LECTURA DEL SANTO EVANGELIO SEGÚN SAN LUCAS 10, 38-42
En aquel tiempo, entró Jesús en una aldea, y una mujer
llamada Marta lo recibió en su casa. Esta tenía una hermana llamada María, que,
sentada a los pies del Señor, escuchaba su palabra. Y Marta se multiplicaba
para dar abasto con el servicio; hasta que se paró y dijo:
-- Señor, ¿no te importa que mi hermana me haya dejado sola
con el servicio? Dile que me eche una mano.
Pero el Señor le contestó:
-- Marta, Marta: andas inquieta y nerviosa con tantas cosas:
solo una es necesaria. María ha escogido la parte mejor y no se la quitarán.
HOMILIA
Siempre que se comenta este evangelio, aparece un
enfrentamiento entre la actitud de Marta y la de María, como si las palabras de
Jesús alabaran la actitud de María y menospreciase la de Marta. Pero en
realidad no es así. Decía Santa Teresa de Jesús que si Marta se hubiera parado
a escuchar a Jesús, ese día María no hubiera cenado.
Y es que la cuestión no está en que actitud es mejor, sino
en saber cuál es la más adecuada en cada momento. Porque para todo hay tiempo y
todo es necesario, sólo hace falta saber colocarlo en nuestra vida.
Cuentan que un maestro llegó al
salón de clase con una vasija de cristal muy grande y la llenó de piedras
delante de sus alumnos. Al terminar de llenarla, preguntó a los estudiantes:
¿Creen que esta vasija está llena? Si. Respondieron todos al tiempo. Entonces
el maestro sacó del maletín una bolsa con un poco de piedrecitas y las fue
dejando caer dentro de la vasija por entre los espacios que dejaban las piedras
más grandes. Volvió a preguntar el maestro: ¿Ahora sí creen que esta vasija
está llena? Hubo un momento de duda y respuestas encontradas. El maestro sacó
entonces una bolsa con arena y la fue depositando lentamente en la vasija. Poco
a poco la arena fue llenando los espacios que dejaban las piedras grandes y las
pequeñas. Por fin, el maestro preguntó. ¿Esta vez sí está llena la vasija?
Alguien se atrevió a decir que no. De modo que el maestro sacó una botella con
agua y fue regando todo el contenido hasta llenar prácticamente la vasija.
Cuando terminó el maestro pregunto: ¿Qué creéis que nos enseña este
experimento?
Un muchacho levantó la mano y
dijo: Que por más cosas que tengamos que hacer siempre podemos sacar un hueco
para hacer más.
No, respondió el maestro. Lo que
nos enseña esto es que si no colocamos primero las piedras grandes en nuestra
vida, luego no habrá hueco para ellas.
Y esto es lo mismo que nos ensaña
el Evangelio de hoy. Si no le damos importancia a estar con Jesús, a escuchar
su palabra, a celebrar la Eucaristía, luego llenaremos nuestra vida de otras
cosas en las que ya Dios no tendrá cabida. Por eso al igual que María nosotros
debemos escoger la mejor parte, sin descuidar la parte del servicio, de la
entrega, del amor a los demás. Porque si no alimentamos nuestra alma, al final
no nos quedarán fuerzas para alimentar a los de nuestro alrededor.
FELIZ DOMINGO Y QUE DIOS OS
BENDIGA.
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