LECTURA
DEL SANTO EVANGELIO SEGÚN SAN JUAN 14, 23-29
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:
-- El que me ama guardará mi palabra y mi padre lo
amará, y vendremos a él y haremos morada en él. El que no me ama no guardará
mis palabras. Y la palabra que estáis oyendo no es la mía, sino del Padre que
me envió. Os he hablado ahora que estoy a vuestro lado; pero el Paráclito, el
Espíritu Santo, que enviará el Padre en mi nombre, será quien os lo enseñe todo
y os vaya recordando todo lo que os he dicho. La Paz os dejo, mi Paz os doy: No
os la doy como la da el mundo. Que no tiemble vuestro corazón ni se acobarde.
Me habéis oído decir "Me voy y vuelvo a vuestro lado." Si me amarais
os alegraríais de que me vaya al Padre, porque el Padre es más que yo. Os lo he
dicho ahora, antes de que suceda, para que cuando suceda, sigáis creyendo.
HOMILÍA
Un empresario agricultor,
de poco estudio, participaba todos los años en la principal feria de
agricultura de su ciudad. Lo más extraordinario es que él siempre ganaba año
tras año, el trofeo: maíz del año. Entraba con su maíz en la feria y salía con
la faja azul recubriendo su pecho. Su maíz era cada vez mejor.
En una ocasión de esas, un reportero de televisión abordó al agricultor después de la tradicional colocación de la faja de campeón. Él quedó muy intrigado con la revelación del agricultor, de como acostumbraba a cultivar su calificado y valioso producto. El reportero descubrió que el agricultor compartía buena parte de las mejores semillas de su plantación de maíz con sus vecinos.
- "¿Cómo puede usted compartir sus mejores semillas con sus vecinos, cuando ellos están compitiendo directamente con usted?"
El agricultor respondió:
- "¿Usted no sabe? ¡Es simple!. El viento recoge el polen del maíz maduro y lo lleva de campo en campo. Si mis vecinos cultivaran maíz inferior al mío, la polinización degradaría continuamente la calidad de mi maíz. Si yo quiero cultivar maíz bueno, tengo que ayudarlos a cultivar el mejor maíz, cediendo a ellos las mejores semillas."
En una ocasión de esas, un reportero de televisión abordó al agricultor después de la tradicional colocación de la faja de campeón. Él quedó muy intrigado con la revelación del agricultor, de como acostumbraba a cultivar su calificado y valioso producto. El reportero descubrió que el agricultor compartía buena parte de las mejores semillas de su plantación de maíz con sus vecinos.
- "¿Cómo puede usted compartir sus mejores semillas con sus vecinos, cuando ellos están compitiendo directamente con usted?"
El agricultor respondió:
- "¿Usted no sabe? ¡Es simple!. El viento recoge el polen del maíz maduro y lo lleva de campo en campo. Si mis vecinos cultivaran maíz inferior al mío, la polinización degradaría continuamente la calidad de mi maíz. Si yo quiero cultivar maíz bueno, tengo que ayudarlos a cultivar el mejor maíz, cediendo a ellos las mejores semillas."
No es cuestión de
competir, en la vida, lo verdaderamente importante es compartir. Se parecen
estas dos palabras pero no tienen nada que ver. Competir es querer ser más que
los demás, querer que el otro baje para que yo suba. Compartir es hacer que
tanto yo como el otro subamos y ganemos.
En esto consiste el amor,
en esto consiste el mensaje de Jesús, en esto consiste el Evangelio. En
compartir.
Pero no tiene que ser
nada material, aún diría más, no se trata de eso. Se trata de compartir el
amor, porque cuanto más amemos, más fácil le será al otro amar. Porque cuando
alguien se siente amado, resulta muy fácil darlo a los demás. Por eso Jesús nos amó
primero, y lo hizo hasta el extremo. Ahora nos toca a nosotros hacer lo mismo.
No temamos amar, Él nos
ha dejado su Espíritu para que podamos hacerlo. Porque sólo amando podremos
crecer nosotros y hacer crecer a los demás.
FELIZ DOMINGO Y QUE DIOS
OS BENDIGA.
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