domingo, 30 de diciembre de 2018

DOMINGO DE LA SAGRADA FAMILIA


LECTURA DEL SANTO EVANGELIO SEGÚN SAN LUCAS 2, 41- 52
Los padres de Jesús solían ir cada año a Jerusalén por las fiestas de Pascua. Cuando Jesús cumplió doce años, subieron a la fiesta según la costumbre, y cuando terminó, se volvieron; pero el niño Jesús se quedó en Jerusalén, sin que lo supieran sus padres. Éstos, creyendo que estaba en la caravana, hicieron una jornada y se pusieron a buscarlo entre los parientes y los conocidos; al no encontrarlo, se volvieron a Jerusalén en su busca. A los tres días, lo encontraron en el templo, sentado en medio de los maestros, escuchándolos y haciéndoles preguntas: todos los que le oían, quedaban asombrados de su talento y de las respuestas que daba. Al verlo, se quedaron atónitos, y le dijo su madre:
-- Hijo, ¿por qué nos has tratado así? Mira que tu padre y yo te buscábamos angustiados.
Él les contestó:
-- ¿Por qué me buscabais? ¿No sabíais que yo debía estar en la casa de mi Padre?
Pero ellos no comprendieron lo que quería decir. Él bajó con ellos a Nazaret y siguió bajo su autoridad. Su madre conservaba todo esto en su corazón. Y Jesús iba creciendo en sabiduría, en estatura y en gracia ante Dios y los hombres.

HOMILÍA
Cuentan que un ángel llegó un día y se arrodilló a los pies de Dios y le dijo:  - Señor, visité toda tu creación, estuve en todos los lugares, vi que eres  parte de todas las cosas. Y por eso vine a ti para entender. ¿Por qué cada  una de las personas sobre la tierra tiene apenas un ala?. Los ángeles  tenemos dos y podemos ir hasta el Amor que Tú representas siempre que  lo deseemos y volar hacia la libertad siempre que queramos. Pero los  humanos con su única ala no pueden volar. Dios respondió: -Sí, ya sé que  hice a los humanos con una sola ala. El ángel volvió a preguntar: Pero, ¿por  qué diste a los humanos una sola ala si son necesarias las dos para volar?.  Sonriendo y sin prisa, Dios contestó: - Mi querido ángel, ellos sí pueden  volar. Di a los humanos una sola ala para que ellos  pudiesen volar más y  mejor que nuestros arcángeles. Porque para volar, tú precisas de tus dos  alas, y aunque libre, tú estás solo. Pero los humanos, con su única ala,  precisarán siempre de alguien para poder tener dos alas. Cada uno tendrá  que buscar a otro para tener una segunda ala y así poder volar. Así,  tendrán que ayudarse y aprenderán a no quebrar la única ala de la otra  persona, que podría acabar con su oportunidad de poder volar. De este  modo aprenderán que sólo amando se puede volar y que tocando el  corazón de la otra persona, ellos podrán encontrar el ala que les falta. Y el  ángel, admirado de la respuesta, comprendió que Dios hace bien todas las  cosas.
Celebramos hoy el día de la Sagrada Familia, y lo hacemos en el tiempo de Navidad, para recordarnos que lo que mantiene unida a la familia no es la tradición, ni el respeto, ni el dinero, sino el auténtico amor.
El día de la boda, se recuerda a todos los matrimonios que su amor debe ser reflejo del amor de Dios por los hombres, y ese amor es el que tienen que transmitir a sus hijos. Por eso hoy rezamos por todas las familias, para que el amor siga siendo el nexo de unión entre todos sus miembros, y así al verlos a ellos nos muestren el amor que Dios nos tiene al hacer que su Hijo nazca entre nosotros pequeño y pobre.
FELIZ DOMINGO Y QUE DIOS BENDIGA A TODAS LAS FAMILIAS.

martes, 25 de diciembre de 2018

NATIVIDAD DEL SEÑOR


LECTURA DEL SANTO EVANGELIO SEGÚN SAN LUCAS 2, 1- 14
En aquel tiempo salió un decreto del emperador Augusto, ordenando hacer un censo del mundo entero. Este fue el primer censo que se hizo siendo Cirino gobernador de Siria. Y todos iban a inscribirse, cada cual a su ciudad. También José, que era de la casa y familia de David, subió desde la ciudad de Nazaret en Galilea a la ciudad de David, que se llama Belén para inscribirse con su esposa María, que estaba encinta. Y mientras estaban allí le llegó el tiempo del parto y dio a luz a su hijo primogénito, lo envolvió en pañales y lo acostó en un pesebre, porque no tenían sitio en la posada. En aquella región había unos pastores que pasaban la noche al aire libre, velando por turno su rebaño.
Y un ángel del Señor se les presentó: la gloria del Señor los envolvió de claridad y se llenaron de gran temor. El ángel les dijo:
--No temáis, os traigo la buena noticia, la gran alegría para todo el pueblo: hoy, en la ciudad de David, os ha nacido un Salvador: el Mesías, el Señor. Y aquí tenéis la señal encontraréis un niño envuelto en pañales y acostado en un pesebre.
De pronto, en torno al ángel, apareció una legión del ejército celestial, que alababa a Dios, diciendo:
--Gloria a Dios en el cielo y en la tierra paz a los hombres que Dios ama.

HOMILÍA
Llega este gran día en el que todo un Dios se hace pequeño y pobre por amor a nosotros. Un día en el que todos los hombres y mujeres del mundo nos hacemos iguales en ese pequeño niño nacido en Belén. Un día en el que la solidaridad, el amor y los buenos deseos se desean a todos los que conocemos. Pero ¿de verdad lo hacemos realidad? ¿de verdad todos esos buenos deseos los llevamos a la práctica, o se quedan en palabras bonitas?. Dios no se quedó en palabras, lo hizo realidad en su Hijo. Permitidme una historia:
Era el día de Nochebuena y un niño de 10 años estaba parado frente a una tienda de zapatos, descalzo, viendo a través de la ventana y temblando de frío.
Una señora se acercó al niño y le dijo:
“Mi pequeño amigo, ¿Qué estás mirando con tanto interés en esa ventana?”.
“Le estaba pidiendo a Dios que me diera un par de zapatos”. Fue la respuesta del niño.
La señora lo tomó de la mano y entraron a la tienda. Le pidió al empleado media docena de pares de calcetines para el niño.
Preguntó si podía darle un recipiente con agua y una toalla. El empleado le trajo lo que pidió. Ella llevó al niño a la parte trasera de la tienda y se los secó.
Para entonces el empleado llegó con los calcetines.
La señora le puso un par al niño y le compró un par de zapatos. Juntó el resto de los calcetines y se los dio al niño. Le acarició la cabeza y le dijo:
“¡No hay duda mi pequeño amigo que te sientes más cómodo ahora!”.
Cuando ella daba la vuelta para irse, el niño le agarró la mano y mirándola con lágrimas en los ojos, le preguntó:
“¿Es usted la mujer de Dios?”.
El tiempo de la Navidad nos debe servir para hacernos más parecidos a Dios, para convertirnos en sus mensajeros, y no en simples seguidores con muy buenas intenciones pero pocos hechos.
Que esta Navidad la gente que se acerque a nosotros se sorprenda, porque vean a Dios un poquito más cerca de ellos.
FELIZ NAVIDAD A TODOS Y QUE ESE PEQUEÑO NIÑO QUE NACE EN BELÉN OS BENDIGA SIEMPRE.

domingo, 23 de diciembre de 2018

DOMINGO IV DE ADVIENTO


LECTURA DEL SANTO EVANGELIO SEGÚN SAN LUCAS 1, 39- 45
En aquellos días, María se puso de camino y fue aprisa a la montaña, a un pueblo de Judá; entró en casa de Zacarías y saludó a Isabel. En cuanto Isabel escuchó el saludo de María, saltó la criatura en su vientre. Se llenó Isabel del Espíritu Santo, y dijo voz en grito:
--¡Bendita tú eres entre todas las mujeres y bendito el fruto de tu vientre! ¿Quién soy yo para que me visite la madre de mi Señor? En cuanto tu saludo llegó a mis oídos, la criatura saltó de alegría en mi vientre. ¡Dichosa tú que has creído!, porque lo que te ha dicho el Señor se cumplirá.

