LECTURA DEL SANTO EVANGELIO SEGÚN SAN MATEO 17, 1-9
En aquel tiempo,
Jesús tomó consigo a Pedro, a Santiago y a su hermano Juan, y subió con ellos
aparte a un monte alto.
Se transfiguró
delante de ellos, y su rostro resplandecía como el sol, y sus vestidos se
volvieron blancos como la luz.
De repente se
les aparecieron Moisés y Elías
conversando con él.
Pedro, entonces,
tomó la palabra y dijo a Jesús:
«Señor, ¡qué bueno
es que estemos aquí! Si quieres, haré tres tiendas: una para ti, otra para
Moisés y otra para Elías».
Todavía estaba
hablando cuando una nube luminosa los cubrió con su sombra, y una voz desde la
nube decía:
«Este es mi Hijo, el
amado, en quien me complazco.
Escuchadlo».
Al oírlo, los
discípulos cayeron de bruces, llenos de
espanto.
Jesús se acercó
y, tocándolos, les dijo:
«Levantaos, no
temáis».
Al alzar los ojos,
no vieron a nadie más que a Jesús, solo.
Cuando bajaban del
monte, Jesús les mandó:
«No contéis a nadie
la visión hasta que el Hijo del hombre resucite de entre los muertos».
HOMILÍA
Una hija se quejaba con su padre acerca de su vida y de cómo
las cosas le resultaban tan difíciles. No sabía cómo hacer para seguir adelante
y creía que se daría por vencida. Estaba cansada de luchar. Parecía que cuando
solucionaba un problema, aparecía otro.
Su padre, un chef de cocina, la llevó a su lugar de trabajo.
Allí llenó tres ollas con agua y las colocó sobre el fuego.
En una colocó zanahorias, en otra colocó huevos y en la última colocó granos de café. Las dejó hervir. Sin decir palabra.
La hija esperó impacientemente, preguntándose qué estaría haciendo su padre.
A los veinte minutos el padre apagó el fuego. Sacó las zanahorias y las colocó en un tazón. Sacó los huevos y los colocó en otro plato. Finalmente, coló el café y lo puso en un tercer recipiente.
Mirando a su hija le dijo:
- "Querida, ¿qué ves?"
- "Zanahorias, huevos y café", fue su respuesta.
La hizo acercarse y le pidió que tocara las zanahorias, ella lo hizo y notó que estaban blandas. Luego le pidió que tomara un huevo y lo rompiera. Luego de sacarle la cáscara, observó el huevo duro. Luego le pidió que probara el café. Ella sonrió mientras disfrutaba de su rico aroma.
Humildemente la hija preguntó:
- "¿Qué significa esto, padre?"
Él le explicó que los tres elementos habían enfrentado la misma adversidad: agua hirviendo, pero habían reaccionado en forma diferente.
La zanahoria llegó al agua fuerte, dura; pero después de pasar por el agua hirviendo se había puesto débil, fácil de deshacer.
El huevo había llegado al agua frágil, su cáscara fina protegía su interior líquido; pero después de estar en agua hirviendo, su interior se había endurecido.
Los granos de café, sin embargo eran únicos: después de estar en agua hirviendo, habían cambiado el agua.
- "¿Cuál eres tú, hija?.
Su padre, un chef de cocina, la llevó a su lugar de trabajo.
Allí llenó tres ollas con agua y las colocó sobre el fuego.
En una colocó zanahorias, en otra colocó huevos y en la última colocó granos de café. Las dejó hervir. Sin decir palabra.
La hija esperó impacientemente, preguntándose qué estaría haciendo su padre.
A los veinte minutos el padre apagó el fuego. Sacó las zanahorias y las colocó en un tazón. Sacó los huevos y los colocó en otro plato. Finalmente, coló el café y lo puso en un tercer recipiente.
Mirando a su hija le dijo:
- "Querida, ¿qué ves?"
- "Zanahorias, huevos y café", fue su respuesta.
La hizo acercarse y le pidió que tocara las zanahorias, ella lo hizo y notó que estaban blandas. Luego le pidió que tomara un huevo y lo rompiera. Luego de sacarle la cáscara, observó el huevo duro. Luego le pidió que probara el café. Ella sonrió mientras disfrutaba de su rico aroma.
Humildemente la hija preguntó:
- "¿Qué significa esto, padre?"
Él le explicó que los tres elementos habían enfrentado la misma adversidad: agua hirviendo, pero habían reaccionado en forma diferente.
La zanahoria llegó al agua fuerte, dura; pero después de pasar por el agua hirviendo se había puesto débil, fácil de deshacer.
El huevo había llegado al agua frágil, su cáscara fina protegía su interior líquido; pero después de estar en agua hirviendo, su interior se había endurecido.
Los granos de café, sin embargo eran únicos: después de estar en agua hirviendo, habían cambiado el agua.
- "¿Cuál eres tú, hija?.
Hoy celebramos la fiesta de la Transfiguración del Señor,
momento en que Jesús les muestra a los discípulos su gloria, le anticipa lo que
va a venir, pero no paras quedarse allí, sino para que vean que el final de
nuestra vida es llegar a esa gloria, que nuestra vida tiene un sentido más allá
de lo que vemos, y que nuestra tarea en este mundo es hacer del ahora un
anticipo de lo que vendrá.
Los cristianos debemos ser granos de café, que la cruz, y
los distintos inconvenientes de la vida nos tienen que llevar a transformar
este mundo, a hacerlo lo más parecido posible a la nueva vida que nos espera
después de la muerte.
Con su transfiguración, el Señor nos mostró lo que seremos y
sobre todo lo que debemos de ser ya en este mundo.
Transfiguremos nosotros el mundo que nos rodea, porque
debemos dar un sabor nuevo a nuestra sociedad, porque si no lo hacemos
nosotros, nadie lo puede hacer. Nosotros tenemos a Dios con nosotros.
FELIZ DOMINGO Y QUE DIOS OS BENDIGA.
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