sábado, 25 de mayo de 2013

DOMINGO DE LA SANTÍSIMA TRINIDAD

LECTURA DEL SANTO EVANGELIO SEGÚN SAN JUAN 16, 12-15
En aquel tiempo dijo Jesús a sus discípulos:
-- Muchas cosas me quedan por deciros, pero no podéis cargar con ellas por ahora: cuando venga él, el Espíritu de la Verdad, os guiará hasta la verdad plena. Pues lo que hable no será suyo: hablará de lo que oye y os comunicará lo que está por venir. Él me glorificará, porque recibirá de mí lo que os irá comunicando. Todo lo que tiene el Padre es mío. Por eso os he dicho que tomará de los mío y os lo anunciará.
HOMILÍA
Había una vez tres sabios. Y eran muy sabios. Aunque los tres eran ciegos. Como no podían ver, se habían acostumbrado a conocer las cosas con sólo tocarlas. Usaban sus manos para darse cuenta del tamaño, de la calidad y de la calidez de cuanto se ponía a su alcance.
Sucedió que un circo llegó al pueblo donde vivían los tres sabios que eran ciegos. Entre las cosas maravillosas que llegaron con el circo, venía un gran elefante blanco. Y era tan extraordinario este animal que toda la gente no hacía más que hablar de él.
Los tres sabios que eran ciegos quisieron también ellos conocer al elefante. Se hicieron conducir hasta el lugar donde estaba y pidieron permiso para poder tocarlo. Como el animal era muy manso, no hubo ningún inconveniente para que lo hicieran.
El primero de los tres estiró sus manos y tocó a la bestia en la cabeza. Sintió bajo sus dedos las enormes orejas y luego los dos tremendos colmillos de marfil que sobresalían de la pequeña boca. Quedó tan admirado de lo que había conocido que inmediatamente fue a contarles a los otros dos lo que había aprendido. Les dijo:
- El elefante es como un tronco, cubierto a ambos lados por dos frazadas, y del cual salen dos grandes lanzas frías y duras.
Pero resulta que cuando le tocó el turno al segundo sabio, sus manos tocaron al animal en la panza. Trataron de rodear su cuerpo, pero éste era tan alto que no alcanzaba a abarcarlo con los dos brazos abiertos. Luego de mucho palpar, decidió también él contar lo que había aprendido. Les dijo:
- El elefante se parece a un tambor colocado sobre cuatro gruesas patas, y está forrado de cuero con pelo para afuera.
Entonces fue el tercer sabio, y agarró el animal justo por la cola. se colgó de ella y comenzó a hamacarse como hacen los chicos con una soga. Como esto le gustaba a la bestia, estuvo largo rato divirtiéndose en medio de la risa de todos. Cuando dejó el juego, comentaba lo que sabía. También él dijo:
- Yo sé muy bien lo que es un elefante. Es una cuerda fuerte y gruesa, que tiene un pincel en la punta. Sirve para hamacarse.
Resulta que cuando volvieron a casa y comenzaron a charlar entre ellos lo que habían descubierto sobre el elefante no se podían poner de acuerdo. Cada uno estaba plenamente seguro de lo que conocía. Y además tenía la certeza de que sólo había un elefante y de que los tres estaban hablando de lo mismo, pero lo que decían parecía imposible de concordar. Tanto charlaron y discutieron que casi se pelearon.
Pero al fin de cuentas, como eran los tres muy sabios, decidieron hacerse ayudar, y fueron a preguntar a otro sabio que había tenido la oportunidad de ver al elefante con sus propios ojos. Y entonces descubrieron que cada uno de ellos tenía razón. Una parte de la razón. Pero que conocían del elefante solamente la parte que habían tocado.
Hoy celebramos el día de la Santísima Trinidad. Celebramos a ese Dios que es uno y que es Padre, Hijo y Espíritu Santo.
Podríamos intentar explicarlo, como lo han intentado los grandes sabios de la Iglesia a lo largo de muchos años, pero terminaríamos por descubrir que es imposible explicarlo, ya que este gran misterio sólo se puede experimentar, sólo se puede sentir.
De nosotros depende que este Dios misterioso, sea para nosotros tan cercano y accesible como Cristo quiso hacérnoslo ver, ya que si somos capaces de sentirlo en nosotros, y de no conformarnos con pequeñas partes de él, llegaremos al conocimiento pleno de Dios.
Que no nos ocurra como a los sabios ciegos, que se quedaron en sólo una parte del elefante. Que nos preocupemos de conocer plenamente a ese Dios que es amor porque lo creó todo para nosotros (Padre), porque murió para darnos vida (Hijo) y que sigue presente en nuestro mundo para animarnos y darnos la fortaleza necesaria (Espíritu Santo).

FELIZ DOMINGO Y FELIZ SEMANA. QUE DIOS PADRE, HIJO Y ESPÍRITU SANTO OS BENDIGA.

sábado, 18 de mayo de 2013

DOMINGO DE PENTECOSTÉS


LECTURA DEL SANTO EVANGELIO SEGÚN SAN JUAN 20, 19-23
Al anochecer de aquel día, el día primero de la semana, estaban los discípulos en una casa, con las puertas cerradas por miedo a los judíos. Y en esto entró Jesús, se puso en medio y les dijo:
--Paz a vosotros
Y, diciendo esto, les enseñó las manos y el costado. Y los discípulos se llenaron de alegría al ver al Señor. Jesús repitió:
-- Paz a vosotros. Como el Padre me ha enviado, así también os envío yo.
Y, dicho esto, exhaló su aliento sobre ellos y les dijo:
-- Recibid el Espíritu Santo; a quienes les perdonéis los pecados, les quedan perdonados; a quienes se los retengáis, les quedan retenidos.

