domingo, 8 de mayo de 2016

DOMINGO DE LA ASCENSIÓN

LECTURA DEL SANTO EVANGELIO SEGÚN SAN LUCAS 24, 46-53
En aquel tiempo dijo Jesús a sus discípulos:
-- Así estaba escrito: el Mesías padecerá, resucitará de entre los muertos al tercer día y en su nombre predicará la conversión y el perdón de los pecados a todos los pueblos, comenzando por Jerusalén. Y vosotros sois testigos de esto. Yo os enviaré lo que mi Padre ha prometido; vosotros quedaos en la ciudad, hasta que os revistáis de la fuerza de lo alto.
Después los sacó hacia Betania, y levantando las manos los bendijo. Y mientras los bendecía, se separó de ellos (subiendo hacia el cielo) Ellos se volvieron a Jerusalén con gran alegría; y estaban siempre en el templo bendiciendo a Dios.

HOMILÍA
Era una soleada tarde de domingo en una ciudad apartada de la capital del país. Un buen amigo mío salió con sus dos hijos a pasear un rato para aprovechar la belleza del paisaje y el aire fresco de la tarde. Llegaron a las afueras de la ciudad, donde estaba acampado un pequeño circo que ofrecía sus funciones con mucho éxito. Mi amigo le preguntó a sus hijos si querían disfrutar del espectáculo aquella tarde. Los niños, sin dudarlo, dieron un brinco de alegría y se dispusieron a gozar. Mi amigo se acercó a la ventanilla y preguntó: –¿Cuánto cuesta la entrada? – 10 Euros por usted y cinco Euros por cada niño mayor de seis años – contestó el taquillero. – Los niños menores de seis años no pagan. ¿Cuántos años tienen ellos? – El abogado tiene tres y el médico siete, así que creo que son quince Euros – dijo mi amigo. – Mire señor – dijo el hombre de la ventanilla – ¿se ganó la lotería o algo parecido? Pudo haberse ahorrado cinco Euros. Me pudo haber dicho que el mayor tenía seis años; yo no hubiera notado la diferencia. – Sí, puede ser verdad – replicó mi amigo – pero los niños sí la hubieran notado.
“Vosotros sois testigo de esto”. Así terminó su predicación Jesús entre nosotros antes de subir a los cielos. Nos dejó el encargo de ser los portadores de su mensaje. Pero no en vidas ideales, ni en vidas distintas a las nuestras, sino en nuestro día a día.
Para dar testimonio del Evangelio no hace falta que seamos personas extraordinarias. Sólo hace falta que seamos cristianos y testigos en cada momento de nuestra vida. De eso depende que los que vienen detrás de nosotros aprendan a vivir como cristianos. No de los milagros que hagamos, sino del ejemplo que demos en nuestro día a día.
Seamos testigos de Cristo, vivamos nuestra vida amando a los demás y sobre todo en cada pequeño detalle dando testimonio de lo que somos y de lo que Dios quiere de nosotros.

FELIZ DOMINGO DE LA ASCENSIÓN Y QUE DIOS OS BENDIGA. 

No hay comentarios:

Publicar un comentario