domingo, 21 de julio de 2013

DOMINGO XVI DEL TIEMPO ORDINARIO

LECTURA DEL SANTO EVANGELIO SEGÚN SAN LUCAS 10, 38-42
En aquel tiempo, entró Jesús en una aldea, y una mujer llamada Marta lo recibió en su casa. Esta tenía una hermana llamada María, que, sentada a los pies del Señor, escuchaba su palabra. Y Marta se multiplicaba para dar abasto con el servicio; hasta que se paró y dijo:
-- Señor, ¿no te importa que mi hermana me haya dejado sola con el servicio? Dile que me eche una mano.
Pero el Señor le contestó:
-- Marta, Marta: andas inquieta y nerviosa con tantas cosas: solo una es necesaria. María ha escogido la parte mejor y no se la quitarán.
HOMILÍA
Un rico industrial del norte se horrorizó cuando vio a un pescador del sur tranquilamente recostado contra su barca y fumando en pipa. - ¿Por qué no has salido a pescar? - le preguntó el industrial. – Porque ya he pescado bastante por hoy- respondió el pescador. - ¿Y por qué no pescas más de lo que necesitas? – insistió el industrial. - ¿Y qué iba yo a hacer con ello? – preguntó a su vez el pescador. – Ganarías más dinero - fue la respuesta. De ese modo podrías poner un  motor a tu barca. Entonces podrías ir a aguas más profundas y pescar más peces. Entonces ganarías lo suficiente para comprarte unas redes de nylon, con las que obtendrías más peces y más dinero. Pronto ganarías para tener dos barcas y hasta una verdadera flota. Entonces serías rico como yo. - ¿Y qué haría entonces? – preguntó de nuevo el pescador. – Podrías sentarte y disfrutar de la vida – respondió el industrial. - ¿Y qué crees que estoy haciendo en este precioso momento? - respondió el satisfecho pescador. 
¿Cuántas veces nos afanamos en la vida sin buscar lo verdaderamente importante? ¿Cuántas veces gastamos energías en cosas que luego no van a servirnos para ser más felices?
Hoy el Señor no habla de no hacer nada, de quedarse quietos como María en vez de hacer muchas cosas como Marta, sino que habla de hacer lo que verdaderamente importa en cada momento.
Hay tiempo para trabajar, pero también hay tiempo para dedicarlo al Señor, para estar con él, para disfrutar de su presencia.
Una de las excusas que más me dicen para no ir a misa es la de no tengo tiempo. ¿Seguro? No podemos dedicar media hora a la semana a estar con el Señor y con los hermanos?, ¿a compartir un momento de intimidad con Dios?.
No pongamos más excusas, disfrutemos de esta vida en cada momento, sabiendo lo que verdaderamente importa y llevándolo a cabo.

FELIZ DOMINGO Y QUE DIOS OS BENDIGA.

domingo, 14 de julio de 2013

DOMINGO XV DEL TIEMPO ORDINARIO

LECTURA DEL SANTO EVANGELIO SEGÚN SAN LUCAS 10, 25-37
En aquel tiempo, se presentó un maestro de la Ley y le preguntó a Jesús para ponerlo a prueba:
-- Maestro, ¿qué tengo que hacer para heredar la vida eterna?
Él le dijo:
-- ¿Qué está escrito en la Ley? ¿Qué lees en ella?
Él letrado contestó:
-- Amarás al Señor, tu Dios, con todo tu corazón y con toda tu alma y con todas tus fuerzas y con todo tu ser. Y al prójimo como a ti mismo.
Él le dijo:
-- Bien dicho. Haz esto y tendrás la vida.
Pero el letrado, queriendo aparecer como justo, preguntó a Jesús:
-- ¿Y quién es mi prójimo?
Jesús dijo:
-- Un hombre bajaba de Jerusalén a Jericó, cayó en manos de unos bandidos, que lo desnudaron, lo molieron a palos y se marcharon, dejándolo medio muerto. Por casualidad, un sacerdote bajaba por aquel camino y, al verlo, dio un rodeo y pasó de largo. Y lo mismo hizo un levita que llegó a aquel sitio: al verlo dio un rodeo y pasó de largo. Pero un samaritano que iba de viaje, llegó a donde estaba él y, al verlo, le dio lástima, se le acercó, le vendó las heridas, echándoles aceite y vino, y, montándolo en su propia cabalgadura, lo llevó a una posada y lo cuidó. Al día siguiente, sacó dos denarios y, dándoselos al posadero, le dijo: "Cuida de él, y lo que gastes de más yo te lo pagaré a la vuelta." ¿Cuál de estos tres te parece que se portó como prójimo del que cayó en manos de los bandidos?
Él contestó:
-- El que practicó la misericordia con él.
Díjole Jesús:
-- Anda, haz tú lo mismo.
HOMILÍA
Cuentan que un muy buen hombre vivía en el campo, pero tenía graves problemas físicos. Un día se le apareció Jesús y le dijo: “Necesito que vayas hacia aquella gran roca de la montaña y te pido que la empujes día y noche durante un año”. El hombre quedó perplejo cuando escuchó estas palabras, pero obedeció y se dirigió a hacia la enorme roca de varias toneladas que Jesús le mostró. Empezó a empujarla con todas sus fuerzas, día tras día, pero no conseguía moverla ni un milímetro. A las pocas semanas llegó el demonio y le puso pensamientos en su mente: “ ¿Por qué sigues obedeciendo a Jesús. Yo no seguiría a alguien que me haga trabajar tanto y sin sentido. Debes alejarte, ya que es absurdo que sigas empujando esa roca que nunca vas a lograr mover”. El hombre trataba de pedirle a Jesús que le ayudara para no dudar de su voluntad, y aunque no entendía, se mantuvo en pie con su decisión de empujar. Con los meses, desde que se salía el sol hasta que se ocultaba, aquel hombre empujaba la enorme roca sin poder moverla. Mientras tanto, su cuerpo se fortalecía, sus brazos y piernas se hicieron cada vez más fuertes con el esfuerzo de todos los días. Cuando se cumplió el tiempo, el hombre elevó una oración a Jesús y le dijo: “Ya he hecho lo que me pediste, pero he fracasado, no pude mover la piedra ni un sólo centímetro”. Y se sentó a llorar amargamente, pensando en su muy evidente fracaso. Jesús apareció en ese momento y le dijo: “¿Por qué lloras?. ¿Acaso no te pedí que empujaras la roca?. No has fracasado. Yo nunca te pedí que la movieras, sino que la empujaras. En cambio mírate: tu problema físico ha desaparecido”. 
El Evangelio de hoy termina con la frases de Jesús: “anda y haz tu lo mismo”. Tener misericordia, amar a los demás por encima de todo, aunque sean nuestros enemigos, aunque nos caigan mal. Esa es una roca difícil de mover, pero cada día el Señor nos lo repite, porque sabe que sólo intentándolo, conseguiremos un día que esa roca pesada se mueva.
No es cuestión de desesperarse, es cuestión de perseverancia. Nos dice la primera lectura: “esta ley está en tu corazón y en tu boca”, porque Dios sabe que en nosotros está ña fuerza suficiente para llevar a cabo esa asombrosa misión que nos dejó.
Que no nos cansemos nunca de intentar amar a los demás, sólo así podremos un día gozar de la felicidad plena.

