domingo, 27 de noviembre de 2022

DOMINGO PRIMERO DE ADVIENTO

 

LECTURA DEL SANTO EVANGELIO SEGÚN SAN MATEO 24, 37-44

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:

-- Cuando venga el Hijo del hombre, pasará como en tiempo de Noé. Antes del diluvio, la gente comía y bebía y se casaba, hasta el día en que Noé entró en el arca; y cuando menos lo esperaban llegó el diluvio y se los llevó a todos; lo mismo sucederá cuando venga el Hijo del Hombre: Dos hombres estarán en el campo: a uno se lo llevarán y a otro lo dejarán; dos mujeres estarán moliendo: a una se la llevarán y a otra la dejarán. Por tanto estad en vela, porque no sabéis qué día vendrá vuestro Señor. Comprended que si supiera el dueño de casa a qué hora de la noche viene el ladrón, estaría en vela y no dejaría abrir un boquete en su casa. Por eso estad también vosotros preparados, porque a la hora que menos penséis viene el Hijo del Hombre.

HOMILÍA

Ruth fue a su buzón de correo y solo había una carta. Ella la tomó y la miró antes de abrirla, y noto que no tenía nombre y dirección.

Ella leyó Querida Ruth: "Voy a estar en tu barrio el sábado en la tarde y quisiera verte. Te quiere siempre, Jesús". Sus manos temblaban mientras colocaba la carta en la mesa. Porque Dios querrá visitarme si no soy nadie especial? También recordó que no tenia nada que ofrecerle, pensando en eso, ella recordó su alacena vacía. "Oh, no tengo nada que ofrecerle. Tengo que ir al supermercado y comprar algo para la cena". Ella tomo su cartera que contenía 5.00 €. 

"Bueno, puedo comprar pan y embutidos por lo menos". Se puso el abrigo y corrió a la puerta. Compro una barra de pan, un cuarto de jamón de pavo y un cartón de leche lo que le dejo con tan solo doce céntimos hasta el lunes. Se sentía bien a medida que se acercaba a su casa con su humilde compra bajo el brazo. 

"Señorita, por favor, puede ayudarnos?" Ruth había estado tan sumergida en sus planes para la cena que no había notado dos figuras acurrucadas en la acera. Un hombre y una mujer, ambos vestidos de andrajos . "Mire señorita, no tengo trabajo y mi esposa y yo hemos estado viviendo en las calles, nos estamos congelando y tenemos mucha hambre y si usted nos pudiera ayudar se lo agradeceríamos mucho". 

Ruth los miro. Ellos estaban sucios y mal olientes y pensó que si ellos en verdad quisieran trabajar ya habrían conseguido algo. "Señor, me gustaría ayudarlos, pero soy pobre también. Todo lo que tengo es un poco de pan y jamón, y tendré un invitado especial a cenar esta noche y pensaba darle esto de comer." 

"Esta bien, comprendo. Gracias de todas maneras. El hombre puso su brazo sobre los hombros de la mujer y se fueron rumbo al callejón. 

Ella los miraba alejarse y sintió mucho dolor en su corazón". "Señor espere". La pareja se detuvo, mientras ellas corría hasta ellos. "¿Por qué no toman esta comida?, puedo servirle otra cosa a mi invitado", dijo ella mientras le entregada la bolsa del supermercado 

"Gracias. Muchas gracias señorita "Si, Gracias" Le dijo la mujer y Ruth pudo ver que estaba temblando de frío. "Sabe, tengo otro abrigo en casa, tome este", le dijo mientras se lo ponía sobre los hombros. Ella regreso a casa sonriendo y sin su abrigo ni comida que ofrecer a su invitado. Se estaba desanimando a medida que se acercaba a la puerta de su casa, pensando que no tenía nada que ofrecer al Señor. 

Cuando metió la llave en la cerradura notó otro sobre en su buzón. "Qué raro. Usualmente, el cartero no viene dos veces el mismo día". 

Ella tomo el sobre y lo abrió: Querida Ruth: Fue muy agradable verte de nuevo. Gracias por la comida y gracias también por el hermoso abrigo. Te quiere siempre, Jesús.

Estad vigilantes porque no sabéis el día ni la hora. Ese es el mandato de Jesús, y no lo dice porque no sabemos cuándo vamos a morir, sino porque no sabemos cuándo nos vamos a encontrar con él.

Cada día el Señor sale a nuestro paso y a nuestro encuentro en cada persona, en cada acontecimiento, y nosotros debemos estar preparados para acogerle, para aceptarle, con las distintas formas con las que Él se quiere presentar.

