domingo, 30 de octubre de 2022

DOMINGO TREINTA Y UNO DEL TIEMPO ORDINARIO

 

LECTURA DEL SANTO EVANGELIO SEGÚN SAN LUCAS 19, 1-10

En aquel tiempo, entró Jesús en Jericó y atravesaba la ciudad. Un hombre llamado Zaqueo, jefe de publicanos y rico, trataba de distinguir quien era Jesús, pero la gente se lo impedía porque era de bajo de estatura. Corrió más adelante y se subió a una higuera para verlo, porque tenía que pasar por allí. Jesús, al llegar a aquel sitio, levantó los ojos y dijo:

--Zaqueo, baja en seguida, porque hoy tengo que alojarme en tu casa.

Él bajó en seguida, y lo recibió muy contento. Al ver esto, todos murmuraban

diciendo:

--Ha entrado a hospedarse en casa de un pecador.

Pero Zaqueo se puso en pie, y dijo al Señor.

--Mira, la mitad de mis bienes, Señor, se la doy a los pobres; y si de alguno me he aprovechado, le restituiré cuatro veces más.

Jesús contestó:

--Hoy ha sido la salvación de esta casa; también éste es hijo de Abrahán. Porque el Hijo del Hombre ha venido a buscar y a salvar lo que estaba perdido.

HOMILIA

Un científico, que vivía preocupado con los problemas del mundo, estaba resuelto a encontrar los medios para aminorarlos. Pasaba sus días en su laboratorio en busca de respuesta para sus dudas.

Cierto día, su hijo de seis años invadió su santuario, decidido a ayudarlo a trabajar. El científico, nervioso por la interrupción, le pidió al niño que fuese a jugar a otro lado. Viendo que era imposible sacarlo, el padre pensó en algo que pudiera entretenerlo. De repente se encontró con una revista, en donde había un mapa con el mundo, justo lo que precisaba. Con unas tijeras, recortó el mapa en varios pedazos y junto con un rollo de cinta, se lo entregó a su hijo diciendo:

- “Como te gustan los rompecabezas, te voy a dar el mundo todo roto para que lo repares sin la ayuda de nadie.”

Entonces calculó que al pequeño le llevaría 10 días componer el mapa, pero no fue así. Pasadas algunas horas, escuchó la voz del niño que lo llamaba calmadamente:

- "Papá, papá, ya hice todo, conseguí terminarlo".

Al principio el padre no creyó en el niño. Pensó que sería imposible que, a su edad, hubiera conseguido componer un mapa que jamás había visto antes. Desconfiado, el científico levantó la vista de sus anotaciones, con la certeza de que vería el trabajo digno de un niño. Para su sorpresa, el mapa estaba completo. Todos los pedazos habían sido colocados en sus debidos lugares. ¿Cómo era posible?¿Cómo el niño había sido capaz?

– “Hijito, tu no sabías cómo era el mundo, cómo lo lograste?”

– “Papá, yo no sabía cómo era el mundo, pero cuando sacaste el mapa de la revista para recortarlo, vi que del otro lado estaba la figura del hombre. Así, que di vuelta a los recortes, y comencé a recomponer al hombre, que sí sabía cómo era.”

- “Cuando conseguí arreglar al hombre, di vuelta a la hoja y vi que había arreglado al mundo.”

Jesucristo, vino a este mundo para cambiarlo, para enseñarnos un modelo nuevo de humanidad, pero para llevarla a cabo debía comenzar por cambiar al hombre concreto, por rehacer aquello que el mundo había roto, y así poco a poco poder ir cambiando a la humanidad completa.

Eso es lo que hizo con Zaqueo, un hombre deseoso de encontrar una vida nueva, algo distinto en lo que creer, y que le llenase de alegría. Y eso lo consiguió Jesús amándolo y acogiéndolo.

Es así como nosotros debemos vivir nuestra vida de cristianos. A cada uno el Señor nos ha amado, se ha entregado por nosotros y ahora nos dice, “haz tu lo mismo”. No te desentiendas de este mundo, cámbialo, pero hazlo al estilo de Jesús, amando al hombre concreto, a esa persona que te encuentras cada día, a ese que te ha hecho daño, a ese que no hace las cosas como a ti te gusta. Ámalo, acércate a él, porque tu amor puede transfórmalo a él y a este mundo.

