domingo, 3 de mayo de 2020

DOMINGO CUARTO DE PASCUA


LECTURA DEL SANTO EVANGELIO SEGÚN SAN JUAN 10, 1-10
En aquel tiempo, dijo Jesús:
«En verdad, en verdad os digo: el que no entra por la puerta en el aprisco de las ovejas, sino que salta por otra parte, ese es ladrón y bandido; pero el que entra por la puerta es pastor de las ovejas. A este le abre el guarda, y las ovejas atienden a su voz, y él va llamando por el nombre a sus ovejas y las saca fuera. Cuando ha sacado todas las suyas, camina delante de ellas, y las ovejas lo siguen, porque conocen su voz; a un extraño no lo seguirán, sino que huirán de él, porque no conocen la voz de los extraños».
Jesús les puso esta comparación, pero ellos no entendieron de qué les hablaba. Por eso añadió Jesús:
«En verdad, en verdad os digo: yo soy la puerta de las ovejas. Todos los que han venido antes de mí son ladrones y bandidos; pero las ovejas no los escucharon.
Yo soy la puerta: quien entre por mí se salvará y podrá entrar y salir, y encontrará pastos.
El ladrón no entra sino para robar y matar y hacer estrago; yo he venido para que tengan vida y la tengan abundante».


HOMILÍA

Al final de la cena, en un castillo inglés, un famoso actor de teatro, entretenía a los huéspedes recitando textos de Shakespeare. Luego se ofreció a que le hicieran peticiones.

Un sacerdote muy tímido preguntó al actor si conocía el salmo 22. El actor respondió:
- Sí, lo conozco. Y estoy dispuesto a recitarlo sólo con una condición: que después también lo recite usted.

- El sacerdote se sintió un poco incómodo pero accedió a la propuesta. El actor hizo una bellísima interpretación, con una dicción perfecta de “El Señor es mi Pastor, nada me falta…”. Los huéspedes aplaudieron vivamente y con entusiasmo. Realmente era un excelente actor.

Luego llegó el turno del sacerdote, que se levantó y recitó las mismas palabras del salmo 22. Esta vez, cuando terminó, no hubo aplausos, sólo un profundo silencio y lágrimas en bastantes rostros.

El actor se mantuvo en silencio algunos instantes. Luego se levantó y dijo:
- Señoras y señores, espero que se hayan dado cuenta de lo que ha ocurrido esta noche. Yo conocía el Salmo, pero este hombre conoce al Pastor.

Estamos en el domingo del Buen Pastor, el Señor se presenta como el pastor, como la puerta, dos imágenes preciosas de lo que debe ser para nosotros Cristo, pero también de lo que debemos ser nosotros para los demás.
Vivimos en un mundo que pide auténticos pastores. Personas que con su forma de vivir, sean ejemplo y modelo para los más jóvenes, para las personas de su alrededor. Y somos nosotros, los cristianos, los que podemos dar a los demás una forma de vida distinta, una forma de vida que conduzca a la felicidad.
Nosotros debemos ser esos pastores y esas puertas, siempre abiertas, que conduzcan hacia Cristo. Y sólo lo podremos hacer si somos capaces de conocer profundamente a nuestro pastor, si somos capaces de entrar por la puerta que nos marca el camino. Una puerta que está formada por tres tablas: : una primera que exige creer en el Señor y se llama la fe. La segunda nos enseña a dejarnos guiar y a ser constantes, que se llama esperanza. Y una tercera que nos pide servicio, generosidad y entrega, y que se llama caridad. Tres tablas que a veces tienen forma de cruz porque amar, entregarse, ser generosos, creer y confiar no siempre es fácil ni agradable. Eso sí, con tablas como esas no nos equivocamos de puerta.
Abramos nuestro corazón de par en par, seamos una puerta a semejanza de Cristo, dejemos que los demás, a través de nosotros, puedan acercarse cada vez más a Cristo y a los hermanos.
FELIZ DOMINGO Y FELIZ SEMANA. QUE DIOS OS BENDIGA.

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