No dejemos que nuestras prisas nos impidan ver a ese Cristo que se acerca a nosotros y que necesita de nuestra ayuda, de nuestro cariño, de nuestro amor.

Que este tiempo de adviento nos sirva para estar más atentos, porque el día que menos pensemos, Dios viene a nuestras vidas y lo tenemos que acoger.

FELIZ DOMINGO, FELIZ ADVIENTO. QUE DIOS OS BENDIGA.

domingo, 20 de noviembre de 2022

DOMINGO DE CRISTO REY DEL UNIVERSO

 

LECTURA DEL SANTO EVANGELIO SEGÚN SAN LUCAS 23, 35-43

En aquel tiempo, las autoridades hacían muecas a Jesús, diciendo:

-- A otros ha salvado; que se salve a sí mismo, si él es el Mesías de Dios, el

Elegido.

Se burlaban de él también los soldados, ofreciéndole vinagre y diciendo:

-- Si eres tú el rey de los judíos, sálvate a ti mismo.

Había encima un letrero en escritura griega, latina y hebrea: "Éste es el rey de los judíos".

Uno de los malhechores crucificados lo insultaba, diciendo:

--¿No eres tú el Mesías? Sálvate a ti mismo y a nosotros.

Pero el otro lo increpaba:

-- ¿Ni siquiera temes tú a Dios, estando en el mismo suplicio? Y lo nuestro es justo, porque recibimos el pago de lo que hicimos; en cambio, éste no ha faltado en nada.

Y decía:

-- Jesús, acuérdate de mí cuando llegues a tu reino.

Jesús le respondió:

-- Te lo aseguro: hoy estarás conmigo en el paraíso.

HOMILIA

El hombre caminaba paseando por aquellas pequeñas callecitas de la ciudad provinciana. Como tenía tiempo, se detenía algunos instantes en cada vidriera, en cada negocio, en cada plaza. Al dar vuelta una esquina se encontró de pronto frente a un modesto local cuya marquesina estaba en blanco. Intrigado, se acercó y arrimó la cara al cristal para poder mirar dentro del oscuro escaparate… pero en el interior sólo vio un atril que sostenía un cartel escrito a mano. El anuncio era curioso: Tienda de la verdad.

El hombre, sorprendido, pensó que era un nombre de fantasía, pero no pudo imaginar qué vendían. Entonces entró y, acercándose a la señorita que estaba en el primer mostrador, preguntó:

–Perdón, ¿ésta es la tienda de la verdad?

–Sí, señor, ¿Qué tipo de verdad anda buscando: verdad parcial, verdad relativa, verdad estadística, verdad completa…?

Pues sí, allí vendían verdad. Nunca él se había imaginado que esto fuera posible: llegar a un lugar y llevarse la verdad. Era maravilloso.

–Verdad completa – contestó sin dudarlo.“Estoy tan cansado de mentiras y falsificaciones”, pensó, “no quiero más generalizaciones ni justificaciones, engaños ni defraudaciones”.

–¡Verdad plena! –ratificó.

–Perdón, ¿el señor ya sabe el precio?

–No, ¿cuál es? –contestó rutinariamente, aunque en realidad él sabía que estaba dispuesto a pagar lo que fuera por toda la verdad.

–Mire, que si usted se la lleva –dijo la vendedora – posiblemente durante un largo tiempo no pueda dormir del todo tranquilo.

Un frío corrió por la espalda del hombre, que pensó durante unos minutos. Nunca se había imaginado que el precio fuera tan alto.

–Gracias y disculpe… –balbuceó finalmente, antes de salir del negocio mirando el piso. Se sintió un poco triste al darse cuenta de que todavía no estaba preparado para la verdad absoluta, de que todavía necesitaba algunas mentiras donde encontrar descanso, algunos mitos e idealizaciones en los cuales refugiarse, algunas justificaciones para no tener que enfrentarse consigo mismo. “Quizá más adelante…”, pensó.

Celebramos en este último domingo del tiempo ordinario la festividad de Cristo Rey. Reconocemos a Cristo como soberano de nuestra vida, como el que rige nuestros corazones.

Domingo que también podríamos llamar el del mundo al revés. Un mundo distinto, un mundo nuevo, un mundo regido con los esquemas de Dios y no con los de los hombres. Porque todos los atributos que nosotros le damos a un rey, Cristo los tomó y les dio un sentido nuevo.

La riqueza, la cambió por humildad y pobreza. El poder, lo cambió por amor, por perdón y por misericordia. El trono, lo cambió por una cruz donde hasta un ladrón lo reconoció como rey. Los súbditos, los cambió por hermanos.

