domingo, 31 de mayo de 2015

DOMINGO DE LA SANTÍSIMA TRINIDAD

LECTURA DEL SANTO EVANGELIO SEGÚN SAN MATEO 28, 16-20
En aquel tiempo los once discípulos se fueron a Galilea, al monte que Jesús les había indicado. Al verlo, ellos se postraron, pero algunos vacilaban. Acercándose a ellos, Jesús les dijo:
-- Se me ha dado pleno poder en el cielo y en la tierra. Id y haced discípulos de todos los pueblos, bautizándoles en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo; y enseñándoles a guardar todo lo que os he mandado. Y sabed que yo estoy con vosotros todos los días, hasta el final del mundo

HOMILÍA
El explorador había regresado junto a los suyos, que estaban ansiosos por  saberlo todo acerca del Amazonas. Pero ¿cómo podía él expresar con  palabras la sensación que había inundado su corazón cuando contempló  aquellas flores de sobrecogedora belleza y escuchó los sonidos nocturnos de  la selva? ¿Cómo comunicar lo que sintió en su corazón cuando se dio cuenta  del peligro de las fieras o cuando conducía su canoa por las inciertas aguas  del río? Y les dijo: — «Id y descubridlo vosotros mismos. Nada puede  sustituir al riesgo y a la experiencia personales». Pero, para orientarles, les  hizo un mapa del Amazonas. Ellos tomaron el mapa y lo colocaron en el  Ayuntamiento. E hicieron copias de él para cada uno. Y todo el que tenía  una copia se consideraba un experto en el Amazonas, pues ¿no conocía  acaso cada vuelta y cada recodo del río, y cuán ancho y profundo era, y  dónde había rápidos y dónde se hallaban las cascadas?  
El explorador se lamentó toda su vida de haber hecho aquel mapa. Habría  sido preferible no haberlo hecho.

Celebramos hoy el día de la Santísima Trinidad. Todos conocemos a Dios, y sabemos que es Padre, Hijo y Espíritu Santo, el problema es que este gran misterio no es para conocerlo, sino para vivirlo.
La Iglesia nos presenta esta fiesta, no porque Dios necesite un día especial para Él, sino porque nosotros necesitamos mirar a la Santísima Trinidad, para poder vivir como ellos, para poder hacer realidad en la Iglesia su gran misterio: tres personas distintas pero en comunión de amor entre ellas.
En efecto, la Iglesia esta comp0uesta por personas, cada una distinta, con sus ideas propias, con sus pensamientos, pero todo eso no nos divide, sino que nos mantiene unidos, no el afecto, ni siquiera un ideal común. Lo que nos mantiene unidos es lo mismo que une a la Santísima Trinidad: el amor.
Por eso, imitemos a la Santísima Trinidad, dejemos a un lado diferencias, ideas y pensamientos, y amémonos unos a otros como el Padre ama al Hijo y como el Hijo ama al Espíritu Santo.

FELIZ DOMINGO Y QUE LA SANTÍSIMA TRINIDAD OS BENDIGA.

domingo, 24 de mayo de 2015

DOMINGO DE PENTECOSTÉS

LECTURA DEL SANTO EVANGELIO SEGÚN SAN JUAN 20, 19-23
Al anochecer de aquel día, el día primero de la semana, estaban los discípulos en una casa, con las puertas cerradas por miedo a los judíos. Y en esto entró Jesús, se puso en medio y les dijo:
-- Paz a vosotros
Y, diciendo esto, les enseñó las manos y el costado. Y los discípulos se llenaron de alegría al ver al Señor. Jesús repitió:
-- Paz a vosotros. Como el Padre me ha enviado, así también os envío yo.
Y, dicho esto, exhaló su aliento sobre ellos y les dijo:
-- Recibid el Espíritu Santo; a quienes les perdonéis los pecados, les quedan perdonados; a quienes se los retengáis, les quedan retenidos.

