domingo, 22 de abril de 2018

DOMINGO IV DE PASCUA


LECTURA DEL SANTO EVANGELIO SEGÚN SAN JUAN 10, 11-18

En aquel tiempo, dijo Jesús:

«Yo soy el buen Pastor. El buen pastor da su vida por las ovejas; el asalariado, que no es pastor ni dueño de las ovejas, ve venir al lobo, abandona las ovejas y huye; y el lobo las roba y las dispersa; y es que a un asalariado no le importan las ovejas.

Yo soy el buen Pastor, que conozco a las mías, y las mías me conocen, igual que el Padre me conoce, y yo conozco al Padre; yo doy mi vida por las ovejas.

Tengo, además, otras ovejas que no son de este redil; también a esas las tengo que traer, y escucharán mi voz, y habrá un solo rebaño, un solo Pastor.

Por esto me ama el Padre, porque yo entrego mi vida para poder recuperarla. Nadie me la quita, sino que yo la entrego libremente. Tengo poder para entregarla y tengo poder para recuperarla: este mandato he recibido de mi Padre».



HOMILÍA



En un día caluroso de verano en el sur de la Florida un niño decidió ir a nadar en la laguna detrás de su casa. Salió corriendo por la puerta trasera, se tiró en el agua y nadaba feliz. No se daba cuenta de que un cocodrilo se le acercaba Su mama desde la casa miraba por la ventana, y vio con horror lo que sucedía.
Enseguida corrió hacia su hijo gritándole lo más fuerte que podía.
Oyéndole, el niño se alarmo y miro nadando hacia su mamá. Pero fue demasiado tarde.
Desde el muelle la mamá agarró al niño por sus brazos justo cuando el caimán le agarraba sus piernitas. La mujer jalaba determinada, con toda la fuerza de su corazón. El cocodrilo era más fuerte, pero la mamá era mucho más apasionada y su amor no la abandonaba. Un señor que escuchó los gritos se apresuró hacia el lugar con una pistola y mato al cocodrilo. El niño sobrevivió y, aunque sus piernas sufrieron bastante, aún pudo llegar a caminar.
Cuando salió del trauma, un periodista le pregunto al niño si le quería enseñar las cicatrices de sus pies.
El niño levantó la colcha y se las mostró. Pero entonces, con gran orgullo se remango las mangas y señalando hacia las cicatrices en sus brazos le dijo: "Pero las que usted debe ver son estas". Eran las marcas de las uñas de su mama que habían presionado con fuerza. "Las tengo porque mamá no me soltó y me salvo la vida"



Yo soy el buen Pastor y doy mi vida por las ovejas. Eso es lo que hoy el Señor nos recuerda a cada uno de nosotros. No nos deja a nuestra suerte, no nos abandona. Cuida de cada uno de nosotros, y nos regala cada día la vida para que también nosotros demos vida.



Y sin embargo tantas veces se nos olvida, y vivimos como si Dios no hubiera hecho nada por nosotros. Los cristianos tenemos la gran suerte de tener a nuestro Pastor siempre a nuestro lado, para sufrir con nosotros, para alegrase con nosotros, pero sobre todo para nunca soltarnos, para llevarnos siempre de la mano, y para darnos su fuerza en cada momento.



No olvidemos nunca que el dio su vida por nosotros, y hagamos nosotros lo mismo.



FELIZ DOMINGO Y QUE DIOS OS BENDIGA.

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