domingo, 2 de julio de 2023

DOMINGO XIII DEL TIEMPO ORDINARIO

 LECTURA DEL SANTO EVANGELIO SEGÚN SAN MATEO 10,37-42

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus apóstoles:

«El que quiere a su padre o a su madre más que a mí, no es digno de mí; el que quiere a su hijo o a su hija más que a mí no es digno de mí; y el que no carga con su cruz y me sigue no es digno de mí.

El que encuentre su vida la perderá, y el que pierda su vida por mí la encontrará. El que os recibe a vosotros me recibe a mí, y el que me recibe, recibe al que me ha enviado; el que recibe a un profeta porque es profeta, tendrá recompensa de profeta; y el que recibe a un justo porque es justo, tendrá recompensa de justo.

El que dé a beber, aunque no sea más que un vaso de agua fresca, a uno de estos pequeños, solo porque es mi discípulo, en verdad os digo que no perderá su recompensa».

 

HOMILIA

Uno de los jóvenes buscadores que había acudido a uno de los padres del desierto en busca de guía y de consejo, estaba particularmente preocupado por el secreto de la perseverancia; veía que eran muchos los llamados y pocos los que, efectivamente, se mantenían firmes hasta el final de sus días en el camino comenzado. El Abba, como se les solía llamar a estos Padres durante los primeros siglos de la Iglesia, le dijo al joven novicio:

Cuando un hombre sale con su jauría de perros a cazar, va buscando un venado o una liebre entre los montes y los valles. En un momento determinado uno de los perros reconoce con su olfato la presencia de la presa a lo lejos. Sin perder un instante, comienza a correr y a ladrar, señalando el rumbo a los demás perros y al cazador. Los demás perros también corren y ladran, pero no saben, propiamente hablando, detrás de qué van... por eso, cuando aparecen los obstáculos en el camino, los matorrales cerrados, las quebradas profundas, las cimas infranqueables, se llenan de miedo y dejan de correr. No tienen la culpa, porque, sencillamente, no saben a dónde van, ni qué buscan. Pero el perro que logró olfatear la presa, no tiene inconveniente en superar todas las dificultades que se le puedan presentar en su camino, hasta que llega a atrapar a su presa en compañía de su Señor.

Algo parecido nos pasa en la vida a todos los cristianos. Si no tenemos claro detrás de quién vamos, si nos enredamos haciendo relativo lo absoluto y absoluto lo relativo, terminamos perdiendo el rumbo y olvidando para dónde vamos y qué es lo que buscamos.

Hoy el Evangelio parece que nos propone elegir entre amar a Dios o amar a las personas cercanas, y lo que quiere expresar es todo lo contrario. Hoy Jesús nos habla de elegir a quien seguimos, si seguimos a las cosas de este mundo, o si seguimos a Dios y el camino que Él nos propone. Sólo amando a Dios, podremos amar a todo el mundo y no sólo a los más cercanos. Porque el amor cristiano no se centra sólo en unos cuantos, sino que se centra en Dios parar poder llegar a todos.

Que sigamos siempre a Dios en  nuestro corazón, para que así nuestra familia, nuestros amigos e incluso nuestros enemigos tengan cabida en nuestro corazón, como en el corazón de Dios todos tenemos cabida.

FELIZ DOMINO Y QUE DIOS OS BENDIGA.

domingo, 25 de junio de 2023

DOMINGO XII DEL TIEMPO ORDINARIO

 LECTURA DEL SANTO EVANGELIO SEGÚN SAN MATEO 10, 26-33

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:

«No tengáis miedo a los hombres, porque nada hay encubierto, que no llegue a descubrirse; ni nada hay escondido, que no llegue a saberse.

Lo que os digo en la oscuridad, decidlo a la luz, y lo que os digo al oído pregonadlo desde la azotea.

No tengáis miedo a los que matan el cuerpo, pero no pueden matar el alma. No; temed al que puede llevar a la perdición alma y cuerpo en la “gehenna”. ¿No se venden un par de gorriones por uno céntimo? Y, sin embargo, ni uno solo cae al suelo sin que lo disponga vuestro Padre. Pues vosotros hasta los cabellos de la cabeza tenéis contados. Por eso, no tengáis miedo; valéis más vosotros que muchos gorriones.

A quien se declare por mí ante los hombres, yo también me declararé por él ante mi Padre que está en los cielos. Y si uno me niega ante los hombres, yo también lo negaré ante mi Padre que está en los cielos»

HOMILIA

Jenny era una hermosa niña de cinco años, de ojos relucientes. Un día, mientras ella con su mamá visitaban unas tiendas, Jenny vio un collar de perlas de plástico que costaba 8 euros. ¡Cuánto deseaba poseerlo!. Preguntó a su mamá si se lo compraría.

Su mamá le dijo:

“Hagamos un trato. Yo te compraré el collar y cuando lleguemos a casa haremos una lista de tareas que podrás realizar para pagar el collar. Y no te olvides que para tu cumpleaños, es muy posible que tu abuelita te regale 10 euros ¿Estás de acuerdo?”.

Jenny estuvo de acuerdo y su mamá le compró el collar de perlas. Gracias a su esforzado tesón y a los 10 euros que le regaló su abuelita, Jenny canceló su deuda.

Jenny amaba sus perlas y las llevaba puestas a todas partes, menos cuando se bañaba, pues su mamá le había dicho que se volvía de color verde con el agua.

Jenny tenía un papá que la quería mucho, Cuando Jenny iba a su cama, él se levantaba del sillón para leerle su cuento preferido.

Una noche, cuando terminó el cuento, le dijo:

“Jenny, ¿tú me quieres?”

“Oh, sí papá, tú sabes que te quiero”

“Entonces, regálame tus perlas”.

“Oh, papá, mis perlas no”, dijo Jenny.

Una semana después, el papá volvió a preguntarle:

Jenny, ¿tú me quieres?”.

“Oh, sí papá, tú sabes que te quiero”.

“Regálame tus perlas”.

“Oh, papá mis perlas no, pero te doy a Lazos mi caballo de juguete. Es mi favorito, su pelo es tan suave y tú puedes jugar con él”.

“No, hijita, que Dios te bendiga y felices sueños”, le dijo el papá dándole un beso en la mejilla.

Algunos días después, cuando el papá de Jenny entró en su habitación, Jenny estaba sentada en su cama y le temblaban los labios:

“Toma, papá”, y estiró su mano.

La abrió y en su interior estaba su querido collar de perlas de plástico, el cual entregó a su padre.

Con una mano, él tomó las perlas de plástico, y con la otra sacó de su bolsillo una cajita de terciopelo azul. Dentro de la cajita había un collar de perlas verdaderas. El papá las había tenido todo este tiempo esperando a que Jenny renunciara a la baratija de sus perlas para poder darle el collar de verdadero valor.

NO tengáis miedo nos dice el Señor, no tengáis miedo a renunciar a algo por el reino de Dios, por que la recompensa siempre será mayor.

NO tengáis miedo, porque nuestro Padre siempre está con nosotros, porque cuida de cada uno de sus hijos.

No tengáis miedo a esta sociedad en la que se busca solo la fachada, en la que las personas se miden por lo que tienen y no por lo que se son, porque vosotros tenéis el poder de transformarlo con vuestra vida.

Somos nosotros los que sin miedo debemos salir al mundo y con amor y esfuerzo ir transformando esta sociedad, pero siempre que no tengamos miedo a lo que digan, a las críticas y que nos miren con desprecio.

Que seamos capaces de superar nuestros miedos. Dios siempre sostiene nuestro caminar, Dios siempre tiene una gran recompensa para nosotros. FELIZ DOMINGO Y QUE DIOS OS BENDIGA.

domingo, 18 de junio de 2023

DOMINGO XI DEL TIEMPO ORDINARIO

 LECTURA DEL SANTO EVANGELIO SEGÚN SAN MATEO 

En aquel tiempo, al ver Jesús a las gentes, se compadecía de ellas, porque estaban extenuadas y abandonadas, como ovejas que no tienen pastor.

Entonces dijo a sus discípulos: «La mies es abundante, pero los trabajadores son pocos; rogad, pues, al Señor de la mies que mande trabajadores a su mies.»

Y llamando a sus doce discípulos, les dio autoridad para expulsar espíritus inmundos y curar toda enfermedad y dolencia. Éstos son los nombres de los doce apóstoles: el primero, Simón, llamado Pedro, y su hermano Andrés; Santiago el Zebedeo, y su hermano Juan; Felipe y Bartolomé, Tomás y Mateo, el publicano; Santiago el Alfeo, y Tadeo; Simón el Celote, y Judás Iscariote, el que lo entregó.

A estos doce los envió Jesús con estas instrucciones: «No vayáis a tierra de gentiles, ni entréis en las ciudades de Samaría, sino id a las ovejas descarriadas de Israel. Id y proclamad que el reino de los cielos está cerca. Curad enfermos, resucitad muertos, limpiad leprosos, echad demonios. Lo que habéis recibido gratis, dadlo gratis.»

HOMILIA

Un hombre que paseaba por el bosque vio un zorro que había perdido sus patas, por lo que el hombre se preguntaba cómo podría sobrevivir. Entonces vio llegar a un tigre que llevaba una presa en su boca. El tigre ya se había hartado y dejó el resto de la carne para el zorro.

Al día siguiente Dios volvió a alimentar al zorro por medio del mismo tigre. El comenzó a maravillarse de la inmensa bondad de Dios y se dijo a sí mismo: «Voy también yo a quedarme en un rincón, confiando plenamente en el Señor, y éste me dará cuanto necesito».

Así lo hizo durante muchos días; pero no sucedía nada y. el pobre hombre estaba casi a las puertas de la muerte cuando oyó una Voz que le decía: «¡Oh, tú, que te hallas en la senda del error, abre tus ojos a la Verdad! Sigue el ejemplo del tigre y deja ya de imitar al pobre zorro mutilado».

Muchos hoy  la única idea que tienen de Dios, de la religión y de la fe, es lo que ven en los que creemos. La gente no siempre se cree lo que decimos, pero  creerán en  lo que hacemos. Si  se nos nota que  creer en el Señor y confiar en su amor nos sirve de verdad en la vida, estaremos ayudando a que otros, por lo menos, se lo piensen. Sin nosotros, con todas nuestras faltas,  es imposible que continúe ni la Iglesia ni el evangelio. Cristo nos necesita a todos. Que en la lista de sus apóstoles no falte ni tu nombre ni el mío.

