domingo, 30 de mayo de 2021

DOMINGO DE LA SANTÍSIMA TRINIDAD

 LECTURA DEL SANTO EVANGELIO SEGÚN SAN MATEO 28, 16-20

En aquel tiempo los once discípulos se fueron a Galilea, al monte que Jesús les había indicado. Al verlo, ellos se postraron, pero algunos vacilaban. Acercándose a ellos, Jesús les dijo:

-- Se me ha dado pleno poder en el cielo y en la tierra. Id y haced discípulos de todos los pueblos, bautizándoles en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo; y enseñándoles a guardar todo lo que os he mandado. Y sabed que yo estoy con vosotros todos los días, hasta el final del mundo

 

HOMILÍA

El explorador había regresado junto a los suyos, que estaban ansiosos por  saberlo todo acerca del Amazonas. Pero ¿cómo podía él expresar con  palabras la sensación que había inundado su corazón cuando contempló  aquellas flores de sobrecogedora belleza y escuchó los sonidos nocturnos de  la selva? ¿Cómo comunicar lo que sintió en su corazón cuando se dio cuenta  del peligro de las fieras o cuando conducía su canoa por las inciertas aguas  del río? Y les dijo: — «Id y descubridlo vosotros mismos. Nada puede  sustituir al riesgo y a la experiencia personales». Pero, para orientarles, les  hizo un mapa del Amazonas. Ellos tomaron el mapa y lo colocaron en el  Ayuntamiento. E hicieron copias de él para cada uno. Y todo el que tenía  una copia se consideraba un experto en el Amazonas, pues ¿no conocía  acaso cada vuelta y cada recodo del río, y cuán ancho y profundo era, y  dónde había rápidos y dónde se hallaban las cascadas?  

El explorador se lamentó toda su vida de haber hecho aquel mapa. Habría  sido preferible no haberlo hecho.

Celebramos hoy el día de la Santísima Trinidad. Todos conocemos a Dios, y sabemos que es Padre, Hijo y Espíritu Santo, el problema es que este gran misterio no es para conocerlo, sino para vivirlo.

La Iglesia nos presenta esta fiesta, no porque Dios necesite un día especial para Él, sino porque nosotros necesitamos mirar a la Santísima Trinidad, para poder vivir como ellos, para poder hacer realidad en la Iglesia su gran misterio: tres personas distintas pero en comunión de amor entre ellas.

En efecto, la Iglesia está compuesta por personas, cada una distinta, con sus ideas propias, con sus pensamientos, pero todo eso no nos divide, sino que nos mantiene unidos, no el afecto, ni siquiera un ideal común. Lo que nos mantiene unidos es lo mismo que une a la Santísima Trinidad: el amor.

Por eso, imitemos a la Santísima Trinidad, dejemos a un lado diferencias, ideas y pensamientos, y amémonos unos a otros como se aman el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo.

FELIZ DOMINGO Y QUE LA SANTÍSIMA TRINIDAD OS BENDIGA.

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