domingo, 25 de diciembre de 2016

SOLEMNIDAD DE LA NATIVIDAD DEL SEÑOR

LECTURA DEL SANTO EVANGELIO SEGÚN SAN JUAN 1, 1-18
En el principio ya existía la Palabra, y la Palabra estaba junto a Dios, y la Palabra era Dios. La Palabra en el principio estaba junto a Dios. Por medio de la Palabra se hizo todo, y sin ella no se hizo nada de lo que se ha hecho. En la Palabra había vida, y la vida era la luz de los hombres. La luz brilla en la tiniebla, y la tiniebla no la recibió.
Surgió un hombre enviado por Dios, que se llamaba Juan: éste venía como testigo, para dar testimonio de la luz, para que por él todos vinieran a la fe. No era él la luz, sino testigo de la luz.
La Palabra era la luz verdadera, que alumbra a todo hombre. Al mundo vino, y en el mundo estaba; el mundo se hizo por medio de ella, y el mundo no la conoció. Vino a su casa, y los suyos no la recibieron. Pero a cuantos la recibieron, les da poder para ser hijos de Dios, si creen en su nombre. Éstos no han nacido de sangre, ni de amor carnal, ni de amor humano, sino de Dios. Y la Palabra se hizo carne y acampó entre nosotros, y hemos contemplado su gloria: gloria propia del Hijo único del Padre, lleno de gracia y de verdad.
Juan da testimonio de él y grita diciendo:
-- Este es de quien dije: "El que viene detrás de mí pasa delante de mí, porque existía antes que yo."
Pues de su plenitud todos hemos recibido, gracia tras gracia. Porque la Ley se dio por medio de Moisés, la gracia y la verdad vinieron por medio de Jesucristo. A Dios nadie lo ha visto jamás: el Hijo único, que está en el seno del Padre, es quien lo ha dado a conocer.

HOMILÍA
Hubo una vez un hombre tan harto de ver tantas cosas malas por el mundo, que una Navidad deseó que todo el mundo fuera bueno y tuviera espíritu navideño. Y resultó que, mágicamente, su deseo se vio cumplido. Cuando salió a la calle, todo el mundo parecía feliz y nadie era capaz de hacer mal.
Unos niños tiraron piedras a un perro pero, por el aire, las piedras se convirtieron en nieve; un hombre cruzó la calle despistado, y cuando el conductor sacó medio cuerpo por la ventanilla para gritar algo, le dio los buenos días y le deseó felices fiestas; y hasta una mujer rica que caminaba envuelta en su abrigo de pieles, al pasar junto a un mendigo, cuando parecía que iba proteger aún más su bolso, lo agarró y se lo dio lleno, con todo el dinero y las joyas. Nuestro navideño hombre estaba feliz, pero la cosa cambió cuando fue a pagar en el supermercado. Le atendió aquella cajera que lo estaba pasando tan mal por falta de dinero, y pensó en dejarle de propina lo justo para poder tomarse luego un chocolate caliente, pero antes de darse cuenta, sin saber muy bien cómo, le había dejado de propina todo el dinero que llevaba encima. Y si aquello no le hizo mucha gracia, menos aún le gustó cuando en lugar de ir al gimnasio subió al autobús que iba a la prisión y se pasó un par de horas visitando peligrosos delincuentes encarcelados, y otro par de horas escuchando la pesada charla de una anciana solitaria en el asilo, en lugar de ir a ver una preciosa obra de teatro sobre la Navidad, tal y como había previsto. Molesto por todo aquello, sin saber qué le empujaba a obrar así, empezó a comprobar que todo el mundo tenía aquel perfecto espíritu navideño gracias a que se había cumplido su deseo. Pero igual que él mismo, casi nadie estaba a gusto haciendo todas aquellas justas y generosas cosas. Entonces se dio cuenta de lo injusto que había sido su deseo: había pedido que todos mejoraran, que el mundo se hiciera bueno, cuando él estaba realmente lejos de ser así. Durante años se había creído bueno y justo, pero habían bastado un par de días para demostrarle que era como todos, sólo un poco bueno, sólo un poco generoso, sólo un poco justo... y lo peor de todo, no quería que aquello cambiase.
Hay quien dice que todos somos como ese hombre. También hay locos que dicen que bastaría con que un hombre cambie para cambiar el mundo. Y algunos, mis favoritos, dicen que ya ha llegado la hora de cambiar a ese hombre sólo un poco bueno que llevamos con nosotros a todas partes.
Hoy celebramos que Cristo nace, para que nosotros seamos capaces de pasar de tener buena voluntad, a creer de verdad en la justicia, en la igualdad, en la solidaridad, y llevar a cabo la obra que él nos mandó. Que esta Navidad no pase con buenas intenciones, ni siquiera con buenas obras que no nos salen de corazón, sino de la mala conciencia.
Que esta Navidad convirtamos nuestro corazón en un pequeño refugio, donde todos, sin exclusión, encuentren un lugar cálido que transmita el amor inmenso de Dios por los hombres.

