LECTURA DEL SANTO EVANGELIO SEGÚN SAN LUCAS 7, 11-17
En aquel tiempo, iba
Jesús camino de una ciudad llamada Naín, e iban con él sus discípulos y mucho
gentío. Cuando se acercaba a la entrada de la ciudad, resultó que sacaban a
enterrar a un muerto, hijo único de su madre, que era viuda; y un gentío
considerable de la ciudad la acompañaba.
Al verla el Señor,
le dio lástima y le dijo: "No llores." Se acercó al ataúd, lo tocó
(los que lo llevaban se pararon) y dijo: "¡Muchacho, a ti te lo digo,
levántate!" El muerto se incorporó y empezó a hablar, y Jesús se lo
entregó a su madre.
Todos, sobrecogidos,
daban gloria a Dios, diciendo: "Un gran Profeta ha surgido entre nosotros.
Dios ha visitado a su pueblo." La noticia del hecho se divulgó por toda la
comarca y por Judea entera.
HOMILÍA
Una noche las mariposas se reunieron, con el ansia de
conocer la llama. Decía:
“Es necesario que alguien nos dé alguna noticia”.
Una de ellas se acercó a un castillo, y desde afuera vio, a
lo lejos, la luz de una vela. Contó su impresión, según lo que había podido
entender.
Pero la mariposa que presidía la asamblea no se dio por
satisfecha. “No sabes nada de la llama”, dijo.
Partió otra, y penetró en el castillo, tocando la vela, pero
manteniéndose lejos de la llama. También esa reportó un pequeño manojo de
secretos, contando su encuentro con la vela. Pero la sabia mariposa le dice:
“Tampoco esto es un informe, querida. Tu relación vale tanto
como la otra”.
Partió una tercera, y ebria, ebria se posó moviendo las
alas, sobre la llama. Estiró las patas y la abrazó, perdiéndose alegremente en
ella.
Envuelta completamente por el fuego, sus miembros se pusieron rojos como el fuego. Cuando una sabia mariposa la vio desde lejos, convertida en una sola cosa con la llama, ya del color de la luz, dijo:
Envuelta completamente por el fuego, sus miembros se pusieron rojos como el fuego. Cuando una sabia mariposa la vio desde lejos, convertida en una sola cosa con la llama, ya del color de la luz, dijo:
“Sólo ésta ha alcanzado el objeto. Sólo ésa, ahora, sabe
algo de la llama”
Sólo el que se quema puede saber lo que es la llama, sólo el
que se acerca al dolor y se hace uno con él puede sentir compasión.
Eso mismo es lo que
nos muestra Jesús en su encuentro con la viuda de NaÍn. Se acerca a su hijo
muerto, se adentra en su dolor y lo convierte en alegría. Sólo si nosotros nos
acercamos al dolor y nos involucramos con él, podremos saber lo que es amar de
verdad.
Por eso Cristo murió por nosotros, para poder compadecerse
de nosotros, al pasar por lo mismo que debemos pasar nosotros.
Seamos cristianos que se compadecen, ya que eso será señal
de que amamos, de la misma forma que amó Jesús.
FELIZ DOMINGO Y FELIZ SEMANA.
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