HOMILÍA

En un día caluroso de verano, en el sur de Florida, un niño decidió ir  a  nadar en la laguna detrás de su casa. Salió corriendo por la puerta trasera,  se tiró al agua y nadaba feliz. No se dio cuenta de que un cocodrilo se le  acercaba. Su madre, desde la casa, miraba por la ventana y vio con horror  lo que sucedía. Enseguida corrió hacia su hijo gritándole lo más fuerte que  podía. Al oírla, el niño se alarmó y comenzó a nadar hacia su madre. Pero  fue demasiado tarde. Desde el muelle, la mamá tomó al niño por sus  brazos justo cuando el caimán lo agarraba de las piernitas. La mujer tiraba  con todas la fuerza de su corazón. El cocodrilo era más fuerte, pero la  mamá era mucho más apasionada y su amor la fortalecía. Un señor que  escuchó los gritos se apresuró hacia el lugar con un rifle y mató al  cocodrilo. El niño sobrevivió y, aunque sus piernas sufrieron bastante,  incluso pudo volver a caminar. Cuando salió del trauma, un periodista le  preguntó al niño si le quería enseñar las cicatrices de sus pies. El niño  levantó las sábanas y se las mostró. Pero entonces, con gran orgullo, se  subió las mangas de su pijama y señalando hacia las cicatrices de sus  brazos, le dijo: “Pero lo que usted debe ver son éstas”. Eran las marcas de  las uñas de su madre que lo habían presionado con tanta fuerza. “Las tengo  porque mi mamá nunca me soltó y me salvó la vida”.

La fiesta que celebramos hoy es precisamente la fiesta de los brazos del Señor. Hoy el Señor nos vuelve a decir que no quiere dejarnos, que no nos va a soltar jamás, que nos envía su Espíritu Santo para quedarse para siempre con nosotros.

Hoy, en Pentecostés, la Iglesia celebra el gran amor que Dios nos tiene, y que nos lo quiere demostrar cada día, por eso nos envía su Espíritu Santo. Dios no se desentiende de nosotros, al contrario, nos agarra cada día con más fuerza, a través de su Espíritu, y sólo nos pide que recibamos con alegría ese amor, y seamos nosotros capaces de demostrárselo también a los demás.

FELIZ PENTECOSTÉS Y QUE DIOS OS BENDIGA.

domingo, 17 de mayo de 2015

DOMINGO DE LA ASCENSIÓN DEL SEÑOR

LECTURA DEL SANTO EVANGELIO SEGÚN SAN MARCOS 16, 15-20
En aquel tiempo se apareció Jesús a los Once y les dijo:
-- Id al mundo entero y proclamad el Evangelio a toda la creación. El que crea y se bautice, se salvará; el que se resista a creer, será condenado. A los que crean, les acompañarán estos signos: echarán demonios en mi nombre, hablarán lenguas nuevas, cogerán serpientes en sus manos, y si beben un veneno mortal no les hará daño. Impondrán las manos a los enfermos y quedarán sanos
Después de hablarles, el Señor Jesús, ascendió al cielo y se sentó a la derecha de Dios. Ellos fueron y proclamaron el Evangelio por todas partes, y el Señor actuaba con ellos y confirmaba la Palabra con los signos que los acompañaban.

HOMILÍA
Cuentan que tras la muerte de un hombre rico, se dio lugar a la lectura del testamento. En medio de la formalidad del acto, estaban presentes los hijos e hijas del difunto; y junto a ellos, los nietos, nietas, sobrinos, sobrinas y otros familiares cercanos. Todos expectantes y esperanzados en que pudieran tener algún grado de participación en la inmensa fortuna que estaba a punto de ser distribuida.
El juez, mirando a los herederos por encima las gafas, comenzó la lectura del testamento: “En uso de mis facultades mentales y cumpliendo con los requisitos que pide la ley, procedo a determinar mi voluntad sobre el destino de mis posesiones. En primer lugar, quiero que las tierras de la Hacienda La Ponderosa, incluyendo la casa, el ganado y todos los bienes que hay en ella, se destinen a la comunidad de hermanas de la residencia de Las Misericordias, de mi pueblo natal”. Inmediatamente, hubo un cuchicheo nervioso entre los presentes... Pero todavía había más, de modo que el juez continuó su lectura: “En segundo lugar, quiero que las casas que poseo y los apartamentos que tengo, sean destinados al Hogar para niños huérfanos que funciona bajo la dirección de la parroquia de mi pueblo”. El alboroto esta vez fue más sonoro y la cara de sorpresa de los asistentes fue mayor... Y continuó la lectura del testamento: “En tercer lugar, quiero que todo el dinero que tengo en mis cuentas corrientes y de ahorros, junto con las acciones que están a mi nombre en distintos bancos y empresas, sea entregado a la Clínica del niño quemado, que dirigen las Hermanitas de los desamparados”. Esta vez la reacción de los familiares del difunto fue impresionante... Sin embargo, el silencio se apoderó de todos cuando el juez continuó su lectura pausada y firme: “Por último, a mis hijos e hijas, a mis nietos y nietas, a mis sobrinos y sobrinas, y a todos mis herederos directos o indirectos, les dejo una recomendación que estoy seguro, los ayudará a salir de su precaria situación económica. Sólo les recomiendo una cosa: ¡Que trabajen!” Y así terminó el solemne acto.
Hoy domingo de la Ascensión, el Señor nos dejó su testamento antes de subir al cielo, y nos dejó precisamente lo mismo que el difunto a sus hijos: Que trabajemos.
Los cristianos nos pasamos la vida mirando al cielo, esperando ver algún día al Señor, cuando no nos damos cuenta de que el Señor está en medio de nosotros, en la vida del hermano que pasa necesidad, en aquel al que le hemos quitado el saludo, en aquellos que viven solos.
Este es nuestro trabajo, y es lo que nos pide el Señor. Que seamos capaces de llevar a término lo que Señor nos pide, que trabajemos por hacer de este mundo un mundo más cristiano.