FELIZ DOMINGO Y QUE DIOS OS BENDIGA.

domingo, 11 de junio de 2023

SOLEMNIDAD DEL CORPUS CHRISTI

 

LECTURA DEL SANTO EVANGELIO SEGÚN SAN JUAN 6, 51-58

En aquel tiempo, dijo Jesús a los judíos:

-- Yo soy el pan vivo que ha bajado del cielo; el que coma de este pan vivirá para siempre. Y el pan que yo daré es mi carne para la vida del mundo.

Disputaban los judíos entre sí:

-- ¿Cómo puede éste darnos a comer su carne?

Entonces Jesús les dijo:

-- Os aseguro que si no coméis la carne del Hijo del hombre y no bebéis su sangre, no tenéis vida en vosotros. El que come mi carne y bebe mi sangre tiene vida eterna, y yo lo resucitaré en el último día. Mi carne es verdadera comida, y mi sangre es verdadera bebida. El que come mi carne y bebe mi sangre habita en mí y yo en él. El Padre que vive me ha enviado, y yo vivo por el Padre; del mismo modo, el que me come vivirá por mí. Éste es el pan que ha bajado del cielo: no como el de vuestros padres, que lo comieron y murieron; el que come este pan vivirá para siempre.

HOMILÍA

Cuenta el místico árabe Sa´di que un hombre que paseaba por el bosque vio un zorro que había perdido sus patas, por lo que el hombre se preguntaba cómo podría sobrevivir. Entonces vio llegar a un tigre que llevaba una presa en su boca. El tigre ya se había hartado y dejó el resto de loa carne para el zorro. Al día siguiente Dios volvió a alimentar al zorro por medio del mismo tigre. El hombre comenzó a maravillarse de la inmensa bondad de Dios y se dijo a sí mismo: “Voy también yo a quedarme en un rincón confiando plenamente en el Señor, y éste me dará cuanto necesito.  Así lo hizo durante muchos días; pero no sucedía nada y el pobre hombre estaba casi a las puertas de la muerte cuando oyó una Voz que le decía: “ ¡Oh, tú, que te hallas en la senda del error, abre tus ojos a la Verdad! Sigue el ejemplo del tigre y deja ya de imitar al pobre zorro mutilado.

Hoy celebramos el domingo del Corpus. Hoy recordamos que Cristo se entrega por todos nosotros, que se quiso quedar para siempre con nosotros a través de su cuerpo y de su sangre, para ser nuestro alimento y nuestra fuerza.

Por eso hoy celebramos el día del amor fraterno, porque si Cristo nos amó hasta el final, así debemos amar nosotros, porque no podemos conformarnos con ser como el zorro mutilado, sino como el tigre. Todos nosotros tenemos la capacidad de amar, por eso nos pide Cristo que lo hagamos, que nunca nos cansemos de hacerlo, como él no se cansa de hacerlo con nosotros.

FELIZ DOMINGO DEL CORPUS Y QUE DIOS OS BENDIGA.

domingo, 4 de junio de 2023

DOMINGO DE LA SANTÍSIMA TRINIDAD

 LECTURA DEL SANTO EVANGELIO SEGÚN SAN JUAN 3, 16-18

Tanto amó Dios al mundo que entregó a su Hijo único para que no perezca ninguno de los que creen en él, sino que tengan vida eterna. Porque Dios no mandó su Hijo al mundo para juzgar al mundo, sino para que el mundo se salve por él. El que cree en él no será juzgado; el que no cree ya está juzgado, porque no ha creído en el nombre del Hijo único de Dios.

 

HOMILÍA

Cuenta San Agustín que escribiendo su libro “De Trinitate”, tuvo un sueño: iba caminando por la playa cuando vio a un niño que estaba echando agua en un agujero que había hecho en la arena.

San Agustín le pregunto: “¿Qué estás haciendo?”.

A lo que el niño le respondió: “Estoy intentando meter toda el agua del mar en este agujero”.

¡Eso es imposible!. Contestó San Agustín. “Nunca lograrás hacerlo, es una tarea que nunca se acabará”.

Y el niño respondió: Es lo mismo de imposible que intentar explicar en un libro el misterio de la Trinidad.

Nosotros creemos en un Dios Trinidad. En un Dios que es Padre, Hijo y Espíritu Santo. ¿Pero eso como se explica? De ninguna forma. No hace falta explicarlo. Hace falta creerlo, pero más aún, y es lo importante de esta fiesta, hace falta vivirlo.

Creer en el misterio de la Santísima Trinidad nos obliga a vivir según esa fe y por tanto a hacerla vida. Nos obliga a ser como el Padre, amando a todos sin importarnos su fe, sus ideas, o su condición social. Nos obliga a ser como el Hijo y entregarnos por completo ante las necesidades del otro. Y nos obliga a ser como el Espíritu Santo siempre dispuesto a ayudar donde se nos necesite.

Y para lograr vivir esta fe necesitamos también dejarnos amar por el Padre, siempre dispuesto a perdonarnos y a acogernos. Necesitamos dejarnos salvar por el Hijo, que vino a este mundo a liberarnos de la esclavitud de nosotros mismos, de nuestros egoísmos, de nuestras miserias. Y necesitamos de la fuerza del Espíritu Santo, siempre dispuesto a animarnos en nuestro camino y a darnos fuerzas para superar todas las dificultades.

El misterio de la Santísima Trinidad cobra sentido cuando lo llevamos a nuestra vida, cuando lo hacemos nuestro, pero sobre todo cuando lo damos a los demás, dándonos a nosotros mismos.

Que no nos haga falta nunca explicar en lo creemos, porque todo aquel que vea nuestra forma de vivir pueda decir: “mira, ese es cristiano, se le nota por sus obras que cree en el Padre, en el Hijo y en el Espíritu Santo”.

FELIZ DOMINGO Y QUE LA SANTÍSIMA TRINIDAD OS BENDIGA.

domingo, 28 de mayo de 2023

DOMINGO DE PENTECOSTÉS

 LECTURA DEL SANTO EVANGELIO SEGÚN SAN JUAN 20, 19-23

Al anochecer de aquel día, el día primero de la semana, estaban los discípulos en una casa, con las puertas cerradas por miedo a los judíos. Y en esto entró Jesús, se puso en medio y les dijo:

-- Paz a vosotros

Y, diciendo esto, les enseñó las manos y el costado. Y los discípulos se llenaron de alegría al ver al Señor. Jesús repitió:

-- Paz a vosotros. Como el Padre me ha enviado, así también os envío yo.

Y, dicho esto, exhaló su aliento sobre ellos y les dijo:

-- Recibid el Espíritu Santo; a quienes les perdonéis los pecados, les quedan perdonados; a quienes se los retengáis, les quedan retenidos.

 

HOMILÍA

Hoy hace cincuenta días que estábamos celebrando la resurrección del Señor. Durante este tiempo de Pascua, hemos estado celebrando que Cristo venció a la muerte y que nos dio una nueva oportunidad para poder hacer nosotros lo mismo.

Hoy, domingo de Pentecostés, celebramos que la Iglesia comienza a caminar sola, o más bien acompañada por un defensor, por una fuerza increíble, la del Espíritu Santo.

Hace un tiempo me contaban una anécdota que le pasó a un sacerdote. Estaba conversando con el dueño de una fábrica de jabones, y éste le decía que no creía que el Espíritu Santo sirviera para nada, porque él veía a muchos cristianos, bautizados, con el Espíritu Santo y que eran muy malas personas. Ante esto el sacerdote le repuso, “entonces yo creo que su jabón tampoco sirve para nada, ya que veo a muchas personas que van muy sucias”. El hombre le contestó: “eso no es problema del jabón, sino de que no lo usan”, “pues lo mismo pasa con el Espíritu Santo”, repuso el sacerdote, “si no dejan que actúe en ellos no puede hacer nada.

Efectivamente, esa es la fiesta que celebramos hoy, una fiesta en la que se nos recuerda que recibimos un día el Espíritu Santo, en nuestro bautismo, en nuestra confirmación, pero que si no dejamos que él actúe en nosotros, no servirá de nada.

Nosotros creemos en un Dios Todopoderoso, pero a la vez en un Dios que cree en la libertad de cada uno para aceptarlo o no. No impone, no lo hace a la fuerza. Por eso hoy no vuelve a recordar que está con nosotros, esperando que le dejemos actuar en nuestras vidas, que no tiene prisa, y sí una paciencia infinita. Que siempre estará con los brazos abiertos esperando a que dejemos que entre e nuestras vidas, que transforme nuestro ser.

Que el Espíritu Santo entre en nuestros corazones, que nos dé su fuerza, pero sobre todo que nos dé luz para dejarnos guiar por él por los caminos del amor. Un amor infinito que Dios nos tiene y que nosotros debemos tener por los demás.

FELIZ DOMINGO Y QUE DIOS OS BENDIGA.

domingo, 21 de mayo de 2023

LA ASCENSIÓN DEL SEÑOR

 LECTURA DEL SANTO EVANGELIO SEGÚN SAN MATEO 28, 16-20

En aquel tiempo, los once discípulos se fueron a Galilea, al monte que Jesús les había indicado. Al verlo, ellos se postraron, pero algunos vacilaban. Acercándose a ellos, Jesús les dijo:

-- Se me ha dado pleno poder en el cielo y en la tierra. Id y haced discípulos de todos los pueblos, bautizándolos en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo; y enseñándoles a guardar todo lo que os he mandado. Y sabed que yo estoy con vosotros todos los días, hasta el fin del mundo.

HOMILÍA

Cuando el Señor subió a los cielos, que es la fiesta que celebramos hoy, la Ascensión, sucedieron dos cosas fundamentales. La primera, que Jesucristo colocó nuestra naturaleza a la derecha del Padre, o lo que es lo mismo que nos abrió el camino para gozar de su gloria. Y segundo, que dejó el destino de este mundo en nuestras manos, unas manos frágiles, imperfectas.

Id al mundo entero y predicad el Evangelio, fue lo último que les dijo a los apóstoles, y es lo mismo que nos vuelve a decir a nosotros, día tras día. Pero la verdad es que por mucho que seamos cristianos y que queramos hacerlo, nos cuesta muchísimo llevarlo a cabo.

Seguro que cada uno de nosotros tiene una razón, o muchas, para cada día no vivir como cristiano, pero yo creo que hay una que todos compartimos. Os lo explico con un cuento: Un rey recibió como obsequio dos pichones de halcón y los entregó al maestro domador para que los entrenara. Pasados unos meses, el instructor comunicó al rey que uno de los de los halcones estaba perfectamente educado, pero que el otro no sabía lo que le sucedía: no se había movido de la rama desde el día de su llegada al palacio, a tal punto que había que llevarle el alimento hasta allí.

