domingo, 15 de febrero de 2015

DOMINGO VI DEL TIEMPO ORDINARIO

LECTURA DEL SANTO EVANGELIO SEGÚN SAN MARCOS 1, 40-45
En aquel tiempo se acercó a Jesús un leproso, suplicándole de rodillas:
-- Si quieres, puedes limpiarme.
Sintiendo lástima, extendió la mano y lo tocó diciendo:
-- Quiero: queda limpio
La lepra se le quitó inmediatamente y quedó limpio. Él le despidió encargándole severamente:
-- No se lo digas a nadie; pero para que conste, ve a presentarte al sacerdote y ofrece por tu purificación lo que mandó Moisés.
Pero cuando se fue, empezó a divulgar el hecho con grandes ponderaciones, de modo que Jesús ya no podía entrar abiertamente en ningún pueblo; se quedaba fuera, en descampado; y aún así acudían a él de todas partes.

HOMILÍA

Cierto día un muchacho llegó a un castillo impresionante, del que había oído hablar maravillas, ya que en él se albergaba una gran colección de obras de arte.
Cuando llegó a la puerta lo estaba esperando un anciano, que era el guarda del castillo. Se acercó y le preguntó: ¿Cuánto cuesta entra?.
La entrada es gratuita, dijo el anciano, sólo con una condición, tendrás que llevar esta cuchara llena de aceite durante todo el recorrido, y podrás derramar ni una sola gota. Si derramas algo del aceite, tendrás que pagar 100€.
El muchacho aceptó, y comenzó la visita, con su cuchara en la mano. Después de dos horas recorriendo el castillo, volvió a donde estaba el anciano. Traía la cuchara llena de aceite.
¿Has visto el maravilloso techo que hay en el salón principal?, le dijo el anciano.
No me he fijado. De hecho, no he visto ninguna de las obras de arte que dicen que hay en este castillo. Estaba más preocupado de no derramar el aceite, dijo en tono enfadado el joven.
El anciano lo miró con cariño y le dijo: anda vuelve a hacer el recorrido sin la cuchara, y fíjate en todas las maravillas que tiene el castillo.
El muchacho agradecido comenzó de nuevo la visita, y al terminarla volvió entusiasmado con la belleza que albergaba aquel lugar.
Qué maravilla, dijo el joven al anciano con una gran sonrisa en su cara. ¿Qué sentido tiene que haya realizado la primera visita con la cuchara llena de aceite? Así me habría perdido ver esta maravilla.
El anciano contestó: Una gran obra de arte, no sólo sirve para contemplarla, debe servir para la vida, porque así lo quiso el artista. Que todo el que la mire, termine transformado. Tu primera visita, se centró sólo en no derramar el aceite, y olvidaste lo que te rodeaba. Te centraste en ti mismo, y no eras capaz de ver más allá de ti. En la segunda visita, te abriste al mudo que te rodeaba, te olvidaste de lo que llevabas en ti y pudiste contemplar lo que había a tu alrededor, y tu corazón se sintió transformado.
En la vida ocurre lo mismo. Cuando dejamos de mirar hacia nosotros, cuando abrimos los ojos al mundo que nos rodea, es cuando descubrimos la belleza que Dios ha creado para nosotros Una belleza que se plasma en el hombre que vemos cada día, en la persona que se cruza en nuestra vida, y que sólo acercándonos a ella, podremos descubrirla, podremos amarla, podremos acogerla.
Jesucristo sabía que era importante mostrarle a la gente de su tiempo, y a nosotros, que sólo saliendo de nosotros mismos y acercándolos a los demás podríamos llegar a ver más allá de las apariencias. El descubre al hombre detrás de la lepra, nosotros debemos descubrir a la persona detrás de tantas máscaras que nos lo ocultan a los ojos, y la única forma es acercándonos y tocándolos. Saliendo de nuestras preocupaciones y mirando con ojos nuevos.

FELIZ DOMINGO Y QUE DIOS OS BENDIGA.

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