domingo, 4 de junio de 2017

DOMINGO DE PENTECOSTES

LECTURA DEL SANTO EVANGELIO SEGÚN SAN JUAN 20, 19-23
Al anochecer de aquel día, el día primero de la semana, estaban los discípulos en una casa, con las puertas cerradas por miedo a los judíos. Y en esto entró Jesús, se puso en medio y les dijo:
-- Paz a vosotros
Y, diciendo esto, les enseñó las manos y el costado. Y los discípulos se llenaron de alegría al ver al Señor. Jesús repitió:
-- Paz a vosotros. Como el Padre me ha enviado, así también os envío yo.
Y, dicho esto, exhaló su aliento sobre ellos y les dijo:
-- Recibid el Espíritu Santo; a quienes les perdonéis los pecados, les quedan perdonados; a quienes se los retengáis, les quedan retenidos.

HOMILÍA
Hoy hace cincuenta días que estábamos celebrando la resurrección del Señor. Durante este tiempo de Pascua, hemos estado celebrando que Cristo venció a la muerte y que nos dio una nueva oportunidad para poder hacer nosotros lo mismo.
Hoy, domingo de Pentecostés, celebramos que la Iglesia comienza a caminar sola, o más bien acompañada por un defensor, por una fuerza increíble, la del Espíritu Santo.
Hace un tiempo me contaban una anécdota que le pasó a un sacerdote. Estaba conversando con el dueño de una fábrica de jabones, y éste le decía que no creía que el Espíritu Santo sirviera para nada, porque él veía a muchos cristianos, bautizados, con el Espíritu Santo y que eran muy malas personas. Ante esto el sacerdote le repuso, “entonces yo creo que su jabón tampoco sirve para nada, ya que veo a muchas personas que van muy sucias”. El hombre le contestó: “eso no es problema del jabón, sino de que no lo usan”, “pues lo mismo pasa con el Espíritu Santo”, repuso el sacerdote, “si no dejan que actúe en ellos no puede hacer nada.
Efectivamente, esa es la fiesta que celebramos hoy, una fiesta en la que se nos recuerda que recibimos un día el Espíritu Santo, en nuestro bautismo, en nuestra confirmación, pero que si no dejamos que él actúe en nosotros, no servirá de nada.
Nosotros creemos en un Dios Todopoderoso, pero a la vez en un Dios que cree en la libertad de cada uno para aceptarlo o no. No impone, no lo hace a la fuerza. Por eso hoy nos vuelve a recordar que está con nosotros, esperando que le dejemos actuar en nuestras vidas, que no tiene prisa, y sí una paciencia infinita. Que siempre estará con los brazos abiertos esperando a que dejemos que entre en nuestras vidas, que transforme nuestro ser.
Que el Espíritu Santo entre en nuestros corazones, que nos dé su fuerza, pero sobre todo que nos dé luz para dejarnos guiar por él por los caminos del amor. Un amor infinito que Dios nos tiene y que nosotros debemos tener por los demás.

FELIZ DOMINGO Y QUE DIOS OS BENDIGA.

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