El rey mandó llamar curanderos y sanadores de todo tipo, pero nadie pudo hacer volar al ave. Encargó entonces la misión a miembros de la corte, pero nada sucedió. Por la ventana de sus habitaciones, el monarca podía ver que el pájaro continuaba inmóvil. Publicó por fin un edicto entre sus súbditos, y, a la mañana siguiente, vio al halcón volando ágilmente entre los jardines.

Tráiganme al autor de este milagro, dijo. Enseguida le presentaron a un campesino. ¿Tú hiciste volar al halcón? ¿Cómo lo hiciste? ¿eres mago, acaso?. Entre feliz e intimidado, el hombrecito solo explicó: "No fue difícil, su alteza, solo corté la rama. El pájaro se dio cuenta que tenía alas y se largó a volar".

Esta es la verdadera razón por la que nos cuesta tanto trabajo llevar a cabo la última recomendación del Señor, estamos tan apegados a nuestra rama, a nuestra vida, a nosotros mismos, a lo que tenemos, a la gente que nos rodea, que no somos capaces de desprendernos de muchas de ellas para poder llevar el mensaje del Evangelio. Y no me refiero a irnos de misiones, ni nada de eso, sino a ser libres para poder darnos a los demás.

Lo que ocurre, es que querer cumplir el Evangelio siempre trae complicaciones. En vez de estar pensando solo en mi y en los míos, debo pensar en los que ni siquiera conozco. En vez de perdonar y hacer un esfuerzo, es mejor olvidar a esa persona y borrarla de mi vida. En vez de amar a aquellos que no me aman, es más fácil amar a los que si me aman.

Es más fácil seguir agarrado a mi rama, que alzar el vuelo, y dejarme llevar por el viento del Espíritu que me hace llamar a Dios Padre, y a todos los que me rodean, hermanos, más aún, hermanos amados.

FELIZ DOMINGO Y QUE DIOS OS BENDIGA.

domingo, 14 de mayo de 2023

DOMINGO SEXTO DE PASCUA

 LECTURA DEL SANTO EVANGELIO SEGÚN SAN JUAN 14, 15-21

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:

-- Si me amáis, guardaréis mis mandamientos. Yo le pediré al Padre que os dé otro defensor, que esté siempre con vosotros, el Espíritu de la verdad. El mundo no puede recibirlo, porque no lo ve ni lo conoce; vosotros, en cambio, lo conocéis, porque vive con vosotros y está con vosotros. No os dejaré huérfanos, volveré. Dentro de poco el mundo no me verá, pero vosotros me veréis y viviréis, porque yo sigo viviendo. Entonces sabréis que yo estoy con mi Padre, y vosotros conmigo y yo con vosotros. El que acepta mis mandamientos y los guarda, ése me ama; al que me ama lo amará mi Padre, y yo también lo amaré y me revelaré a él.

HOMILÍA

En un pueblo lejano, el rey convocó a todos los jóvenes a una audiencia privada con él, en dónde les daría un importante mensaje.  Muchos jóvenes asistieron y el rey les dijo: "Os voy a dar una semilla diferente a cada uno de vosotros, al cabo de 6 meses deberán traerme en una maceta la planta que haya crecido, y el que tenga la planta más bella ganará la mano de mi hija, y por ende el reino". 

Así se hizo, pero un joven plantó su semilla y ésta no germinaba; mientras tanto, todos los demás jóvenes del reino no paraban de hablar y mostrar las hermosas plantas y flores que habían sembrado en sus macetas.  Llegaron los seis meses y todos los jóvenes desfilaban hacia el castillo con hermosísimas y exóticas plantas. El joven estaba demasiado triste pues su semilla nunca germinó, ni siquiera quería ir al palacio, pero razonó que debía ir, pues era un participante y debía estar allí. 

Con la cabeza baja y muy  avergonzado, se condujo hacia el palacio, con su maceta vacía. Todos los jóvenes hablaban de sus plantas, y al ver a nuestro amigo soltaron en risa y burla; en ese momento el alboroto fue interrumpido por el ingreso del rey, todos hicieron su respectiva reverencia mientras el rey se paseaba entre todas las macetas admirando las plantas. 

Finalizada la inspección hizo llamar a su hija, y llamó de entre todos al joven que llevó su  maceta vacía;  atónitos, todos esperaban la explicación de aquella acción.  El rey dijo entonces: "Este es el nuevo heredero del trono y se casará con mi hija, pues a todos se les dio una semilla infértil, y todos trataron de engañarme plantando otras plantas; pero este joven tuvo el valor de presentarse y mostrar su maceta vacía, siendo sincero, real y valiente, cualidades que un futuro rey debe tener y que mi hija merece".

Muchas veces sentimos que las cosas no salen como nosotros queremos, que no hay manera de que nos salgan las cosas bien o que todo se nos tuerce. Que la sociedad está perdiendo los valores y que cada vez más el mundo no nos entiende a los cristianos. Y es entonces cuando el Señor nos vuelve a decir, no estas solo. No os voy a dejar huérfanos. Voy a estar siempre con vosotros.

Estamos terminando el tiempo pascual y el Señor nos quiere recordar que siempre está con nosotros, que su amor no puede separarnos de Él a no ser que nosotros no queramos que Él este con  nosotros.

Confiemos en aquel que dio su vida por nosotros y sigamos caminando, aunque no llevemos flores como los demás, porque la recompensa siempre merece la pena.

FELIZ DOMINGO Y QUE DIOS OS BENDIGA.

domingo, 7 de mayo de 2023

DOMINGO QUINTO DE PASCUA

 LECTURA DEL SANTO EVANGELIO SEGÚN SAN JUAN 14, 1-12

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:

-- Que no tiemble vuestro corazón; creed en Dios y creed también en mí. En la casa de mi Padre hay muchas estancias; si no, os lo habría dicho, y me voy a prepararos sitio. Cuando vaya y os prepare sitio, volveré y os llevaré conmigo, para que donde estoy yo, estéis también vosotros. Y adonde yo voy, ya sabéis el camino.

Tomás le dice:

-- Señor, no sabemos a dónde vas, ¿cómo podemos saber el camino?

Jesús le responde:

-- Yo soy el camino y la verdad y la vida. Nadie va al Padre, sino por mí. Si me conocéis a mí, conoceréis también a mi Padre. Ahora ya lo conocéis y lo habéis visto.

Felipe le dice:

-- Señor, muéstranos al Padre y nos basta.

Jesús le replica:

-- Hace tanto que estoy con vosotros, ¿y no me conoces, Felipe? Quien me ha visto a mí ha visto al Padre. ¿Cómo dices tú: "Muéstranos al Padre"? ¿No crees que yo estoy en el Padre, y el Padre en mí? Lo que yo os digo no lo hablo por cuenta propia. El Padre, que permanece en mí, él mismo hace las obras. Creedme: yo estoy en el Padre y el Padre en mí. Si no, creed a las obras. Os lo aseguro: el que cree en mí, también él hará las obras que yo hago, y aún mayores. Porque yo me voy al Padre.

 

 

HOMILÍA

Cuentan que un muy buen hombre vivía en el campo, pero tenía graves problemas físicos.

Un día se le apareció Jesús y le dijo:

“Necesito que vayas hacia aquella gran roca de la montaña y te pido que la empujes día y noche durante un año”.

El hombre quedó perplejo cuando escuchó estas palabras, pero obedeció y se dirigió a hacia la enorme roca de varias toneladas que Jesús le mostró. Empezó a empujarla con todas sus fuerzas, día tras día, pero no conseguía moverla ni un milímetro.

A las pocas semanas llegó el demonio y le puso pensamientos en su mente:

“¿Por qué sigues obedeciendo a Jesús?. Yo no seguiría a alguien que me haga trabajar tanto y sin sentido. Debes alejarte, ya que es absurdo que sigas empujando esa roca que nunca vas a lograr mover”.

El hombre trataba de pedirle a Jesús que le ayudara para no dudar de su voluntad, y aunque no entendía, se mantuvo en pie con su decisión de empujar. Con los meses, desde que se salía el sol hasta que se ocultaba, aquel hombre empujaba la enorme roca sin poder moverla. Mientras tanto, su cuerpo se fortalecía, sus brazos y piernas se hicieron cada vez más fuertes con el esfuerzo de todos los días.

Cuando se cumplió el tiempo, el hombre elevó una oración a Jesús y le dijo:

“Ya he hecho lo que me pediste, pero he fracasado, no pude mover la piedra ni un sólo centímetro”.

Y se sentó a llorar amargamente, pensando en su muy evidente fracaso.

Jesús apareció en ese momento y le dijo:

“¿Por qué lloras?. ¿Acaso no te pedí que empujaras la roca?. No has fracasado. Yo nunca te pedí que la movieras, sino que la empujaras. En cambio mírate: tu problema físico ha desaparecido”.

 

Seguir a Jesucristo como nuestro camino, nuestra Verdad y nuestra Vida a veces resulta difícil, y muchas veces incomprensible para nosotros. Nos encontramos con momentos de desesperación, con momentos de duda, con momentos de total oscuridad, porque el camino que Jesús nos plantea no es otro que el de ser un reflejo suyo, tal y como él era un reflejo del Padre. Y esa no es una tarea fácil. Pero no por eso carece de sentido.

La tarea de mostrar la imagen de Dios en nuestra vida, nos lleva a ser amor con los que nos rodean, a ser corazones abiertos que acogen, a ser personas comprensivas, a ser personas que perdonan. Y eso nunca es fácil, ni siquiera fácil de entender, porque los caminos que el Señor nos presenta sólo los entenderemos desde la mentalidad propia de Dios.

Lo único que a nosotros nos queda es confiar plenamente en aquel que ha dado su vida por nosotros y no perder nunca la esperanza. Al final del camino encontraremos el sentido, encontraremos la respuesta a nuestras dudas, encontraremos a Dios esperando con los brazos abiertos para amarnos, para que gocemos de su casa, para que disfrutemos de su presencia.

FELIZ DOMINGO Y QUE DIOS OS BENDIGA.

domingo, 30 de abril de 2023

DOMINGO CUARTO DE PASCUA

 LECTURA DEL SANTO EVANGELIO SEGÚN SAN JUAN 10, 1-10

En aquel tiempo, dijo Jesús:

«En verdad, en verdad os digo: el que no entra por la puerta en el aprisco de las ovejas, sino que salta por otra parte, ese es ladrón y bandido; pero el que entra por la puerta es pastor de las ovejas. A este le abre el guarda, y las ovejas atienden a su voz, y él va llamando por el nombre a sus ovejas y las saca fuera. Cuando ha sacado todas las suyas, camina delante de ellas, y las ovejas lo siguen, porque conocen su voz; a un extraño no lo seguirán, sino que huirán de él, porque no conocen la voz de los extraños».

