo negaré ante mi Padre que está en los cielos»

HOMILIA

Un niño muy educado y formal subió a un avión, buscó su asiento y se sentó. El niño abrió su cuaderno de pintar y empezó a colorearlo. No presentaba rasgos de ansiedad ni nerviosismo al despegar el avión.

Durante un buen rato, hubo tormenta y mucha turbulencia. En un determinado momento hubo una sacudida fuerte, y todos se pusieron muy nerviosos, pero el niño mantuvo su calma y serenidad en todo momento.

¿Cómo lo hacía?, ¿Por qué estaba tan calmado? Una mujer frenética le preguntó:
Niño: ¿no tienes miedo?

No señora-, contestó el niño y mirando su cuaderno de pintar le dijo: "Mi padre es el piloto".

Hasta tres veces repite Jesús la frase ¡No tengáis miedo!, y es que una de las características principales de los cristianos es la confianza en que Dios es el piloto y que por tanto nuestra fe debe ayudarnos a vivir sin miedo al qué dirán, a las críticas o incluso a los ataques.

Vivimos en una sociedad en la que cada vez se ataca más a la Iglesia, y los cristianos no sabemos dar respuesta a esos ataques, o más bien no nos interesa complicarnos la vida y nos escondemos en nuestros templos y en nuestros grupos para no tener que dar respuesta de nuestra fe.

Ahora es el momento de gritar a pleno pulmón al mundo que somos cristianos, que no nos avergüenza y que sobre todo no tenemos miedo, porque sabemos que Dios está siempre con nosotros.

Que cada día sea una nueva oportunidad para mostrarle al mundo lo que somos, no porque gritemos mucho, ni porque hagamos mucho ruido, sino porque nuestra forma de vivir, nuestra forma de amar muestre a todos que somos cristianos y que no tenemos miedo de mostrarnos como tales.

FELIZ DOMINGO Y QUE DIOS OS BENDIGA.


domingo, 14 de junio de 2020

DOMINGO DEL CORPUS CHRISTI

LECTURA DEL SANTO EVANGELIO SEGÚN SAN JUAN 6, 51-58

En aquel tiempo, dijo Jesús a los judíos:

-- Yo soy el pan vivo que ha bajado del cielo; el que coma de este pan vivirá para siempre. Y el pan que yo daré es mi carne para la vida del mundo.

Disputaban los judíos entre sí:

-- ¿Cómo puede éste darnos a comer su carne?

Entonces Jesús les dijo:

-- Os aseguro que si no coméis la carne del Hijo del hombre y no bebéis su sangre, no tenéis vida en vosotros. El que come mi carne y bebe mi sangre tiene vida eterna, y yo lo resucitaré en el último día. Mi carne es verdadera comida, y mi sangre es verdadera bebida. El que come mi carne y bebe mi sangre habita en mí y yo en él. El Padre que vive me ha enviado, y yo vivo por el Padre; del mismo modo, el que me come vivirá por mí. Éste es el pan que ha bajado del cielo: no como el de vuestros padres, que lo comieron y murieron; el que come este pan vivirá para siempre.

HOMILÍA

En un pequeño pueblo, una mujer se llevó una gran sorpresa al ver que había llamado a su puerta un extraño, correctamente vestido, que le pedía algo de comer.

“Lo siento”, dijo ella, “pero ahora mismo no tengo nada en casa”.

“No se preocupe”, dijo amablemente el extraño. ”Tengo una piedra de sopa en mi cartera; si usted me permitiera echarla en un puchero de agua hirviendo, yo haría la más exquisita sopa del mundo. Un puchero muy grande, por favor.

A la mujer le picó la curiosidad, puso el puchero al fuego y fue a contar el secreto de la piedra de sopa a sus vecinas. Cuando el agua rompió a hervir, todo el vecindario se había reunido allí para ver a aquel extraño y su piedra de sopa.

El extraño dejó caer la piedra en el agua, luego probó una cucharada con verdadera delectación y exclamó:

“¡Deliciosa! Lo único que necesita es unas cuantas patatas.”

“¡Yo tengo patatas en mi cocina!”, gritó una mujer. Y en pocos minutos estaba de regreso con una gran fuente de patatas peladas que fueron derechas al puchero.

El extraño volvió a probar el brebaje.

“¡Excelente!, dijo; y añadió pensativamente:

“¡Si tuviéramos un poco de carne, haríamos un cocido de lo más apetitoso....!”

Otra ama de casa salió zumbando y regresó con un pedazo de carne que el extraño, tras aceptarlo cortésmente, introdujo en el puchero.

Cuando volvió a probar el caldo, puso los ojos en blanco y dijo:

“¡Ah, que sabroso! Si tuviéramos unas cuantas verduras, sería perfecto, absolutamente perfecto...”

Una de las vecinas fue corriendo hasta su casa y volvió con una cesta llenan de cebollas y zanahorias. Después de introducir las verduras en el puchero, el extraño probó nuevamente el guiso y, con tono autoritario, dijo:

“La sal”.

”Aquí la tiene”, le dijo la dueña de la casa.

