LECTURA DEL SANTO EVANGELIO SEGÚN SAN JUAN 1 29- 34
En aquel tiempo; al
ver Juan a Jesús que venía hacia él, exclamó:
--Éste es el Cordero
de Dios, que quita el pecado del mundo. Éste es aquél de quien yo dije:
"Tras de mí viene un hombre que está por delante de mí, porque existía
antes que yo." Yo no lo conocía, pero he salido a bautizar con agua, para
que sea manifestado a Israel.
Y Juan dio
testimonio diciendo:
--He contemplado al
Espíritu que bajaba del cielo como una paloma, y se posó sobre él. Yo no lo
conocía, pero el que me envió a bautizar con agua me dijo: "Aquél sobre
quien veas bajar el Espíritu y posarse sobre él, ése es el que ha de bautizar
con Espíritu Santo." Y yo lo he visto, y he dado testimonio de que éste es
el Hijo de Dios.
HOMILÍA
En una vieja historia se habla de una vendedora de manzanas.
La buena mujer acudía cada mañana al mercado a vender su mercancía. Pero
pasadas las horas apenas lograba vender algún kilo. Con el paso del tiempo el
poco éxito de sus ventas hizo que la mujer se fuera desanimando. Una mañana se
acercó un joven a su puesto. Al verla triste y desanimada le preguntó qué le
pasaba. “Ya ves –respondió la mujer– cada mañana acudo a este mercado a vender
mis manzanas pero cuando la tarde cae apenas he logrado vender algún kilo. Mis
manzanas no deben ser buenas”.
De repente y sin que nadie se lo pidiera el joven comenzó a
gritar: “Compren, compren las mejores manzanas de la huerta. Recién recogidas
para llevarlas a su mesa... compren”. Al sonido de los gritos se fueron
formando corros de personas alrededor de la vendedora y muchas personas pedían
ansiosamente algunos kilos de manzanas. Al cabo de pocas horas la mujer había
vendido toda su mercancía. “¿Cómo lo has hecho?” –preguntó la mujer– “Durante
muchas semanas he acudido a este mercado y no he logrado vender mi mercancía y
tú en solo un par de horas has logrado vender más de lo que yo he vendido a lo
largo de todo ese tiempo”. “Ha sido muy fácil” –respondió el joven– tus
manzanas eran muy buenas, pero ni tu ni ellos lo sabían. Alguien tenía que
decírselo.
Cuando hemos experimentado la presencia de Dios, lo que Él
hace por nosotros, lo que es sentirse amado y agradecido, lo que es encontrarse
con Él cara a cara y disfrutar de su luz, de su paz de su perdón, lo único que
nos queda es anunciarlo a los demás.
Algo tan bueno, tan profundo, tan maravillosos no podemos
guardarlo para nosotros, debemos compartirlo, porque si a nosotros nos ha hecho
felices, también a los demás les hará felices.
Tenemos que ser testigos que anuncien ese don y ese regalo con
el que hemos sido bendecidos, al igual que lo fue Juan el Bautista. No nos
cansemos de mostrar al mundo la dicha de ser cristianos, de ser amados por
Dios, de amar a los demás.
FELIZ DOMINGO Y QUE DIOS OS BENDIGA.
No hay comentarios:
Publicar un comentario