Jesús les puso esta comparación, pero ellos no entendieron de qué les hablaba. Por eso añadió Jesús:

«En verdad, en verdad os digo: yo soy la puerta de las ovejas. Todos los que han venido antes de mí son ladrones y bandidos; pero las ovejas no los escucharon.

Yo soy la puerta: quien entre por mí se salvará y podrá entrar y salir, y encontrará pastos.

El ladrón no entra sino para robar y matar y hacer estrago; yo he venido para que tengan vida y la tengan abundante».

 

 HOMILÍA

 

Una niña en Africa, le dio a su maestra un regalo de cumpleaños.

Se trataba de un hermoso caracol.

- "¿Dónde lo encontraste?", le preguntó la maestra.

La niña le dijo que esos caracoles se encontraban solamente en cierta playa lejana.

La maestra se conmovió profundamente porque sabía que la niña había caminado muchos kilómetros para buscar el caracol.

- "No debiste haber ido tan lejos sólo para buscarme un regalo"

La sabia niña sonrió y le contestó:

- "Maestra, la larga caminata es también parte del regalo"

Hoy el Señor se nos presenta como el buen Pastor, como la puerta por la que entran las ovejas, y muchas veces nosotros nos quejamos de que para seguir a ese Pastor, que para entrar por esa puerta no es fácil, y se deben hacer algunas renuncias.

Lo que se nos olvida constantemente es que para que Jesús fuera nuestro Pastor, para Él quedarse como puerta, Él pasó primero por ella. El Buen Pastor da la vida por sus ovejas, nos enseñó con su ejemplo, y nos pide a nosotros que sigamos su ejemplo, no por obligación, sino porque para poder amarlo, para poder regalarle nuestra vida, el esfuerzo, la renuncia forma parte de ese seguimiento.

La alegría de darse por amor, la alegría de realizar una gran caminata sólo para poder expresar nuestra gratitud es lo que nos debe hacer asumir los compromisos cristianos no como una obligación, sino como una forma de expresar nuestro amor por Dios, por ese Buen Pastor que dio su vida por ti y por mí.

Que nunca nos cansemos de entrar por la puerta, que es Cristo, por que eso forma parte del regalo que debemos cada día hacerle a nuestro Buen Pastor.

FELIZ DOMINGO Y FELIZ SEMANA. QUE DIOS OS BENDIGA.

domingo, 23 de abril de 2023

DOMINGO III DE PASCUA

 LECTURA DEL SANTO EVANGELIO SEGÚN SAN LUCAS 24, 13-35

Dos discípulos de Jesús iban andando aquel mismo día, el primero de la semana, a una aldea llamada Emaús, distante unas dos leguas de Jerusalén; iban comentando todo lo que había sucedido. Mientras conversaban y discutían, Jesús en persona se acercó y se puso a caminar con ellos. Pero sus ojos no eran capaces de reconocerlo. Él les dijo:

--¿Qué conversación es esa que traéis mientras vais de camino?

Ellos se detuvieron preocupados. Y uno de ellos, que se llamaba Cleofás, le replicó:

--¿Eres tú el único forastero en Jerusalén, que no sabes lo que ha pasado allí estos días?

El les preguntó:

-- ¿Qué?

Ellos le contestaron:

--Lo de Jesús, el Nazareno, que fue un profeta poderoso en obras y palabras, ante Dios y ante todo el pueblo; cómo lo entregaron los sumos sacerdotes y nuestros jefes para que lo condenaran a muerte, y lo crucificaron. Nosotros esperábamos que él fuera el futuro liberador de Israel. Y ya ves: hace dos días que sucedió esto. Es verdad que algunas mujeres de nuestro grupo nos han sobresaltado: pues fueron muy de mañana al sepulcro, no encontraron su cuerpo, e incluso vinieron diciendo que habían visto una aparición de ángeles, que les habían dicho que estaba vivo. Algunos de los nuestros fueron también al sepulcro y lo encontraron como habían dicho las mujeres; pero a él no lo vieron.

Entonces Jesús les dijo:

--¡Qué necios y torpes sois para creer lo que anunciaron los profetas! ¿No era necesario que el Mesías padeciera esto para entrar en su gloria?

Y, comenzando por Moisés y siguiendo por los profetas, les explicó lo que se refería a él en toda la Escritura. Ya cerca de la aldea donde iban, él hizo ademán de seguir adelante; pero ellos le apremiaron, diciendo:

--Quédate con nosotros, porque atardece y el día va de caída.

Y entró para quedarse con ellos. Sentado a la mesa con ellos, tomó el pan, pronunció la bendición, lo partió y se lo dio. A ellos se les abrieron los ojos y lo reconocieron. Pero él desapareció. Ellos comentaron:

-- ¿No ardía nuestro corazón mientras nos hablaba por el camino y nos explicaba las Escrituras?

Y, levantándose al momento, se volvieron a Jerusalén, donde encontraron reunidos a los Once con sus compañeros, que estaban diciendo:

--Era verdad, ha resucitado el Señor y se ha aparecido a Simón.

Y ellos contaron lo que les había pasado por el camino y cómo lo habían reconocido al partir el pan.

HOMILIA

Una hija se quejaba con su padre acerca de su vida y de cómo las cosas le resultaban tan difíciles. No sabía como hacer para seguir adelante y creía que se daría por vencida. Estaba cansada de luchar. Parecía que cuando solucionaba un problema, aparecía otro.

Su padre, un chef de cocina, la llevó a su lugar de trabajo.

Allí llenó tres ollas con agua y las colocó sobre el fuego.

En una colocó zanahorias, en otra colocó huevos y en la última colocó granos de café. Las dejó hervir. Sin decir palabra.

La hija esperó impacientemente, preguntándose qué estaría haciendo su padre.

A los veinte minutos el padre apagó el fuego. Sacó las zanahorias y las colocó en un tazón. Sacó los huevos y los colocó en otro plato. Finalmente, coló el café y lo puso en un tercer recipiente.

Mirando a su hija le dijo:

- "Querida, ¿qué ves?"

- "Zanahorias, huevos y café", fue su respuesta.

La hizo acercarse y le pidió que tocara las zanahorias, ella lo hizo y notó que estaban blandas. Luego le pidió que tomara un huevo y lo rompiera. Luego de sacarle la cáscara, observó el huevo duro. Luego le pidió que probara el café. Ella sonrió mientras disfrutaba de su rico aroma.

Humildemente la hija preguntó:

- "¿Qué significa esto, padre?"

Él le explicó que los tres elementos habían enfrentado la misma adversidad: agua hirviendo, pero habían reaccionado en forma diferente.

La zanahoria llegó al agua fuerte, dura; pero después de pasar por el agua hirviendo se había puesto débil, fácil de deshacer.

El huevo había llegado al agua frágil, su cáscara fina protegía su interior líquido; pero después de estar en agua hirviendo, su interior se había endurecido.

Los granos de café, sin embargo eran únicos: después de estar en agua hirviendo, habían cambiado el agua.

- "¿Cuál eres tú, hija?. Cuando la adversidad llama a tu puerta, ¿cómo respondes?", le preguntó a su hija.

- "¿Eres una zanahoria que parece fuerte pero cuando la adversidad y el dolor te tocan, te vuelves débil y pierdes tu fortaleza?"

- "¿Eres un huevo, que comienza con un corazón maleable, poseías un espíritu fluido, pero después de una muerte, una separación, o un despido te has vuelto duro y rígido? Por fuera te ves igual, pero... ¿eres amargada y áspera, con un espíritu y un corazón endurecido?"

- "¿O eres como un grano de café? El café cambia al agua hirviendo, el elemento que le causa dolor. Cuando el agua llega al punto de ebullición el café alcanza su mejor sabor."

- "Si eres como el grano de café, cuando las cosas se ponen peor, tú reaccionas en forma positiva, sin dejarte vencer, y haces que las cosas a tu alrededor mejoren... Que ante la adversidad exista siempre una luz que ilumina tu camino y el de la gente que te rodea. Esparces con tu fuerza y positivismo el dulce aroma del café".

Los discípulos de Emaús son uno de esos relatos preciosos en los que vemos como el Señor va trasformando la realidad de los que se encuentran con él, y los hace capaces de anunciar su resurrección, de vencer el miedo, de ser como el café.

Nosotros en cada Eucaristía nos encontramos con el Señor, escuchamos su palabra, parte para nosotros el pan, precisamente para que hagamos lo mismo que aquellos discípulos, levantarnos e ir a anunciar que Cristo vive. Que cada domingo seamos capaces de dejarnos trasformar por Dios, para poder nosotros transformar nuestra sociedad.

FELIZ DOMINGO Y QUE DIOS OS BENDIGA.

domingo, 16 de abril de 2023

DOMINGO II DE PASCUA, DOMINGO DE LA DIVINA MISERICORDIA

 LECTURA DEL SANTO EVANGELIO SEGÚN SAN JUAN 20, 19- 31

Al anochecer de aquel día, el primero de la semana, estaban los discípulos en una casa, con las puertas cerradas por miedo a los judíos. Y en esto entró Jesús, se puso en medio y les dijo:

-- Paz a vosotros.

Y, diciendo esto, les enseñó las manos y el costado. Y los discípulos se llenaron de alegría al ver al Señor. Jesús repitió:

-- Paz a vosotros. Como el Padre me ha enviado, así también os envío yo.

Y, dicho esto, exhaló su aliento sobre ellos y les dijo:

-- Recibid el Espíritu Santo; a quienes les perdonéis los pecados, les quedan perdonados; a quienes se los retengáis, les quedan retenidos.

Tomás, uno de los Doce, llamado el Mellizo, no estaba con ellos cuando vino Jesús. Y los otros discípulos le decían:

-- Hemos visto al Señor.

Pero él les contestó:

-- Si no veo en sus manos la señal de los clavos, si no meto el dedo en el agujero de los clavos y no meto la mano en su costado, no lo creo.

A los ocho días, estaban otra vez dentro los discípulos y Tomás con ellos. Llegó Jesús, estando cerradas las puertas, se puso en medio y dijo:

-- Paz a vosotros.

Luego dijo a Tomás:

-- Trae tu dedo, aquí tienes mis manos; trae tu mano y métela en mi costado; y no seas incrédulo, sino creyente.

Contestó Tomás:

-- ¡Señor Mío y Dios mío!

Jesús le dijo:

-- ¿Porque me has visto has creído? Dichosos los que crean sin haber visto.

Muchos otros signos, que no están escritos en este libro, hizo Jesús a la vista de los discípulos. Estos se han escrito para que creáis que Jesús es el Mesías, el Hijo de Dios, y para que, creyendo, tengáis vida en su Nombre.