FELIZ DOMINGO Y QUE DIOS OS BENDIGA.

domingo, 10 de mayo de 2015

DOMINGO VI DEL TIEMPO PASCUAL

LECTURA DEL SANTO EVANGELIO SEGÚN SAN JUAN 15, 9- 17
En aquel tiempo dijo Jesús a sus discípulos:
-- Como el Padre me ha amado, así os he amado yo; permaneced en mi amor. Si guardáis mis mandamientos, permaneceréis en mi amor; lo mismo que yo he guardado los mandamientos de mi Padre y permanezco en su amor. Os he hablado de esto para que mi alegría esté en vosotros, y vuestra alegría llegue a plenitud. Este es mi mandamiento: que os améis unos a otros como yo os he amado. Nadie tiene amor más grande que el que da la vida por sus amigos. Vosotros sois mis amigos, si hacéis lo que yo os mando. Ya no os llamo siervos, porque el siervo no sabe lo que hace su señor: a vosotros os llamo amigos, porque todo lo que he oído a mi Padre os lo he dado a conocer. No sois vosotros los que me habéis elegido, soy yo quien os he elegido; y os he destinado para que vayáis y deis fruto, y vuestro fruto dure. De modo que lo que pidáis al Padre en mi nombre, os lo dé. Esto os mando: que os améis unos a otros.

HOMILÍA
El 10 de octubre de 1982, en la gran plaza de san Pedro de Roma, el papa Juan Pablo II canonizó a un paisano suyo: Maximiliano Kolbe, sacerdote franciscano, nacido el 8 de enero de 1894 en la ciudad de Zdunska Wola. Estuvo presente en este acto un testigo excepcional: Franciszek Gajowniczek, un polaco ya anciano que, cuarenta y un años antes, había salvado su vida en el campo de concentración de Auschwitz, gracias al heroico gesto del nuevo santo.
Este hombre cuenta así su experiencia de aquel verano de 1941: “Yo era un veterano en el campo de Auschwitz; tenía en mi brazo tatuado el número de inscripción: 5659. Una noche, al pasar los guardianes lista, uno de nuestros compañeros no respondió cuando leyeron su nombre. Se dio al punto la alarma: los oficiales del campo desplegaron todos los dispositivos de seguridad; salieron patrullas por los alrededores. Aquella noche nos fuimos angustiados a nuestros barracones. Los dos mil internados en nuestro pabellón sabíamos que nuestra alternativa era bien trágica; si no lograban dar con el escapado, acabarían con diez de nosotros. A la mañana siguiente nos hicieron formar a todos los dos mil y nos tuvieron en posición de firmes desde las primeras horas hasta el mediodía. Nuestros cuerpos estaban debilitados al máximo por el trabajo y la escasísima alimentación. Muchos del grupo caían exánimes bajo aquel sol implacable. Hacia las tres nos dieron algo de comer y volvimos a la posición de firmes hasta la noche. El coronel Fritsch volvió a pasar lista y anunció que diez de nosotros seríamos ajusticiados”.
A la mañana siguiente, Franciszek Gajowniczek fue uno de los diez elegidos por el coronel de la SS para ser ajusticiados en represalia por el escapado. Cuando Franciszek salió de su fila, después de haber sido señalado por el coronel, musitó estas palabras: “Pobre esposa mía; pobres hijos míos”. El P. Maximiliano estaba cerca y oyó estas palabras. Enseguida, dio un paso adelante y le dijo al coronel: “Soy un sacerdote católico polaco, estoy ya viejo. Querría ocupar el puesto de ese hombre que tiene esposa e hijos”. Su ofrecimiento fue aceptado por el oficial nazi y Maximiliano Kolbe, que tenía entonces 47 años, fue condenado, junto con otros nueve prisioneros, a morir de hambre. Tres semanas después, el único prisionero que seguía vivo era el P. Kolbe, de modo que le fue aplicada una inyección letal que terminó definitivamente con su vida. Maximiliano Kolbe había vivido su ministerio pastoral en Polonia y Japón, donde había pasado cinco años como misionero. Con este gesto sellaba una vida de entrega permanente.
¿Qué tenía de especial Maximiliano Kolbe para poder hacer lo que hizo? Nada. Simplemente en el momento en el que se le pidió dar la vida por los demás lo hizo.
Nosotros estamos hechos de la misma pasta, y lo único que nos pide el Señor es que cuando se nos presente la ocasión de amar lo hagamos. Porque cada día se nos presentan miles de ocasiones para dar nuestra vida por los demás, quizá no nos haga falta morir pero si dar un trocito de la vida perdonando, amando a los que se sienten solos, dejándonos de pequeñas rencillas, impidiendo que el dinero nos separe, etc…
Que seamos cristianos de verdad porque cumplamos el único precepto que nos dejó Jesús: “amarnos los unos a los otros como él lo hizo”.