FELIZ NAVIDAD, FELIZ VIDA, FELIZ ENTREGA. QUE DIOS OS BENDIGA.

sábado, 24 de diciembre de 2016

NOCHEBUENA 2016

LECTURA DEL SANTO EVANGELIO SEGÚN SAN LUCAS 2, 1- 14
En aquel tiempo salió un decreto del emperador Augusto, ordenando hacer un censo del mundo entero. Este fue el primer censo que se hizo siendo Cirino gobernador de Siria. Y todos iban a inscribirse, cada cual a su ciudad. También José, que era de la casa y familia de David, subió desde la ciudad de Nazaret en Galilea a la ciudad de David, que se llama Belén para inscribirse con su esposa María, que estaba encinta. Y mientras estaban allí le llegó el tiempo del parto y dio a luz a su hijo primogénito, lo envolvió en pañales y lo acostó en un pesebre, porque no tenían sitio en la posada. En aquella región había unos pastores que pasaban la noche al aire libre, velando por turno su rebaño.
Y un ángel del Señor se les presentó: la gloria del Señor los envolvió de claridad y se llenaron de gran temor. El ángel les dijo:
--No temáis, os traigo la buena noticia, la gran alegría para todo el pueblo: hoy, en la ciudad de David, os ha nacido un Salvador: el Mesías, el Señor. Y aquí tenéis la señal encontraréis un niño envuelto en pañales y acostado en un pesebre.
De pronto, en torno al ángel, apareció una legión del ejército celestial, que alababa a Dios, diciendo:
--Gloria a Dios en el cielo y en la tierra paz a los hombres que Dios ama.

HOMILÍA

Siempre está viva la fe en el corazón de los hombres... Dijo el sacerdote al ver la iglesia llena. Eran obreros del barrio más pobre de Río de Janeiro, reunidos esa noche con un solo objetivo común: la misa de Navidad. Se sintió muy confortado. Con paso digno, llegó al centro del altar.
—a, b, c, d,...
Era, al parecer, un niño el que perturbaba la solemnidad del oficio. Los asistentes se volvieron hacia atrás, algo molestos.
—a, b, c, d,...
—¡Para!— dijo el cura.
El niño pareció despertarse de un trance. Lanzó una mirada temerosa a su alrededor y su rostro enrojeció de vergüenza.
—¿Qué haces? ¿No ves que perturbas nuestras oraciones?— El niño bajo la cabeza y unas lagrimas se deslizaron por sus mejillas...
—¿Dónde está tu madre?— insistió el cura. —¿No te ha enseñado a seguir la misa?
Con la cabeza baja el niño respondió:
—Perdóname padre, pero yo no he aprendido a rezar. He crecido en la calle, sin padre ni madre. Hoy como es navidad, tenía la necesidad de conversar con Dios. Pero no se cual es la lengua que Él comprende, por eso digo solo las letras que yo sé. He pensado que, allá arriba, Él podría tomar esas letras y formar las palabras y las frases que le gusten.
El niño se levantó.
—Me voy— dijo—. No quiero molestar a las personas que saben tan bien como comunicarse con Dios.
—Ven conmigo— le respondió el sacerdote. Tomo al niño por la mano y lo condujo al altar. Después se dirigió a los fieles.
—Esta noche, antes de la misa, vamos a rezar una plegaria especial. Vamos a dejar a Dios que escriba lo Él desea oír. Cada letra corresponderá a un momento del año, en el que lograremos hacer una acción, luchar con coraje para realizar un sueño o decir una oración sin palabras. Y le pediremos que ponga en orden las letras de nuestra vida. Vamos a pedir en nuestro corazón que esas letras le permitan crear las palabras
y las frases que a Él le agraden—. Con los ojos cerrados, el cura se puso a recitar el alfabeto. Y, a su vez, toda la iglesia repitió:
—a, b, c, d,...
Cada Navidad Dios nace en un pequeño pesebre, para que entendamos que nuestra fe parte de la sencillez, de la humildad, y que es así como debemos vivirla.
Mirar a las personas con la mirada de un niño, con los sentimientos de un niño. Por esa razón hoy Dios se hace niño, para que nosotros seamos capaces de hacernos niños los 365 días del año.
No dejemos pasar la oportunidad de encontrarnos con el niño recién nacido, pero sobre todo que él encuentre en nosotros el corazón de un niño, deseando ser amado, deseando amar.
Y si no sabéis como hacerlo, saber que él siempre escucha nuestras oraciones, así que a, b, c, d,….