 

HOMILÍA

 

“Viajando de Lima a Río de Janeiro una noche de junio, se desató de improviso una tempestad entre las nubes densas del Mato grosso. Temblaba como una hoja el gigantesco aparato, en medio de fogonazos y relámpagos que causaban revuelo y nerviosismo entre todos los pasajeros. Yo leía El Relato de un Náufrago de García Márquez. Permanecí tranquilo en un primero momento, pero no fui capaz de seguir la lectura... Una niña, a mi lado, leía con pasmosa serenidad, recostada en su silla. Ni siquiera se ajustó el cinturón. Al arreciar la tormenta, le dijo la azafata: «¡Ponte el cinturón! ¿No te das cuenta del peligro en el que estamos en estos momentos?» La niña cerró el libro y dijo con tono sosegado: «Papá es el piloto. ¡Tranquila, señora, que él maneja muy bien!» Recordé las palabras de Jesús en la tormenta del lago: «¡Hombres de poca fe!» Al llegar a Río, al amanecer, no hubo ningún contratiempo. Bajamos apresurados la escalerilla... y vimos el abrazo y el beso de felicitación que la niña daba a su padre. Emocionados aplaudimos el hecho”.

 

La fe no es cuestión de ver, ya se lo dijo el Señor a Tomás. La fe es cuestión de fiarse, de cerrar los ojos y dar un paso aún sin saber lo que le espera a uno. La fe es confiar en aquél que nos ha amado, que ha entregado a su hijo por nosotros, que ha muerto y resucitado simplemente porque nos ama.

Dichosos los que crean sin haber visto, y a pesar de no ver siguen adelante. Y a pesar de estrellarse muchas veces no se cansan de seguir caminando, de ¡seguir avanzando, de seguir confiando, porque saben que hay un Dios que sabe conducir esta nave que es la vida.

Que siempre seamos portadores de esa fe, que mostremos al mundo que no hacen falta pruebas empíricas para creer en aquel que continuamente nos da muestras de su existencia, de su amor por nosotros.

FELIZ DOMINGO DE LA DIVINA MISERICORDIA Y QUE DIOS OS BENDIGA.

domingo, 9 de abril de 2023

DOMINGO DE RESURRECCIÓN

 LECTURA DEL SANTO EVANGELIO SEGÚN SAN JUAN 20, 1-9

El primer día de la semana, María Magdalena fue al sepulcro al amanecer, cuando aún estaba oscuro, y vio la losa quitada del sepulcro. Echó a correr y fue a donde estaba Simón Pedro y el otro discípulo, a quien quería Jesús, y le dijo:

—Se han llevado del sepulcro al Señor y no sabemos dónde lo han puesto.

Salieron Pedro y el otro discípulo camino del sepulcro. Los dos corrían juntos, pero el otro discípulo corría más que Pedro; se adelantó y llegó primero al sepulcro; y, asomándose, vio las vendas en el suelo; pero no entró. Llegó también Simón Pedro detrás de él y entró en el sepulcro; vio las vendas en el suelo y el sudario con que le habían cubierto la cabeza, no por el suelo con las vendas, sino enrollado en un sitio aparte. Entonces entró también el otro discípulo, el que había llegado primero al sepulcro; vio y creyó. Pues hasta entonces no habían entendido la Escritura: que Él había de resucitar de entre los muertos.

HOMILÍA

Un empresario agricultor, de poco estudio, participaba todos los años en la principal feria de agricultura de su ciudad. Lo más extraordinario es que él siempre ganaba año tras año, el trofeo: maíz del año. Entraba con su maíz en la feria y salía con la faja azul recubriendo su pecho. Su maíz era cada vez mejor.

En una ocasión de esas, un reportero de televisión abordó al agricultor después de la tradicional colocación de la faja de campeón. Él quedó muy intrigado con la revelación del agricultor, de como acostumbraba a cultivar su calificado y valioso producto. El reportero descubrió que el agricultor compartía buena parte de las mejores semillas de su plantación de maíz con sus vecinos.

- "¿Cómo puede usted compartir sus mejores semillas con sus vecinos, cuando ellos están compitiendo directamente con usted?"

El agricultor respondió:

- "¿Usted no sabe? ¡Es simple!. El viento recoge el polen del maíz maduro y lo lleva de campo en campo. Si mis vecinos cultivaran maíz inferior al mío, la polinización degradaría continuamente la calidad de mi maíz. Si yo quiero cultivar maíz bueno, tengo que ayudarlos a cultivar el mejor maíz, cediendo a ellos las mejores semillas."

Jesús sabía que para que este mundo cambiara, que para que nuestra vida diera sus mejores frutos sólo podía hacer una cosa, compartir su vida con nosotros, darnos la vida en la Resurrección, y así poder transformar el mundo.

Y sólo los cristianos que intentan vivir la Resurrección en plenitud, los que se dejan llevar por ese torrente de vida, hacen que nuestro mundo vaya cambiando poco a poco.

La Resurrección no es sólo cosa de Jesús, hoy no sólo celebramos que Cristo ha resucitado, sino que celebramos que esa vida nos la ha dado a nosotros para que también cultivemos el mejor amor posible entre nosotros.

Por eso disfrutemos hoy de la vida, del precioso regalo que Cristo nos ha hecho, pero no sólo para que la guardemos, sino para darla también a los demás y hacer que su vida se llene de felicidad, porque cuantas más personas seamos felices, más felicidad habrá en nuestra vida.

FELIZ PASCUA DE RESURRECCIÓN A TODOS, FELIZ VIDA, FELIZ ENTREGA. QUE DIOS OS BENDIGA.

viernes, 7 de abril de 2023

VIERNES SANTO

 PASIÓN DE NUESTRO SEÑOR JESUCRISTO SEGÚN SAN JUAN 18, 1-19,42

C. En aquel tiempo, salió Jesús con sus discípulos al otro lado del torrente Cedrón, donde había un huerto, y entraron allí él y sus discípulos. Judas, el traidor, conocía también el sitio, porque Jesús se reunía a menudo allí con sus discípulos. Judas entonces, tomando la patrulla y unos guardias de los sumos sacerdotes y de los fariseos, entró allá con faroles, antorchas y armas. Jesús, sabiendo todo lo que venía sobre él, se adelantó y les dijo:

+ ¿A quién buscáis?

C. Le contestaron:

S. A Jesús, el Nazareno.

C. Les dijo Jesús:

+ Yo soy.

C. Estaba también con ellos Judas, el traidor. Al decirles: «Yo soy», retrocedieron y cayeron a tierra. Les preguntó otra vez: + -«¿A quién buscáis?»

C. Ellos dijeron:

S. A Jesús, el Nazareno.

C. Jesús contestó:

+ Os he dicho que soy yo. Si me buscáis a mí, dejad marchar a éstos.

C. Y así se cumplió lo que había dicho: “No he perdido a ninguno de los que me diste”.

Entonces Simón Pedro, que llevaba una espada, la sacó e hirió al criado del sumo sacerdote, cortándole la oreja derecha. Este criado se llamaba Malco. Dijo entonces Jesús a Pedro:

+ Mete la espada en la vaina. El cáliz que me ha dado mi Padre, ¿no lo voy a beber?

C. La patrulla, el tribuno y los guardias de los judíos prendieron a Jesús, lo ataron y lo llevaron primero a Anás, porque era suegro de Caifás, sumo sacerdote aquel año; era Caifás el que había dado a los judíos este consejo: “Conviene que muera un solo hombre por el pueblo”. Simón Pedro y otro discípulo seguían a Jesús. Este discípulo era conocido del sumo sacerdote y entró con Jesús en el palacio del sumo sacerdote, mientras Pedro se quedó fuera a la puerta. Salió el otro discípulo, el conocido del sumo sacerdote, habló a la portera e hizo entrar a Pedro. La criada que hacía de portera dijo entonces a Pedro:

S. ¿No eres tú también de los discípulos de ese hombre?

C. Él dijo:

S. No lo soy.

C. Los criados y los guardias habían encendido un brasero, porque hacía frío, y se calentaban. También Pedro estaba con ellos de pie, calentándose.

El sumo sacerdote interrogó a Jesús acerca de sus discípulos y de la doctrina. Jesús le contestó:

+Yo he hablado abiertamente al mundo; yo he enseñado continuamente en la sinagoga y en el templo, donde se reúnen todos los judíos, y no he dicho nada a escondidas. ¿Por qué me interrogas a mí? Interroga a los que me han oído, de qué les he hablado. Ellos saben lo que he dicho yo.

C. Apenas dijo esto, uno de los guardias que estaba allí le dio una bofetada a Jesús, diciendo:

S. ¿Así contestas al sumo sacerdote?

C. Jesús respondió:

+ Si he faltado al hablar, muestra en qué he faltado; pero si le hablado como se debe, ¿por qué me pegas?

C. Entonces Anás lo envió atado a Caifás, sumo sacerdote.

C. Simón Pedro estaba en pie, calentándose, y le dijeron:

S. ¿No eres tú también de sus discípulos?

C. Él lo negó, diciendo:

S. No lo soy.

C. Uno de los criados del sumo sacerdote, pariente de aquel a quien Pedro le cortó la oreja, le dijo:

S. ¿No te he visto yo con él en el huerto?

C. Pedro volvió a negar, y enseguida cantó un gallo.

C. Llevaron a Jesús de casa de Caifás al pretorio. Era el amanecer, y ellos no entraron en el pretorio para no incurrir en impureza y poder así comer la Pascua. Salió Pilato afuera, adonde estaban ellos, y dijo:

S. ¿Qué acusación presentáis contra este hombre?

C. Le contestaron:

S. Si éste no fuera un malhechor, no te lo entregaríamos.

C. Pilato les dijo:

S. Lleváoslo vosotros y juzgadlo según vuestra ley.

C. Los judíos le dijeron:

S. No estamos autorizados para dar muerte a nadie.

C. Y así se cumplió lo que había dicho Jesús, indicando de qué muerte iba a morir.

Entró otra vez Pilato en el pretorio, llamó a Jesús y le dijo:

S. ¿Eres tú el rey de los judíos?

C. Jesús le contestó:

+ ¿Dices eso por tu cuenta o te lo han dicho otros de mí?

C. Pilato replicó:

S. ¿Acaso soy yo judío? Tu gente y los sumos sacerdotes te han entregado a mí; ¿qué has hecho?

C. Jesús le contestó:

+ Mi reino no es de este mundo. Si mi reino fuera de este mundo, mi guardia habría luchado para que no cayera en manos de los judíos. Pero mi reino no es de aquí.

C. Pilato le dijo:

S. Con que, ¿tú eres rey?

C. Jesús le contestó:

+ Tú lo dices: soy rey. Yo para esto he nacido y para esto he venido al mundo: para ser testigo de la verdad. Todo el que es de la verdad escucha mi voz.

