LECTURA DEL SANTO EVANGELIO SEGÚN SAN MATEO 11, 25-30
En aquel tiempo,
exclamó Jesús:
-- Te doy gracias,
Padre, Señor de cielo y tierra, porque has escondido estas cosas a los sabios y
entendidos y se las has revelado a la gente sencilla. Si, Padre, así te ha
parecido mejor. Todo me lo ha entregado mi Padre, y nadie conoce al Hijo más
que el Padre, y nadie conoce al Padre sino el Hijo, y aquel a quien el Hijo se
lo quiera revelar. Venid a mi todos los que estáis cansados y agobiados, y yo
os aliviaré. Cargad con mi yugo y aprended de mí, que soy manso y humilde de
corazón; y encontraréis vuestro descanso. Porque mi yugo es llevadero y mi
carga ligera.
HOMILÍA
Cuenta un sacerdote, que a su iglesia iba todos los días un
niño. Se sentaba en el primer banco y después de dos minutos se levantaba y se
iba. Llevaba cerca de un mes haciendo lo mismo, cuando el sacerdote se le
acercó, ya que la curiosidad podía con él, y le preguntó: ¿qué es lo que le
pides al Señor todos los días? ¿Qué necesidad tienes?. El niño levantó la
cabeza, lo miró y le dijo: No tengo ninguna necesidad, y no le pido nada ya que
tengo de todo. He visto que mucha gente viene aquí a la Iglesia a pedirle cosas
al Señor, y como son tantos he pensado que a lo mejor necesitaba una ayuda, por
eso vengo todos los días y le digo, Señor, aquí estoy, ¿qué es lo que
necesitas?.
No nos hace falta la sabiduría ni los mayores estudios para
entender el Evangelio. Dios lo revela a los sencillos, a los que ponen su
corazón en Él, a los que se sienten necesitados de Él, y sobre todo a los que se ponen a su disposición.
Quizá no podamos ofrecerle mucho, pero al ofrecerle nuestra
vida, al ser mansos y humildes de corazón, estamos haciendo la mejor ofrenda
que Él puede desear.
La religión cristiana no necesita de muchos estudios, sino simplemente
de vida, de entrega, de disponibilidad. No hace falta ser sabio para entender
que un corazón humilde, es lo que Dios quiere. No hace falta tener estudios
para saber que las personas necesitan de amor, de cariño, de entrega, de
disponibilidad para llegar a lo más profundo de su ser.
Aprendamos de Jesús, sigamos su ejemplo, y sobre todo
pongámonos en las manos del Señor, porque seguro que él necesita de nuestras
manos para trasmitir su amor a los demás.
FELIZ DOMINGO Y QUE DIOS OS BENDIGA.
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