LECTURA DEL SANTO EVANGELIO SEGÚN SAN MATEO 21, 33-43
En aquel tiempo,
dijo Jesús a los sumos sacerdotes y a los ancianos del pueblo:
-- Escuchad otra
parábola: Había un propietario que plantó una viña, la rodeó con una cerca,
cavó en ella un lagar, construyó la casa del guarda, la arrendó a unos
labradores y se marchó de viaje. Llegado el tiempo de la vendimia, envió sus
criados a los labradores, para percibir los frutos que le correspondían. Pero
los labradores, agarrando a los criados, apalearon a uno, mataron a otro, y a
otro lo apedrearon. Envió de nuevo otros criados, más que la primera vez, e
hicieron con ellos lo mismo. Por último les mandó a su hijo, diciéndose:
"Tendrán respeto a mi hijo." Pero los labradores, al ver al hijo, se
dijeron: "Éste es el heredero: venid, lo matamos y nos quedamos con su
herencia." Y, agarrándolo, lo empujaron fuera de la viña y lo mataron. Y
ahora, cuando vuelva el dueño de la viña, ¿qué hará con aquellos labradores?
Le contestaron:
-- Hará morir de
mala muerte a esos malvados y arrendará la viña a otros labradores, que le
entreguen los frutos a sus tiempos.»
Y Jesús les dice:
-- ¿No habéis leído
nunca en la Escritura?: "La piedra que desecharon los arquitectos es ahora
la piedra angular. Es el Señor quien lo ha hecho, ha sido un milagro
patente" Por eso os digo que se os quitará a vosotros el reino de Dios y
se dará a un pueblo que produzca sus frutos.
HOMILÍA
Está claro que la parábola de hoy va dirigida al pueblo de
Israel. Ellos eran la viña del Señor, pero no reconocieron a Jesucristo como su
Mesías y se le quitó para dársela a un pueblo que diera sus frutos a su tiempo,
se nos dio a nosotros los cristianos. Y aquí es donde viene la pregunta del
millón. ¿Qué frutos estamos dando nosotros con la viña que el Señor nos ha
dado?
Y ya no estoy hablando de nuestra familia, de nuestro pueblo, de nuestra vida, sino que miramos nuestro mundo, esa gran viña que el
Señor nos ha dado, y ¿qué frutos estamos dando?
Algunos datos para que veamos los frutos que estamos dando:
El 10% de la población mundial posee el 86% de los recursos
del planeta, mientras que el 70% más pobre (más de 3.000 millones de adultos)
sólo cuenta con el 3%.
La riqueza mundial está dividida en dos sectores: la mitad
está en manos del 1% más rico de la población, y la otra mitad se reparte entre
el 99% restante.
El 40% de la población mundial vive con menos de 2
dólares/día; la esperanza de vida en África Subsahariana es de 31 años menos
que en los países desarrollados, y cada año siguen muriendo 10,7 millones de
niños y niñas por causa de la pobreza.
Os cuento una historia: El único sobreviviente de la
inundación de un barco a causa de una terrible tormenta, fue llevado por las
olas a una isla completamente deshabitada. El hombre, desesperado y sin saber
qué hacer, rezaba continuamente a Dios pidiendo por su rescate. Todos los días
miraba hacia al horizonte en busca de algún barco, pero nunca veía nada. Ni
siquiera el indicio de una pequeña señal. Con el paso del tiempo perdió toda
esperanza. Ya cansado decidió construir una pequeña choza con ramas secas para
protegerse del viento y la lluvia, y además, guardar las pocas pertenencias que
conservaba.
Pero un día, mientras escarbaba en el suelo en busca de algo
de comida, vio sorprendido que su pequeña choza ardía en llamas: estaba siendo
consumida por el fuego con todo lo que había dentro. La desesperación fue
total. Ya no podía pasarle nada peor. Todo estaba perdido. El hombre estaba
derrumbado: “¡Dios mío, cómo pudiste hacerme esto!”, exclamaba mientras lloraba
amargamente.
Al día siguiente, muy temprano, por la mañana, al hombre le
despertó el sonido de un barco que se aproximaba a la isla. ¡Venían a rescatarlo!
“¿Cómo supieron que estaba aquí?”, preguntó a los hombres
que lo rescataron. “Tuviste suerte, - le contestaron – Vimos tus señales de
humo”.
En la viña del Señor también hay muchas señales de humo, son
todos esos datos que nos muestran que hay mucho trabajo por hacer y que de
nosotros depende que vayamos a rescatarlos. Esos son los verdaderos frutos que
se nos piden y ante esas señales no podemos cerrar los ojos o volver la cabeza,
porque esta viña es responsabilidad de todos, y luego deberemos dar cuenta de
nuestras obras.
Por eso pidamos hoy al Señor que esta viña que él ha puesto
en nuestras manos seamos capaces de cuidarla y que todas las señales de humo
que hay en ella aviven en nosotros el deseo de salir a rescatar a todas las
personas que sufren y que en muchas ocasiones está en nuestra mano hacer algo
por ellas.
FELIZ
DOMINGO Y QUE DIOS OS BENDIGA.
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