Esa es nuestra verdad absoluta. Ese es nuestro rey, ese es el legado que nos ha dejado, y lo único que nos pide es que hagamos nosotros lo mismo. Que no busquemos riquezas ni poder más que desde la humildad, el amor, el perdón…

Mostrémosle al mundo esta gran verdad, que se puede ser grande desde la pequeñez, que se puede ser rico compartiendo, que se puede tener poder amando mucho, que merece la pena un nuevo orden social en el que el más grande sea el servidor de todos. Porque si nosotros empezamos a hacerlo en nuestro pueblo, con nuestros vecinos, seguro que Cristo será realmente el rey que rija los corazones de todos los que nos llamamos cristianos.

FELIZ DOMINGO Y QUE CRISTO REY OS BENDIGA.

domingo, 13 de noviembre de 2022

DOMINGO TREINTA Y TRES DEL TIEMPO ORDINARIO

 

LECTURA DEL SANTO EVANGELIO SEGÚN SAN LUCAS 21, 5-19

En aquel tiempo, algunos ponderaban la belleza del templo, por la calidad de la piedra y los exvotos. Jesús les dijo:

--Esto que contempláis, llegará un día en que no quedará piedra sobre piedra: todo será destruido.

Ellos le preguntaron:

--Maestro, ¿Cuándo va a ser eso?, ¿y cuál será la señal de que todo eso está para suceder?

Él contestó:

--Cuidado con que nadie os engañe. Porque muchos vendrán usurpando mi nombre, diciendo: "Yo soy", o bien: "el momento está cerca"; no vayáis tras ellos. Cuando oigáis noticias de guerras y de revoluciones, no tengáis pánico. Porque eso tiene que ocurrir primero, pero el final no vendrá en seguida.

Luego les dijo:

--Se alzará pueblo contra pueblo y reino contra reino, habrá grandes terremotos, y en diversos países epidemias y hambre. Habrá también espantos y grandes signos en el cielo. Pero antes de todo eso os echarán mano, os perseguirán, entregándoos a los tribunales y a la cárcel, y os harán comparecer ante reyes y gobernadores, por causa de mi nombre: así tendréis ocasión de dar testimonio. Haced propósito de no preparar vuestra defensa, porque yo os daré palabras y sabiduría a las que no podrá hacer frente ni contradecir ningún adversario vuestro. Y hasta vuestros padres, y parientes, y hermanos, y amigos os traicionarán, y matarán a algunos de vosotros, y todos os odiarán por causa de mi nombre. Pero ni un cabello de vuestra cabeza perecerá; con vuestra perseverancia salvaréis vuestras almas.

HOMILIA

Un hombre decidió pasar algunas semanas en un monasterio de Nepal. Cierta tarde entró en uno de los numerosos templos de la región y encontró a un monje sentado en el altar, sonriendo. Le preguntó por qué sonreía.

- "Porque entiendo el significado de los plátanos", fue su respuesta.

Dicho esto, abrió la bolsa que llevaba, extrayendo de ella un plátano podrido.

- "Esta es la vida que pasó y no fue aprovechada en el momento adecuado; ahora es demasiado tarde."

Seguidamente, sacó de la bolsa un plátano aún verde, lo mostró y volvió a guardarlo.

- "Esta es la vida que aún no sucedió, es necesario esperar el momento adecuado."

Finalmente tomó un plátano maduro, lo peló y lo compartió con él.

"Esta es la vida en el momento presente. Aliméntate con ella y vívela sin miedos y sin culpas”.

Cuando el Señor habla de ese final de los tiempos, cuando les dice a todos que todo lo que ven un día va a desaparecer, no lo dice para meterles miedo ni para meternos miedo a nosotros, sino, todo lo contrario, para espabilarnos, para que no nos durmamos en nuestro día a día.

Cada día se nos presentan miles de oportunidades para dar testimonio de nuestra fe, de lo que somos, y sin embargo, nos hemos acomodado a vivir nuestra fe de una manera rutinaria, e incluso de manera anónima. Estamos en un mundo que cada vez nos pisotea más, critican a la Iglesia y a los cristianos, y seguimos impasibles.

Por eso el Señor nos dice que es ahora cuando debemos dar testimonio, cuan debemos perseverar de una manera firme, cuando debemos mostrarles a todos que nuestra fe no es cosa del pasado, o de costumbres, sino que sigue viva.

