domingo, 12 de agosto de 2018

DOMINGO XIX DEL TIEMPO ORDINARIO


LECTURA DEL SANTO EVANGELIO SEGÚN SAN JUAN 6, 41- 51

En aquel tiempo, los judíos criticaban a Jesús porque había dicho: "Yo soy el pan bajado del cielo", y decían:

-- ¿No es este Jesús, el hijo de José? ¿No conocemos a su padre y a su madre?, ¿cómo dice ahora que ha bajado del cielo?

Jesús tomó la palabra y les dijo:

-- No critiquéis. Nadie puede venir a mí, si no lo trae el Padre que me ha enviado." Y yo le resucitaré en el último día. Está escrito en los profetas: "Serán todos discípulos de Dios." Todo el que escucha lo que dice el Padre y aprende, viene a mí. No es que nadie haya visto al Padre, a no ser el que viene de Dios: este ha visto al Padre. Os lo aseguro: el que cree, tiene vida eterna. Yo soy el pan de vida. Vuestros padres comieron en el desierto el maná y murieron: este es el pan que baja del cielo, para que el hombre coma de él y no muera. Yo soy el pan vivo que ha bajado del cielo: el que coma de este pan vivirá para siempre. Y el pan que yo daré es mi carne, para la vida del mundo.

HOMILÍA

Del 70 % de españoles que se definen católicos, sólo el 15% dice acudir semanalmente a la Eucaristía. ¿Dónde está el resto? ¿Por qué no acuden a la misa?. La respuesta puede ser muy variada: “son muy flojos y no quieren venir”, “los curas son muy aburridos”, “los horarios de misas coinciden con el futbol”, etc… Miles de razones, aunque yo me quedaría con la que nos da el Señor en el Evangelio de hoy. Me explico.

Un día, hablando con alguien sobre los incendios, me comentaba que un incendio que ocurrió, fue provocado por unos excursionistas, que al sentirse perdidos, decidieron hacer señales de humo para que los encontrasen. Y vaya si los encontraron. Quemaron medio monte, pero las señales las vieron. Y me comentaba, mi amigo, que cuando te pierdes en el monte, antes que hacer ninguna tontería, lo que debes hacer es quedarte quieto allí donde estás, y esperar a que te encuentren, porque si te mueves mucho, al final nadie puede dar contigo.

Pues fijaros, que yo pienso que todos los que no vienen a la Eucaristía, es porque están perdidos, y han decidido quedarse quietos, esperando que alguien los encuentre. Esperando a alguien que les muestre el camino hacia el Pan de la Vida, “Nadie puede venir a mí, si no lo trae el Padre que me ha enviado” nos dice el Señor. ¿Y sabes a quien le toca ir a buscarlos?, ¿sabes a quien envía el Padre?. Precisamente a los que ya hemos descubierto que al venir a la Eucaristía a encontrarnos con Jesús y a recibir su cuerpo, recibimos también la vida que no se acaba.

Es tarea nuestra traer a aquellos que no le encuentran sentido a la misa, y la única forma de hacerlo es demostrar que a nosotros si nos sirve recibir al mismo Cristo. Que nuestra comunión es algo más que un rito, y que se nos nota en nuestro día a día que nos hemos encontrado con el Pan de la Vida.

No perdamos la oportunidad de encontrar a todos aquellos que andan perdidos y mostrarles lo que Dios hace por nosotros y puede hacer por ellos.

FELIZ DOMINGO Y QUE DIOS OS BENDIGA.

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