HOMILÍA
Sabéis que me encantan los cuentos, pero el que os pongo a continuación es algo especial para mi, ya que lo leí de pequeño y se me quedó grabado.
La estatua del príncipe feliz dominaba la ciudad. Toda ella estaba revestida de  láminas de oro, por ojos tenía dos diamantes y un gran rubí resplandecía en  la empuñadura de su espada.  Una noche llegó a la ciudad una golondrina.  Sus compañeras se habían marchado al sur seis semanas antes. Ella se había  retrasado y debía volar antes de que llegase el frío. Vio la estatua encima de  una columna y decidió pasar la noche allí. Se posó a sus pies, protegió la  cabeza debajo de las alas y se durmió hasta que sintió que le caía una gota  de agua.  ¿Estará lloviendo? - se preguntó la golondrina, y le cayó otra gota.  Segura de que llovía decidió buscar mejor sitio para dormir.  Pero antes de  que pudiese abrir sus alas, la golondrina vio algo asombroso: a la estatua del  príncipe feliz le brotaban lágrimas de los ojos. Eran las gotas que la habían  mojado. ¿Por qué lloras? - le preguntó la golondrina intrigada.  -Lloro porque,  cuando estaba vivo, tenía un corazón como el tuyo y me pasaba las horas  jugando en los jardines de mi palacio. Todo me alegraba y por eso me  llamaban príncipe feliz. Pero, desde que me han puesto en este lugar tan  alto, puedo contemplar a todas las personas tristes del pueblo y, aunque  ahora tengo un corazón de plomo, la tristeza de los demás me hace llorar.  Mira, no lejos de aquí vive la señora más pobre de este pueblo. Su hijo está  enfermo y tiene mucha sed. El niño le pide naranjas a su madre, pero ella no  tiene con qué comprarlas y sólo puede darle agua del río. Toma uno de mis  ojos de diamante y llévaselo.  Aunque la golondrina sabía que debía huir de  aquel frío mortal, hizo lo que le pidió el príncipe feliz. Cogió en su pico uno de  los ojos de diamante y lo llevó a la madre. Cuando la golondrina regresó a la  plaza donde estaba la estatua, dijo al príncipe.  -¡Qué extraño! Con todo el  frío que hace, siento un calorcillo que me crece en el pecho. -Te sientes así -  comentó el príncipe - porque has obrado bien. Toma ahora mi otro ojo y  entrégaselo a aquella niña que busca pan para la familia y no lo encuentra.  - Pero no podrás ver - dijo la golondrina -  -No me importa. Lo que más deseo  es que esa niña y su familia puedan tener la comida que necesitan.  Otra vez  hizo la golondrina lo que el  príncipe le pedía. Cuando regresó, comenzó a  nevar nuevamente.  -Vete a reunirte con tus compañeras - le aconsejó el  príncipe -, que el frío se acerca.  -No - respondió la golondrina - ahora que no  puedes ver, me quedaré contigo y te acompañaré siempre. Aunque tenga  mucho frío, te contaré lo que vea.  -Dime qué cosas tristes ves en el pueblo.   -Veo a muchos niños con hambre recorriendo las calles.  - Toma el oro que  cubre mi cuerpo - pidió el príncipe y repártelo entre esos niños.  Nevaba y  nevaba y, aunque la golondrina sentía mucho frío, nada la detenía y repartió  las piezas de oro a los niños que gritaban: ¡al fin podremos comer!. Pero la  golondrina sufría cada vez más por el frió hasta que finalmente enfermó. Para  espantar el frío, no dejaba de mover las alas, mientras contaba al príncipe  todo lo que veían sus ojos. No le quedaban muchas fuerzas y comprendió que  no podría resistir ya mucho más.  -Adiós mi querido príncipe feliz - dijo la  golondrina.  Le dio un beso y cayó a sus pies. En el mismo instante, el  corazón de plomo de la estatua se rompió en pedazos.  Y el día en que Dios  dijo a uno de sus ángeles "tráeme las dos cosas más hermosas de ese  pueblo", el ángel llevó ante él a la buena golondrina y el corazón de plomo de  la estatua del príncipe feliz, que habían sido tirados por la gente importante  de la ciudad. Desde ese día la golondrina canta a Dios y el príncipe feliz les  habla de los pobres que todavía quedan en el mundo.
Es la mejor explicación de lo que hoy quiere Dios decirnos, hay más alegría en dar que en recibir. María es el modelo, ella trasmitió a su prima la alegría del nacimiento de Jesús y es tarea nuestra trasmitirla también a los demás, y la mejor forma de hacerlo es entregar lo que tenemos, sin reservarnos nada. Porque cuando somos capaces de vaciarnos de todo, es cuando verdaderamente tendremos un corazón lleno.
FELIZ DOMINGO Y QUE DIOS OS BENDIGA.

domingo, 16 de diciembre de 2018

DOMINGO III DE ADVIENTO


LECTURA DEL SANTO EVANGELIO SEGÚN SAN LUCAS 3, 10-18
 En aquel tiempo, la gente preguntó a Juan:
-- ¿Entonces, qué hacemos?
Él contestó:
-- El que tenga dos túnicas, que se las reparta con el que no tiene; y el que tenga comida, haga lo mismo.
Vinieron también a bautizarse unos publicanos, y le preguntaron:
-- Maestro, ¿qué hacemos nosotros?
Él les contestó:
-- No exijáis más de lo establecido.
Unos militares le preguntaron:
-- ¿Qué hacemos nosotros?
Él les contestó:
-- No hagáis extorsión a nadie, ni os aprovechéis con denuncias, sino contentaos con la paga.
El pueblo estaba en expectación y todos se preguntaban si no sería Juan el Mesías; él tomó la palabra y dijo a todos:
-- Yo os bautizo con agua; pero viene el que puede más que yo, y no merezco desatarle la correa de sus sandalias. El os bautizará con Espíritu Santo y fuego: tiene en la mano la horca para aventar la parva y reunir el trigo en el granero y quemar la paja en una hoguera que no se apaga.
Añadiendo otras muchas cosas exhortaba al pueblo y les anunciaba la Buena Noticia.
HOMILÍA
Allí estaba... sentado en una banqueta, con los pies descalzos sobre las baldosas rotas de la vereda; gorra marrón, manos arrugadas sosteniendo un viejo bastón de madera; pantalones que arremangados dejaban libres sus pantorrillas y una camisa blanca, gastada, con un chaleco de lana tejido a mano. El anciano miraba a la nada…

Y el viejo lloró, y en su única lágrima expresó tanto, que me fue muy difícil acercarme a preguntarle, o siquiera consolarlo. Por el frente de su casa pasé mirándolo, al voltear su mirada la fijó en mi, le sonreí, lo saludé con un gesto, aunque no crucé la calle... no me animé, no lo conocía, y si bien entendí que en la mirada de aquella lágrima se mostraba una gran necesidad, seguí mi camino, sin convencerme de estar haciendo lo correcto.

En mi camino guardé la imagen, la de su mirada encontrándose con la mía.

Traté de olvidarme. Caminé rápido como escapándome. Compré un libro y, ni bien llegué a mi casa, comencé a leerlo, esperando que el tiempo borrara esa presencia.... pero esa lágrima no se borraba...

Los viejos no lloran así por nada, me dije.

Esa noche me costó dormir, la conciencia no entiende de horarios, y decidí que a la mañana volvería a su casa y conversaría con él, tal como entendí que me lo había pedido. Luego de vencer mi pena, logré dormir.

Recuerdo haber preparado un poco de café, compré galletas, y muy deprisa fui a su casa convencido de tener mucho por conversar.

Llamé a la puerta, cedieron las rechinantes bisagras y salió otro hombre.

- “¿Qué desea?”, preguntó, mirándome con un gesto adusto.

- “Busco al anciano que vive en esta casa.”

- “Mi padre murió ayer por la tarde”, dijo entre lágrimas.

- “¿Murió?”, dije decepcionado. Las piernas se me aflojaron, la mente se me nubló y los ojos se me humedecieron.

- “¿Y usted quien es?”, volvió a preguntar.

- “En realidad, nadie”, contesté. Y agregué: “ayer pasé por la puerta de su casa, y estaba su padre sentado, vi que lloraba y, a pesar de que lo saludé, no me detuve a preguntarle qué le sucedía… hoy volví para hablar con él, pero veo que es tarde.”

- “No me lo va a creer pero usted es la persona de quien hablaba en su diario.”

Extrañado por lo que me decía, lo miré pidiéndole más explicación.

- “Por favor, pase”, me dijo aún sin contestarme.

Luego de servir un poco de café, me llevó hasta donde estaba su diario, y la ultima hoja rezaba:

- "Hoy me regalaron una sonrisa plena y un saludo amable... hoy es un día bello".