Vivamos el presente aprovechando cada momento para amar, para perdonar, para dar testimonio de Aquel que camina a nuestro lado. Sólo así daremos testimonio de lo que somos y de lo que creemos.

FELIZ DOMINGO Y QUE DIOS OS BENDIGA.

domingo, 6 de noviembre de 2022

DOMINGO TREINTA Y DOS DEL TIEMPO ORDINARIO

 

LECTURA DEL SANTO EVANGELIO SEGÚN SAN LUCAS 20, 27-38

En aquel tiempo, se acercaron a Jesús unos saduceos, que niegan la resurrección, y le preguntaron:

-- Maestro, Moisés nos dejó escrito: Si a uno se le muere su hermano, dejando mujer, pero sin hijos, cásese con la viuda y dé descendencia a su hermano. Pues bien, había siete hermanos: el primero se casó y murió sin hijos. Y el segundo y el tercero se casaron con ella, y así los siete murieron sin dejar hijos. Por último murió la mujer. Cuando llegue la resurrección, ¿de cuál de ellos será la mujer? Porque los siete han estado casados con ella.

Jesús les contestó:

-- En esta vida, hombres y mujeres se casan; pero los que sean juzgados dignos de la vida futura y de la resurrección de entre los muertos no se casarán. Pues ya no pueden morir, son como ángeles; son hijos de Dios, porque participan en la resurrección. Y que resucitan los muertos, el mismo Moisés lo indica en el episodio de la zarza, cuando llama al Señor "Dios de Abrahán, Dios de Isaac, Dios de Jacob". No es Dios de muertos, sino de vivos; porque para él todos están vivos.

HOMILIA

Uno de los pilares en los que se apoya nuestra fe cristiana es creer en la resurrección de los muertos, en la vida eterna. Jesús lo dijo muchas veces y de todas las formas posibles. Que Dios nos tiene preparada una nueva vida en la que disfrutaremos para siempre de su compañía, de su amor.

El cómo sucederá eso, nadie lo sabe, pero lo que si sabemos y creemos es que toda nuestra vida debe estar dirigida a esa nueva vida que brota del amor de Dios.

Una vida que cree en la resurrección, debe ser una vida llena de luz, llena de esperanza y sobre todo debe llenar de vida a todos los que los rodean.

Un hombre, su caballo y su perro iban por una carretera. Cuando pasaban cerca de un árbol enorme cayó un rayo y los tres murieron fulminados. Pero el hombre no se dio cuenta de que ya había abandonado este mundo, y prosiguió su camino con sus dos animales (a veces los muertos andan un cierto tiempo antes de ser conscientes de su nueva condición...).

La carretera era muy larga y colina arriba. El sol era muy intenso, y ellos estaban sudados y sedientos. En una curva del camino vieron un magnífico portal de mármol, que conducía a una plaza pavimentada con adoquines de oro. El caminante se dirigió al hombre que custodiaba la entrada y entabló, con él, el siguiente diálogo:

- “Buenos días.”

- “Buenos días”, respondió el guardián.

- “¿Cómo se llama este lugar tan bonito?”

- “Esto es el Cielo.”

- “¡Qué bien que hayamos llegado al Cielo, porque estamos sedientos!”

- “Usted puede entrar y beber tanta agua como quiera. Y el guardián señaló la fuente.”

- “Pero mi caballo y mi perro también tienen sed...”

- “Lo siento mucho”, dijo el guardián, “pero aquí no se permite la entrada a los animales.”

El hombre se levantó con gran disgusto, puesto que tenía muchísima sed, pero no pensaba beber solo. Dio las gracias al guardián y siguió adelante.

Después de caminar un buen rato cuesta arriba, ya exhaustos los tres, llegaron a otro sitio, cuya entrada estaba marcada por una puerta vieja que daba a un camino de tierra rodeado de árboles. A la sombra de uno de los árboles había un hombre echado, con la cabeza cubierta por un sombrero. Posiblemente dormía.

- “Buenos días”, dijo el caminante.

El hombre respondió con un gesto de la cabeza.

- “Tenemos mucha sed, mi caballo, mi perro y yo.”

- “Hay una fuente entre aquellas rocas”, dijo el hombre, indicando el lugar. “Podéis beber tanta agua como queráis.”

El hombre, el caballo y el perro fueron a la fuente y calmaron su sed. El caminante volvió atrás para dar las gracias al hombre.

- “Podéis volver siempre que queráis”, le respondió éste.

- “A propósito ¿cómo se llama este lugar?”, preguntó el hombre.

- “El Cielo.”

- “¿El Cielo? ¡Pero si el guardián del portal de mármol me ha dicho que aquello era el Cielo!”

