LECTURA
DEL SANTO EVANGELIO SEGÚN SAN LUCAS 18, 9-14
En aquel tiempo, dijo Jesús esta parábola a algunos que,
teniéndose por justos, se sentían seguros de sí mismos y despreciaban a los
demás:
-- Dos hombres subieron al templo a orar. Uno era fariseo;
el otro, un publicano. El fariseo, erguido, oraba así en su interior: "¡Oh
Dios!, te doy gracias, porque no soy como los demás: ladrones, injustos,
adúlteros; ni como ese publicano. Ayuno dos veces por semana y pago el diezmo
de todo lo que tengo." El publicano, en cambio, se quedó atrás y no se
atrevía ni a levantar los ojos al cielo; sólo se golpeaba el pecho, diciendo:
"¡Oh Dios!, ten compasión de este pecador." Os digo que éste bajó a
su casa justificado, y aquél no. Porque todo el que se enaltece será humillado,
y el que se humilla será enaltecido.
HOMILIA
El dueño de una tienda estaba colocando un anuncio en la
puerta que decía:
"Cachorritos en venta".
Esa clase de anuncios siempre atraen a los niños, y pronto
un niñito apareció en la tienda preguntando:
"¿Cuál es el precio de los perritos?"
El dueño contestó: "Entre $30 y $50". El niñito
metió la mano en su bolsillo y sacó unas monedas:
"Sólo tengo $2.37... ¿puedo verlos?". El hombre
sonrió y silbó.
De la trastienda salió su perra corriendo seguida por cinco
perritos. Uno de los perritos estaba quedándose considerablemente atrás. El
niñito inmediatamente señaló al perrito rezagado que cojeaba. "¿Qué le
pasa a ese perrito?", preguntó. El hombre le explicó que cuando el perrito
nació, el veterinario le dijo que tenía una cadera defectuosa y que cojearía
por el resto de su vida. El niñito se
emocionó mucho y exclamó: "¡Ese es el perrito que yo quiero
comprar!".
Y el hombre replicó:
"No, tú no vas a comprar ese cachorro. Si tú realmente
lo quieres, yo te lo regalo". Y el niñito se disgustó y mirando directo a los ojos del hombre le
dijo:
"Yo no quiero que usted me lo regale. Él vale tanto
como los otros perritos y yo le pagaré el precio completo. De hecho, le voy a
dar mis $2.37 ahora y 50 centavos cada mes hasta que lo haya pagado
completo".
El hombre contestó: "Tú en verdad no querrás comprar
ese perrito, hijo. El nunca será capaz de correr, saltar y jugar como los otros
perritos".
El niñito se agachó y se levantó la pierna de su pantalón
para mostrar su pierna izquierda, cruelmente retorcida e inutilizada, soportada
por un gran aparato de metal. Miró de nuevo al hombre y le dijo:
"Bueno, yo no puedo correr muy bien tampoco, y el
perrito necesitará a alguien que lo entienda".
Cada uno de nosotros, gracias a Dios, somos distintos.
Tenemos unas cualidades y una forma de pensar y de actuar que nos hace
diferentes a los demás, pero eso no nos hace ni mejores ni peores.
El Señor nos conoce, por eso no sólo no se fija en lo que
hacemos, ni siquiera en las faltas que cometemos. Sólo se fija en aquello que
llevamos en nuestro corazón, en nuestra debilidad, en lo que realmente nos hace
ser hijos de Dios.
Aquel publicano era un pecador, y seguramente después de
aquella oración siguió cayendo en muchos fallos, pero Dios se quiso hacer uno
con él para comprenderle, para entenderle y para acompañarle, sólo porque lo
necesitaba. El fariseo no necesitaba a Dios, se bastaba consigo mismo.
Seamos capaces de dejar a Dios acompañarnos en nuestro
camino de la vida, abriéndole nuestro corazón, y dejándonos amar por él, tal y
como nosotros somos.
FELIZ DOMINGO Y QUE DIOS OS BENDIGA.
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