LECTURA DEL SANTO EVANGELIO SEGÚN SAN MATEO 10,37-42
En aquel tiempo,
dijo Jesús a sus apóstoles:
«El que quiere a su
padre o a su madre más que a mí, no es digno de mí; el que quiere a su hijo o a
su hija más que a mí no es digno de mí; y el que no carga con su cruz y me
sigue no es digno de mí.
El que encuentre su
vida la perderá, y el que pierda su vida por mí la encontrará. El que os recibe
a vosotros me recibe a mí, y el que me recibe, recibe al que me ha enviado; el
que recibe a un profeta porque es profeta, tendrá recompensa de profeta; y el
que recibe a un justo porque es justo, tendrá recompensa de justo.
El que dé a beber,
aunque no sea más que un vaso de agua fresca, a uno de estos pequeños, solo
porque es mi discípulo, en verdad os digo que no perderá su recompensa».
HOMILÍA
Un profesor, delante de sus alumnos de la clase de
filosofía, sin decir ni una palabra, cogió un bote grande de vidrio y procedió
a llenarlo con piedras del tamaño de pelotas de golf.
Después preguntó a los estudiantes si el bote
estaba lleno. Los estudiantes estuvieron de acuerdo en decir que sí.
El profesor cogió una caja llena de piedras del
tamaño de perdigones y lo vació dentro del bote. Estas llenaron los
espacios vacíos que quedaban entre las piedras más grandes.
El profesor volvió a preguntar de nuevo a los
estudiantes si el bote estaba lleno, y ellos volvieron a contestar que sí.
Después el profesor cogió una caja con arena y
la vació dentro del bote. Por supuesto que la arena llenó todos los espacios
vacíos y el profesor volvió a preguntar de nuevo si el bote estaba lleno. En
esta ocasión los estudiantes le respondieron con un sí unánime.
El profesor, rápidamente añadió dos cafés al
contenido del bote y efectivamente, el líquido llenó todos los espacios vacíos
entre la arena. Los estudiantes reían. Cuando la risa se fue apagando, el
profesor les dijo:
– Quiero que os fijéis que este bote representa la vida. Si
primero pusiéramos la arena en el bote, no habría espacio para las piedras
pequeñas ni para las grandes. Lo mismo sucede con la vida. Si utilizáramos todo
el nuestro tiempo y energía en las cosas pequeñas, no tendríamos nunca lugar
para las cosas realmente importantes.
Hoy el Evangelio parece que nos propone elegir entre amar a
Dios o amar a las personas cercanas, y todo lo contrario es lo que quiere
expresar. Hoy Jesús nos habla del amor con mayúscula, y nos dice que si
llenamos el corazón de personas y de cosas, luego no hay lugar para Dios, pero
al contrario, si llenamos el corazón de Dios, todas las demás cosas entrarán en
él sin ningún problema.
No es cuestión de elegir, si amar a Dios o al mundo, sino
que sólo amando a Dios, podremos amar a todo el mundo y no sólo a los más
cercanos. Porque el amor cristiano no se centra sólo en unos cuantos, sino que
se centra en Dios parar poder llegar a todos.
Que Dios sea nuestra piedra principal en nuestro corazón, para que así nuestra familia,
nuestros amigos e incluso nuestros enemigos tengan cabida en nuestro corazón,
como en el corazón de Dios todos tenemos cabida.
FELIZ DOMINO Y QUE DIOS OS BENDIGA.
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