C. Pilato le dijo:

S. Y, ¿qué es la verdad?

C. Dicho esto, salió otra vez adonde estaban los judíos y les dijo:

S. Yo no encuentro en él ninguna culpa. Es costumbre entre vosotros que por Pascua ponga a uno en libertad. ¿Queréis que os suelte al rey de los judíos?

C. Volvieron a gritar:

S. A ése no, a Barrabás.

C. El tal Barrabás era un bandido.

C. Entonces Pilato tomó a Jesús y lo mandó azotar. Y los soldados trenzaron una corona de espinas, se la pusieron en la cabeza y le echaron por encima un manto color púrpura; y, acercándose a él, le decían:

S. ¡Salve, rey de los judíos!

C. Y le daban bofetadas.

Pilato salió otra vez afuera y les dijo:

S. Mirad, os lo saco afuera, para que sepáis que no encuentro en él ninguna culpa.

C. Y salió Jesús afuera, llevando la corona de espinas y el manto color púrpura. Pilato les dijo:

S. Aquí lo tenéis.

C. Cuando lo vieron los sumos sacerdotes y los guardias, gritaron:

S. ¡Crucifícalo, crucifícalo!

C. Pilato les dijo:

S. Lleváoslo vosotros y crucificadlo, porque yo no encuentro culpa en él. C. Los judíos le contestaron:

S. Nosotros tenemos una ley, y según esa ley tiene que morir, porque se ha declarado Hijo de Dios.

C. Cuando Pilato oyó estas palabras, se asustó aún más y, entrando otra vez en el pretorio, dijo a Jesús:

S. ¿De dónde eres tú?

C. Pero Jesús no le dio respuesta. Y Pilato le dijo:

S. ¿A mí no me hablas? ¿No sabes que tengo autoridad para soltarte y autoridad para crucificarte?

C. Jesús le contestó:

+ No tendrías ninguna autoridad sobre mí, si no te la hubieran dado de lo alto. Por eso el que me ha entregado a ti tiene un pecado mayor.

C. Desde este momento Pilato trataba de soltarlo, pero los judíos gritaban:

S. Si sueltas a ése, no eres amigo del César. Todo el que se declara rey está contra el César.

C. Pilato entonces, al oír estas palabras, sacó afuera a Jesús y lo sentó en el tribunal, en el sitio que llaman «el Enlosado» (en hebreo Gábbata). Era el día de la Preparación de la Pascua, hacia el mediodía. Y dijo Pilato a los judíos:

S. Aquí tenéis a vuestro rey.

C. Ellos gritaron:

S. ¡Fuera, fuera; crucifícalo!

C. Pilato les dijo:

S. ¿A vuestro rey voy a crucificar?

C. Contestaron los sumos sacerdotes:

S. No tenemos más rey que al César.

C. Entonces se lo entregó para que lo crucificaran.

C. Tomaron a Jesús, y él, cargando con la cruz, salió al sitio llamado “de la Calavera” (que en hebreo se dice Gólgota), donde lo crucificaron; y con él a otros dos, uno a cada lado, y en medio, Jesús. Y Pilato escribió un letrero y lo puso encima de la cruz; en él estaba escrito: “Jesús, el Nazareno, el rey de los judíos”. Leyeron el letrero muchos judíos, porque estaba cerca el lugar donde crucificaron a Jesús, y estaba escrito en hebreo, latín y griego. Entonces los sumos sacerdotes de los judíos dijeron a Pilato:

S. No escribas: "El rey de los judíos", sino: "Este ha dicho: Soy el rey de los judíos".

C. Pilato les contestó:

S. Lo escrito, escrito está.

C. Los soldados, cuando crucificaron a Jesús, cogieron su ropa, haciendo cuatro partes, una para cada soldado, y apartaron la túnica. Era una túnica sin costura, tejida toda de una pieza de arriba abajo. Y se dijeron:

S. No la rasguemos, sino echemos a suerte, a ver a quién le toca.

C. Así se cumplió la Escritura: “Se repartieron mis ropas y echaron a suerte mi túnica”. Esto hicieron los soldados.

C. Junto a la cruz de Jesús estaban su madre, la hermana de su madre, María, la de Cleofás, y María, la Magdalena. Jesús, al ver a su madre y cerca al discípulo que tanto quería, dijo a su madre:

+ Mujer, ahí tienes a tu hijo.

C. Luego, dijo al discípulo:

+ Ahí tienes a tu madre.

C. Y desde aquella hora, el discípulo la recibió en su casa.

C. Después de esto, sabiendo Jesús que todo había llegado a su término, para que se cumpliera la Escritura dijo:

+ Tengo sed.

C. Había allí un jarro lleno de vinagre. Y, sujetando una esponja empapada en vinagre a una caña de hisopo, se la acercaron a la boca. Jesús, cuando tomó el vinagre, dijo:

+ Está cumplido.

C. E, inclinando la cabeza, entregó el espíritu.

(Todos se arrodillan, y se hace una pausa)

C. Y al punto salió sangre y agua

C. Los judíos entonces, como era el día de la Preparación, para que no se quedaran los cuerpos en la cruz el sábado, porque aquel sábado era un día solemne, pidieron a Pilato que les quebraran las piernas y que los quitaran. Fueron los soldados, le quebraron las piernas al primero y luego al otro que habían crucificado con él; pero al llegar a Jesús, viendo que ya había muerto, no le quebraron las piernas, sino que uno de los soldados, con la lanza, le traspasó el costado, y al punto salió sangre y agua. El que lo vio da testimonio, y su testimonio es verdadero, y él sabe que dice verdad, para que también vosotros creáis. Esto ocurrió para que se cumpliera la Escritura: “No le quebrarán un hueso”; y en otro lugar la Escritura dice: “Mirarán al que atravesaron”.

C. Después de esto, José de Arimatea, que era discípulo clandestino de Jesús por miedo a los judíos, pidió a Pilato que le dejara llevarse el cuerpo de Jesús. Y Pilato lo autorizó. Él fue entonces y se llevó el cuerpo. Llegó también Nicodemo, el que había ido a verlo de noche, y trajo unas cien libras de una mixtura dé mirra y áloe. Tomaron el cuerpo de Jesús y lo vendaron todo, con los aromas, según se acostumbra a enterrar entre los judíos. Había un huerto en el sitio donde lo crucificaron, y en el huerto un sepulcro nuevo donde nadie había sido enterrado todavía. Y como para los judíos era el día de la Preparación, y el sepulcro estaba cerca, pusieron allí a Jesús.

HOMILÍA

Cada vez que llega este día del Viernes Santo me acuerdo de una poesía de José María Gabriel y Galán que escuché hace ya muchos años y que marcó mi visión de la celebración de hoy y de las procesiones. Se titula la Pedrada, y he aquí un fragmento:

¡Cuántas veces he llorado
recordando la grandeza
de aquel hecho inusitado
que una sublime nobleza
inspiróle a un pecho honrado!

La procesión se movía
con honda calma doliente,
¡Qué triste el sol se ponía!
¡Cómo lloraba la gente!
¡Cómo Jesús se afligía...!

¡Qué voces tan plañideras
el Miserere cantaban!
¡Qué luces, que no alumbraban,
tras las verdes vidrieras
de los faroles brillaban!

Y aquél sayón inhumano
que al dulce Jesús seguía
con el látigo en la mano,
¡qué feroz cara tenía!
¡qué corazón tan villano!

¡La escena a un tigre ablandara!
Iba a caer el Cordero,
y aquel negro monstruo fiero
iba a cruzarle la cara
con un látigo de acero...

Mas un travieso aldeano,
una precoz criatura
de corazón noble y sano
y alma tan grande y tan pura
como el cielo castellano,

rapazuelo generoso
que al mirarla, silencioso,
sintió la trágica escena,
que le dejó el alma llena
de hondo rencor doloroso,

se sublimó de repente,
se separó de la gente,
cogió un guijarro redondo,
miróle al sayón la frente
con ojos de odio muy hondo,

paróse ante la escultura,
apretó la dentadura,
aseguróse en los pies,
midió con tino la altura,
tendió el brazo de través,

zumbó el proyectil terrible,
sonó un golpe indefinible,
y del infame sayón
cayó botando la horrible
cabezota de cartón.

Los fieles, alborotados
por el terrible suceso,
cercaron al niño airados,
preguntándole admirados:
-¿Por qué, por qué has hecho eso?...

Y él contestaba, agresivo,
con voz de aquellas que llegan
de un alma justa a lo vivo:
-«¡Porque sí; porque le pegan
sin hacer ningún motivo!»


Hoy, que con los hombres voy,
viendo a Jesús padecer,
interrogándome estoy:
¿Somos los hombres de hoy
aquellos niños de ayer?.

 

Podríamos hoy al celebrar la muerte del Señor, esa sublime entrega hacernos una pregunta: al igual que al ver al Señor en la cruz, sufriente nuestro ser sufre con él, cuando lo vemos en la calle tirado, con hambre, sólo, triste, ¿también nos entristecemos con él? De nada sirve recordar lo que pasó hace dos mil años y no darnos cuenta de las veces que sigue muriendo Jesús en nuestro tiempo, en medio de nosotros.

Cojamos nuestras piedras, las piedras del amor y seamos capaces de luchar contra tanta muerte, contra tanto sufrimiento. Seamos los niños de ayer, vivamos como cristianos de hoy.

FELIZ VIERNES SANTO. QUE DIOS OS BENDIGA.

jueves, 6 de abril de 2023

JUEVES SANTO

 LECTURA DEL SANTO EVANGELIO SEGÚN SAN JUAN 13, 1-15

Antes de la fiesta de la Pascua, sabiendo Jesús que había llegado la hora de pasar de este mundo al Padre, habiendo amado a los suyos que estaban en el mundo, los amó hasta el extremo. Estaban cenando (ya el diablo le había metido en la cabeza a Judas Iscariote, el de Simón, que lo entregara) y Jesús, sabiendo que el Padre había puesto todo en sus manos, que venía de Dios y a Dios volvía, se levanta de la cena, se quita el manto y, tomando una toalla, se la ciñe; luego echa agua en la jofaina y se pone a lavarles los pies a los discípulos, secándoselos con la toalla que se había ceñido. Llegó a Simón Pedro y éste le dijo:

—Señor, ¿lavarme los pies tú a mí?

Jesús le replicó:

—Lo que yo hago, tú no lo entiendes ahora, pero lo comprenderás más tarde.

Pedro le dijo:

—No me lavarás los pies jamás.

Jesús le contestó:

—Si no te lavo, no tienes nada que ver conmigo.