FELIZ NAVIDAD A TODOS Y QUE DIOS BENDIGA CADA CORAZÓN. 

domingo, 18 de diciembre de 2016

DOMINGO IV DEL TIEMPO DE ADVIENTO

LECTURA DEL SANTO EVANGELIO SEGÚN SAN MATEO 1, 18- 24
El nacimiento de Jesucristo fue de esta manera:
María, su madre, estaba desposada con José y, antes de vivir juntos, resultó que ella esperaba un hijo por obra del Espíritu Santo.
José, su esposo, que era justo y no quería denunciarla, decidió repudiarla en secreto. Pero, apenas había tomado esta resolución, se le apareció en sueños un ángel del Señor que le dijo:
-- José, hijo de David, no tengas reparo en llevarte a María, tu mujer, porque la criatura que hay en ella viene del Espíritu Santo. Dará a luz un hijo, y tú le pondrás por nombre Jesús, porque él salvará a su pueblo de los pecados.
Todo esto sucedió para que se cumpliese lo que había dicho el Señor por el Profeta: «Mirad: la Virgen concebirá y dará a luz un hijo y le pondrá por nombre Emmanuel, (que significa "Dios-con-nosotros").» Cuando José se despertó, hizo lo que le había mandado el ángel del Señor y se llevó a casa a su mujer.

HOMILÍA
Érase una vez en la cumbre de una montaña, tres pequeños árboles juntos y pensando sobre lo que querían llegar a ser cuando fueran grandes.

El primer arbolito miro hacia las estrellas y dijo: "Yo quiero guardar tesoros, quiero estar repleto de oro y ser llenado de piedras preciosas. Yo seré el baúl de tesoros más hermoso del mundo".

El segundo arbolito miró un pequeño arroyo realizando su camino hacia el océano y dijo: "Yo quiero viajar a través de aguas temibles y llevar poderosos reyes sobre mí. Yo seré el barco más imponente del mundo".
El tercer arbolito miro hacia el valle que estaba bajo la montaña y vio hombres y mujeres trabajando en un pueblo trabajador, y dijo: "Yo no quiero irme de la cima de la montaña nunca. Yo quiero crecer tan alto que cuando la gente del pueblo se pare a mirarme, ellos levantaran su mirada al cielo y pensaran en Dios. Yo seré el árbol mas alto del mundo."
Los años pasaron. . Llovió, brilló el sol, y los pequeños árboles crecieron alto.
Un día, tres leñadores subieron a la cumbre de la montaña.
El primer leñador miró el primer árbol y dijo: "!Qué árbol tan hermoso es este!", y con la arremetida de su hacha brillante, el primer árbol cayó. "Ahora me van a convertir en un baúl hermoso, contendré tesoros maravillosos" dijo el primer árbol.
El segundo leñador miró al segundo árbol y dijo: "!Este árbol es muy fuerte, es perfecto para mí!" y con la arremetida de su hacha brillante el segundo árbol cayo.
"Ahora deberé navegar por aguas temibles, deberé ser un barco imponente para reyes temidos y poderosos", pensó el segundo árbol.
El tercer árbol sintió su corazón sufrir cuando el último leñador lo miro. El árbol se paro derecho y alto y apuntando ferozmente al cielo.
Pero el leñador siquiera miro hacia arriba y dijo: "!Cualquier árbol es bueno para mi!" y con la arremetida de su hacha brillante, el tercer árbol cayo.

El primer árbol se emociono cuando el leñador lo llevó a una carpintería. Pero el carpintero lo convirtió en una caja de alimentos para animales de granja.
Aquel árbol hermoso no fue cubierto con oro, ni llenado de tesoros, sino que fue cubierto con polvo de la cortadora y llenado con alimento para animales de granja.

