domingo, 24 de noviembre de 2013

DOMINGO XXXIV DEL TIEMPO ORDINARIO - JESUCRISTO REY DEL UNIVERSO

LECTURA DEL SANTO EVANGELIO SEGÚN SAN LUCAS 23, 35-43
En aquel tiempo, las autoridades hacían muecas a Jesús, diciendo:
-- A otros ha salvado; que se salve a sí mismo, si él es el Mesías de Dios, el
Elegido.
Se burlaban de él también los soldados, ofreciéndole vinagre y diciendo:
-- Si eres tú el rey de los judíos, sálvate a ti mismo.
Había encima un letrero en escritura griega, latina y hebrea: "Éste es el rey de los judíos".
Uno de los malhechores crucificados lo insultaba, diciendo:
--¿No eres tú el Mesías? Sálvate a ti mismo y a nosotros.
Pero el otro lo increpaba:
-- ¿Ni siquiera temes tú a Dios, estando en el mismo suplicio? Y lo nuestro es justo, porque recibimos el pago de lo que hicimos; en cambio, éste no ha faltado en nada.
Y decía:
-- Jesús, acuérdate de mí cuando llegues a tu reino.
Jesús le respondió:
-- Te lo aseguro: hoy estarás conmigo en el paraíso.
HOMILIA
El mayor se llamaba Frank y tenía veinte años. Y el pequeño era Ted y tenía dieciocho. Estaban siempre juntos y eran muy amigos desde los primeros años del Colegio. Juntos decidieron enrolarse como voluntarios en el ejército. Y al marchar prometieron ante sus padres que se cuidarían y apoyarían el uno al otro. Tuvieron suerte y los dos fueron destinados al mismo cuartel y al mismo batallón. Aquel batallón fue destinado a la guerra. Una guerra terrible entre las arenas ardientes del desierto. Al principio y durante unas semanas Frank y Ted se quedaron acampados en la retaguardia y protegidos de los bombardeos. Pero una tarde llegó la orden de avanzar en el territorio enemigo. Los soldados avanzaron durante toda la noche, amenazados por un fuego infernal. Al amanecer el batallón se replegó en  una aldea. Pero Ted no estaba. Frank lo buscó por todas partes, entre los heridos, entre los muertos. Al final encontró su nombre entre los desaparecidos. Se presentó al comandante: - Vengo a solicitarle permiso para ir a buscar a mi amigo-, le dijo. – Es demasiado peligroso-, respondió el comandante. Hemos perdido ya a tu amigo. Te perderíamos también a ti. Afuera siguen disparando. Frank, sin embargo, partió. Tras una hora de búsqueda angustiosa, encontró a Ted herido mortalmente. Agonizaba. Lo cargó sobre sus hombros. Pero un cascote de metralla lo alcanzó. Siguió arrastrándose hasta el campamento. – ¿Crees que valía la pena arriesgarse a morir para salvar a un muerto?-, le gritó el comandante. – Sí-, murmuró,- porque antes de morir Ted me dijo: “Frank, sabía que vendrías”.
Una fe que espera contra toda esperanza, que cree aún en medio del dolor y la desesperación. Esa es la fe cristiana, la fe que tiene por rey a un hombre colgado en la cruz.
Celebramos hoy el día de Cristo Rey y clausuramos el año de la fe, dos motivos preciosos para salir a la calle y gritar, con nuestras obras calladas que somos cristianos, que nuestro rey es Cristo  y que nuestra ley es la ley del servicio, de la entrega, del amor.

FELIZ DOMINGO Y QUE DIOS OS BENDIGA.

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