Estamos en el tercer domingo de Adviento, domingo de la alegría, ya se acerca la Navidad.
Cada Adviento, mientras esperamos la venida del Señor, la Iglesia nos presenta este domingo para recordarnos que los cristianos tenemos todo lo necesario para vivir desde la Alegría, para hacer sentir a los demás la Alegría.
Desde el día de nuestro bautismo, el Señor vino a nuestras vidas, nos regaló su amor incondicional, y nos lo sigue regalando en cada momento. Para poder disfrutarlo plenamente sólo hay que seguir los consejos de Juan Bautista: compartir, dar lo mejor de nosotros, darnos por completo a los demás.
No dejemos pasar las oportunidades que la vida nos presenta para transmitir la alegría de ser cristiano, aunque sea con un gesto que parece inútil, aunque sea de la forma más imperceptible.
El Señor viene en cada persona que nos encontramos, y es responsabilidad nuestra darle la alegría que de Él hemos recibido. No hacen faltan grandes gestos, sino realizar los gestos cotidianos con la alegría propia de los que nos sentimos amados por Dios.
FELIZ DOMINGO Y QUE DIOS OS BENDIGA.


domingo, 9 de diciembre de 2018

DOMINGO II DE ADVIENTO


LECTURA DEL SANTO EVANGELIO SEGÚN SAN LUCAS 3, 1-6
En el año quince del reinado del emperador Tiberio, siendo Poncio Pilato gobernador de Judea, y Herodes virrey de Galilea, y su hermano Felipe virrey de Iturea y Traconítide, y Lisanio virrey de Abilene, bajo el sumo sacerdocio de Anás y Caifás, vino la Palabra de Dios sobre Juan, hijo de Zacarías, en el desierto.
Y recorrió toda la comarca del Jordán, predicando un bautismo de conversión para perdón de los pecados, como está escrito en el libro de los oráculos del Profeta Isaías.
-- Una voz grita en el desierto: preparad el camino del Señor, allanad sus senderos; elévense los valles, desciendan los montes y colinas; que lo torcido se enderece, lo escabroso se iguale. Y todos verán la salvación de Dios.
HOMILÍA
Un día un maestro que vio a un niño dando excusas de una explosión de ira, lo llevó a la clase y, entregándole una hoja de papel, le dijo:

- “¡Estrújalo!”

Asombrado obedeció e hizo una bolita....

- “Ahora déjalo como estaba antes”

Por supuesto que no pudo dejarlo como estaba.... por más que lo intentó, el papel quedó lleno de pliegues y arrugas.

- “El corazón de las personas”, dijo, “es como ese papel… la impresión que en ellos dejas será tan difícil de borrar como esas arrugas y esos pliegues”
“Preparad el camino del Señor, allanad sus senderos; elévense los valles, desciendan los montes y colinas; que lo torcido se enderece, lo escabroso se iguale.” Así anunciaba Juan el Bautista al Señor que venía, pero como el cuento nos dice, es difícil dejarlo todo perfectamente después de haberlo roto, o de haberlo arrugado.
¿No sería mejor no tener que allanarlo? ¿no tener que alisarlo?. Preparar el camino del Señor no es tanto arreglar aquello que hemos hecho mal, sino no hacerlo mal. No es reconocer nuestros errores, sino quitarlos de nuestra vida.
Sé que suena a utopía, pero creo que merece la pena intentarlo, porque nos jugamos no sólo nuestra felicidad, sino la felicidad de aquellos que sufren nuestras imperfecciones, y que por más que luego intentemos arreglarlo, el dolor, “las arrugas”, son permanentes.
Preparemos un camino nuevo al Señor, preparemos una vida limpia, una vida que piense en los demás más que en uno mismo, no arreglemos los caminos, construyamos unos nuevos basados solamente en el amor.
Sigamos caminando en este adviento con la ilusión de que algo nuevo puede brotar en nuestra vida: el amor de cristo.
FELIZ DOMINGO Y QUE DIOS OS BENDIGA.

sábado, 8 de diciembre de 2018

SOLEMNIDAD DE LA INMACULADA CONCEPCIÓN DE MARÍA


LECTURA DEL SANTO EVANGELIO SEGÚN SAN LUCAS 1, 26- 38
En aquel tiempo, el ángel Gabriel fue enviado por Dios a una ciudad de galilea llamada Nazaret, a una virgen desposada con un hombre llamado José, de la estirpe de David; la virgen se llamaba María. El ángel, entrando en su presencia, dijo:
-- Alégrate, llena de gracias, el Señor esta contigo.
Ella se turbó ante estas palabras y se preguntaba qué saludo era aquel. El ángel le dijo:
-- No temas, María, porque has encontrado gracia ante Dios. Concebirás en tu vientre y darás a luz un hijo, y le pondrás por nombre Jesús. Será grande, se llamará Hijo del Altísimo, el Señor Dios le dará el trono de David, su padre, reinará sobre la casa de Jacob para siempre, y su reino no tendrá fin.
Y María dijo al ángel:
-- ¿Cómo será eso, pues no conozco a varón?
El ángel le contestó:
-- El Espíritu Santo vendrá sobre ti, y la fuerza del Altísimo te cubrirá con su sombra; por eso el Santo que va a nacer se llamará Hijo de Dios. Ahí tienes a tu pariente Isabel, que, a pesar de su vejez, ha concebido un hijo, y ya está de seis meses la que llamaban estéril, porque para Dios nada hay imposible.
María contestó:
-- Aquí está la esclava del Señor; hágase en mí según tu palabra.
Y la dejó el ángel.

HOMILÍA
Alejandra caminaba con su padre cuando éste, de repente, se detuvo en una curva del camino. Después de un breve silencio le preguntó:

- “Además del cantar de los pájaros, ¿qué oyes Alejandra?”

La niña paró, aguzando sus oídos. Después de unos segundos respondió:

- “Papá, estoy oyendo el ruido de una carreta que se acerca.”

- “Muy bien - respondió su padre -. Tienes razón, se está acercando una carreta vacía.”

Alejandra, asombrada, preguntó a su padre:

- “¿Cómo sabes que es una carreta vacía si aún no la has visto?”

Entonces el padre respondió:

- “Es muy fácil saber cuándo una carreta está vacía, por el ruido que hace. Cuanto más vacía está la carreta, mayor ruido hace.”

Alejandra se convirtió en adulta y, siempre que veía una persona interrumpiendo una conversación y hablando demasiado de sí misma, de forma inoportuna o violenta, o presumiendo de lo que poseía, tenía la impresión de oír la voz de su padre diciendo:

- "Cuanto más vacía está la carreta, mayor es el ruido que hace."
Celebramos hoy la Inmaculada Concepción de María. Dios se escogió a María para que fuese su madre y la hizo perfecta, porque Él podía hacerlo, pero fue perfecta no sólo porque la hizo Inmaculada, sino porque en su vida, en su quehacer diario fue la mujer del silencio.
Ella que podía haber presumido, que podía haber sobresalido, simplemente fue la mujer que estuvo al lado de Jesús desde que nació hasta que murió.
Ella, sin hacer ruido porque estaba llena de Dios, fue la bendita entre todas las mujeres.
En mitad de este tiempo de Adviento, la iglesia nos muestra a María para que nosotros sigamos su ejemplo. Para que nos llenemos de Dios y así vivamos nuestra fe sin hacer ruido, a la manera de María.
FELIZ DÍA DE LA INMACULADA Y QUE MARÍA OS BENDIGA A TODOS.