El segundo árbol sonrió cuando el leñador lo llevó cerca de un embarcadero, pero ningún barco imponente fue construido ese día.  En lugar de eso, aquel árbol fue cortado y convertido en un simple bote de pesca, era demasiado chico y débil para navegar en océano, ni siquiera un río, y fue llevado a un pequeño lago.

El tercer árbol estaba confundido cuando el leñador lo corto para hacer tablas fuertes y lo abandono en un almacén de madera. "¿Que estará pasando?", fué lo que se preguntó el árbol, "Yo todo lo que quería era quedarme en la cumbre de la montaña y apuntar a Dios".

Muchísimos días y noches pasaron. A los tres árboles ya casi se les habían olvidado sus sueños. Pero una noche, una luz de estrella dorada alumbró el primer árbol cuando una joven mujer puso a su hijo recién nacido en la caja de alimento. "Yo quisiera haberle podido hacer una cuna al bebe" Dijo su esposo a la mujer, la madre le apretó la mano a su esposo y sonrió mientras la luz de la estrella dorada alumbraba la madera suave y fuerte de la cuna. Y la mujer dijo: "Este pesebre es hermoso".   Y de repente el primer árbol supo que contenía el tesoro más grande el mundo.

Una tarde, un viajero cansado y sus amigos se subieron al viejo bote de pesca.
El viajero se quedó dormido mientras el segundo árbol navegaba tranquilamente hacia adentro del lago. De repente, una impresionante y aterradora tormenta llegó al lago, el pequeño árbol se lleno de temor, el sabia que no tenia la fuerza de llevar a todos esos pasajeros a la orilla a salvo con ese viento y lluvia. El hombre cansado se levanto y alzando su mano dijo: "Calma", la tormenta cesó tan rápido como comenzó.
Y de repente el segundo árbol supo que el llevaba navegando al Rey del Cielo y de la Tierra.

Un viernes en la mañana, el tercer árbol se extrañó cuando sus tablas fueron tomadas de aquel almacén de madera olvidado. Se asusto al ser llevado a través de una impresionante multitud de personas enojadas. Se lleno de temor cuando unos soldados clavaron las manos de un hombre en su madera. Se sintió feo, áspero y cruel. Pero un domingo en la mañana, cuando el sol brilló y la tierra tembló con júbilo debajo de su madera, el tercer árbol supo que "EL AMOR DE DIOS HABIA CAMBIADO TODO".
Esto hizo que el árbol se sintiera fuerte, y cada vez que la gente pensara en el tercer árbol, ellos pensarían en Dios. Eso era mucho mejor que ser el árbol mas alto del mundo.
Seguro que muchas veces no estamos contentos con lo que pasa en nuestra vida, o con las circunstancias que nos rodean. Seguramente, San José, no entendería en un primer momento todo lo que estaba sucediendo, y sin embargo, fiándose de Dios se convirtió en la persona a la que Dios le pidió cuidar a las dos personas más importantes para él, a su Hijo y a María.
Ya está cerca la Navidad, hagamos que ese niño que nace nos muestre el camino y nos ayude a descubrir la maravillosa obra a la que Dios nos ha llamado.

FELIZ DOMINGO Y QUE DIOS OS BENDIGA.

domingo, 11 de diciembre de 2016

DOMINGO III DEL TIEMPO DE ADVIENTO

LECTURA DEL SANTO EVANGELIO SEGÚN SAN MATEO 11, 2- 11
En aquel tiempo, Juan, que había oído en la cárcel las obras del Mesías, le mandó a preguntar por medio de sus discípulos:
-- ¿Eres tú el que ha de venir o tenemos que esperar a otro?
Jesús les respondió:
-- Id a anunciar a Juan lo que estáis viendo y oyendo: los ciegos ven, y los inválidos andan; los leprosos quedan limpios, y los sordos oyen; los muertos resucitan, y a los pobres se les anuncia el Evangelio. ¡Y dichoso el que no se sienta defraudado por mí!
Al irse ellos, Jesús se puso a hablar a la gente sobre Juan:
-- ¿Qué salisteis a contemplar en el desierto, una caña sacudida por el viento? ¿O qué fuisteis a ver, un hombre vestido con lujo? Los que visten con lujo habitan en los palacios. Entonces, ¿a qué salisteis?, ¿a ver a un profeta? Sí, os digo, y más que profeta; él es de quien está escrito: "Yo envío mi mensajero delante de ti, para que prepare el camino ante ti”. Os aseguro que no ha nacido de mujer uno más grande que Juan, el Bautista; aunque el más pequeño en el reino de los cielos es más grande que él.
HOMILÍA
Un hombre edificó su casa. Y la embelleció con un jardín interno. En el centro plantó un roble. Y el roble creció lentamente. Día a día  echaba raíces y fortalecía su tallo, para convertirlo en tronco, capaz de resistir los vientos y las tormentas.
Junto a la pared de su casa plantó una hiedra y la hiedra comenzó a levantarse velozmente. Todos los días extendía sus tentáculos llenos de ventosas, y se iba alzando adherida a la pared.

