LECTURA DEL SANTO EVANGELIO SEGÚN SAN JUAN 15, 1-8
En aquel tiempo dijo Jesús a sus discípulos:
-- Yo soy la verdadera vid y mi Padre es el labrador. A todo
sarmiento mío que no da fruto lo poda para que dé mas fruto. Vosotros estáis
limpios por las palabras que os he hablado; permaneced en mí y yo en vosotros.
Como el sarmiento no puede dar fruto por sí, si no permanece en la vid, así
tampoco vosotros, si no permanecéis en mí. Yo soy la vid, vosotros los sarmientos;
el que permanece en mi y yo en él, ése da fruto abundante; porque sin mí no
podéis hacer nada. Al que no permanece en mí, lo tiran fuera, como al
sarmiento, y se seca; luego los recogen y los echan al fuego, y arden. Si
permanecéis en mí y mis palabras permanecen en vosotros, pediréis lo que
deseéis, y se realizará. Con esto recibe gloria mi Padre, con que deis fruto
abundante; así seréis discípulos míos.
HOMILÍA
La anciana que vivía en una granja observó que su gallo
cantaba siempre a la misma hora, minutos antes de comenzar el día; pensó
entonces que era el canto de su gallo el que producía la salida del sol.
Los vecinos molestos por el canto, protestaron. La anciana decidió entonces irse a vivir a otro pueblo llevándose el gallo.
La primera madrugada en su nuevo hogar fue igual que siempre: el gallo cantó y el sol comenzó a elevarse sobre el horizonte. Poco a poco la claridad invadió el lugar.
La mujer pensó:
- "Lo lamento por la gente del otro pueblo a quienes dejé a oscuras para siempre".
Le extrañó que nunca la hubieran llamado para que regresara.
Los vecinos molestos por el canto, protestaron. La anciana decidió entonces irse a vivir a otro pueblo llevándose el gallo.
La primera madrugada en su nuevo hogar fue igual que siempre: el gallo cantó y el sol comenzó a elevarse sobre el horizonte. Poco a poco la claridad invadió el lugar.
La mujer pensó:
- "Lo lamento por la gente del otro pueblo a quienes dejé a oscuras para siempre".
Le extrañó que nunca la hubieran llamado para que regresara.
Al igual que la anciana, muchas veces nos pensamos nosotros
que somos los importantes, que son nuestras fuerzas las que pueden cambiar la
vida, la nuestra y la de los demás, y no es así.
Hasta siete veces repite San Juan en el Evangelio de hoy el
verbo permanecer. Y es que sólo en el Señor, con él y por él podremos hacer
grandes cosas.
Siempre que se lo explico a los niños les pongo el ejemplo
de las bombillas, porque para permanecer en el Señor debemos ser como las
bombillas.
Las bombillas están hechas de un finísimo alambre, que al
pasar por él la electricidad hace que brille. Pero lo importante no está en el
alambre, sino en la electricidad que pasa. Si la bombilla tuviera alambre, pero
sin electricidad, no serviría de nada.
Al igual que las bombillas, los cristianos necesitamos el
amor de Dios para iluminar, necesitamos permanecer unidos o “enchufados” a él,
pero con eso no basta, al igual que las bombillas, necesitamos que ese amor
pase por nosotros y vuelva a salir, como la electricidad no se queda en la
bombilla, sino que vuelve a salir.
Nosotros recibimos el amor de Dios, para darlo, y ese darlo
es lo que nos hace resplandecer, nos hace brillar en medio de nuestro mundo.
Que siempre estemos enchufados a Dios, recibiendo su amor,
pero sobre todo que siempre lo demos a los demás, para poder dar luz a los que
nos rodean.
Pero sobre todo que nunca nos creamos que la luz procede de
nosotros, porque sin Dios no podemos hacer nada.
FELIZ DOMINGO Y QUE DIOS OS BENDIGA.
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