domingo, 2 de diciembre de 2018

DOMINGO I DE ADVIENTO

LECTURA DEL SANTO EVANGELIO SEGÚN SAN LUCAS 21, 25-38.34-36

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:
«Habrá signos en el sol y la luna y las estrellas, y en la tierra angustia de las gentes, perplejas por el estruendo del mar y el oleaje, desfalleciendo los hombres por el miedo y la ansiedad ante lo que se le viene encima al mundo, pues las potencias del cielo serán sacudidas.
Entonces verán al Hijo del hombre venir en una nube, con gran poder y gloria.
Cuando empiece a suceder esto, levantaos, alzad la cabeza; se acerca vuestra liberación.
Tened cuidado de vosotros, no sea que se emboten vuestros corazones con juergas, borracheras y las inquietudes de la vida, y se os eche encima de repente aquel día; porque caerá como un lazo sobre todos los habitantes de la tierra.
Estad, pues, despiertos en todo tiempo, pidiendo que podáis escapar de todo lo que está por suceder y manteneros en pie ante el Hijo del hombre».
.
HOMILIA 
Comenzamos el tiempo de adviento, tiempo de preparar la venida de nuestro Señor, ese 
momento en que cielo y tierra se unieron para que Dios se hiciera uno de los nuestros. Jesús 
nos anima un domingo más a estar a la espera, ͞levantaos alzad la cabeza͟. 
Ruth fue a su buzón de correo y sólo había una carta. Ella la tomó y la miró antes de abrirla, y 
notó que no tenía nombre y dirección. Ella leyó: ͞Querida Ruth: Voy a estar en tu barrio el sá
bado en la tarde y quisiera verte. Te quiere siempre, Jesús" Sus manos temblaban mientras 
colocaba la carta en la mesa. -¿Por qué Dios querrá visitarme si no soy nadie especial?. Tambié
n recordó que no tenía nada que ofrecerle. Pensando en eso, ella recordó su bodega vacía. -
"Oh, no tengo nada que ofrecerle. Tengo que ir al supermercado y comprar algo para la cena". 
Ella tomó su cartera que contenía 7 euros. -"Bueno, puedo comprar pan y embutidos por lo 
menos". Se puso el abrigo y corrió a la puerta. Compró un poco del mejor pan, 300 gramos de 
jamón de pavo y una caja de leche, lo que la dejó con tan solo cincuenta céntimos hasta el 
lunes. Se sentía bien a medida que se acercaba a su casa con su humilde compra bajo el brazo. 
-"Señorita, por favor, ¿puede ayudarnos?͟. Ruth había estado tan sumergida en sus planes 
para la cena que no había notado dos figuras acurrucadas en la vereda. Un hombre y una 
mujer, ambos vestidos de andrajos. -"Mire señorita, no tengo trabajo y mi esposa y yo hemos 
estado viviendo en las calles, nos estamos congelando y tenemos mucha hambre y si usted nos 
pudiera ayudar se lo agradeceríamos mucho". Ruth los miró. Ellos estaban sucios y malolientes 
y pensó que si ellos en verdad quisieran trabajar ya habrían conseguido algo. -"Señor, me 
gustaría ayudarlos, pero soy pobre también. Todo lo que tengo es un poco de pan y jamón, y 
tendré un invitado especial a cenar esta noche y pensaba darle esto de comer."."Está bien, 
comprendo. Gracias de todas maneras͟. El hombre puso su brazo sobre los hombros de la 
mujer y se fueron rumbo al callejón. Ella los miraba alejarse y sintió mucho dolor en su corazó
n. "Señor, espere". La pareja se detuvo, mientras ella corría hasta ellos. "¿Por qué no toman 
esta comida?, puedo servirle otra cosa a mi invitado" dijo ella mientras les entregaba la bolsa 
del supermercado. - "Gracias. Muchas gracias señorita͟. - "Sí, gracias", le dijo la mujer y Ruth 
pudo ver que estaba temblando de frío. "Sabe, tengo otro abrigo en casa, tome éste", le dijo 
mientras se lo ponía sobre los hombros. Ella regresó a casa sonriendo y sin su abrigo ni comida 
que ofrecer a su invitado. Se estaba desanimando a medida que se acercaba a la puerta de su 
casa, pensando que no tenia nada que ofrecer al Señor. Cuando metió la llave en la cerradura 
vio otro sobre en su buzón. "Qué raro. Usualmente, el cartero no viene dos veces el mismo dí
a". Ella cogió el sobre y lo abrió: ͞ Querida Ruth: fue muy agradable verte de nuevo. Gracias por la comida y gracias también por el hermoso abrigo. Te quiere siempre, Jesús͟. 
Levantaos, alzad la cabeza y mirad a la gente que os rodea, es allí donde el Señor quiere venir 
un año más, un día más.
Levantaos, salid de vuestras casas y mirad que en medio de vosotros estoy yo, esperando una 
sonrisa, un abrazo, un gesto de cariño.
Levantaos y preparad cada la venida de aquel que nos ama y quiere que nosotros hagamos lo 
mismo. 
FELIZ DOMINGO Y FELIZ ADVIENTO. QUE DIOS OS BENDIGA.

domingo, 25 de noviembre de 2018

DOMINGO DE CRISTO REY


LECTURA DEL SANTO EVANGELIO SEGÚN SAN JUAN 18, 33b– 37
En aquel tiempo, preguntó Pilatos a Jesús:
-- ¿Eres tú el rey de los judíos?
Jesús le contestó:
-- ¿Dices eso por tu cuenta o te lo han dicho otros de mí?
Pilatos replicó:
-- ¿Acaso yo soy judío? Tu gente y los sumos sacerdotes te han entregado a mí ¿Qué has hecho?
Jesús le contestó:
-- Mi reino no es de este mundo. Si me reino fuera de este mundo, mi guardia habría luchado para que no cayera en manos de los judíos. Pero mi reino no es de aquí.
Pilatos le dijo:
-- Conque, ¿tú eres rey?
Jesús le contestó:
-- Tú lo dices: Soy Rey. Yo para esto he nacido y por eso he venido al mundo; para ser testigo de la verdad. Todo el que es de la verdad, escucha mi voz.

HOMILÍA
Cierto día, un sabio visitó el infierno. Allí, vio a mucha gente sentada en torno a una mesa ricamente servida. Estaba llena de alimentos, a cual más apetitoso y exquisito. Sin embargo, todos los comensales tenían cara de hambrientos y el gesto demacrado: Tenían que comer con palillos; pero no podían, porque eran unos palillos tan largos como un remo. Por eso, por más que estiraban su brazo, nunca conseguían llevarse nada a la boca.

Impresionado, el sabio salió del infierno y subió al cielo. Con gran asombro, vio que también allí había una mesa llena de comensales y con iguales manjares. En este caso, sin embargo, nadie tenía la cara desencajada; todos los presentes lucían un semblante alegre; respiraban salud y bienestar por los cuatro costados. Y es que, allí, en el cielo, cada cual se preocupaba de alimentar con los largos palillos al que tenía enfrente.

Celebramos hoy la fiesta de Cristo Rey del Universo, y muchas veces nos empeñamos en tener a Cristo como rey pero a nuestro estilo. “Mi reino no es de este mundo” decía Jesús ante Pilatos, pero sí que hay que instaurarlo en este mundo, y la única forma de hacerlo es hacer realidad aquí y ahora lo que Cristo nos enseña en el Evangelio, y que no es otra cosa que hacernos cargo de los demás.

Preguntadles a unos padres quienes son los reyes de su casa. Responderán que los hijos, pero no porque se haga lo que ellos dicen, sino porque como padres sólo quieren lo mejor para ellos, que no les falten de nada.

Tener a Cristo como rey, supone no que nos sometamos a él y perdamos nuestra libertad, sino que utilicemos esa libertad para que a ese Cristo que vive entre nosotros, nunca le falte nada. Es nuestra responsabilidad cuidarnos mutuamente, amarnos los unos a los otros. Sólo así haremos que el reino de Dios se instaure en nuestras vidas, haremos de este mundo un  pedacito de cielo.
FELIZ DOMINGO Y QUE DIOS OS BENDIGA.