FELIZ DOMINGO Y QUE DIOS OS BENDIGA. 

domingo, 3 de mayo de 2015

DOMINGO V DEL TIEMPO PASCUAL

LECTURA DEL SANTO EVANGELIO SEGÚN SAN JUAN 15, 1-8
En aquel tiempo dijo Jesús a sus discípulos:
-- Yo soy la verdadera vid y mi Padre es el labrador. A todo sarmiento mío que no da fruto lo poda para que dé mas fruto. Vosotros estáis limpios por las palabras que os he hablado; permaneced en mí y yo en vosotros. Como el sarmiento no puede dar fruto por sí, si no permanece en la vid, así tampoco vosotros, si no permanecéis en mí. Yo soy la vid, vosotros los sarmientos; el que permanece en mi y yo en él, ése da fruto abundante; porque sin mí no podéis hacer nada. Al que no permanece en mí, lo tiran fuera, como al sarmiento, y se seca; luego los recogen y los echan al fuego, y arden. Si permanecéis en mí y mis palabras permanecen en vosotros, pediréis lo que deseéis, y se realizará. Con esto recibe gloria mi Padre, con que deis fruto abundante; así seréis discípulos míos.

HOMILÍA
La anciana que vivía en una granja observó que su gallo cantaba siempre a la misma hora, minutos antes de comenzar el día; pensó entonces que era el canto de su gallo el que producía la salida del sol.

Los vecinos molestos por el canto, protestaron. La anciana decidió entonces irse a vivir a otro pueblo llevándose el gallo.

La primera madrugada en su nuevo hogar fue igual que siempre: el gallo cantó y el sol comenzó a elevarse sobre el horizonte. Poco a poco la claridad invadió el lugar.

La mujer pensó:

- "Lo lamento por la gente del otro pueblo a quienes dejé a oscuras para siempre".

Le extrañó que nunca la hubieran llamado para que regresara.

Al igual que la anciana, muchas veces nos pensamos nosotros que somos los importantes, que son nuestras fuerzas las que pueden cambiar la vida, la nuestra y la de los demás, y no es así.
Hasta siete veces repite San Juan en el Evangelio de hoy el verbo permanecer. Y es que sólo en el Señor, con él y por él podremos hacer grandes cosas.
Siempre que se lo explico a los niños les pongo el ejemplo de las bombillas, porque para permanecer en el Señor debemos ser como las bombillas.
Las bombillas están hechas de un finísimo alambre, que al pasar por él la electricidad hace que brille. Pero lo importante no está en el alambre, sino en la electricidad que pasa. Si la bombilla tuviera alambre, pero sin electricidad, no serviría de nada.
Al igual que las bombillas, los cristianos necesitamos el amor de Dios para iluminar, necesitamos permanecer unidos o “enchufados” a él, pero con eso no basta, al igual que las bombillas, necesitamos que ese amor pase por nosotros y vuelva a salir, como la electricidad no se queda en la bombilla, sino que vuelve a salir.
Nosotros recibimos el amor de Dios, para darlo, y ese darlo es lo que nos hace resplandecer, nos hace brillar en medio de nuestro mundo.
Que siempre estemos enchufados a Dios, recibiendo su amor, pero sobre todo que siempre lo demos a los demás, para poder dar luz a los que nos rodean.
Pero sobre todo que nunca nos creamos que la luz procede de nosotros, porque sin Dios no podemos hacer nada.

FELIZ DOMINGO Y QUE DIOS OS BENDIGA.