- “Aquello no era el Cielo. Era el Infierno”, contestó el guardián.

El caminante quedó perplejo.

- “¡Deberíais prohibir que utilicen vuestro nombre! ¡Esta información falsa debe provocar grandes confusiones!”, advirtió el caminante.

- “¡De ninguna manera!”, increpó el hombre. “En realidad, nos hacen un gran favor, porque allí se quedan todos los que son capaces de abandonar a sus mejores amigos.”

Nuestra fe en la resurrección, nos debe mover a hacer vivir ya en este mundo a los demás un anticipo de esa nueva vida, a probar ya en la tierra lo que un día se nos ha prometido para el cielo. No podemos vivir en una espera pasiva, sino en una espera activa en la que construyamos ya entre nosotros esa nueva vida.

Creer en la resurrección, es también creer, que nosotros somos los responsables de hacer que en este mundo se acaben todos los mecanismos de muerte que hay a nuestro lado. Ser capaces de levantar a los que están caídos, porque no encuentran sentido a su vida. De dar ejemplo de que merece la pena vivir esta vida en plenitud, desde el amor y la entrega a los demás.

Creer en la resurrección es ser defensores de la vida en todas las circunstancias que se nos presentan. Es ser en nuestro ambiente constructores de vida, y una vida plena.

Vivamos nuestra vida desde la alegría de la resurrección y contagiemos esa alegría a todos los que nos rodean, seguro que así nosotros viviremos más felices, y haremos que los demás también.

FELIZ DOMINGO Y QUE DIOS OS BENDIGA.

martes, 1 de noviembre de 2022

SOLEMNIDAD DE TODOS LOS SANTOS

 LECTURA DEL SANTO EVANGELIO SEGÚN SAN MATEO 5, 1-12a

Viendo la muchedumbre, subió al monte, se sentó, y sus discípulos se le acercaron. Y tomando la palabra, les enseñaba diciendo: «Bienaventurados los pobres de espíritu, porque de ellos es el Reino de los Cielos. Bienaventurados los mansos, porque ellos poseerán en herencia la tierra. Bienaventurados los que lloran, porque ellos serán consolados. Bienaventurados los que tienen hambre y sed de justicia, porque ellos serán saciados. Bienaventurados los misericordiosos, porque ellos alcanzarán misericordia. Bienaventurados los limpios de corazón, porque ellos verán a Dios. Bienaventurados los que trabajan por la paz, porque ellos serán llamados hijos de Dios. Bienaventurados los perseguidos por causa de la justicia, porque de ellos es el Reino de los Cielos. Bienaventurados seréis cuando os injurien, y os persigan y digan con mentira toda clase de mal contra vosotros por mi causa. Alegraos y regocijaos, porque vuestra recompensa será grande en los cielos; pues de la misma manera persiguieron a los profetas anteriores a vosotros.»

HOMILÍA

Cierto día el discípulo le dijo a su maestro:

- “Lo que más me deprime es la absoluta vulgaridad de mi existencia. Jamás en la vida he hecho nada tan importante como para merecer la atención del mundo”.

- “Te equivocas si piensas que es la atención del mundo lo que hace que una acción sea importante”, dijo el Maestro.

Siguió una larga pausa.

- “Bueno, pero es que tampoco he hecho nada que haya influido en alguien, ni para bien ni para mal...”

- “Te equivocas si piensas que es el influir en los demás lo que hace que una acción sea importante”, volvió a decir el Maestro.

- “Pero, entonces, ¿qué es lo que hace que una acción sea importante?”

- “El realizarla por sí misma y poniendo en ello todo el propio ser. Entonces resulta ser una acción desinteresada, semejante a la actividad de Dios”.

Hoy la Iglesia celebra la festividad de todos los Santos, recordamos a todas aquellas personas que han pasado por la vida realizando acciones desinteresadas, mostrando a los que tenían a su alrededor que en la vida se pueden llevar a cabo los mandatos del Señor, de amar sin esperar nada a cambio.

Todos conocemos este tipo de personas, personas que han dejado huella en nuestras vidas, no porque fueran los más inteligentes, ni los más poderosos, sino porque su estilo de vida nos ha enseñado a ser generosos, a ser bondadosos, a tener compasión, etc…

Disfrutemos de este día recordando a todos nuestros santos, pero sobre todo hagámoslo como a ellos les hubiera gustado, imitando su vida, imitando su forma de ser cristianos.

QUE DIOS OS BENDIGA Y FELIZ DÍA DE TODOS LOS SANTOS.