FELIZ DOMINGO Y FELIZ SEMANA.

domingo, 7 de julio de 2013

DOMINGO XIV DEL TIEMPO ORDINARIO

LECTURA DEL SANTO EVANGELIO SEGÚN SAN LUCAS 10, 1-12.17-20
En aquel tiempo designó el Señor a otros setenta y dos, y los mandó por delante, de dos en dos, a todos los pueblos y lugares donde pensaba ir él. Y les decía:
-- La mies es abundante y los obreros pocos: rogad, pues, al dueño de la mies que mande obreros a su mies. ¡Poneos en camino! Mirad que os mando como corderos en medio de lobos. No llevéis talega, ni alforja, ni sandalias; y no es detengáis a saludar a nadie por el camino. Cuando entréis en casa, decid primero: "Paz a este casa" Y si allí hay gente de paz, descansará sobre ellos vuestra paz; si no, volverá a vosotros. Quedaos en la misma casa, comed y bebed de lo que tengan: porque el obrero merece su salario. No andéis cambiando de casa. Si entráis en un pueblo y os reciben bien, comed lo que os pongan, curad a los enfermos que hay, y decid: "está cerca de vosotros el Reino de Dios".
HOMILÍA
El sabio había llegado a las afueras de la aldea y acampó bajo un árbol para pasar la noche. De pronto llegó corriendo hasta él un habitante de la aldea y le dijo:

- “¡La piedra! ¡Dame la piedra preciosa!”

- “¿Qué piedra?”, preguntó el sabio.

- “La otra noche se me apreció en sueños el Señor”, dijo el aldeano, “y me aseguró que si venía al anochecer a las afueras de la aldea, encontraría a un sabio que me daría una piedra preciosa que me haría rico para siempre”.

El sabio rebuscó en su bolsa y extrajo una piedra. “Probablemente se refería a ésta”, dijo mientras entregaba la piedra al aldeano. “La encontré en un sendero del bosque hace unos seis días. Por supuesto que puedes quedarte con ella.”

El hombre se quedó mirando la piedra con asombro. ¡Era un diamante! Tal vez el mayor diamante del mundo, pues era tan grande como la mano de un hombre.

Tomó el diamante y se marchó. Pasó la noche dando vueltas en la cama, totalmente incapaz de dormir. Al día siguiente, al amanecer, fue a despertar al sabio y le dijo:

- “Dame la riqueza que te permite desprenderte con tanta facilidad de este diamante”.
“No llevéis talega, ni alforja, ni sandalias; y no es detengáis a saludar a nadie por el camino”, les recomendó el Señor a los discípulos que había escogido para enviarlos. No necesitaban nada, llevaban el mayor tesoro en ellos, su fe y sus enseñanzas.
A lo largo de nuestra vida, nos empeñamos en cargar ¡nuestro corazón con muchas cosas que no sirven para nada, y que hacen que nuestra misión de anunciar el Evangelio sea infructuosa.
Hoy nos vuelve a decir el Señor que no nos hace falta nada, sólo nuestra fe, y que nuestro corazón se llene del amor que Dios nos tiene, para poder así regalarlo y anunciarlo a los demás.

FELIZ DOMINGO Y QUE DIOS OS BENDIGA