LECTURA DEL SANTO EVANGELIO SEGÚN SAN JUAN (6,60-69)
En aquel tiempo, muchos
discípulos de Jesús, al oírlo, dijeron: «Este modo de hablar es duro, ¿quién
puede hacerle caso?»
Adivinando Jesús que sus discípulos lo criticaban, les dijo: «¿Esto os hace
vacilar?, ¿y si vierais al Hijo del hombre subir a donde estaba antes? El
espíritu es quien da vida; la carne no sirve de nada. Las palabras que os he
dicho son espíritu y vida. Y con todo, algunos de vosotros no creen.»
Pues Jesús sabía desde el principio quiénes no creían y quién lo iba a
entregar. Y dijo: «Por eso os he dicho que nadie puede venir a mí, si el Padre
no se lo concede.» Desde entonces, muchos discípulos suyos se echaron atrás y
no volvieron a ir con él.
Entonces Jesús les dijo a los Doce: «¿También vosotros queréis marcharos?»
Simón Pedro le contestó: «Señor, ¿a quién vamos a acudir? Tú tienes palabras de
vida eterna; nosotros creemos y sabemos que tú eres el Santo consagrado por
Dios.»
HOMILÍA
El hombre caminaba
paseando por aquellas pequeñas callecitas de la ciudad provinciana. Tenía
tiempo y entonces se detenía algunos instantes en cada vidriera, en cada
negocio, en cada plaza. Al dar vuelta una esquina se encontró de pronto frente
a un modesto local cuya marquesina estaba en blanco.
Intrigado se acercó a la vidriera, y arrimó la cara al cristal para poder mirar
dentro del oscuro escaparate. En el interior solamente se veía un atril que
sostenía un cartelito escrito a mano que anunciaba: "TIENDA DE LA
VERDAD".
El hombre estaba sorprendido. Pensó era un nombre de fantasía, pero no pudo
imaginar qué vendían. Entró. Se acercó a la señorita que estaba en el primer
mostrador y preguntó:
- "Perdón, ¿ésta es la tienda de la verdad?"
- "Sí, señor. ¿Qué tipo de verdad anda buscando, verdad parcial, verdad
relativa, verdad estadística, verdad completa?"
Así que aquí vendían verdad. Nunca se había imaginado que esto era posible:
llegar a un lugar y llevarse la verdad, era maravilloso.
- "Verdad completa", contestó el hombre sin dudarlo. "Estoy tan
cansado de mentiras y falsificaciones", pensó,"no quiero más
generalizaciones ni justificaciones, engaños ni defraudaciones".
- "¡Verdad plena!", ratificó.
- "Bien, señor, sígame"
La señorita acompañó al cliente a otro sector y, señalando a un vendedor de
rostro muy adusto, le dijo:
- "El señor lo va a atender"
El vendedor se acercó y espero que el hombre hablara.
- "Vengo a comprar la verdad completa"
- "¡Ahá!... perdón, ¿el señor sabe el precio?"
- "No, ¿cuál es?", contestó rutinariamente. En realidad , él sabia
que estaba dispuesto a pagar lo que fuera por toda la verdad.
- "Si usted se la lleva", dijo el vendedor, "el precio es que
nunca más podrá estar en paz"
Un frío corrió por la espalda del hombre, nunca se había imaginado que el
precio fuera tan grande.
- "Gra..gracias, disculpe", balbuceó.
Se dio vuelta y salió del negocio mirando el suelo. Se sintió un poco triste al
darse cuenta de que todavía no estaba preparado para la verdad absoluta, de que
todavía necesitaba algunas mentiras donde encontrar descanso, algunos mitos e
idealizaciones en los cuales refugiarse, algunas justificaciones para no tener
que enfrentarse consigo mismo.
- "Quizás más adelante", pensó.
La Palabras del Señor
son Espíritu y Vida, como decía San Pedro, pero también es verdad que son
palabras que nunca nos dejan en paz, porque el elegir a Cristo como nuestro
maestro, no es simplemente decir “soy cristiano”, sino dejarse llenar por esas
palabras y darse por completo a aquellos que nos rodean.
Por eso, nosotros cada
día debemos volver a repetir aquellas palabras de “¿Señor, a quien vamos a
acudir?”, pero sobre todo debemos demostrarlo dejándonos llenar de Dios y
llevándolo allí donde el Señor nos mande hacerlo.
FELIZ DOMINGO Y QUE
DIOS OS BENDIGA.
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