domingo, 6 de agosto de 2017

FIESTA DE LA TRANSFIGURACIÓN DEL SEÑOR

LECTURA DEL SANTO EVANGELIO SEGÚN SAN MATEO 17, 1-9
En aquel tiempo, Jesús tomó consigo a Pedro, a Santiago y a su hermano Juan, y subió con ellos aparte a un monte alto.
Se transfiguró delante de ellos, y su rostro resplandecía como el sol, y sus vestidos se volvieron blancos como la luz.
De repente se les  aparecieron Moisés y Elías conversando con él.
Pedro, entonces, tomó la  palabra y dijo a Jesús:
«Señor, ¡qué bueno es que estemos aquí! Si quieres, haré tres tiendas: una para ti, otra para Moisés y otra para Elías».
Todavía estaba hablando cuando una nube luminosa los cubrió con su sombra, y una voz desde la nube decía:
«Este es mi Hijo, el amado,  en quien me complazco. Escuchadlo».
Al oírlo, los discípulos  cayeron de bruces, llenos de espanto.
Jesús se acercó y,  tocándolos, les dijo:
«Levantaos, no temáis».
Al alzar los ojos, no vieron  a nadie más que a Jesús, solo.
Cuando bajaban del monte,  Jesús les mandó:
«No contéis a nadie la visión hasta que el Hijo del hombre resucite de entre los muertos».

HOMILÍA
Una hija se quejaba con su padre acerca de su vida y de cómo las cosas le resultaban tan difíciles. No sabía cómo hacer para seguir adelante y creía que se daría por vencida. Estaba cansada de luchar. Parecía que cuando solucionaba un problema, aparecía otro.

Su padre, un chef de cocina, la llevó a su lugar de trabajo.

Allí llenó tres ollas con agua y las colocó sobre el fuego.

En una colocó zanahorias, en otra colocó huevos y en la última colocó granos de café. Las dejó hervir. Sin decir palabra.

La hija esperó impacientemente, preguntándose qué estaría haciendo su padre.

A los veinte minutos el padre apagó el fuego. Sacó las zanahorias y las colocó en un tazón. Sacó los huevos y los colocó en otro plato. Finalmente, coló el café y lo puso en un tercer recipiente.

Mirando a su hija le dijo:
- "Querida, ¿qué ves?"

- "Zanahorias, huevos y café", fue su respuesta.

La hizo acercarse y le pidió que tocara las zanahorias, ella lo hizo y notó que estaban blandas. Luego le pidió que tomara un huevo y lo rompiera. Luego de sacarle la cáscara, observó el huevo duro. Luego le pidió que probara el café. Ella sonrió mientras disfrutaba de su rico aroma.

Humildemente la hija preguntó:

- "¿Qué significa esto, padre?"

Él le explicó que los tres elementos habían enfrentado la misma adversidad: agua hirviendo, pero habían reaccionado en forma diferente.

La zanahoria llegó al agua fuerte, dura; pero después de pasar por el agua hirviendo se había puesto débil, fácil de deshacer.

El huevo había llegado al agua frágil, su cáscara fina protegía su interior líquido; pero después de estar en agua hirviendo, su interior se había endurecido.

Los granos de café, sin embargo eran únicos: después de estar en agua hirviendo, habían cambiado el agua.

- "¿Cuál eres tú, hija?.
Hoy celebramos la fiesta de la Transfiguración del Señor, momento en que Jesús les muestra a los discípulos su gloria, le anticipa lo que va a venir, pero no paras quedarse allí, sino para que vean que el final de nuestra vida es llegar a esa gloria, que nuestra vida tiene un sentido más allá de lo que vemos, y que nuestra tarea en este mundo es hacer del ahora un anticipo de lo que vendrá.
Los cristianos debemos ser granos de café, que la cruz, y los distintos inconvenientes de la vida nos tienen que llevar a transformar este mundo, a hacerlo lo más parecido posible a la nueva vida que nos espera después de la muerte.
Con su transfiguración, el Señor nos mostró lo que seremos y sobre todo lo que debemos de ser ya en este mundo.
Transfiguremos nosotros el mundo que nos rodea, porque debemos dar un sabor nuevo a nuestra sociedad, porque si no lo hacemos nosotros, nadie lo puede hacer. Nosotros tenemos a Dios con nosotros.

FELIZ DOMINGO Y QUE DIOS OS BENDIGA. 

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