LECTURA DEL SANTO EVANGELIO SEGÚN SAN LUCAS 3,
15-16.21-22
En aquel tiempo el
pueblo estaba en expectación y todos se preguntaban si no sería Juan el Mesías:
él tomó la palabra y dijo a todos:
-- Yo os bautizo con
agua, pero viene el que puede más que yo, y no merezco desatarle la correa de
sus sandalias. Él os bautizará con Espíritu Santo y fuego.
En un bautismo
general Jesús también se bautizó. Y mientras oraba, se abrió el cielo, bajo el
Espíritu Santo sobre él en forma de paloma, y vino una voz del cielo:
--Tú eres mi Hijo,
el amado, el predilecto
HOMILÍA
Nos cuenta una antigua leyenda hindú que en un tiempo todos
los hombres que vivían sobre la tierra eran dioses, pero como el hombre pecó
tanto, Brahma, el dios supremo, decidió castigarlo, privándolo del aliento
divino que había en su interior y esconderlo en donde jamás pudiera encontrarlo
y emplearlo nuevamente para el mal.
- “Lo esconderemos en lo profundo de la tierra”, dijeron los
otros dioses.
- “No”, dijo Brahma, “porque el hombre cavará profundamente
en la tierra y lo encontrará.
- “Entonces, lo sumergiremos en el fondo de los océanos”,
dijeron otros.
- “Tampoco”, dijo Brahma, “porque el hombre aprenderá a
sumergirse en el océano y también allí lo encontrará.
- “Escondámoslo en la montaña más alta”, dijeron entonces.
- “No”, dijo Brahma, “ porque un día el hombre subirá a
todas las montañas de la tierra y capturará de nuevo su aliento divino.
- “Entonces no
sabemos dónde esconderlo ni tampoco sabemos de un lugar en donde el hombre no
pueda encontrarlo”, dijeron los dioses menores.
- Y dijo Brahma:
“Escondedlo dentro del hombre mismo; jamás pensará en buscarlo allí”.
Y así lo hicieron. Oculto en el interior de cada ser humano
hay Algo de divino. Y desde entonces el hombre ha recorrido la tierra, ha
bajado a los océanos, ha subido a las montañas buscando esa cualidad que lo
hace semejante a Dios y que todo el tiempo, sin muchas veces saberlo, ha llevado
en su interior.
Celebramos hoy la fiesta del bautismo del Señor. Recordamos
aquel momento en el que Jesús dejó su vida oculta y salió a predicar el
Evangelio. Y ese bautismo fue el que lo impulsó a la misión que Dios le había
encomendado.
Al igual que él, nosotros el día de nuestro bautismo,
recibimos el Espíritu Santo para vivir de acuerdo a ese Evangelio, lo llevamos
en nosotros, pero dejarlo actuar ya es cosa nuestra.
Nos pasamos la vida buscando la felicidad en el exterior,
buscando cosas que nos hagan sentirnos mejores, cuando lo que de verdad importa
lo llevamos en nuestro interior. El mayor regalo que Dios nos puede hacer es
darnos su Espíritu, regalarnos la gracia de su amor que recibimos el día de
nuestro bautismo. Una gracia que si la dejamos actuar, nos hará profundamente
felices.
No desaprovechemos ese regalo, y vivamos nuestra vida como
auténticos bautizados, dejando al Espíritu Santo actuar en nuestra vida,
dejándonos amar por Dios y amando a los que nos rodean.
FELIZ DOMINGO Y QUE DIOS OS BENDIGA.
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