LECTURA DEL SANTO EVANGELIO SEGÚN SAN MARCOS 6, 7- 13
En aquel tiempo llamó Jesús a los Doce y los fue enviando de
dos en dos, dándoles autoridad sobre los espíritus inmundos. Les encargó que
llevaran para el camino un bastón y nada más, pero ni pan ni alforja, ni dinero
suelto en la faja; que llevasen sandalias, pero no, túnica de repuesto. Y
añadió:
-- Quedaos en la casa donde entréis, hasta que os vayáis de
aquel sitio. Y si un lugar no os recibe ni os escucha, al marcharos sacudíos el
polvo de los pies, para probar su culpa.
Ellos salieron a predicar la conversión, echaban muchos
demonios, ungían con aceite a muchos enfermos y los curaban.
HOMILÍA
Un hombre dormía en
su cabaña cuando de repente una luz iluminó la habitación y apareció Dios.
El Señor le dijo que
tenía un trabajo para él y le enseñó una gran roca frente a la cabaña. Le
explicó que debía empujar la piedra con todas sus fuerzas. El hombre hizo lo
que el Señor le pidió, día tras día. Por muchos años, desde que salía el sol
hasta el ocaso, el hombre empujaba la fría piedra con todas sus fuerzas...y
esta no se movía. Todas las noches el hombre regresaba a su cabaña muy cansado
y sintiendo que todos sus esfuerzos eran en vano.
Como el hombre
empezó a sentirse frustrado, Satanás decidió entrar en el juego trayendo
pensamientos a su mente:
-"Has estado empujando esa roca por mucho tiempo, y no se ha movido".
Le dio al hombre la impresión que la tarea que le había sido encomendada era
imposible de realizar y que él era un fracaso. Estos pensamientos incrementaron
su sentimiento de frustración y desilusión.
-Satanás le dijo: "¿Por qué esforzarte todo el día en esta tarea
imposible? Solo haz un mínimo esfuerzo y será suficiente".
El hombre pensó en
poner en práctica esto pero antes decidió elevar una oración al Señor y
confesarle sus sentimientos:
-"Señor, he trabajado duro por mucho tiempo a tu servicio. He empleado
toda mi fuerza para conseguir lo que me pediste, pero aún así, no he podido
mover la roca ni un milímetro. ¿Qué pasa? ¿Por qué he fracasado? ".
El Señor le
respondió con compasión:"Querido amigo, cuando te pedí que me sirvieras y
tu aceptaste, te dije que tu tarea era empujar contra la roca con todas tus
fuerzas, y lo has hecho. Nunca dije que esperaba que la movieras. Tu tarea era
empujar. Ahora vienes a mi sin fuerzas a decirme que has fracasado, pero ¿en
realidad fracasaste?. Mírate ahora, tus brazos están fuertes y musculosos, tu
espalda fuerte y bronceada, tus manos callosas por la constante presión, tus
piernas se han vuelto duras.
A pesar de la
adversidad has crecido mucho y tus habilidades ahora son mayores que las que
tuviste alguna vez. Cierto, no has movido la roca, pero tu misión era creer en
mi. Eso lo has conseguido. Ahora, querido amigo, yo moveré la roca".
La misma tarea que Jesús
encomendó a sus apóstoles, es la que hoy nos encomienda a cada uno de nosotros,
los cristianos. Nos envía a predicar, a dar a conocer su mensaje y su vida. Y
nos envía como a aquellos discípulos, sin nada más que nuestra fe en él. Para
predicar sólo nos hace falta confiar en que él será el que mueva las rocas que
nosotros empujamos, o los corazones a los que nosotros llegamos de manera
imperfecta.
El predicar no es para nosotros, o no debería de ser, una
carga, sino algo que nos libera y sobre todo que nos llena de felicidad, porque
si somos capaces de predicar con nuestra vida, es que somos capaces de vivir,
aunque de manera limitada, el mensaje del Evangelio.
FELIZ DOMINGO Y QUE DIOS OS BENDIGA.
No hay comentarios:
Publicar un comentario