domingo, 18 de noviembre de 2018

DOMINGO XXXIII DEL TIEMPO ORDINARIO

LECTURA DEL SANTO EVANGELIO SEGÚN SAN MARCOS 13, 24 – 32
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:
-- En aquellos días, después de una gran tribulación, el sol se hará tinieblas, la luna no dará su resplandor, las estrellas caerán del cielo, los ejércitos celestes temblaran. Entonces verán venir al Hijo del Hombre sobre las nubes con gran poder y majestad; enviará a los ángeles para reunir a sus elegidos de los cuatro vientos del extremo de la tierra al extremo del cielo. Aprended lo que os enseña la higuera: Cuando las ramas se ponen tiernas y brotan las yemas, sabéis que la primavera está cerca, a la puerta. Os aseguro que no pasará esta generación antes que todo se cumpla. El cielo y la tierra pasarán, mis palabras no pasarán. El día y la hora nadie lo sabe, ni los ángeles del cielo ni el Hijo, solo el Padre.
HOMILÍA
Un señor hacía una gira turística por Europa. Al llegar al Reino Unido, compró en el aeropuerto una especie de guía de los castillos de las islas.
Algunos tenían días de visita y otros, horarios muy estrictos. Pero el más llamativo era el que se presentaba como “La visita de tu vida”. En las fotos, por lo menos, parecía un castillo ni más ni menos espectacular que otros, pero se lo recomendaba muy especialmente… Se explicaba allí que, por razones que después se comprenderían, las visitas no se pagaban por
anticipado, pero era imprescindible pactar una cita; es decir, día y hora.
Intrigado por lo diferente de la propuesta, el hombre llamó desde su hotel esa misma tarde y acordó un horario. Las cosas han sido siempre iguales en el mundo: basta que uno tenga una cita importante, con hora precisa y
necesidad de ser puntual, para que todo se complique. Esta no fue la excepción y diez minutos más tarde de la hora pactada, el turista llegó al palacio. Se presentó ante un hombre con falda a cuadros que lo esperaba y
que le dio la bienvenida.
-”¿Los demás ya pasaron con el guía?”, consultó al no ver a ningún otro
visitante.
-”¿Los demás? -repreguntó el hombre- No. . . las visitas son individuales
y no tenemos guías que ofrecer”.
Sin hacerle mención del horario, le explicó un poco de la historia del
castillo y le refirió algunos detalles sobre los que debía prestar especial atención. Las pinturas en los muros. Las armaduras del altillo.
Las máquinas de guerra del salón norte, debajo de la escalera, las catacumbas y la sala de torturas en la mazmorra.
Dicho esto, le dio una cuchara y le pidió que la sostuviera en forma
horizontal, con la parte cóncava hacia el techo.
-”¿Y esto?”, preguntó el visitante.
-”Nosotros no cobramos un derecho de visita -aclaró el recepcionista- Para evaluar el costo de su paseo recurrimos a este mecanismo. Cada visitante lleva una cuchara como esta, llena hasta el borde de arena fina. Aquí caben exactamente 100 gramos. Después de recorrer el castillo pesamos la arena que ha quedado en la cuchara y le cobramos una libra por cada gramo
que haya perdido… Una manera de evaluar el costo de la limpieza”, concluyó.
-”¿Y si no pierdo ni un gramo?”.
-”Ah, mi querido señor, entonces su visita al castillo será gratuita”
Entre divertido y sorprendido por la propuesta, el hombre vio cómo el anfitrión colmaba de arena la cuchara y comenzó su viaje. Confiando en su pulso, subió las escaleras muy despacio y con la vista fija en la cuchara.
Al llegar arriba, a la sala de armaduras, prefirió no entrar porque le pareció que el viento haría volar la arena y decidió bajar de manera cuidadosa.
Al pasar junto al salón que exhibía las máquinas de guerra, debajo de la escalera, se dio cuenta de que para verlas con detenimiento, era necesario inclinarse muy forzado y sostenerse de la barandilla.
No era peligroso para su integridad, pero hacerlo implicaba la certeza de derramar algo del contenido de su cuchara, así que se conformó con mirarlas desde lejos. Otro tanto, le pasó con la empinada escalera que conducía a las mazmorras.
Por el pasillo, de regreso al punto de partida, caminó contento hacia el hombre de la falda escocesa que lo aguardaba con una balanza. Allí vació el contenido de su cuchara y esperó el dictamen.
-”Asombroso, ha perdido menos de medio gramo -anunció- lo felicito y tal como usted predijo, esta visita le ha salido gratis”.
-”Gracias…”.
-”Y… ¿ha disfrutado de la visita?”, preguntó el de la recepción.
El turista dudó y, por último, decidió ser sincero.
-”La verdad es que no mucho. Estaba tan ocupado en cuidar de la arena que
no tuve oportunidad de mirar lo que usted me señaló”.
-”Pero… ¡Qué barbaridad!… Mire, voy a hacer una excepción. Voy a llenarle otra vez la cuchara, porque es la norma, pero ahora olvídese de cuánto derrama; faltan 12 minutos para el turno del próximo visitante.
Vaya y regrese antes de que él llegue”.
Sin perder tiempo, el hombre tomó la cuchara, corrió hacia el altillo, al llegar allí dio una mirada rápida a lo que había, bajó más que corriendo a las mazmorras y llenó las escaleras de arena. No se quedó casi ni un momento porque los minutos pasaban y prácticamente voló hacia el pasaje debajo de la escalera. Al inclinarse para entrar, se le cayó la cuchara y derramó todo el contenido. Miró su reloj: habían pasado 11 minutos.
Dejó otra vez sin ver las máquinas y corrió hasta el hombre de la entrada a quien le entregó la cuchara vacía.
-”Bueno, esta vez sin arena, pero no se preocupe, tenemos un trato”.
-”¿Qué tal? ¿Ahora, disfrutó la visita?”
Otra vez el visitante dudó unos momentos y respondió:
-”La verdad es que no; estuve tan ocupado en llegar antes que el otro, que perdí toda la arena, pero igual no disfruté nada”.
El hombre de la falda, encendió su pipa y le dijo:
-”Hay quienes cuando recorren el castillo, “la visita de su vida”, tratan de que no les cueste nada, no pueden disfrutarlo. Hay otros tan apurados en llegar pronto, que lo pierden todo sin disfrutarlo. Unos pocos, aprenden esta lección y se toman su tiempo para cada recorrido. Descubren y disfrutan cada rincón, cada paso. Saben que no será gratuito, pero entienden que los costos de vivir valen la pena”.
Si nuestra vida de cristianos la pasamos mirando el día final, si el Señor nos juzgará de una manera o de otra, si nos mereceremos la vida eterna o por el contrario no seremos merecedores de ella, nunca disfrutaremos de este regalo que nos ha hecho el Señor, que es la vida y el infinito amor que Él ha derramado en nosotros.
Vivamos nuestra vida intentando disfrutar de ella, intentando descubrir el amor de Dios en aquellos que pasan por nuestras vidas, y sobre todo haciendo disfrutar a los demás de la vida, entonces sí que cuando llegue el final podremos presentarnos ante el Señor con las manos llenas de su amor, del amor por los otros.

FELIZ DOMINGO Y QUE DIOS OS BENDIGA.

domingo, 11 de noviembre de 2018

DOMINGO XXXII DEL TIEMPO ORDINARIO


LECTURA DEL SANTO EVANGELIO SEGÚN SAN MARCOS 12, 38-44
En aquel tiempo enseñaba Jesús a la multitud y les decía:
-- ¡Cuidado con los letrados! Les encanta pasearse con amplio ropaje y que les hagan reverencias en la plaza, buscan los asientos de honor en las sinagogas y los primeros puestos en los banquetes; y devoran los bienes de las viudas con pretexto de largos rezos. Esos recibirán una sentencia más rigurosa.
Estando Jesús sentado enfrente del cepillo del templo, observaba a la gente que iba echando dinero: muchos ricos echaban en cantidad; se acercó una viuda pobre y echó dos reales. Llamando a sus discípulos les dijo:
-- Os aseguro que esa pobre viuda ha echado en el cepillo más que nadie. Porque los demás han echado de lo que les sobra, pero ésta, que pasa necesidad, ha echado todo lo que tenía para vivir.

HOMILÍA
Ocurrió en un restaurante de autoservicio de Suiza. Una señora de unos 75 años coge un tazón y le pide al camarero que se lo llene de caldo. A continuación se sienta en una de las mesas del local. Apenas sentada se da cuenta que ha olvidado el pan. Se levanta, se dirige a coger un pan para comerlo con el caldo y vuelve a su sitio. ¡Sorpresa! Delante del tazón de caldo se encuentra, sin inmutarse, un hombre de color. Un negro comiendo tranquilamente.
"¡Esto es el colmo, – piensa la señora –, pero no me dejaré robar!" Dicho y hecho. Se sienta al lado del negro, parte el pan en pedazos, los mete en el tazón que está delante del negro y coloca la cuchara en el recipiente. El negro, complaciente, sonríe. Toman una cucharada cada uno hasta terminar la sopa, todo ello en silencio. Terminada la sopa, el hombre de color se levanta, se acerca a la barra y vuelve poco después con un abundante plato de espagueti y... dos tenedores. Comen los dos del mismo plato, en silencio, turnándose. Al final se despiden. "¡Hasta la vista!", dice el hombre, reflejando una sonrisa en sus ojos. Parece satisfecho por haber realizado una buena acción. "¡Hasta la vista!", responde la mujer, mientras ve que el hombre se aleja.
La mujer le sigue con una mirada reflexiva. "¡Qué situación más rara! El hombre no se inmutó". Una vez vencido su estupor, busca con su mano el bolso que había colgado en el respaldo de la silla. Pero, ¡sorpresa!, el bolso ha desaparecido. Entonces... aquel negro... Iba a gritar "¡Al ladrón!" cuando, al mirar hacia atrás, para pedir ayuda, ve su bolso colgado de una silla, dos mesas más allá de donde estaba ella. Y, sobre la mesa, una bandeja con un tazón de caldo ya frío...
Compartir, es quizá la palabra que hoy resume el Evangelio. Compartir lo que uno tiene, como el hombre de la historia, que comparte sin importarle el que, el cómo, el donde o el quién.
Compartir, fue lo que hizo la viuda del Evangelio, sabiendo que era todo lo que tenía para vivir, y compartir es lo que hizo Jesucristo, que os entregó su vida, y que nos entrega su cuerpo en cada Eucaristía.
Compartir, es lo propio de los cristianos, pero nunca de lo que nos sobra. Compartir aquello que tenemos y que necesitamos, o lo que es lo mismo, compartir nuestra propia vida. Dar dinero resulta sencillo, aunque no tengamos mucho, y sin embargo lo que el Señor quiere es que demos aquello que llevamos en el corazón, como es nuestro tiempo, nuestro cariño, nuestro perdón, nuestro amor…
Cristo dio su vida por nosotros, porque era todo lo que tenía. Que nosotros seamos capaces de hacer lo mismo. Entregar nuestra vida por Él y por los demás.
FELIZ DOMINGO Y QUE DIOS OS BENDIGA.

domingo, 4 de noviembre de 2018

DOMINGO XXXI DEL TIEMPO ORDINARIO


LECTURA DEL SANTO EVANGELIO SEGÚN SAN MARCOS 12, 28b-34
En aquel tiempo, un escriba se acercó a Jesús y le preguntó:
-- ¿Qué mandamiento es el primero de todos?
Respondió Jesús:
-- El primero es: “Escucha, Israel, el Señor nuestro Dios es el único Señor: amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, con toda tu alma, con toda tu mente, con todo tu ser”. El segundo es este: “Amarás a tu prójimo como a ti mismo”. No hay mandamientos mayores que éstos.
Él replicó:
-- Muy bien, Maestro, tienes razón cuando dices que el Señor es uno solo y no hay otro fuera de él; y que amarlo con todo el corazón, con todo el entendimiento y con todo el ser y amar al prójimo como a uno mismo vale más que todos los holocaustos y sacrificios.
Jesús viendo que había respondido sensatamente le dijo:
-- No estás lejos del Reino de Dios.
Y nadie se atrevió a hacerle más preguntas.