FELIZ DOMINGO Y QUE DIOS OS BENDIGA.

domingo, 23 de octubre de 2022

DOMINGO TREINTA DEL TIEMPO ORDINARIO

 

LECTURA DEL SANTO EVANGELIO SEGÚN SAN LUCAS 18, 9-14

En aquel tiempo, dijo Jesús esta parábola a algunos que, teniéndose por justos, se sentían seguros de sí mismos y despreciaban a los demás:

-- Dos hombres subieron al templo a orar. Uno era fariseo; el otro, un publicano. El fariseo, erguido, oraba así en su interior: "¡Oh Dios!, te doy gracias, porque no soy como los demás: ladrones, injustos, adúlteros; ni como ese publicano. Ayuno dos veces por semana y pago el diezmo de todo lo que tengo." El publicano, en cambio, se quedó atrás y no se atrevía ni a levantar los ojos al cielo; sólo se golpeaba el pecho, diciendo: "¡Oh Dios!, ten compasión de este pecador." Os digo que éste bajó a su casa justificado, y aquél no. Porque todo el que se enaltece será humillado, y el que se humilla será enaltecido.

HOMILIA

El dueño de una tienda estaba colocando un anuncio en la puerta que decía:

"Cachorritos en venta".

Esa clase de anuncios siempre atraen a los niños, y pronto un niñito apareció en la tienda preguntando:

"¿Cuál es el precio de los perritos?"

El dueño contestó: "Entre $30 y $50". El niñito metió la mano en su bolsillo y sacó unas monedas:

"Sólo tengo $2.37... ¿puedo verlos?". El hombre sonrió y silbó.

De la trastienda salió su perra corriendo seguida por cinco perritos. Uno de los perritos estaba quedándose considerablemente atrás. El niñito inmediatamente señaló al perrito rezagado que cojeaba. "¿Qué le pasa a ese perrito?", preguntó. El hombre le explicó que cuando el perrito nació, el veterinario le dijo que tenía una cadera defectuosa y que cojearía por el resto de su vida.  El niñito se emocionó mucho y exclamó: "¡Ese es el perrito que yo quiero comprar!".

Y el hombre replicó:

"No, tú no vas a comprar ese cachorro. Si tú realmente lo quieres, yo te lo regalo". Y el niñito se disgustó  y mirando directo a los ojos del hombre le dijo:

"Yo no quiero que usted me lo regale. Él vale tanto como los otros perritos y yo le pagaré el precio completo. De hecho, le voy a dar mis $2.37 ahora y 50 centavos cada mes hasta que lo haya pagado completo".

El hombre contestó: "Tú en verdad no querrás comprar ese perrito, hijo. El nunca será capaz de correr, saltar y jugar como los otros perritos".

El niñito se agachó y se levantó la pierna de su pantalón para mostrar su pierna izquierda, cruelmente retorcida e inutilizada, soportada por un gran aparato de metal. Miró de nuevo al hombre y le dijo:

"Bueno, yo no puedo correr muy bien tampoco, y el perrito necesitará a alguien que lo entienda".

Cada uno de nosotros, gracias a Dios, somos distintos. Tenemos unas cualidades y una forma de pensar y de actuar que nos hace diferentes a los demás, pero eso no nos hace ni mejores ni peores.

El Señor nos conoce, por eso no sólo no se fija en lo que hacemos, ni siquiera en las faltas que cometemos. Sólo se fija en aquello que llevamos en nuestro corazón, en nuestra debilidad, en lo que realmente nos hace ser hijos de Dios.

Aquel publicano era un pecador, y seguramente después de aquella oración siguió cayendo en muchos fallos, pero Dios se quiso hacer uno con él para comprenderle, para entenderle y para acompañarle, sólo porque lo necesitaba. El fariseo no necesitaba a Dios, se bastaba consigo mismo.

Seamos capaces de dejar a Dios acompañarnos en nuestro camino de la vida, abriéndole nuestro corazón, y dejándonos amar por él, tal y como nosotros somos.

FELIZ DOMINGO Y QUE DIOS OS BENDIGA.

domingo, 16 de octubre de 2022

DOMINGO VEINTINUEVE DEL TIEMPO ORDINARIO

 LECTURA DEL SANTO EVANGELIO SEGÚN SAN LUCAS 18, 1-8

En aquel tiempo, Jesús, para explicar a sus discípulos cómo tenían que orar siempre sin desanimarse, les propuso esta parábola:

-- Había un juez en una ciudad que ni temía a Dios ni le importaban los hombres. En la misma ciudad había una viuda que solía ir a decirle: "Hazme justicia frente a mi adversario"; por algún tiempo se negó, pero después se dijo: "Aunque ni temo a Dios ni me importan los hombres, como esa viuda me está fastidiando, le haré justicia, no vaya a acabar pegándome en la cara."

