domingo, 27 de agosto de 2017

DOMINGO XXI DEL TIEMPO ORDINARIO

LECTURA DEL SANTO EVANGELIO SEGÚN SAN MATEO 16, 13- 20
En aquel tiempo, al llegar a la región de Cesarea de Filipo, Jesús preguntó a sus discípulos:
«¿Quién dice la gente que es el Hijo del hombre?».
Ellos contestaron:
«Unos que Juan Bautista, otros que Elías, otros que Jeremías o uno de los profetas».
Él les preguntó:
«Y vosotros, ¿quién decís que soy yo?».
Simón Pedro tomó la palabra y dijo:
«Tú eres el Mesías, el Hijo de Dios vivo».
Jesús le respondió:
«¡ Bienaventurado tú, Simón, hijo de Jonás!, porque eso no te lo ha revelado nadie ni la carne ni la sangre, sino mi Padre que está los cielos.
Ahora yo te digo: tú eres Pedro, y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia, y el poder del infierno no la derrotará.
Te daré las llaves del reino de los cielos; lo que ates en la tierra, quedará atado en los cielos, y lo que desates en la tierra quedará desatado en los cielos».
Y les mandó a los discípulos que no dijesen a nadie que él era el Mesías.

HOMILÍA
Había una vez, algún lugar que podría ser cualquier lugar, y en un tiempo que podría ser cualquier tiempo, un hermoso jardín, con manzanos, naranjos, perales y bellísimos rosales, todos ellos felices y satisfechos. Todo era alegría en el jardín, excepto por un árbol profundamente triste. El pobre tenía un problema: No sabía quién era.

- “Lo que te falta es concentración", le decía el manzano. "Si realmente lo intentas, podrás tener sabrosas manzanas. ¿Ves qué fácil es?”

- “No lo escuches", exigía el rosal, "es más sencillo tener rosas y ¿ves qué bellas son?”

Y el árbol desesperado intentaba todo lo que le sugerían y, como no lograba ser como los demás, se sentía cada vez más frustrado.

Un día llegó hasta el jardín el búho, la más sabia de las aves, y al ver la desesperación del árbol, exclamó:

- “No te preocupes, tu problema no es tan grave. Es el mismo de muchísimos seres sobre la tierra. Yo te daré la solución: no dediques tu vida a ser como los demás quieran que seas... sé tú mismo, conócete y, para lograrlo, escucha tu voz interior.” Y, dicho esto, el búho desapareció.

- “¿Mi voz interior...? ¿Ser yo mismo...? ¿Conocerme...?”, se preguntaba el árbol desesperado, cuando, de pronto, comprendió...

Y cerrando los ojos y los oídos, abrió el corazón, y por fin pudo escuchar su voz interior diciéndole:

- “Tú jamás darás manzanas porque no eres un manzano, ni florecerás cada primavera porque no eres un rosal. Eres un roble y tu destino es crecer grande y majestuoso, dar cobijo a las aves, sombra a los viajeros, belleza al paisaje... Tienes una misión: cúmplela.”

Y el árbol se sintió fuerte y seguro de sí mismo y se dispuso a ser todo aquello para lo cual estaba destinado.

Así, pronto llenó su espacio y fue admirado y respetado por todos. Y sólo entonces el jardín fue completamente feliz.

Está claro que Jesús no necesitaba saber que decían de él, ni siquiera lo que nosotros pensaos de él porque Jesús sabía perfectamente cuál era su misión, pero sí sabía que la respuesta a esa pregunta nos hace a nosotros saber lo que somos, como le pasó a Pedro. Sólo si somos capaces de responder a la pregunta de quién es Cristo para mí, desde el corazón y con sinceridad, podremos saber lo que somos y cuál es nuestra misión en la vida.
Si para nosotros Cristo es una persona excepcional, con unas grandes enseñanzas, pero no entra en nuestra vida como el Salvador, no dejará de ser un personaje histórico que no tendrá nada que ver con nosotros. Pero si lo confesamos como nuestro salvador, como la luz que guía nuestra vida, como el que murió y resucitó por nosotros, entonces y sólo entonces nuestra vida no puede ser igual que la del que no cree en el.
Confesar a Jesús como Mesías, hizo que Pedro tuviera la misión de ser Piedra y fundamento de la Iglesia. Confesarlo nosotros, nos da la misión de ser piedras viva dentro de este mundo que necesita de personas comprometidas para ir sembrando paz y esperanza. Cada uno a su manera, porque no todos somos iguales ni tenemos la misma misión. Pero eso sólo lo podremos hacer si de verdad Jesús entra en nuestro corazón y lo trasforma.

FELIZ DOMINGO Y QUE DIOS OS BENDIGA. 

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