domingo, 7 de noviembre de 2021

DOMINGO XXXII DEL TIEMPO ORDINARIO

 LECTURA DEL SANTO EVANGELIO SEGÚN SAN MARCOS 12, 38-44

En aquel tiempo enseñaba Jesús a la multitud y les decía:

-- ¡Cuidado con los letrados! Les encanta pasearse con amplio ropaje y que les hagan reverencias en la plaza, buscan los asientos de honor en las sinagogas y los primeros puestos en los banquetes; y devoran los bienes de las viudas con pretexto de largos rezos. Esos recibirán una sentencia más rigurosa.

Estando Jesús sentado enfrente del cepillo del templo, observaba a la gente que iba echando dinero: muchos ricos echaban en cantidad; se acercó una viuda pobre y echó dos reales. Llamando a sus discípulos les dijo:

-- Os aseguro que esa pobre viuda ha echado en el cepillo más que nadie. Porque los demás han echado de lo que les sobra, pero ésta, que pasa necesidad, ha echado todo lo que tenía para vivir.

HOMILÍA

Ocurrió en un restaurante de autoservicio de Suiza. Una señora de unos 75 años coge un tazón y le pide al camarero que se lo llene de caldo. A continuación se sienta en una de las mesas del local. Apenas sentada se da cuenta que ha olvidado el pan. Se levanta, se dirige a coger un pan para comerlo con el caldo y vuelve a su sitio. ¡Sorpresa! Delante del tazón de caldo se encuentra, sin inmutarse, un hombre de color. Un negro comiendo tranquilamente.

"¡Esto es el colmo, – piensa la señora –, pero no me dejaré robar!" Dicho y hecho. Se sienta al lado del negro, parte el pan en pedazos, los mete en el tazón que está delante del negro y coloca la cuchara en el recipiente. El negro, complaciente, sonríe. Toman una cucharada cada uno hasta terminar la sopa, todo ello en silencio. Terminada la sopa, el hombre de color se levanta, se acerca a la barra y vuelve poco después con un abundante plato de espagueti y... dos tenedores. Comen los dos del mismo plato, en silencio, turnándose. Al final se despiden. "¡Hasta la vista!", dice el hombre, reflejando una sonrisa en sus ojos. Parece satisfecho por haber realizado una buena acción. "¡Hasta la vista!", responde la mujer, mientras ve que el hombre se aleja.

La mujer le sigue con una mirada reflexiva. "¡Qué situación más rara! El hombre no se inmutó". Una vez vencido su estupor, busca con su mano el bolso que había colgado en el respaldo de la silla. Pero, ¡sorpresa!, el bolso ha desaparecido. Entonces... aquel negro... Iba a gritar "¡Al ladrón!" cuando, al mirar hacia atrás, para pedir ayuda, ve su bolso colgado de una silla, dos mesas más allá de donde estaba ella. Y, sobre la mesa, una bandeja con un tazón de caldo ya frío...

Compartir, es quizá la palabra que hoy resume el Evangelio. Compartir lo que uno tiene, como el hombre de la historia, que comparte sin importarle el que, el cómo, el donde o el quién.

Compartir, fue lo que hizo la viuda del Evangelio, sabiendo que era todo lo que tenía para vivir, y compartir es lo que hizo Jesucristo, que os entregó su vida, y que nos entrega su cuerpo en cada Eucaristía.

Compartir, es lo propio de los cristianos, pero nunca de lo que nos sobra. Compartir aquello que tenemos y que necesitamos, o lo que es lo mismo, compartir nuestra propia vida. Dar dinero resulta sencillo, aunque no tengamos mucho, y sin embargo lo que el Señor quiere es que demos aquello que llevamos en el corazón, como es nuestro tiempo, nuestro cariño, nuestro perdón, nuestro amor…

Cristo dio su vida por nosotros, porque era todo lo que tenía. Que nosotros seamos capaces de hacer lo mismo. Entregar nuestra vida por Él y por los demás.

FELIZ DOMINGO Y QUE DIOS OS BENDIGA.

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