HOMILÍA
Sentado en un banco vi a un ciego solitario. Gritaba una y otra vez:
- ¡Soy el hombre más sabio de la tierra!. ¡Nadie sabe tanto como yo!

Me acerqué a saludar a aquel ciego. Y comenzamos a conversar:

-¿Desde cuándo es usted ciego?

- Desde el día que nací – me contestó

Entonces le pregunté:

- ¿Qué camino de la sabiduría sigue?

- ¡Soy el mejor astrónomo!

Sólo entonces me di cuenta de la gran necedad de aquel pretendido sabio.

¿Y nosotros? ¿Nos damos cuenta de lo necios que somos?. Proclamamos a los cuatro vientos que amamos a Dios, a quien no vemos, y no amamos a los que vemos. Somos iguales que aquel ciego.
Por eso vamos a empezar a amar a los que vemos, que así y sólo así amaremos a Dios a quien no vemos. Porque los dos mandamientos que hoy nos recuerda el Señor no se pueden separar, se complementan.
Que nadie nos tenga que llamar necios, sino que al ver como amamos a los que nos rodean, puedan descubrir nuestro amor por Dios.
FELIZ DOMINGO Y QUE DIOS OS BENDIGA.


jueves, 1 de noviembre de 2018

SOLEMNIDAD DE TODOS LOS SANTOS


LECTURA DEL SANTO EVANGELIO SEGÚN SAN MATEO 5, 1-12a
En aquel tiempo, al ver Jesús el gentío, subió a la montaña, se sentó y se acercaron los discípulos; y él se puso a hablar, enseñándolos:
-- Dichosos los pobres de espíritu, porque de ellos es el reino de los cielos. Dichosos lo que lloran, porque ellos serán consolados. Dichosos los sufridos, porque ellos heredarán la tierra. Dichosos los que tienen hambre y sed de justicia, porque ellos quedarán saciados. Dichosos los misericordiosos, porque ellos alcanzarán la misericordia. Dichosos los limpios de corazón, porque ellos verán a Dios. Dichosos los que trabajan por la paz, porque ellos se llamarán los Hijos de Dios. Dichosos los perseguidos por causa de la justicia, porque de ellos es el reino de los cielos. Dichosos vosotros cuando os insulten y os persigan y os calumnien de cualquier modo por mi causa. Estad alegres y contentos, porque vuestra recompensa será grande en el cielo.

HOMILÍA
Un día un joven se situó en el centro de un poblado y proclamo que el poseía el corazón mas hermoso y perfecto de todo el lugar.
Una gran multitud sé junto a su alrededor y todos confirmaron y admiraron que su corazón era perfecto, porque no se observaban en el ni marcas ni rasguños, todos menos un anciano que se acerco y dijo:
“Tu corazón no es ni siquiera aproximadamente tan hermoso y perfecto como el mío”.
Sorprendidos miraron el corazón del viejo y vieron que si latía vigorosamente, estaba cubierto de cicatrices, hasta le faltaban trozos, y estos habían sido reemplazados por otros que no encajaban perfectamente en el lugar, pues sé veían bordes y aristas irregulares alrededor. Es mas, había lugares con huecos, donde faltaban trozos profundos.
La gente se sorprendió, ¿cómo puede decir que su corazón es más hermoso?. El joven miro el corazón del anciano y sé hecho a reír, “debes estar bromeando”
–dijo -“compara el mío con el tuyo... El mío es perfecto, en cambio el tuyo es un conjunto de cicatrices y dolor”.
“Es cierto, tu corazón luce perfecto, pero yo jamás me involucraría contigo...
Mira, cada cicatriz representa una persona a la que le entregué todo mi amor.
Arranque trozos de mi corazón para entregarlos a cada una de ellas, a las cuales he amado, muchos a su ves me han regalado un trozo del suyo, que he colocado en el lugar que quedo abierto, como las piezas no eran iguales quedaron bordes irregulares, de los que me alegro, porque me recuerdan el amor que he compartido. Hubo oportunidades en las que entregue un trozo de mi corazón a alguien, pero esa persona no me ofreció un poco del suyo a cambio y ahí quedaron huecos.
Todos estaban muy conmovidos.
El anciano siguió hablando: “Dar amor es arriesgar, pero a pesar del dolor que esas heridas me producen por haber quedado abiertas, me recuerdan que sigo amando a esas personas y me dan esperanza de que algún día, regresen y llenen el vació que han dejado en mi corazón. ¿Comprendes ahora lo que es un corazón verdaderamente hermoso?”.
El joven se acerco al anciano y arranco un trozo de su corazón y se lo ofreció.
El anciano lo recibió y lo coloco en su corazón, luego arranco un trozo del suyo y con el tapo la herida abierta del joven. La pieza se amoldo pero no a la perfección y se notaban bordes irregulares.
El joven miro su corazón, ya no era perfecto, pero le hacia sentir mejor que antes, porque el amor del anciano fluía en su interior.
Hoy recordamos a todas aquellas personas que han entregado su corazón a Dios y a los demás. Quizá no eran perfectos, pero sí que dedicaron su vida a intentar amar a aquellos que les rodeaban, por eso hoy son un ejemplo para todos nosotros.
Hoy, festividad de todos los Santos, nos recuerda la Iglesia, que al igual que ellos consiguieron alcanzar la meta de la vida eterna, nosotros, con nuestros corazones imperfectos, también la conseguiremos, siempre y cuando seamos capaces de compartir el amor que Dios nos ha dado con aquellos que nos rodean.
FELIZ DOMINGO Y QUE DIOS OS BENDIGA.

domingo, 28 de octubre de 2018

DOMINGO XXX DEL TIEMPO ORDINARIO


LECTURA DEL SANTO EVANGELIO SEGÚN SAN MARCOS 10, 46-52
En aquel tiempo, al salir Jesús de Jericó con sus discípulos y bastante gente, el ciego Bartimeo (el hijo de Timeo) estaba sentado al borde del camino pidiendo limosna. Al oír que era Jesús Nazareno, empezó a gritar:
--Hijo de David, ten compasión de mí.
Muchos le regañaban para que se callara. Pero él gritaba más:
--Hijo de David, ten compasión de mí.
Jesús se detuvo y dijo:
-- Llamadlo.
Llamaron al ciego diciéndole:
-- Ánimo, levántate, que te llama.
Soltó el manto, dio un salto y se acercó a Jesús. Jesús le dijo:
-- ¿Qué quieres que haga por ti?
El ciego le contestó:
-- Maestro que pueda ver.
Jesús le dijo:
-- Anda, tu fe te ha curado.
Y al momento recobró la vista y lo seguía por el camino.
HOMILÍA
Muchas son las enseñanzas que podemos extraer de este precioso relato del Evangelio, pero hoy me quedaría sólo con una, con los gritos de aquel pobre ciego.
¿Cuánto tiempo llevaría allí sentado, en silencio, o pidiendo una pobre limosna a aquel que pasara?, y sin embargo oye que llega Jesús y comienza a gritar. Él sabe quién es, y lo que puede hacer por él, por eso no deja pasar la ocasión.
Muchas veces nosotros somos como el niño aquel al que su padre estaba observando que trataba de mover una maceta con flores muy pesada. El pequeño se esforzaba, sudaba, pero no conseguía desplazar la maceta ni un milímetro.

- “¿Has empleado todas tus fuerzas”, le preguntó el padre.

- “Sí”, respondió el niño.

- “No”, replicó el padre. “Aún no me has pedido que te ayude”.

Muchas veces gritamos a Dios, ayúdanos, pero siempre con la convicción de que será difícil que sea así, lo hacemos por costumbre, y no por fe. Y no nos damos cuenta que cada vez que gritamos a Dios, el nos escucha, y sobre todo les dice a los que tenemos a nuestro alrededor, a las personas que queremos, llamadlo, porque al final son ellos los que nos tienen que ayudar a levantarnos para llevarnos hasta Él.
No perdamos la oportunidad de gritarle al Señor, vamos a ver como hay mucha gente que nos levanta y nos dice, anda, que te llama a ayudar a otros.
FELIZ DOMINGO Y QUE DIOS OS BENDIGA.

domingo, 21 de octubre de 2018

DOMINGO XXIX DEL TIEMPO ORDINARIO


LECTURA DEL SANTO EVANGELIO SEGÚN SAN MARCOS 10, 35-45
En aquel tiempo, se acercaron a Jesús los hijos del Zebedeo,
Santiago y Juan, y le dijeron.
-- Maestro, queremos que hagas lo que te vamos a pedir.
Les preguntó:
-- ¿Qué queréis que haga por vosotros?
Contestaron:
-- Concédenos sentarnos en tu gloria uno a tu derecha y otro a tu izquierda.
Jesús replicó:
-- No sabéis lo que pedís, ¿sois capaces de beber el cáliz que yo he de beber o de bautizaros con el bautismo que yo me voy a bautizar?
Contestaron:
-- Lo somos.
Jesús les dijo:
-- El cáliz que yo voy a beber lo beberéis, y os bautizareis con el bautismo con que yo me voy a bautizar, pero el sentarse a mi derecha o a mi izquierda, no me toca a mí concederlo; está ya reservado.
Los otros diez al oír aquello, se indignaron contra Santiago y Juan. Jesús reuniéndoles, les dijo:
-- Sabéis que los que son reconocidos como jefes de los pueblos los tiranizan, y que los grandes les oprimen. Vosotros nada de eso: el que quiera ser grande, sea vuestro servidor; y el que quiera ser el primero, sea esclavo de todos. Porque el Hijo del Hombre no ha venido para que le sirvan, sino para servir y dar su vida en rescate por todos.
HOMILÍA
Cierto día, en un hospital, había a una niñita llamada Liz que sufría de una extraña enfermedad. Su única oportunidad de recuperarse, era una transfusión de sangre de su hermano de 5 años, quien había sobrevivido a la misma enfermedad y había desarrollado los anticuerpos necesarios para combatirla.