Simón Pedro le dijo:

—Señor, no sólo los pies, sino también las manos y la cabeza.

Jesús le dijo:

—Uno que se ha bañado no necesita lavarse más que los pies, porque todo él está limpio. También vosotros estáis limpios, aunque no todos." (Porque sabía quién lo iba a entregar, por eso dijo: "No todos estáis limpios".)

Cuando acabó de lavarles los pies, tomó el manto, se lo puso otra vez y les dijo:

— ¿Comprendéis lo que he hecho con vosotros? Vosotros me llamáis "El Maestro" y "El Señor", y decís bien, por que lo soy. Pues si yo, el Maestro y el Señor, os he lavado los pies, también vosotros debéis lavaros los pies unos a otros: os he dado ejemplo para que lo que yo he hecho con vosotros, vosotros también lo hagáis.

HOMILÍA

El grupo estaba de excursión, en alegre algazara, cuando aparece a lo lejos un niño de unos ocho años que trae sobre sus hombros a otro más pequeñito, como de tres. Su rostro era radiante, tostadito como el de todos los campesinos del lugar. Más expresivo quizás al pasar a nuestro lado, pero incapaz de ocultar un cierto cansancio, producido sin duda por la distancia, lo difícil del camino y el peso del niño.
Para dar calor humano y aliento al pobre niño, pregunté con tono de cariñosa cercanía: “Qué amigo, ¿pesa mucho?”. Y él, con inefable expresión de cara y encogimiento de hombros, que encerraba gran carga de amor, de valor y resignación, dice con fuerza y decisión: “No pesa, es mi hermano”, y agarrando más fuertemente al pequeño, que sonríe y saluda con su manita derecha, echa una corta y lenta carrerita haciendo saltar con gracia a su hermanito que aún mira una vez atrás para sonreír.

Cuando Jesús se pone a lavarle los pies a los discípulos, no lo hace como un sacrificio, sino como un gesto natural, le sale de dentro, porque sabe que esa es su tarea, y que lo que quiere trasmitir no es una obligación, sino una forma de vida.

Nosotros, como cristianos nos quejamos muchas veces de lo difícil que es llevar a cabo todos los mandamientos y enseñanzas del Señor. Lo que no nos planteamos es que para poder llevarlas a cabo hace falta no que sepamos lo que hay que hacer, sino que lo hagamos como un gesto cotidiano y mecánico.

El amar a los demás no es una obligación, es una forma de vivir. Son nuestros hermanos los que nos rodean, y por consiguiente, no puede ser una carga el amarlos, sino todo lo contrario, un placer, algo natural, algo que se sobreentiende.

Que cada día, cuando el Señor se nos presente en nuestra vida, en la cara de aquellos que se nos acercan, nos acordemos de las palabras de aquel niño, “no pesa, es mi hermano”.

FELIZ JUEVES SANTO, FELIZ DÍA DEL AMOR FRATERNO. QUE DIOS OS BENDIGA.

domingo, 2 de abril de 2023

DOMINGO DE RAMOS

 Pasión de nuestro Señor Jesucristo según San Mateo (26,14–27,66):

 

C. En aquel tiempo, uno de los Doce, llamado Judas Iscariote, fue a los sumos sacerdotes y les propuso:

S. «¿Qué estáis dispuestos a darme, si os lo entrego?»

C. Ellos se ajustaron con él en treinta monedas. Y desde entonces andaba buscando ocasión propicia para entregarlo.

C. El primer día de los Ázimos se acercaron los discípulos a Jesús y le preguntaron:

S. -«¿Dónde quieres que te preparemos la cena de Pascua?»

C. Él contestó:

+ «Id a la ciudad, a casa de Fulano, y decidle: "El Maestro dice: Mi momento está cerca; deseo celebrar la Pascua en tu casa con mis discípulos."»

C. Los discípulos cumplieron las instrucciones de Jesús y prepararon la Pascua.

C. Al atardecer se puso a la mesa con los Doce. Mientras comían dijo:

+ «Os aseguro que uno de vosotros me va a entregar.»

C. Ellos, consternados, se pusieron a preguntarle uno tras otro:

S. «¿Soy yo acaso, Señor?»

C. Él respondió:

+ «El que ha mojado en la misma fuente que yo, ése me va a entregar. El Hijo del hombre se va, como está escrito de él; pero, ¡ay del que va a entregar al Hijo del hombre!; más le valdría no haber nacido.»

C. Entonces preguntó Judas, el que lo iba a entregar:

S. «¿Soy yo acaso, Maestro?»

C. Él respondió:

+ «Tú lo has dicho.»

C. Durante la cena, Jesús cogió pan, pronunció la bendición, lo partió y lo dio a sus discípulos, diciendo:

+ «Tomad, comed: esto es mi cuerpo.»

C.. Y, cogiendo una copa, pronunció la acción de gracias y se la dio diciendo:

+ «Bebed todos; porque ésta es mi sangre, sangre de la alianza, derramada por todos para el perdón de los pecados. Y os digo que no beberé más del fruto de la vid, hasta el día que beba con vosotros el vino nuevo en el reino de mi Padre.»

C. Cantaron el salmo y salieron para el monte de los Olivos.

C. Entonces Jesús les dijo:

+ «Esta noche vais a caer todos por mi causa, porque está escrito: "Heriré al pastor, y se dispersarán las ovejas del rebaño." Pero cuando resucite, iré antes que vosotros a Galilea.»

C. Pedro replicó:

S. «Aunque todos caigan por tu causa, yo jamás caeré.»

C. Jesús le dijo:

+ «Te aseguro que esta noche, antes que el gallo cante, me negarás tres veces.»

C . Pedro le replicó:

S. «Aunque tenga que morir contigo, no te negaré. »

C. Y lo mismo decían los demás discípulos.

C. Entonces Jesús fue con ellos a un huerto, llamado Getsemaní, y les dijo:

+ «Sentaos aquí, mientras voy allá a orar.»

C. Y, llevándose a Pedro y a los dos hijos de Zebedeo, empezó a entristecerse y a angustiarse. Entonces dijo:

+ «Me muero de tristeza: quedaos aquí y velad conmigo.»

C. Y, adelantándose un poco, cayó rostro en tierra y oraba diciendo:

+ «Padre mío, si es posible, que pase y se aleje de mí ese cáliz. Pero no se haga lo que yo quiero, sino lo que tú quieres.»

C. Y se acercó a los discípulos y los encontró dormidos. Dijo a Pedro:

+ «¿No habéis podido velar una hora conmigo? Velad y orad para no caer en la tentación, pues el espíritu es decidido, pero la carne es débil.»

C. De nuevo se apartó por segunda vez y oraba diciendo:

+ «Padre mío, si este cáliz no puede pasar sin que yo lo beba, hágase tu voluntad.»

C. Y, viniendo otra vez, los encontró dormidos, porque tenían los ojos cargados. Dejándolos de nuevo, por tercera vez oraba, repitiendo las mismas palabras. Luego se acercó a sus discípulos y les dijo:

+ «Ya podéis dormir y descansar. Mirad, está cerca la hora, y el Hijo del hombre va a ser entregado en manos de los pecadores. ¡Levantaos, vamos! Ya está cerca el que me entrega.»

C. Todavía estaba hablando, cuando apareció Judas, uno de los Doce, acompañado de un tropel de gente, con espadas y palos, mandado por los sumos sacerdotes y los ancianos del pueblo. El traidor les había dado esta contraseña:

S. «Al que yo bese, ése es; detenedlo.»

C. Después se acercó a Jesús y le dijo:

S. «¡Salve, Maestro!»

C. Y lo besó. Pero Jesús le contestó:

+ «Amigo, ¿a qué vienes?»

C. Entonces se acercaron a Jesús y le echaron mano para detenerlo. Uno de los que estaban con él agarró la espada, la desenvainó y de un tajo le cortó la oreja al criado del sumo sacerdote. Jesús le dijo:

+ «Envaina la espada; quien usa espada, a espada morirá. ¿Piensas tú que no puedo acudir a mi Padre? Él me mandaría en seguida más de doce legiones de ángeles. Pero entonces no se cumpliría la Escritura, que dice que esto tiene que pasar.»

C. Entonces dijo Jesús a la gente:

+ «¿Habéis salido a prenderme con espadas y palos, como a un bandido? A diario me sentaba en el templo a enseñar y, sin embargo, no me detuvisteis.»

C. Todo esto ocurrió para que se cumpliera lo que escribieron los profetas. En aquel momento todos los discípulos lo abandonaron y huyeron. Los que detuvieron a Jesús lo llevaron a casa de Caifás, el sumo sacerdote, donde se habían reunido los escribas y los ancianos. Pedro lo seguía de lejos, hasta el palacio del sumo sacerdote, y, entrando dentro, se sentó con los criados para ver en qué paraba aquello. Los sumos sacerdotes y el sanedrín en pleno buscaban un falso testimonio contra Jesús para condenarlo a muerte y no lo encontraban, a pesar de los muchos falsos testigos que comparecían. Finalmente, comparecieron dos, que dijeron:

S. «Éste ha dicho: "Puedo destruir el templo de Dios y reconstruirlo en tres días."»

C. El sumo sacerdote se puso en pie y le dijo:

S. «¿No tienes nada que responder? ¿Qué son estos cargos que levantan contra ti?»

C. Pero Jesús callaba. Y el sumo sacerdote le dijo:

S. «Te conjuro por Dios vivo a que nos digas si tú eres el Mesías, el Hijo de Dios.»

C. Jesús le respondió:

+ «Tú lo has dicho. Más aún, yo os digo: Desde ahora veréis que el Hijo del hombre está sentado a la derecha del Todopoderoso y que viene sobre las nubes del cielo.»