Al cabo de un tiempo la hiedra caminaba sobre los tejados. El roble crecía silenciosa y lentamente.

- "¿Cómo estás, amigo roble?", preguntó una mañana la hiedra.

-" Bien, mi amiga" contestó el roble.

-" Eso dices porque nunca llegaste hasta esta altura ", agregó la hiedra con mucha ironía. "Desde aquí se ve todo tan distinto. A veces me da pena verte siempre allá en el fondo del patio".

-" No te burles, amiga", respondió muy humilde el roble. " Recuerda que lo importante no es crecer deprisa, sino con firmeza ".

Entonces la hiedra lanzó una carcajada burlona.

Y el tiempo siguió su marcha.
El roble creció con su ritmo firme y lento.
Las paredes de la casa envejecieron.
Una fuerte tormenta sacudió con un ciclón la casa y su jardín. Fue una noche terrible.
El roble se aferró con sus raíces para mantenerse erguido. La hiedra se aferró con sus ventosas al viejo muro para no ser derribada. La lucha fue dura y prolongada.

Al amanecer, el dueño de la casa recorrió su jardín, y vio que la hiedra había sido desprendida de la pared, y estaba enredada sobre sí misma, en el suelo, al pie del roble. Y el hombre arrancó la hiedra, y la quemó.

Mientras tanto el roble reflexionaba:

" Es mejor crecer sobre raíces propias y crear un tronco fuerte, que ganar altura con rapidez, colgados de la seguridad de otros. "

Continuamos en el tiempo de Adviento, y hoy el Evangelio nos propone la figura de Juan el Bautista, un hombre cuya misión era anunciar al Señor, pero sobre todo, era alguien que mostraba con su forma de vivir que el Señor está cerca y que nuestra forma de actuar debe ser distinta si está con nosotros el Señor.

Nuestras raíces no pueden ser simplemente el creer por costumbre, o el cumplir una serie de preceptos, Jesús quiere entrar en nuestra vida, quiere transformarla, quiere convertirnos en personas capaces de afrontar las tempestades que asolan nuestro camino, quiere que salgamos al mundo a anunciar que él está en medio de nosotros.

Vivamos nuestra fe desde la seguridad que nos da el saber que Dios está siempre a nuestro lado, y mostrémosle a todos con nuestras obras esa realidad y a ese Dios que ya viene, que ya ha venido, que ya está en nosotros.


FELIZ DOMINGO Y QUE DIOS OS BENDIGA. 

jueves, 8 de diciembre de 2016

SOLEMNIDAD DE LA INMACULADA CONCEPCIÓN

LECTURA DEL SANTO EVANGELIO SEGÚN SAN LUCAS 1, 26- 38
En aquel tiempo, el ángel Gabriel fue enviado por Dios a una ciudad de galilea llamada Nazaret, a una virgen desposada con un hombre llamado José, de la estirpe de David; la virgen se llamaba María. El ángel, entrando en su presencia, dijo:
-- Alégrate, llena de gracias, el Señor esta contigo.
Ella se turbó ante estas palabras y se preguntaba qué saludo era aquel. El ángel le dijo:
-- No temas, María, porque has encontrado gracia ante Dios. Concebirás en tu vientre y darás a luz un hijo, y le pondrás por nombre Jesús. Será grande, se llamará Hijo del Altísimo, el Señor Dios le dará el trono de David, su padre, reinará sobre la casa de Jacob para siempre, y su reino no tendrá fin.
Y María dijo al ángel:
-- ¿Cómo será eso, pues no conozco a varón?
El ángel le contestó:
-- El Espíritu Santo vendrá sobre ti, y la fuerza del Altísimo te cubrirá con su sombra; por eso el Santo que va a nacer se llamará Hijo de Dios. Ahí tienes a tu pariente Isabel, que, a pesar de su vejez, ha concebido un hijo, y ya está de seis meses la que llamaban estéril, porque para Dios nada hay imposible.
María contestó:
-- Aquí está la esclava del Señor; hágase en mí según tu palabra.
Y la dejó el ángel.