El doctor explicó la situación al hermano de la niña, y le preguntó si estaría dispuesto a darle su sangre. Dudó por un momento, antes de tomar un gran suspiro y decir:

- “Sí. Lo haré si eso salva a Liz. Le voy a dar mi sangre para que ella viva."

Mientras la transfusión se hacía, él estaba acostado en una cama al lado de la de su hermana, muy sonriente. Mientras lo asistían, y veían regresar el color a las mejillas de la niña, de pronto el pequeño se puso pálido y su sonrisa desapareció. Miró al doctor y le preguntó con voz temblorosa:

- “¿A qué hora empezaré a morir?”

El niño no había comprendido al doctor, y pensaba que tenía que darle toda su sangre a su hermana para que ella viviera, y creía que él moriría... y aún así había aceptado.
Celebramos este domingo el día del DOMUND.              Día en el que recordamos a todas esas personas, que a pesar de tener que abandonarlo todo, muchas veces hasta su vida, han decidido servir por completo a Dios y los hermanos.
Es tarea de toda la Iglesia, ayudar a esos valientes, a los misioneros, que han puesto su vida a disposición de aquellos que más los necesitan.
Que a nosotros nos sirva de ejemplo su entrega, y sobre todo que seamos capaces de transmitir nuestra fe, como hacen ellos, no sólo de palabra, sino con nuestras obras y de corazón.
FELIZ DOMINGO Y QUE DIOS OS BENDIGA.

domingo, 14 de octubre de 2018

DOMINGO XXVIII DEL TIEMPO ORDINARIO


LECTURA DEL SANTO EVANGELIO SEGÚN SAN MARCOS 10,17-30
En aquel tiempo, cuando Jesús salía al camino se le acercó uno corriendo, se arrodillo y le preguntó:
-- Maestro bueno, ¿qué haré para heredar la vida eterna?
Jesús le contestó:
-- ¿Por qué me llamas bueno? No hay nadie bueno más que Dios. Ya sabes los mandamientos: no matarás, no cometerás adulterio, no robarás, no darás falso testimonio, no estafarás, honra a tu padre y a tu madre.
Él replicó:
-- Maestro, todo esto lo he cumplido desde pequeño.
Jesús se le quedó mirando con cariño y le dijo a sus discípulos:
-- Una cosa te falta: anda, vende todo lo que tienes, da el dinero a los pobres --así tendrás un tesoro en el cielo--, y luego sígueme.
A estas palabras él frunció el ceño y se marcho pesaroso porque era muy rico.
Jesús mirando alrededor, dijo:
-- ¡Qué difícil les va a ser a los ricos entrar en el Reino de Dios!
Los discípulos se extrañaron de estas palabras. Jesús añadió:
-- Hijos, ¡qué difícil les es entrar en el Reino de Dios a los que ponen su confianza en el dinero! Más fácil le es a un camello pasar por el ojo de una aguja, que a un rico entrar en el Reino de Dios.
Ellos se espantaron y comentaban:
-- Entonces, ¿quién puede salvarse?
Jesús se les quedó mirando y les dijo:
-- Es imposible para los hombres no para Dios. Dios lo puede todo.
Pedro se puso a decirle:
-- Ya ves que nosotros lo hemos dejado y te hemos seguido.
Jesús dijo:
-- Os aseguro, que quien deje casa, o hermanos o hermanas, o madre o padre, o hijos o tierras, por mí y por el Evangelio, recibirá ahora, en este tiempo, cien veces más --casas y hermanos y hermanas y madres e hijos y tierras, con persecuciones--, y en la edad futura la vida eterna.
HOMILÍA
Esta ciudad no estaba habitada por personas, como todas las demás ciudades del planeta. Esta ciudad estaba habitada por pozos. Pozos vivientes... pero pozos al fin.
Los pozos se diferenciaban entre sí, no solo por el lugar en el que estaban excavados sino también por el brocal (la abertura que los conectaba con el exterior). Había pozos pudientes y ostentosos con brocales de mármol y de metales preciosos; pozos humildes de ladrillo y madera y algunos otros más pobres, con simples agujeros pelados que se abrían en la tierra.

La comunicación entre los habitantes de la ciudad era de brocal a brocal y las noticias cundían rápidamente, de punta a punta del poblado.

Un día llegó a la ciudad una "moda" que seguramente había nacido en algún pueblito humano: La nueva idea señalaba que todo ser viviente que se precie debería cuidar mucho más lo interior que lo exterior. Lo importante no es lo superficial sino el contenido.

Así fue como los pozos empezaron a llenarse de cosas. Algunos se llenaban de cosas, monedas de oro y piedras preciosas. Otros, más prácticos, se llenaron de electrodomésticos y aparatos mecánicos. Algunos más optaron por el arte y fueron llenándose de pinturas , pianos de cola y sofisticadas esculturas posmodernas.

Finalmente los intelectuales se llenaron de libros, de manifiestos ideológicos y de revistas especializadas. 
Pasó el tiempo.
La mayoría de los pozos se llenaron a tal punto que ya no pudieron incorporar nada más. Los pozos no eran todos iguales así que , si bien algunos se conformaron, hubo otros que pensaron que debían hacer algo para seguir metiendo cosas en su interior...
Alguno de ellos fue el primero: en lugar de apretar el contenido, se le ocurrió aumentar su capacidad ensanchándose. No pasó mucho tiempo antes de que la idea fuera imitada, todos los pozos gastaban gran parte de sus energías en ensancharse para poder hacer más espacio en su interior.
Un pozo, pequeño y alejado del centro de la ciudad, empezó a ver a sus camaradas ensanchándose desmedidamente. El pensó que si seguían hinchándose de tal manera , pronto se confundirían los bordes y cada uno perdería su identidad...

Quizás a partir de esta idea se le ocurrió que otra manera de aumentar su capacidad era crecer, pero no a lo ancho sino hacia lo profundo. Hacerse más hondo en lugar de más ancho.
Pronto se dio cuenta que todo lo que tenia dentro de él le imposibilitaba la tarea de profundizar. Si quería ser más profundo debía vaciarse de todo contenido...
Al principio tuvo miedo al vacío, pero luego , cuando vio que no había otra posibilidad, lo hizo.
Vacío de posesiones, el pozo empezó a volverse profundo, mientras los demás se apoderaban de las cosas de las que él se había deshecho...
Un día , sorpresivamente el pozo que crecía hacia adentro tuvo una sorpresa: adentro, muy adentro , y muy en el fondo encontró agua!!!.
Nunca antes otro pozo había encontrado agua... El pozo superó la sorpresa y empezó a jugar con el agua del fondo, humedeciendo las paredes, salpicando los bordes y por último sacando agua hacia fuera.

La ciudad nunca había sido regada más que por la lluvia, que de hecho era bastante escasa, así que la tierra alrededor del pozo, revitalizada por el agua, empezó a despertar.
Las semillas de sus entrañas, brotaron en pasto , en tréboles, en flores, y en tronquitos endebles que se volvieron árboles después... 
La vida explotó en colores alrededor del alejado pozo al que empezaron a llamar "El Vergel".
Todos le preguntaban cómo había conseguido el milagro. -Ningún milagro- contestaba el Vergel- hay que buscar en el interior, hacia lo profundo...
Muchos quisieron seguir el ejemplo del Vergel, pero desandaron la idea cuando se dieron cuenta de que para ir más profundo debían vaciarse.

Siguieron ensanchándose cada vez más para llenarse de más y más cosas... 
En la otra punta de la ciudad, otro pozo, decidió correr también el riesgo del vacío... 
Y también empezó a profundizar... 
Y también llegó al agua...

Y también salpicó hacia fuera creando un segundo oasis verde en el pueblo... 
-¿Qué harás cuando se termine el agua?- le preguntaban. -No sé lo que pasará- contestaba- Pero, por ahora, cuánto más agua saco , más agua hay.
Pasaron unos cuantos meses antes del gran descubrimiento.