C. Entonces el sumo sacerdote rasgó sus vestiduras, diciendo:

S. «Ha blasfemado. ¿Qué necesidad tenemos ya de testigos? Acabáis de oír la blasfemia. ¿Qué decidís?»

C. Y ellos contestaron:

S. «Es reo de muerte.»

C. Entonces le escupieron a la cara y lo abofetearon; otros lo golpearon, diciendo:

S. «Haz de profeta, Mesías; ¿quién te ha pegado?»

C. Pedro estaba sentado fuera en el patio, y se le acercó una criada y le dijo:

S. «También tú andabas con Jesús el Galileo.»

C. Él lo negó delante de todos, diciendo:

S. «No sé qué quieres decir.»

C. Y, al salir al portal, lo vio otra y dijo a los que estaban allí:

S. «Éste andaba con Jesús el Nazareno.»

C. Otra vez negó él con juramento:

S. «No conozco a ese hombre.»

C. Poco después se acercaron los que estaban allí y dijeron a Pedro:

S. «Seguro; tú también eres de ellos, te delata tu acento.»

C. Entonces él se puso a echar maldiciones y a jurar, diciendo:

S. «No conozco a ese hombre.»

C. Y en seguida cantó un gallo. Pedro se acordó de aquellas palabras de Jesús: «Antes de que cante el gallo, me negarás tres veces.» Y, saliendo afuera, lloró amargamente. Al hacerse de día, todos los sumos sacerdotes y los ancianos del pueblo se reunieron para preparar la condena a muerte de Jesús. Y, atándolo, lo llevaron y lo entregaron a Pilato, el gobernador. Entonces Judas, el traidor, al ver que habían condenado a Jesús, sintió remordimiento y devolvió las treinta monedas de plata a los sumos sacerdotes y ancianos, diciendo:

S. «He pecado, he entregado a la muerte a un inocente.»

C. Pero ellos dijeron:

S. «¿A nosotros qué? ¡Allá tú!»

C. Él, arrojando las monedas en el templo, se marchó; y fue y se ahorcó. Los sumos sacerdotes, recogiendo las monedas, dijeron:

S. «No es lícito echarlas en el arca de las ofrendas, porque son precio de sangre.»

C. Y, después de discutirlo, compraron con ellas el Campo del Alfarero para cementerio de forasteros. Por eso aquel campo se llama todavía «Campo de Sangre». Así se cumplió lo escrito por Jeremías, el profeta: «Y tomaron las treinta monedas de plata, el precio de uno que fue tasado, según la tasa de los hijos de Israel, y pagaron con ellas el Campo del Alfarero, como me lo había ordenado el Señor.» Jesús fue llevado ante el gobernador, y el gobernador le preguntó:

S. «¿Eres tú el rey de los judíos?»

C. Jesús respondió:

+ «Tú lo dices.»

C. Y, mientras lo acusaban los sumos sacerdotes y los ancianos, no contestaba nada. Entonces Pilato le preguntó:

S. «¿No oyes cuántos cargos presentan contra ti?»

C. Como no contestaba a ninguna pregunta, el gobernador estaba muy extrañado. Por la fiesta, el gobernador solía soltar un preso, el que la gente quisiera. Había entonces un preso famoso, llamado Barrabás. Cuando la gente acudió, les dijo Pilato:

S. «¿A quién queréis que os suelte, a Barrabás o a Jesús, a quien llaman el Mesías?»

C. Pues sabía que se lo habían entregado por envidia. Y, mientras estaba sentado en el tribunal, su mujer le mandó a decir:

S. «No te metas con ese justo, porque esta noche he sufrido mucho soñando con él.»

C. Pero los sumos sacerdotes y los ancianos convencieron a la gente que pidieran el indulto de Barrabás y la muerte de Jesús. El gobernador preguntó:

S. «¿A cuál de los dos queréis que os suelte?»

C. Ellos dijeron:

S. «A Barrabás.»

C. Pilato les preguntó:

S. «¿Y qué hago con Jesús, llamado el Mesías?»

C. Contestaron todos:

S. «Que lo crucifiquen.»

C. Pilato insistió:

S. «Pues, ¿qué mal ha hecho?»

C. Pero ellos gritaban más fuerte:

S. «¡Que lo crucifiquen!»

C. Al ver Pilato que todo era inútil y que, al contrario, se estaba formando un tumulto, tomó agua y se lavó las manos en presencia de la multitud, diciendo:

S. «Soy inocente de esta sangre. ¡Allá vosotros!»

C. Y el pueblo entero contestó:

S. «¡Su sangre caiga sobre nosotros y sobre nuestros hijos!»

C. Entonces les soltó a Barrabás; y a Jesús, después de azotarlo, lo entregó para que lo crucificaran. Los soldados del gobernador se llevaron a Jesús al pretorio y reunieron alrededor de él a toda la compañía; lo desnudaron y le pusieron un manto de color púrpura y, trenzando una corona de espinas, se la ciñeron a la cabeza y le pusieron una caña en la mano derecha. Y, doblando ante él la rodilla, se burlaban de él, diciendo:

S. «¡Salve, rey de los judíos!»

C. Luego le escupían, le quitaban la caña y le golpeaban con ella la cabeza. Y, terminada la burla, le quitaron el manto, le pusieron su ropa y lo llevaron a crucificar. Al salir, encontraron a un hombre de Cirene, llamado Simón, y lo forzaron a que llevara la cruz. Cuando llegaron al lugar llamado Gólgota (que quiere decir: «La Calavera»), le dieron a beber vino mezclado con hiel; él lo probó, pero no quiso beberlo. Después de crucificarlo, se repartieron su ropa, echándola a suertes, y luego se sentaron a custodiarlo. Encima de su cabeza colocaron un letrero con la acusación: «Éste es Jesús, el rey de los judíos.» Crucificaron con él a dos bandidos, uno a la derecha y otro a la izquierda. Los que pasaban lo injuriaban y decían, meneando la cabeza:

S. «Tú que destruías el templo y lo reconstruías en tres días, sálvate a ti mismo; si eres Hijo de Dios, baja de la cruz.»

C. Los sumos sacerdotes con los escribas y los ancianos se burlaban también, diciendo:

S. «A otros ha salvado, y él no se puede salvar. ¿No es el rey de Israel? Que baje ahora de la cruz, y le creeremos. ¿No ha confiado en Dios? Si tanto lo quiere Dios, que lo libre ahora. ¿No decía que era Hijo de Dios?»

C. Hasta los bandidos que estaban crucificados con él lo insultaban. Desde el mediodía hasta la media tarde, vinieron tinieblas sobre toda aquella región. A media tarde, Jesús gritó:

+ «Elí, Elí, lamá sabaktaní.»

C. (Es decir:

+ «Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado?»)

C. Al oírlo, algunos de los que estaban por allí dijeron:

S. «A Elías llama éste.»

C. Uno de ellos fue corriendo; en seguida, cogió una esponja empapada en vinagre y, sujetándola en una caña, le dio a beber. Los demás decían:

S. «Déjalo, a ver si viene Elías a salvarlo.»

C. Jesús dio otro grito fuerte y exhaló el espíritu.

Todos se arrodillan, y se hace una pausa

C. Entonces, el velo del templo se rasgó en dos, de arriba abajo; la tierra tembló, las rocas se rajaron. Las tumbas se abrieron, y muchos cuerpos de santos que habían muerto resucitaron. Después que él resucitó, salieron de las tumbas, entraron en la Ciudad santa y se aparecieron a muchos. El centurión y sus hombres, que custodiaban a Jesús, el ver el terremoto y lo que pasaba, dijeron aterrorizados:

S. «Realmente éste era Hijo de Dios.»

C. Había allí muchas mujeres que miraban desde lejos, aquellas que habían seguido a Jesús desde Galilea para atenderlo; entre ellas, María Magdalena y María, la madre de Santiago y José, y la madre de los Zebedeos. Al anochecer, llegó un hombre rico de Arimatea, llamado José, que era también discípulo de Jesús. Éste acudió a Pilato a pedirle el cuerpo de Jesús. Y Pilato mandó que se lo entregaran. José, tomando el cuerpo de Jesús, lo envolvió en una sábana limpia, lo puso en el sepulcro nuevo que se había excavado en una roca, rodó una piedra grande a la entrada del sepulcro y se marchó. María Magdalena y la otra María se quedaron allí, sentadas enfrente del sepulcro. A la mañana siguiente, pasado el día de la Preparación, acudieron en grupo los sumos sacerdotes y los fariseos a Pilato y le dijeron:

S. «Señor, nos hemos acordado que aquel impostor, estando en vida, anunció: "A los tres días resucitaré." Por eso, da orden de que vigilen el sepulcro hasta el tercer día, no sea que vayan sus discípulos, roben el cuerpo y digan al pueblo: "Ha resucitado de entre los muertos." La última impostura sería peor que la primera.»

C. Pilato contestó:

S. «Ahí tenéis la guardia. Id vosotros y asegurad la vigilancia como sabéis.»

C. Ellos fueron, sellaron la piedra y con la guardia aseguraron la vigilancia del sepulcro.

HOMILÍA

Había una vez un hombre que no quería cargar con su cruz. Se quejaba continuamente a Dios porque creía que su cruz era muy pesada y muy difícil de llevar. Entonces Dios le llevó a un monte lleno de cruces de madera de todos los tamaños y formas: con nudos, lisas, grandes, astilladas, pulidas... de todo tipo. El Señor le dijo: -¿Ves todas estas cruces?  Son las cruces de los hombres. Ya que no quieres cargar con la tuya, escoge la que quieras para cargarla sobre tus hombros. El hombre fue caminando entre las cruces. Había muchísimas y no sabía cuál escoger. Probó una cruz ligera, pesaba poco, pero larga y molesta de llevar. Se colocó al cuello una cruz de obispo, un pectoral, pero era tremendamente pesada de responsabilidad y de sacrificio. Otra era lisa y simpática en apariencia, pero en cuanto se la echó encima empezó a clavársele sobre los hombros, como si estuviera cubierta de clavos. Tomó entonces una cruz de plata que brillaba resplandeciente, pero al tenerla consigo sintió que empezaba a invadirle una sensación de congoja y soledad. Probó una y otra vez, pero cada cruz tenía algún defecto y ofrecía su propia dificultad. Y después de pasear entre todas las cruces vio una de tamaño medio, muy bien pulida y desgastada por el uso. No resultaba demasiado pesada ni dificultosa de llevar. Parecía hecha a propósito para él. El hombre la cargó sobre sus hombros, con aire de satisfacción.  Y le dijo al Señor que quería llevarse esa cruz. -¿Seguro que quieres llevarte esa y no otra? - le preguntó Dios, y el hombre respondió afirmativamente. Entonces el Señor le explicó que la cruz que acababa de escoger era precisamente su vieja cruz, aquella que había arrojado con desgana, la misma que había llevado durante toda su vida.

Comenzamos la Semana Santa con este domingo de Ramos, Jesús voluntariamente entra en Jerusalén, aún sabiendo que va a morir. Acepta su cruz, su misión y se da por completo a todos nosotros.

Esa entrega es la que celebramos la Semana Santa, Jesús se nos da, se entrega por nosotros, y nos ide que hagamos nosotros lo mismo, que carguemos con nuestra cruz, esa cruz que no es más grande que otras, sino la nuestra, la que podemos llevar, la que debemos cargar, porque aunque muchas veces no nos guste, es la que debemos llevar.

Disfrutemos de estos días de Semana Santa, vivámoslos con profundidad y a través de nuestra entrega que los demás la puedan vivir también gracias a nosotros.

FELIZ SEMANA SANTA Y QUE DIOS OS BENDIGA.