Y el Señor respondió:

-- Fijaos en lo que dice el juez injusto; pues Dios, ¿no hará justicia a sus elegidos que le gritan día y noche?; ¿o les dará largas? Os digo que les hará justicia sin tardar. Pero, cuando venga el Hijo del hombre, ¿encontrará esta fe en la tierra?

HOMILÍA

Una noche tuve un sueño: Soñé que con el Señor caminaba por la playa, y a través del cielo, escenas de mi vida pasaban. Por cada escena que pasaba percibí que quedaron dos pares de pisadas en la arena. Unas eran las mías y las otras las del Señor. Cuando la última escena pasó delante nuestro, miré hacia atrás, hacia las pisadas en la arena, y noté que muchas veces en el camino de mi vida había sólo una par de pisadas en la arena. Noté también que esto sucedió en los momentos más difíciles de mi vida. Esto me perturbó y, entonces, pregunté al Señor: “Señor, tú me dijiste, cuando yo resolví seguirte, que andarías conmigo a lo largo de todo el camino, pero he notado que durante los peores momentos de mi vida se divisan en la arena sólo un par de pisadas. No comprendo por qué me dejaste en las horas que más te necesitaba”. Entonces El, clavando en mí su mirada infinita de amor, me contestó: “Mi hijo querido, yo siempre te he amado y jamás te dejaría en los momentos más difíciles. Cuando viste en la arena un solo par de pisadas, fue justamente allí donde yo te cargué en mis brazos”.

 

Confianza y perseverancia son las palabras que hoy definen el Evangelio. Confianza en Dios, en su presencia, en su cuidado. Y perseverancia cuando las cosas no salen como a nosotros nos gustaría, porque a pesar de que muchas veces no vemos a ese Dios a nuestro lado, Él siempre camina con nosotros.

Hoy el Señor, nos pide que perseveremos, que sigamos adelante, y que sobre todo aunque las cosas no salgan como nosotros queremos sigamos sintiendo en nuestras vidas a ese Dios que nos ama, y que murió por nosotros, sólo para salvarnos.

Nunca nos cansemos de caminar, nunca perdamos la esperanza, ya que Dios camina a nuestro lado y nos sostiene en sus brazos cuando más lo necesitamos.

FELIZ DOMINGO Y QUE DIOS OS BENDIGA.

domingo, 9 de octubre de 2022

DOMINGO VEINTIOCHO DEL TIEMPO ORDINARIO

 LECTURA DEL SANTO EVANGELIO SEGÚN SAN LUCAS 17, 11-19

Yendo Jesús camino de Jerusalén, pasaba entre Samaria y Galilea. Cuando iba a entrar en un pueblo, vinieron a su encuentro diez leprosos, que se pararon a lo lejos y a gritos le decían:

-- Jesús, maestro, ten compasión de nosotros.

Al verlos, les dijo:

-- Id a presentaros a los sacerdotes.

Y, mientras iban de camino, quedaron limpios. Uno de ellos, viendo que estaba curado, se volvió alabando a Dios a grandes gritos y se echó por tierra a los pies de Jesús, dándole gracias. Éste era un samaritano. Jesús tomó la palabra y dijo:

-- ¿No han quedado limpios los diez?; los otros nueve, ¿dónde están? ¿No ha vuelto más que este extranjero para dar gloria a Dios?

Y le dijo:

-- Levántate, vete; tu fe te ha salvado

HOMILÍA

Era un matrimonio pobre. Ella hilaba a la puerta de su choza, pensando en su marido. Todo el que pasaba se quedaba prendado de la belleza de su cabello, negro, largo, como hebras brillantes salidas de su rueca. Él iba cada día al mercado a vender algunas frutas. A la sombra de un árbol se sentaba a esperar, sujetando entre los dientes una pipa vacía. No llegaba el dinero para comprar un pellizco de tabaco.

Se acercaba el día del aniversario de la boda y ella no cesaba de preguntarse qué podía regalar a su marido. Y además ¿con que dinero?

Una idea cruzó su mente. Sintió un escalofrío al pensarlo, pero al decidirse todo su cuerpo se estremeció de gozo: vendería su pelo para comprarle tabaco.

Ya imaginaba a su hombre en la plaza, sentado ante sus frutas, dando largas bocanadas a su pipa: aromas de incienso y de jazmín darían al dueño del puestecillo la solemnidad y prestigio de un verdadero comerciante.

Sólo obtuvo por su pelo unas monedas, pero eligió con cuidado el más fino estuche de tabaco. El perfume de las hojas arrugadas compensaba largamente el sacrificio de su pelo.

