domingo, 13 de noviembre de 2016

DOMINGO XXXIII DEL TIEMPO ORDINARIO

LECTURA DEL SANTO EVANGELIO SEGÚN SAN LUCAS 21, 5-19
En aquel tiempo, algunos ponderaban la belleza del templo, por la calidad de la piedra y los exvotos. Jesús les dijo:
--Esto que contempláis, llegará un día en que no quedará piedra sobre piedra: todo será destruido.
Ellos le preguntaron:
--Maestro, ¿Cuándo va a ser eso?, ¿y cuál será la señal de que todo eso está para suceder?
Él contestó:
--Cuidado con que nadie os engañe. Porque muchos vendrán usurpando mi nombre, diciendo: "Yo soy", o bien: "el momento está cerca"; no vayáis tras ellos. Cuando oigáis noticias de guerras y de revoluciones, no tengáis pánico. Porque eso tiene que ocurrir primero, pero el final no vendrá en seguida.
Luego les dijo:
--Se alzará pueblo contra pueblo y reino contra reino, habrá grandes terremotos, y en diversos países epidemias y hambre. Habrá también espantos y grandes signos en el cielo. Pero antes de todo eso os echarán mano, os perseguirán, entregándoos a los tribunales y a la cárcel, y os harán comparecer ante reyes y gobernadores, por causa de mi nombre: así tendréis ocasión de dar testimonio. Haced propósito de no preparar vuestra defensa, porque yo os daré palabras y sabiduría a las que no podrá hacer frente ni contradecir ningún adversario vuestro. Y hasta vuestros padres, y parientes, y hermanos, y amigos os traicionarán, y matarán a algunos de vosotros, y todos os odiarán por causa de mi nombre. Pero ni un cabello de vuestra cabeza perecerá; con vuestra perseverancia salvaréis vuestras almas.

HOMILÍA

Hu-Song, filosofo de Oriente, contó a sus discípulos la siguiente historia:

- "Varios hombres habían quedado encerrados por error en una oscura caverna donde no podían ver casi nada. Pasó algún tiempo, y uno de ellos logró encender una pequeña tea. Pero la luz que daba era tan escasa que aún así no se podía ver nada. Al hombre, sin embargo, se le ocurrió que con su luz podía ayudar a que cada uno de los demás prendieran su propia tea y así, compartiendo la llama con todos, la caverna se iluminó".

Uno de los discípulos pregunto a Hu-Song:

- "¿Qué nos enseña, maestro, este relato?"

Y Hu-Song contestó:

- "Nos enseña que nuestra luz sigue siendo oscuridad si no la compartimos con el prójimo. Y también nos dice que el compartir nuestra luz no la desvanece, sino que por el contrario, la hace crecer."
Imaginaos por un momento que un gran terremoto destruye todas las iglesias, catedrales, ermitas y demás edificios religiosos del mundo. ¿Se acabaría por eso la Iglesia?. No, ni mucho menos. La Iglesia es mucho más que unas piedras, por muy bello que sea el resultado. Eso no es más que estética.
Lo que realmente hace que la Iglesia siga viva, somos cada uno de los que la componemos. Si en verdad vivimos como piedras vivas, como parte de un todo que va caminando hacia Dios y con la confianza de un pueblo unido por algo que va más allá de las ideas, de los gustos, o de las modas. A nosotros nos une la fe, y una fe arraigada no en posesiones ni en cosas mundanas, sino en el amor entrañable del Padre.
Por eso, en este domingo de la Iglesia diocesana, se nos vuelve a recordar que nuestro ser cristiano no es individualista, sino que carece de sentido en cuanto nos alejamos de los demás. La fe cristiana se vive en unión y en compañía de los que creen lo mismo que nosotros, se vive desde el otro, porque es el hermano el que llena de sentido mi vida y mi fe.
Ya sé que estaréis pensando que es muy fácil decirlo, pero que el llevarlo a la práctica es más difícil. Sobre todo cuando en la sociedad se premia el egoísmo, el triunfar a costa de los demás. Por eso Jesús nos recuerda que está con nosotros. Que él será el que nos ayude, el que nos de fuerza, el que nos dé sus palabras.
Sigamos perseverando en nuestra fe, aunque no se estile o no se lleve. Sigamos haciendo de la Iglesia una gran familia, unida en Dios y unida por el amor.

FELIZ DOMINGO Y QUE DIOS OS BENDIGA.

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