Un día, casi por casualidad, los dos pozos se dieron cuenta de que el agua que habían encontrado en el fondo de sí mismos era la misma...Que el mismo río subterráneo que pasaba por uno inundaba la profundidad del otro.

Se dieron cuenta de que se abría para ellos una nueva vida. No sólo podían comunicarse, de brocal a brocal, superficialmente , como todos los demás, sino que la búsqueda les había deparado un nuevo y secreto punto de contacto:

La comunicación profunda que sólo consiguen entre sí, aquellos que tienen el coraje de vaciarse de contenidos y buscar en lo profundo de su ser lo que tienen para dar...

Sólo aquel que vacíe su corazón de toda riqueza, será capaz de encontrarse verdaderamente con Dios, porque para ser sus discípulos, lo único que Dios nos exige, es que Él lo sea todo, por eso toda riqueza que colme nuestro corazón de avaricia, de poder, de envidia, lo único que hace es apartarnos del amor de Dios.
FELIZ DOMINGO Y QUE DIOS OS BENDIGA.

domingo, 7 de octubre de 2018

DOMINGO XXVII DEL TIEMPO ORDINARIO


LECTURA DEL SANTO EVANGELIO SEGÚN SAN MARCOS 10,2-16
En aquel tiempo, se acercaron unos fariseos y le preguntaron a Jesús para ponerlo a prueba:
-- ¿Le es lícito a un hombre divorciarse de su mujer?
Él les replicó:
-- ¿Qué os ha mandado Moisés?
Contestaron:
-- Moisés permitió divorciarse dándole a la mujer un acta de repudio.
Jesús les dijo:
-- Por vuestra terquedad dejó escrito Moisés este precepto. Al principio de la creación Dios los creó hombre y mujer. Por eso abandonará el hombre a su padre y a su madre, se unirá a su mujer y serán los dos una sola carne. De modo que ya no son dos, sino una sola carne. Lo que Dios ha unido, que no lo separe el hombre.
En casa, los discípulos volvieron a preguntarle sobre lo mismo. Él les dijo:
-- Si uno se divorcia de su mujer y se casa con otra, comete adulterio contra la primera. Y si ella se divorcia de su marido y se casa con otro, comete adulterio.
Le acercaban niños para que los tocara, pero los discípulos les regañaban. Al verlo, Jesús se enfadó y les dijo:
-- Dejad que los niños se acerquen a mí: no se lo impidáis; de los que son como ellos es el Reino de Dios. Os aseguro que el que no acepte el Reino de Dios como un niño, no estará en él. Y los abrazaba y los bendecía imponiéndoles las manos.
HOMILÍA
El Evangelio de hoy trata un tema muy de actualidad en nuestra sociedad, el matrimonio. Esa institución que cada vez más está siendo destruida por una manera de pensar simplista y sobre todo, egoísta.
El “para que me voy a casar si luego nos vamos a separar”, es una forma de reducir al absurdo la misma vida, porque con esa forma de pensar podríamos decir, “para que voy a nacer si luego voy a morir”.
Pero lo que hoy nos dice el Evangelio nos puede ayudar a combatir esos argumentos en contra del matrimonio, porque de lo que nos habla hoy el Evangelio no es solo de quererse, sino de cuidar lo que uno tiene. “Es carne de mi carne”, “ya no son dos, sino una sola carne”. ¿Cómo no cuidarse a uno mismo?.
Escuché una historia que nos puede ayudar a entender esto: Iba yo pidiendo de puerta en puerta por el camino de la aldea, cuando tu carro de oro apareció a lo lejos como un sueño magnífico. Y, yo me preguntaba maravillado, quién sería aquel Rey de reyes.

Mis esperanzas volaron hasta el cielo, y pensé que mis días malos se habían acabado. Y me quedé aguardando limosnas espontáneas, tesoros derramados por el polvo.

La carroza se paró a mi lado. Me miraste y bajaste sonriendo. Sentí que la felicidad de la vida había llegado al fin. Y de pronto, tú me tendiste tu diestra diciéndome: “¿Puedes darme alguna cosa?”.

¡Qué ocurrencia de tu realeza! ¡Pedirle a un mendigo! Yo estaba confuso y no sabía qué hacer. Luego saqué despacio de mi saco un granito de trigo y te lo di.

Pero, qué sorpresa la mía cuando, al vaciar por la tarde mi saco en el suelo, encontré un granito de oro en la miseria del montón. ¡Qué amargamente lloré por no haber tenido corazón para dártelo todo!.

De esto trata el matrimonio, y la vida en general. Si somos capaces de darlo todo, de no reservarnos nada para nosotros mismos, recibiremos mucho más de lo que hemos dado. Si en un matrimonio ninguno de los dos se reserva nada, recibirán mucho más.
No seamos egoístas, ni perdamos la oportunidad, de hacer feliz al que tenemos a nuestro lado, seguro que nosotros recibiremos mucha más felicidad de la que damos.
FELIZ DOMINGO Y QUE DIOS OS BENDIGA.

domingo, 30 de septiembre de 2018

DOMINGO XXVI DEL TIEMPO ORDINARIO


LECTURA DEL SANTO EVANGELIO SEGÚN SAN MARCOS 9,38-43.45.47-48
En aquel tiempo, dijo Juan a Jesús:
-- Maestro, hemos visto a uno que echaba demonios en tu nombre, y se lo hemos querido impedir, porque no es de los nuestros.
Jesús respondió:
-- No se lo impidáis, porque uno que hace milagros en mi nombre no puede luego hablar mal de mí. El que no está contra nosotros está a favor nuestro. Y, además, el que os dé a beber un vaso de agua, porque seguís al Mesías, os aseguro que no se quedará sin recompensa. El que escandalice a uno de estos pequeñuelos que creen, más le valdría que le encajasen en el cuello una piedra de molino y lo echasen al mar. Si tu mano te hace caer, córtatela: más te vale entrar manco en la vida que ir con las dos manos al abismo, al fuego que no se apaga. Y si tu pie te hace caer, córtatelo: más te vale entrar cojo en la vida que ser echado con los dos pies al abismo. Y si tu ojo te hace caer, sácatelo: más te vale entrar tuerto en el Reino de Dios que ser echado al abismo con los dos ojos, donde el gusano no muere y el fuego no se apaga.

HOMILÍA
Si hiciéramos caso al Evangelio de hoy al cien por cien, cuántos cojos, mancos y tuertos habría en este mundo. Pero no hace falta llegar a esos extremos para poder cumplir el Evangelio.
Hoy el Señor nos habla de escandalizar, pero ¿qué quiere decir eso?, ¿que no demos mala imagen?. No es precisamente eso, sino no dar mal ejemplo. Me explico con una historia:
El viejo se fue a vivir con su hijo, su nuera y su nieto de cuatro años. Ya las manos le temblaban, su vista se nublaba y sus pasos flaqueaban.
La familia completa comía junta en la mesa, pero las manos temblorosas y la vista enferma del anciano hacían el alimentarse un asunto difícil.
Los guisantes caían de su cuchara al suelo y cuando intentaba tomar el vaso, derramaba la leche sobre el mantel. hijo y su esposa se cansaron de la situación. "Tenemos que hacer algo con el abuelo", dijo el hijo. "Ya he tenido suficiente". "Derrama la leche hace ruido al comer y tira la comida al suelo".
Así fue como el matrimonio decidió poner una pequeña mesa en una esquina del comedor. Ahí, el abuelo comía solo mientras el resto de la familia disfrutaba la hora de comer. Como el abuelo había roto uno o dos platos su comida se la servían en un plato de madera.
De vez en cuando miraban hacia donde estaba el abuelo y podían ver una lágrima en sus ojos mientras estaba ahí sentado solo. Sin embargo, las únicas palabras que la pareja le dirigía, eran fríos llamados de atención cada vez que dejaba caer el tenedor o la comida.
El niño de cuatro años observaba todo en silencio. Una tarde antes de la cena, el papá observó que su hijo estaba jugando con trozos de madera en el suelo. Le pregunto dulcemente: "¿Que estás haciendo?"
Con la misma dulzura el niño le contestó: "Ah, estoy haciendo un tazón para ti y otro para mamá para que cuando yo crezca, ustedes coman en ellos."
A eso se refiere el Señor con escandalizar. Y esa es precisamente una de las razones por las que las Iglesias cada día están más vacías. Nosotros como cristianos escandalizamos a aquellos que nos ven con nuestra forma de actuar, ya que no se acomoda en la mayoría de los casos a nuestra fe. Esa frase que continuamente se dice “para que le sirve ir tanto a misa si luego es el más malo de todos”, es por desgracia una realidad.
Por eso, hoy el Señor, nos recuerda que es deber nuestro dar ejemplo, porque el nombre de cristiano es una responsabilidad para con Dios y para con los hermanos. Que no escandalicemos nunca, que siempre demos el mejor de los ejemplos, que siempre vivamos como lo que somos, cristianos.
FELIZ DOMINGO Y QUE DIOS OS BENDIGA