HOMILÍA
Celebramos la fiesta de Pentecostés. Hoy hace cincuenta día que estábamos celebrando la Resurrección del Señor. Hoy recordamos cómo Dios envió su Espíritu sobre los apóstoles, y como lo sigue enviando sobre todos nosotros. Pero ¿cuál es la labor del Espíritu Santo?. ¿Cómo actúa?.
Hace ya algún tiempo un hombre castigó a su pequeña hija de tres años por desperdiciar un rollo de papel dorado para envolver. El dinero le era escaso en esos días, por lo que explotó en furia cuando vio a la niña tratando de envolver una caja.
A la mañana siguiente, la niña regaló a su padre la caja envuelta y le dijo: “Esto es para ti, papá”. Él se sintió avergonzado, pero cuando abrió la caja y la encontró vacía, otra vez gritó con ira: “¿acaso no sabes que cuando se le da un regalo a alguien se supone que tiene que haber algo dentro?”
La pequeña miró a su padre y con lágrimas en los ojos dijo: “¡Oh, papá, no está vacía! Yo soplé un montón de besos dentro de esa caja y todos son para ti”.
El padre se sintió morir, rodeó con sus brazos el pequeño cuerpo de su hija y le suplicó que lo perdonara.
Dicen que el hombre guardó esa caja dorada cerca de su cama por años y que siempre que se sentía derrumbado, tomaba de ella un beso y recordaba el amor que su hija había depositó ahí.
Hay cosas en la vida, que no se ven, pero que están ahí y que nos hacen salir adelante, y alegrarnos en los momentos difíciles. Ese es el Espíritu Santo. Es esa presencia de Dios que aunque no se ve, se nota, se siente y hace que vivamos nuestras vidas desde la voluntad de Dios, con la alegría de saber que siempre estamos acompañados, que siempre tenemos al espíritu con nosotros.
FELIZ DOMINGO Y FELIZ SEMANA. QUE DIOS OS BENDIGA.

sábado, 11 de mayo de 2013

DOMINGO D ELA ASCENSIÓN DEL SEÑOR


LECTURA DEL SANTO EVANGELIO SEGÚN SAN LUCAS 24, 46-53
En aquel tiempo dijo Jesús a sus discípulos:
-- Así estaba escrito: el Mesías padecerá, resucitará de entre los muertos al tercer día y en su nombre predicará la conversión y el perdón de los pecados a todos los pueblos, comenzando por Jerusalén. Y vosotros sois testigos de esto. Yo os enviaré lo que mi Padre ha prometido; vosotros quedaos en la ciudad, hasta que os revistáis de la fuerza de lo alto.
Después los sacó hacia Betania, y levantando las manos los bendijo. Y mientras los bendecía, se separó de ellos (subiendo hacia el cielo) Ellos se volvieron a Jerusalén con gran alegría; y estaban siempre en el templo bendiciendo a Dios.
HOMILÍA
Un día San Francisco de Asís, al salir del convento, se encontró con Fray Junípero. Fray Junípero era un fraile bueno y sencillo y san Francisco lo quería mucho. Al cruzarse con él, le dijo:
-Fray Junípero, vente conmigo a predicar
-Padre -le contestó éste- tú sabes que tengo pocas letras. ¿Cómo me las voy a arreglarlo para predicar a la gente?.
Pero ante la insistencia de san Francisco, Fray Junípero acabó por aceptar.
Dieron vueltas y vueltas por toda la ciudad, rezando en silencio por todos los que estaban trabajando en las tiendas y en los huertos. Sonrieron a los niños que pasaban, en especial a los más pobres. Se entretuvieron charlando un rato con los ancianos. Repartieron caricias a los enfermos y a los impedidos. Y ayudaron a una pobre mujer a llevar un pesado cántaro lleno de agua.
Después de haber recorrido varias veces la ciudad en una y otra dirección, san Francisco dijo:
-Fray Junípero, ya es hora de volver al convento.
- Pero, ¿y nuestra predicación? –preguntó sorprendido Fray Junípero.
- ¿Y qué crees tú que hemos hecho por la ciudad sino predicar? – contestó sonriente San Francisco.
“Vosotros sois testigos de esto”, fueron las palabras de despedida del Señor antes de ascender a los cielos. Fue un encargo a los apóstoles y hoy es un encargo que nos hace a todos nosotros.
Nuestra vida de cristianos, se fundamente en la predicación, pero no de palabra, sino con nuestras obras, con nuestra manera de vivir y con nuestro esfuerzo diario por hacer a las personas que se encuentran con nosotros un poquito más felices.
Que la fiesta de la ascensión, nos ayude a todos nosotros a vivir cada día nuestra vocación de cristianos siendo testigos de Jesucristo con nuestra vida.
FELIZ DOMINGO Y FELIZ SEMANA. QUE DIOS OS BENDIGA.