LECTURA DEL SANTO EVANGELIO SEGÚN SAN JUAN 3, 14- 21
En aquel tiempo, dijo Jesús a Nicodemo:
-- Lo mismo que Moisés elevó la serpiente en el desierto,
así tiene que ser elevado el Hijo del hombre, para que todo el que cree en él
tenga vida eterna. Tanto amó Dios al mundo que entregó a su Hijo único para que
no perezca ninguno de los que creen en él, sino que tengan vida eterna. Porque
Dios no mandó su Hijo al mundo para condenar al mundo, sino para que el mundo
se salve por Él. El que cree en él no será condenado; el que no cree ya está
condenado, porque no ha creído en el nombre del Hijo único de Dios. El juicio
consiste en esto: que la luz vino al mundo, y los hombres prefirieron la
tiniebla a la luz, porque sus obras eran malas. Pues todo el que obra
perversamente detesta la luz y no se acerca a la luz, para no verse acusado por
sus obras. En cambio, el que realiza la verdad se acerca a la luz, para que se
vea que sus obras están hechas según Dios.
HOMILÍA
Una pareja de jóvenes estaban muy enamorados y se iban a
casar. Unos meses antes de la boda, la novia tuvo un accidente y quedó con el
rostro totalmente desfigurado.
- “No puedo casarme contigo”, le comunicó en una carta
a su novio. “Quedé marcada y muy fea para siempre, búscate a otra joven hermosa
como tú te mereces, yo no soy digna de ti”
A los pocos días la muchacha recibió esta respuesta de
su novio: “El verdadero indigno soy yo, tengo que comunicarte que he enfermado
de la vista y el médico me dijo que voy a quedar ciego... Si aún así estás
dispuesta a aceptarme, yo sigo deseando casarme contigo”.
Y se casaron, y cuando lo hicieron, el novio estaba ya
totalmente ciego. Vivieron 20 años de amor, felicidad y comprensión, ella fue
su lazarillo, se convirtió en sus ojos, en su luz, el amor los fue guiando por
ese túnel de tinieblas.
Un día ella enfermó gravemente y cuando agonizaba, se
lamentaba por dejarlo solo entre esas tinieblas. El día que ella murió, él
abrió sus ojos ante el desconcierto de todos.
- “No estaba ciego”, dijo. “Fingí serlo para que mi mujer no
se afligiera al pensar que la veía con el rostro desfigurado. Ahora mi amor
descansa en ella”
En nuestro mundo hay verdaderas historias de amor, corazones
tan frágiles como los nuestros son capaces de sentir y experimentar un amor tan
grande que hace lo que sea para que la otra persona se sienta viva y amada
hasta el fin.
Sin embargo, en numerosas ocasiones se nos olvida que la
verdadera historia de amor se realiza en nuestra vida cada día, porque es ahí
donde Dios nos muestra el infinito amor con el que nos ha amado.
“Tanto amó Dios al mundo, que e entregó a su hijo para que
el mundo se salve por él”. Un amor que debe hacer de nosotros vivir para
corresponderlo. Vivir para amarlo en los hermanos que tenemos cerca, porque es
ahí donde Dios se presenta en nuestras vidas. Una historia de amor que no
podemos dejar escapar de nuestras vidas.
Dejemos que el amor de Dios se acerque a nosotros, porque,
aunque nunca seremos dignos de tan grande sacrificio, Dios nunca se cansará de
amarnos.
FELIZ DOMINGO Y QUE DIOS OS BENDIGA.
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