A continuación dio orden:

“Platos para todo el mundo”.

La gente se apresuró a ir a sus casas en busca de platos. Algunos regresaron trayendo incluso pan y frutas. Luego se sentaron a disfrutar de la espléndida comida, mientras el extraño repartía abundantes raciones de su increíble sopa.

Todos se sentían extrañamente felices y mientras reían, charlaban y compartían por primera vez su comida. En medio del alborozo, el extraño se escabulló silenciosamente, dejando tras de sí la milagrosa piedra de sopa, que ellos podrían usar siempre que quisieran hacer la más deliciosa sopa del mundo.

Hoy celebramos el domingo del Corpus. La Iglesia pone un día especial para recordarnos que Cristo nos dejó su Cuerpo y su Sangre, no para que creáramos tradiciones, sino para que lo viviésemos. La Eucaristía es nuestra piedra de sopa, sólo poniendo cada uno de nosotros parte de nuestra vida en ella, será como tenga sentido.

El Señor nos dejó el mandato de “haced esto en conmemoración mía”, sólo cuando cumplimos ese mandato en comunidad, poniendo nuestro corazón en la Eucaristía, sólo entonces estamos cumpliendo su mandato.

Disfrutemos de este día, en el que el amor es el principal protagonista. Y amar no es otra cosa que dar lo que tengo, que poner mi corazón en las manos del Señor para que él haga la sopa más rica, porque en esa sopa está los corazones de todos.

FELIZ DOMINGO DEL CORPUS Y QUE DIOS OS BENDIGA.


domingo, 7 de junio de 2020

DOMINGO DE LA SANTÍSIMA TRINIDAD

LECTURA DEL SANTO EVANGELIO SEGÚN SAN JUAN 3, 16-18

Tanto amó Dios al mundo que entregó a su Hijo único para que no perezca ninguno de los que creen en él, sino que tengan vida eterna. Porque Dios no mandó su Hijo al mundo para juzgar al mundo, sino para que el mundo se salve por él. El que cree en él no será juzgado; el que no cree ya está juzgado, porque no ha creído en el nombre del Hijo único de Dios.

 

HOMILÍA

«Una noche, se reunieron las mariposas con el deseo de saber algo sobre la llama. Dijeron todas: “Tenemos que encontrar a alguien que pueda darnos noticias de este asombroso ser”. Una mariposa fue hasta un lejano castillo y percibió en su interior la luz de una vela. Volvió y contó lo que había visto; se puso a hacer la descripción de la vela según la medida de su inteligencia. Pero la sabia mariposa que presidía la reunión dijo: “no sabes nada de la llama”.

Otra mariposa pasó cerca de la vela y se aproximó. Tocó con sus alas la llama, la vela fue victoriosa y ella terminó con las alas algo chamuscadas. También volvió y reveló algo del misterio de la cuestión. Explicó un poco en qué consistía la unión con la vela; pero la mariposa sabia le dijo: “Tu explicación no es más exacta que la que ha dado tu compañera”.

Una tercera mariposa se levantó ebria de conocimiento; fue a echarse violentamente contra la llama de la vela: lanzada por sus patas de atrás, tendió al mismo tiempo las de delante hacia la llama. Ella misma se perdió y se identificó alegremente con la llama; la abrazó por completo y sus miembros se volvieron rojos como el fuego. Cuando la sabia mariposa, jefe de la reunión, vio de lejos como se había hecho una con la llama, dijo: “Sólo esta ha alcanzado el objetivo, ahora ella sabe algo sobre la llama”.

Lo mismo pasa con Dios, ¿Cuál es la característica principal de Dios? Unos dirán que el hecho de ser tres personas en una sola naturaleza es su definición, pero la realidad es que la característica principal no es otra que el amor. Y claro está sólo el que ha experimentado ese amor, y se ha quemado con él podrá saber realmente de que se trata.

Celebramos hoy la Santísima Trinidad, y de lo que hablamos hoy no es de cómo se explica eso, de cómo es posible que haya tres personas en una naturaleza, sino de lo que hace posible que eso sea así, y que no es otra cosa que el amor. Es el amor de Dios Padre por nosotros lo que hizo que enviara a Dios Hijo a morir para darnos nueva vida, y lo que hizo al Hijo a enviarnos a Dios Espíritu Santo para que estuviera siempre con nosotros.

Y sólo si hemos experimentado ese amor profundo que Dios nos tiene, entenderemos cómo es posible eso, y cómo es posible que en nuestra vida se siga haciendo presente ese Dios Trinidad, ya que cada vez que amamos a los demás, estamos mostrando al mundo ese gran misterio de la Trinidad, ya que con nuestro amor hacemos presente al Padre, con nuestra entrega, al Hijo, y con nuestra presencia y nuestra preocupación, al Espíritu Santo.

Que nosotros seamos testigos fieles de la Trinidad, no sólo porque creamos en ella, sino porque con nuestra vida la hagamos presente allí donde nosotros estemos.

FELIZ DOMINGO Y QUE DIOS OS BENDIGA.