jueves, 24 de marzo de 2016

JUEVES SANTO, SOLEMNIDAD DE LA CENA DEL SEÑOR

LECTURA DEL SANTO EVANGELIO SEGÚN SAN JUAN 13, 1-15
Antes de la fiesta de la Pascua, sabiendo Jesús que había llegado la hora de pasar de este mundo al Padre, habiendo amado a los suyos que estaban en el mundo, los amó hasta el extremo. Estaban cenando (ya el diablo le había metido en la cabeza a Judas Iscariote, el de Simón, que lo entregara) y Jesús, sabiendo que el Padre había puesto todo en sus manos, que venía de Dios y a Dios volvía, se levanta de la cena, se quita el manto y, tomando una toalla, se la ciñe; luego echa agua en la jofaina y se pone a lavarles los pies a los discípulos, secándoselos con la toalla que se había ceñido. Llegó a Simón Pedro y éste le dijo:
—Señor, ¿lavarme los pies tú a mí?
Jesús le replicó:
—Lo que yo hago, tú no lo entiendes ahora, pero lo comprenderás más tarde.
Pedro le dijo:
—No me lavarás los pies jamás.
Jesús le contestó:
—Si no te lavo, no tienes nada que ver conmigo.
Simón Pedro le dijo:
—Señor, no sólo los pies, sino también las manos y la cabeza.
Jesús le dijo:
—Uno que se ha bañado no necesita lavarse más que los pies, porque todo él está limpio. También vosotros estáis limpios, aunque no todos." (Porque sabía quién lo iba a entregar, por eso dijo: "No todos estáis limpios".)
Cuando acabó de lavarles los pies, tomó el manto, se lo puso otra vez y les dijo:
— ¿Comprendéis lo que he hecho con vosotros? Vosotros me llamáis "El Maestro" y "El Señor", y decís bien, por que lo soy. Pues si yo, el Maestro y el Señor, os he lavado los pies, también vosotros debéis lavaros los pies unos a otros: os he dado ejemplo para que lo que yo he hecho con vosotros, vosotros también lo hagáis.

HOMILÍA
Alejandra caminaba con su padre cuando éste, de repente, se detuvo en una curva del camino. Después de un breve silencio le preguntó:

- “Además del cantar de los pájaros, ¿qué oyes Alejandra?”

La niña paró, aguzando sus oídos. Después de unos segundos respondió:

- “Papá, estoy oyendo el ruido de una carreta que se acerca.”

- “Muy bien - respondió su padre -. Tienes razón, se está acercando una carreta vacía.”

Alejandra, asombrada, preguntó a su padre:

- “¿Cómo sabes que es una carreta vacía si aún no la has visto?”

Entonces el padre respondió:

- “Es muy fácil saber cuándo una carreta está vacía, por el ruido que hace. Cuanto más vacía está la carreta, mayor ruido hace.”
Celebramos hoy, Jueves Santo, el gran misterio del silencio. Cristo se quiso quedar para siempre con nosotros y lo hace de manera callada, sin levantar la voz, sin hacer ruido. Pero para descubrirlo, nosotros nos debemos de llenar de Él, precisamente para no hacer tanto ruido.
El amor no es escandaloso. El amor es callado, silencioso, pero eficaz. El amor llena. Y por desgracia, los cristianos hacemos demasiado ruido. Nos falta aprender de nuestro Señor, que hincó la rodilla y se puso a lavar los pies a sus discípulos calladamente. Que subió al madero de la cruz sin alboroto, que murió por nosotros sin grandes ponderaciones.
El Jueves Santo, debe ser para nosotros el día del amor callado, del amor profundo, porque así lo quiso Jesús. Cada Eucaristía Él viene a nosotros sin ruido, sólo porque nos ama. Vayamos nosotros a los demás también sin ruido, llenos de ese amor que Cristo nos regaló, y que quiere que repartamos entre los hombres.


FELIZ JUEVES SANTO, FELIZ DÍA DEL AMOR FRATERNO. QUE DIOS OS BENDIGA.

No hay comentarios:

Publicar un comentario