LECTURA DEL SANTO EVANGELIO SEGÚN SAN LUCAS 3, 1-6
En el año quince del reinado del emperador Tiberio, siendo
Poncio Pilato gobernador de Judea, y Herodes virrey de Galilea, y su hermano
Felipe virrey de Iturea y Traconítide, y Lisanio virrey de Abilene, bajo el
sumo sacerdocio de Anás y Caifás, vino la Palabra de Dios sobre Juan, hijo de
Zacarías, en el desierto.
Y recorrió toda la comarca del Jordán, predicando un
bautismo de conversión para perdón de los pecados, como está escrito en el
libro de los oráculos del Profeta Isaías.
-- Una voz grita en el desierto: preparad el camino del
Señor, allanad sus senderos; elévense los valles, desciendan los montes y
colinas; que lo torcido se enderece, lo escabroso se iguale. Y todos verán la
salvación de Dios.
HOMILÍA
Un día un maestro que vio a un niño dando excusas de una
explosión de ira, lo llevó a la clase y, entregándole una hoja de papel, le
dijo:
- “¡Estrújalo!”
Asombrado obedeció e hizo una bolita....
- “Ahora déjalo como estaba antes”
Por supuesto que no pudo dejarlo como estaba.... por más que lo intentó, el
papel quedó lleno de pliegues y arrugas.
- “El corazón de las personas”, dijo, “es como ese papel… la impresión que en
ellos dejas será tan difícil de borrar como esas arrugas y esos pliegues”
“Preparad el camino del Señor, allanad sus senderos; elévense
los valles, desciendan los montes y colinas; que lo torcido se enderece, lo
escabroso se iguale.” Así anunciaba Juan el Bautista al Señor que venía, pero
como el cuento nos dice, es difícil dejarlo todo perfectamente después de
haberlo roto, o de haberlo arrugado.
¿No sería mejor no tener que allanarlo? ¿no tener que
alisarlo?. Preparar el camino del Señor no es tanto arreglar aquello que hemos
hecho mal, sino no hacerlo mal. No es reconocer nuestros errores, sino
quitarlos de nuestra vida.
Sé que suena a utopía, pero creo que merece la pena
intentarlo, porque nos jugamos no sólo nuestra felicidad, sino la felicidad de
aquellos que sufren nuestras imperfecciones, y que por más que luego intentemos
arreglarlo, el dolor, “las arrugas”, son permanentes.
Preparemos un camino nuevo al Señor, preparemos una vida
limpia, una vida que piense en los demás más que en uno mismo, no arreglemos
los caminos, construyamos unos nuevos basados solamente en el amor.
Sigamos caminando en este adviento con la ilusión de que
algo nuevo puede brotar en nuestra vida: el amor de cristo.
FELIZ DOMINGO Y QUE DIOS OS BENDIGA.
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