Al llegar la tarde regresó el marido. Venía cantando por el camino. Traía en su mano un pequeño envoltorio: eran unos peines para su mujer, que acababa de comprar, tras vender la pipa.

La escena que hoy nos cuenta el Evangelio nos habla del agradecimiento, pero sobre todo nos quiere hacer caer en la cuenta de lo que verdaderamente valoramos en nuestra vida.

Todos los leprosos, cuando estaban curados, debía ir a presentarse en el templo para poder ser restaurados como ciudadanos y para poder volver a tener una vida normal. Los nueve que no volvieron a dar las gracias a Jesús, estaban más preocupados de volver a tener una vida normal que de aquel que les había sanado.

El samaritano por el contrario solamente quería devolver un poco del amor y de la gracia que había recibido. Renuncia a ser considerado un ciudadano normal por algo que para él tiene mucha más importancia.

En nuestras vidas nos ocurre muchas veces eso. Dios está continuamente actuando en ella, pero andamos tan preocupados por las cosas de nuestro mundo y por nuestra propia vida, que se nos olvida reconocerlo presente en nosotros y agradecerle todo lo que hace cada día por nosotros. Y ese agradecimiento, sólo se puede hacer, renunciando a nuestros propios gustos y poniéndonos a su servicio.

Que nunca se nos olvide, que lo verdaderamente importante es Dios, y que por Él podemos renunciar a muchas cosas, que al final no nos darán la felicidad.

FELIZ DOMINGO Y QUE DIOS OS BENDIGA.

domingo, 2 de octubre de 2022

DOMINGO VEINTISIETE DEL TIEMPO ORDINARIO

 LECTURA DEL SANTO EVANGELIO SEGÚN SAN LUCAS 17, 5-10

En aquel tiempo, los apóstoles le pidieron al Señor:

-- Auméntanos la fe.

El Señor contestó:

-- Si tuvierais fe como un granito de mostaza, diríais a esa montaña: "Arráncate de raíz y plántate en el mar," y os obedecería. Suponed que un criado vuestro trabaja como labrador o como pastor; cuando vuelve del campo, ¿quién de vosotros le dice: "En seguida, ven y ponte a la mesa? ¿No le diréis: "Prepárame de cenar, cíñete y sírveme mientras como y bebo, y después comerás y beberás tú"? ¿Tenéis que estar agradecidos al criado porque ha hecho lo mandado? Lo mismo vosotros: Cuando hayáis hecho todo lo mandado, decid: "Somos unos pobres siervos, hemos hecho lo que teníamos que hacer."

HOMILIA

Una tarde, un pequeño se acercó a su madre que preparaba la cena en la cocina, entregándole una hoja de papel en la que había escrito algo. Después de secarse las manos y quitarse el delantal, ella leyó lo que decía la nota:


- Cortar el césped del jardín… 15.00
- Limpiar mi cuarto esta semana… 5.00
- Cuidar de mi hermano… 5.00
- Ir a la panadería… 0.50
- Sacar la basura toda la semana… 2.50
- Libreta con buenas calificaciones 50.00
- Limpiar el patio… 5.00
- TOTAL ADEUDADO… 83.00

 

La madre lo miró con fijeza mientras él aguardaba expectante. La madre tomó un lápiz y en el reverso de la misma hoja anotó:

 

- Por llevarte 9 meses en mi vientre y darte la vida… NADA
- Por tantas noches de desvelos, curarte y rezar por ti … NADA
- Por la alegría y el amor de nuestra familia… NADA
- Por temor y preocupaciones cuando enfermabas … NADA
- Por comida, ropa y educación… NADA
- Por tomar tu mano y darte apoyo… NADA

Cuando el niño terminó de leer lo que había escrito su madre, tenía los ojos llenos de lágrimas. La miró a los ojos y le dijo:

”Te quiero mamá…” ; luego tomó el lápiz y escribió con letra muy grande: “TOTALMENTE PAGADO”. 

Así somos los cristianos, como niños, queriendo recompensa por las buenas acciones que hacemos. Tenemos una relación con Dios de compra y venta. Yo hago esto, pero tu me tienes que dar salud, trabajo, etc…

Pero las cosas con Dios no funcionan así, las cosas de Dios parten de la fe, y sobre todo del amor que él nos tiene, y que nosotros debemos de tener a él y a los demás. Y una vez que hayamos amado, sólo nos queda decir, pobres siervos somos, hemos hecho lo que teníamos que hacer.

Por eso, pidamos hoy a Dios que aumente nuestra fe, para poder vivir según el mensaje del evangelio, y nunca esperar de Dios más que amor.

FELIZ DOMINGO Y QUE DIOS OS BENDIGA.