HOMILÍA
Vengo maestro, porque me siento tan poca cosa que no tengo fuerzas para hacer nada. Me dicen que no hago nada bien, que soy torpe, nadie me quiere. ¿Cómo puedo mejorar?, ¿qué puedo hacer para que me valoren más?
El maestro le dijo: -Cuánto lo siento muchacho, no puedo ayudarte, debo resolver primero mi propio problema. Quizá después... -Y haciendo una pausa agregó: -Si quisieras ayudarme tú a mí, yo podría resolver este tema con más rapidez y tal vez después pueda ayudar.
-E... encantado maestro -titubeó el joven, pero sintió que otra vez era desvalorizado y sus necesidades postergadas.
-Bien -asintió el maestro. Se quitó un anillo que llevaba puesto en el dedo pequeño de la mano izquierda y se lo dió al muchacho, agregó: -Toma el caballo que está ahí afuera y cabalga hasta el mercado. Debo vender este anillo porque tengo que pagar una deuda. Es necesario que obtengas por él la mayor suma posible, pero no aceptes menos de una moneda de oro. Vete y regresa lo más rápido que puedas.
El joven tomó el anillo y partió. Apenas llegó, empezó a ofrecer el anillo a los mercaderes. Estos lo miraban con algún interés, hasta que el joven decía lo que pretendía por el anillo. Cuando el joven mencionaba la moneda de oro, algunos reían, otros le daban vuelta la cara, hasta que un viejito se tomó la molestia de explicarle que una moneda de oro era muy valiosa para entregarla a cambio de un anillo.
Después de ofrecer su joya a todo el que se cruzaba en su camino, y abatido por su fracaso, montó su caballo y regresó. Entró a la habitación, donde estaba el maestro, y le dijo:
-Maestro, lo siento pero no es posible conseguir lo que me pediste. Quizá pudiera conseguir dos o tres monedas de plata, pero no creo que pueda engañar a nadie respecto al verdadero valor del anillo.
-Qué importante lo que dijiste, joven amigo -contestó sonriente el maestro -Debemos primero saber el verdadero valor del anillo. Vuelve a montar y vete al joyero. Quién mejor que él para saberlo. Dile que quisieras vender el anillo y pregúntale cuánto te da por él. No importa lo que ofrezca, no se lo vendas. Vuelve aquí con mi anillo.
Llegó a la joyería, el joyero examinó el anillo a la luz del candil, lo miró con su lupa, lo pesó, y luego dijo: -Dile al maestro, muchacho, que si lo quiere vender ya, no puedo darle más que 58 monedas de oro por su anillo.
-58 monedas?! - exclamó el joven.
-Sí -replicó el joyero -Yo sé que con tiempo podríamos obtener por él cerca de 70 monedas, pero no sé... Si la venta es urgente...
El joven corrió emocionado a casa del maestro a contarle lo sucedido.
-Siéntate -dijo el maestro después de escucharlo. -Tú eres como este anillo: una joya, valiosa y única. Y como tal, sólo puede evaluarte verdaderamente un experto. ¿Qué haces por la vida pretendiendo que cualquiera descubra tu verdadero valor? Y diciendo esto, volvió a ponerse el anillo en el dedo pequeño de su mano izquierda.
Sólo un experto podía ver en una pequeña niña de Nazaret toda la grandeza y el valor que había en María. Ella fue la más grande porque se hizo la esclava del Señor. Ella fue la Bendita entre todas las mujeres, porque se fió de Dios y puso su vida en las manos de Dios.
Ella es la que nos pide que nos fijemos en ella, porque sólo siendo como ella podremos nosotros ser los más grandes a los ojos de Dios.
Esos es lo que celebramos en este día de la Inmaculada, que Dios hizo a María perfecta porque la hizo servidora de todos los hombres, y nos pide a nosotros fijarnos en ella para poder también ser de gran valor a sus ojos, aunque la sociedad y el mundo no acaben de entender ese gran valor nuestro.

