LECTURA DEL SANTO EVANGELIO SEGÚN SAN MARCOS 1, 12- 15
En aquel tiempo el Espíritu empujó a Jesús al desierto. Se
quedó en el desierto cuarenta días, dejándose tentar por Satanás, vivía entre
alimañas y los ángeles le servían. Cuando arrestaron a Juan, Jesús se marchó a
Galilea a proclamar el Evangelio de Dios. Decía:
-- Se ha cumplido el plazo, está cerca el reino de Dios:
convertíos y creer en el Evangelio.
HOMILÍA
Cierto día un muchacho se acercó a un maestro y le pidió que
le enseñara quien era Dios. El maestro le dijo que no se lo podía enseñar. Pero
el joven insistió tanto que el maestro le dijo que lo siguiera.
Llegaron a la orilla de un arroyo y el maestro le pidió que
se acercase al arroyo y que mirara el fondo del rio. Cuando el joven estaba agachado
el maestro lo cogió de la cabeza y la metió en el agua. En cuanto el joven tuvo
la cabeza metida en el agua comenzó a patalear y a mover los brazos.
Al sacarlo el maestro le preguntó: ¿en quién has pensado
mientras tenias la cabeza metida en el agua, en tu familia, en tus amigos?
No, repuso el joven, solo en que quería respirar, tenía
hambre de aire.
Pues cuando tengas la misma hambre de Dios, entonces podré
enseñarte quien es Él, repuso el maestro.
Solamente cuando se desea por completo a Dios, él puede
entrar en nuestra vida, y por eso, la Iglesia nos presenta 40 días para ir abriéndonos
el hambre de Él, de su gran misterio, de su muerte y resurrección.
La cuaresma no es un tiempo para preparar las cosas de
Semana Santa, sino para preparar nuestra vida ante ese gran misterio que
celebramos. Todas las prácticas cuaresmales, como el ayuno, la abstinencia, la
confesión, son simples formas de ir abriéndonos el apetito de Dios, buscando
ese hambre de Dios que nos haga desearlo por encima de todo.
Por eso vamos a buscar aquello que nos pueda servir para
tener hambre de Dios. Abstengámonos de todo aquello que nos sacia parcialmente,
y busquemos completar nuestra vida sólo con aquel que nos puede llenar de
verdad.
Aprovechemos esta Cuaresma, para que cuando llegue la Semana
Santa, podamos vivirla en plenitud, porque tengamos hambre de Dios, hambre de
vida.
FELIZ DOMINGO Y QUE DIOS OS BENDIGA.