FELIZ DÍA DE LA INMACULADA Y QUE LA VIRGEN OS BENDIGA A TODOS.

domingo, 4 de diciembre de 2016

DOMINGO II DEL TIEMPO DE ADVIENTO

LECTURA DEL SANTO EVANGELIO SEGÚN SAN MATEO 3, 1-12
Por aquel tiempo, Juan Bautista se presenta en el desierto de Judea predicando:
“Convertíos, porque está cerca el Reino de los cielos”. Este es el que anunció el Profeta Isaías diciendo: "Voz del que grita en el desierto: preparad el camino del Señor, allanad sus senderos".
Juan llevaba un vestido de piel de camello, con una correa de cuero a la cintura, y se alimentaba de saltamontes y miel silvestre. Y acudía a él toda la gente de Jerusalén, de Judea y de la comarca del Jordán; confesaban sus pecados y él los bautizaba en el Jordán.
Al ver que muchos fariseos y saduceos venían a que los bautizara, les dijo:
“Raza de víboras, ¿quién os enseñado a escapar del castigo inminente? Dad el fruto que pide la conversión. Y no os hagáis ilusiones pensando: "Tenemos por padre a Abrahán", pues os digo que Dios es capaz de sacar hijos de Abrahán de estas piedras. Ya toca el hacha la raíz de los árboles, y todo árbol que no dé buen fruto será talado y echado al fuego. Yo os bautizo con agua para que os convirtáis; pero el que viene detrás de mí es más fuerte que yo, y no merezco ni llevarle las sandalias. Él os bautizará con Espíritu Santo y fuego. Él tiene el bieldo en la mano: aventará su parva, reunirá su trigo en el granero y quemará la paja en una hoguera que no se apaga”.


HOMILÍA
Como cada año, en este tiempo de Adviento, San Juan Bautista grita: “Preparad el camino del Señor”. Cuantos años preparando el camino y sin embargo la sociedad, nuestro mundo, no parece un lugar mejor, un sitio donde Dios se encontrara a gusto. ¿En que fallamos?. Esa misma pregunta la hice yo a un sacerdote mayor y el me contó esta historia:

"Era un sujeto que vivió amorosamente toda su vida.

Cuando murió, todo el mundo dijo que se iría al cielo.

Un hombre bondadoso como él solamente podría ir al Paraíso.

Ir al cielo no era tan importante para aquel hombre, pero igual el fue para allá. En esa época, el cielo todavía no había tenido un programa de calidad total. La recepción no funcionaba muy bien.

La chica que lo recibió dio una mirada rápida a las fichas que tenía sobre el mostrador, y como no vio el nombre de él en la lista, lo orientó para ir al Infierno.

En el Infierno, tu sabes cómo es. Nadie exige credencial o invitación, cualquiera que llega es invitado a entrar.

El sujeto entró allí y se fue quedando.
Algunos días después, Lucifer llegó furioso a las puertas del Paraíso para pedirle explicaciones a San Pedro:

- Esto es sabotaje! Nunca imaginé que fueses capaz de una bajeza semejante.

Lo que estás haciendo es puro terrorismo!
Sin saber el motivo de tanta furia, San Pedro preguntó, sorprendido, de qué se trataba.

Lucifer, trastornado, gritó:

- Has mandado a ese sujeto al Infierno y él está haciendo un verdadero desastre allí.

El llegó escuchando a las personas, mirándolas a los ojos, conversando con ellas.
Ahora, está todo el mundo dialogando, abrazándose, besándose. El Infierno está insoportable, ¡parece el Paraíso!

Y entonces le hizo una petición:

- Pedro, por favor, agarra a ese sujeto y tráetelo para acá!"
Cuando el sacerdote terminó de contar esta historia me miró y dijo:

- Vive con tanto amor en el corazón, que si por error, fueses a parar el Infierno, el propio demonio te lleve de vuelta al Paraíso.

De eso se trata preparar el camino del Señor, no tanto de lo que ocurre fuera de nosotros, sino de vivir de tal manera, que aunque no podamos hacer del infierno un paraíso, si podamos hacerlo un poquito más bello. Quizá no está en nuestras manos el cambiar el mundo, pero cada día, derramando un poquito del amor que Dios nos da a nosotros, podemos hacer que mejore aunque sea solamente un poco.
Que nunca nos cansemos de preparar el camino al Señor, que nunca nos cansemos de hacer de este mundo un lugar un poquito más bello.

FELIZ DOMINGO Y QUE DIOS OS BENDIGA.